para el bruto qué son? Nada sin vida : Oh alto, oh inmenso, oh sumo bien ! Tú solo de gozo y paz que en torno de su alcázar causar enojo al que fiel la sigue ? Tú lo conoces; tú, que en el bullicio de la ciudad de Augusto, ó ya ejercitas la santa caridad, suma y tesoro de todas las virtudes, ó alejado del liviano rumor, dias y noches entre el estudio y la oracion repartes, y en pios ó inocentes ejercicios santificas tu ocio. Y no presumas que tal consuelo á la virtud no alcance cuando aherrojada está, víctima triste de la calumnia y del poder: no, Cárlos, no; que su escudo de templado acero tres veces doble, las agudas flechas rechaza, y ni le vence ni traspasa su venenosa punta. Sufre, es cierto; pero sufre tranquila. Ve el insano triunfo de la injusticia; ve el ultrage de la inocencia desvalida, y sufre. Mas sufriendo, su mérito acrisola, su fuerza aumenta y su corona labra. La ve, la espera, y aun vencida vence. Dúdaslo acaso? Dime, qué en su daño puede el rencor de un enemigo crudo?... Encadenar su cuerpo?... Pero libre no romperá su espíritu los fierros? No volará por la sublime esfera ? Y no columbrará de aquella altura,' al través de los muros trasparentes del alcázar eterno, la corona que está allí á su paciencia preparada ? Y entonces, di, no volverá á su cárcel con tan rica esperanza conhortado, y el alma henchida en celestial consuelo? Oh cómo entonces del destino triunfa ! Tal vez alegre al olvidado plectro la mano alargará, y en dulce rapto al son de las cadenas acordándole, ensayará sobre sus cuerdas de oro los pechos de diamante, ay Dios! abriese y el verdor de los campos, cuánto, oh cuánto gozaria el espectáculo, subiendo que no hay desdicha en la virtud, y solo RESPUESTA A UNA EPISTOLA DE MORATIN. TE probó un tiempo la fortuna, y quiso, oh caro Inarco, de tu fuerte pecho por el terror y la impiedad: que viste, t mal grado tanta coligada envidia, y de sus furias á despecho, rotas del Belga y del Batavo las cadenas: que al fin, venciendo peligrosos mares, y ásperos montes, viste todavía gemir en dobles grillos aherrojado al Tibre, al antes orgulloso Tibre, que libre un dia encadenó la tierra! Cuánto, ah! sobre su haz destruyó el tiempo de vicios y virtudes! Cuánto, cuánto cambió de Bruto y Richelieu la patria! Oh qué mudanza! Oh, qué leccion! Bien dices: la esperiencia te instruye. Sí: del hombre hé aquí el mas digno y provechoso estudio: ya ornada ver la gran naturaleza por los esfuerzos de la industria humana, vária, fecunda, glorïosa y llena de amor, de union, de movimiento y vida; ó ya violadas sus eternas leyes por la loca ambicion, con rabia insana, guerra, furor, desolacion y muerte: tal es el hombre. Ya le ves al cielo por la virtud alzado, y de él bajando traer el pecho de piedad henchido, y fiel, y humano y oficioso darse todo al amor y fraternal concordia.... Oh cuál entonces se solaza y rie, ama y socorre, llora y se conduele! Mas ya le ves que del averno escuro sale blandiendo la enemiga antorcha, y acá y allá, frenético bramando, quema, y mata, y asuela cuanto topa. Ni amarle puedes, ni odiarle; puedes tan solo ver con lástima su hado: hado cruel, que á enemistad y fraude, y susto y guerra eterna le conduce! Mas por ventura, tan adverso influjo nunca su fuerza perderá? Qué, el hombre nunca mejorará?... Si perfectible voló del mar sobre la incierta espalda en santa paz, en mutua union fraterna No vendrá el dia en que la adusta guerra le dais, y susto, y opresion, y llanto! |