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Has dado parte al hombre en tus consejos? O en el santuario, á su razon cerrado,

le admites ya? Tan alta es la tarea que á su débil espíritu fiaste? No; no es esta, Bermudo. Conocerle y adorarle en sus obras ; derretirse en gratitud y amor, por tantos bienes como benigno en tu mansion derrama; cantar su gloria, y bendecir su nombre: hé aquí tu estudio, tu deber, tu empleo, y de tu sér y tu razon la dicha.

Tal es,

oh dulce amigo, la que el sabio debe buscar, mientras los necios la huyen. Saber pretendes? Franca está la senda; perfecciona tu sér, y serás sabio. Ilustra tu razon, para que se alce á la verdad eterna, y purifica tu corazon, para que la ame y siga, Estúdiate á tí mismo, pero busca la luz en tu Hacedor. Allí la fuente de alta sabiduría; allí tu orígen verás escrito; allí el lugar que ocupas en su obra magnífica; alli tu alto destino, y la corona perdurable de tu sér, solo á la virtud guardada. Sube, Bermudo allí busca en su seno esta verdad, esta virtud, que eternas de su saber y amor perenne manan; que si las buscas fuera de él, tinieblas, ignorancia y error hallarás solo. Deste saber y amor lee un destello en tantas criaturas como cantan su omnipotencia; en la admirable escala de perfeccion con que adornarlas supo; en el órden que siguen ; en las leyes que las conservan y unen, y en los fines de piedad y de amor, que en todas brillan, y la bondad de su Hacedor pregonan.

:

Esta tu ciencia sea, esta tu gloria.
Serás sabio y feliz, si eres virtuoso;
que la verdad y la virtud son una.
Solo en su posesion está la dicha ;
y ellas tan solo dar á tu alma pueden
segura paz en tu conciencia pura;
en la moderacion de tus deseos
libertad verdadera ; