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para el bruto qué son? Nada sin vida :
que él pace y bebe estúpido, y vagando
huella las flores, el arroyo enturbia,
y ni ama el campo ni á los cielos mira.
No así tú, Cárlos; tu razon, imágen
de la divina inteligencia, y ese
espíritu sublime que á una ojeada
cielos, tierra y abismos ve, no esclavo
se hará de sus esclavos, ni á ellos solos
felicidad demandará. Mas noble,
mas encumbrado objeto va buscando,
de su destino y alto sér mas digno.
Por él suspira de contino y vuela
sin descanso ni paz hasta encontrarle.
De vista le perdió ? Desconocióle?
Se lanzó acaso descarriado y ciego
en pos de alguno de su alteza indigno?
Pues todavía huyendo de él le busca,
y en él tan solo puede hallar reposo.

Oh alto, oh inmenso, oh sumo bien ! Tú solo
puedes saciar las almas que criaste!
Hácia tí vuelan cuando van perdidas
en pos de las bellezas que benigno
criaste tú tambien. Pero ninguna
hinche su corazon, y de tí lejos
nada le harta, todo le fastidia.
Oh divina virtud! A tí fué dado,
á tí sola entrever de bien tan sumo
la sublime morada! Tú, tú solo
en este valle de amargura lleno
puedes gustar con labio reverente
alguna gota del raudal inmenso

de gozo y paz que en torno de su alcázar
corre perenne, y que en reposo eterno
á Juengos tragos beberás un dia!
Dichoso tú do quiera que morares,
oh Cárlos, si andas en la sola senda
por do seguro la virtud te guia
hácia tan alto bien. Qué puede, dime,

causar enojo al que fiel la sigue ? Tú lo conoces; tú, que en el bullicio de la ciudad de Augusto, ó ya ejercitas la santa caridad, suma y tesoro de todas las virtudes, ó alejado del liviano rumor, dias y noches entre el estudio y la oracion repartes, y en pios ó inocentes ejercicios santificas tu ocio. Y no presumas que tal consuelo á la virtud no alcance cuando aherrojada está, víctima triste de la calumnia y del poder: no, Cárlos, no; que su escudo de templado acero tres veces doble, las agudas flechas rechaza, y ni le vence ni traspasa su venenosa punta. Sufre, es cierto; pero sufre tranquila. Ve el insano triunfo de la injusticia; ve el ultrage de la inocencia desvalida, y sufre. Mas sufriendo, su mérito acrisola, su fuerza aumenta y su corona labra. La ve, la espera, y aun vencida vence. Dúdaslo acaso? Dime, qué en su daño puede el rencor de un enemigo crudo?... Encadenar su cuerpo?... Pero libre no romperá su espíritu los fierros? No volará por la sublime esfera ? Y no columbrará de aquella altura,' al través de los muros trasparentes del alcázar eterno, la corona que está allí á su paciencia preparada ? Y entonces, di, no volverá á su cárcel con tan rica esperanza conhortado, y el alma henchida en celestial consuelo? Oh cómo entonces del destino triunfa ! Tal vez alegre al olvidado plectro la mano alargará, y en dulce rapto al son de las cadenas acordándole,

ensayará sobre sus cuerdas de oro
liras á la amistad, himnos al cielo...
Y si la tierna compasion, rompiendo

los pechos de diamante, ay Dios! abriese
la hermosa luz del éter á sus ojos

y el verdor de los campos, cuánto, oh cuánto
dulce placer rebosará en su pecho!
Entonces sí que de naturaleza

gozaria el espectáculo, subiendo
desde él á contemplar el sumo Artífice
que con benigna omnipotente mano
tantas lumbreras encendió en el cielo
para aumentar su gloria, y en la tierra
tanta belleza y tantos ricos dones
en bien del hombre derramó piadoso.
Ah! desdichado el que á tan alta dicha
y inefable consuelo abrir no puede
su duro corazon, y no conoce

que no hay desdicha en la virtud, y solo
la virtud santa puede hacer dichosos.

RESPUESTA A UNA EPISTOLA DE MORATIN.

TE probó un tiempo la fortuna, y quiso,

oh caro Inarco, de tu fuerte pecho
la constancia pesar. Duro el ensayo
fué; pero te hizo digno de sus dones.
Oh venturoso! oh una y mil veces
feliz Inarco, á quien la suerte un dia
dió que los anchos términos de Europa
lograses visitar! Feliz quién supo
por tan distantes pueblos y regiones
libre vagar, sus leyes y costumbres
con firme y fiel balanza comparando:
que viste al fin la vacilante cuna
de la francesa libertad, mecida

por el terror y la impiedad: que viste,

t

mal grado tanta coligada envidia,

y

de sus furias á despecho, rotas del Belga y del Batavo las cadenas: que al fin, venciendo peligrosos mares, y ásperos montes, viste todavía gemir en dobles grillos aherrojado al Tibre, al antes orgulloso Tibre, que libre un dia encadenó la tierra! Cuánto, ah! sobre su haz destruyó el tiempo de vicios y virtudes! Cuánto, cuánto cambió de Bruto y Richelieu la patria! Oh qué mudanza! Oh, qué leccion! Bien dices: la esperiencia te instruye. Sí: del hombre hé aquí el mas digno y provechoso estudio: ya ornada ver la gran naturaleza

por los esfuerzos de la industria humana, vária, fecunda, glorïosa y llena

de amor, de union, de movimiento y vida; ó ya violadas sus eternas leyes

por la loca ambicion, con rabia insana, guerra, furor, desolacion y muerte: tal es el hombre. Ya le ves al cielo por la virtud alzado, y de él bajando traer el pecho de piedad henchido, y fiel, y humano y oficioso darse todo al amor y fraternal concordia.... Oh cuál entonces se solaza y rie, ama y socorre, llora y se conduele! Mas ya le ves que del averno escuro sale blandiendo la enemiga antorcha, y acá y allá, frenético bramando, quema, y mata, y asuela cuanto topa. Ni amarle puedes, ni odiarle; puedes tan solo ver con lástima su hado: hado cruel, que á enemistad y fraude, y susto y guerra eterna le conduce! Mas por ventura, tan adverso influjo nunca su fuerza perderá? Qué, el hombre

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nunca mejorará?... Si perfectible
nació; si pudo á la mayor cultură
de la salvage estúpida ignorancia
salir; si supo las augustas leyes
del universo columbrar, y alzado
sobre los astros, su brillante giro,
su luz, su ardor, su número y su peso
infalible midió; si mas osado

voló del mar sobre la incierta espalda
á ignotos climas, navegó en los aires,
dió al rayo leyes, y á distantes puntos,
como él veloz por la tendida esfera,
sus secretos envió; por fin, si puede
perfeccionarse su razon: tan solo
será á su tierno corazon negada
la perfeccion? Tan solo esta divina
deliciosa esperanza ? Oh, caro Inarco!
No vendrá el dia en que la humana estirpe,
de tanto duelo y lágrimas cansada,

en santa paz, en mutua union fraterna
viva tranquila? En que su dulce imperio
santifique la tierra, y á él rendidos
los corazones de uno al otro polo
hagan reinar la paz y la justicia ?

No vendrá el dia en que la adusta guerra
tengan en odio, y bárbaro apelliden,
y enemigo comun, al que atizare
de nuevo su furor, y le persigan,
y con horror le lancen de su seno?
Oh, sociedad! Oh, leyes! Oh, crueles
nombres, que dicha y proteccion al mundo
engañado ofreceis, y guerra solo

le dais, y susto, y opresion, y llanto!
Pero vendrá aquel dia, vendrá, Inarco,
á iluminar la tierra, y los cuitados
mortales consolar. El fatal nombre
de propiedad, primero detestado,
será por fin desconocido. Infame!

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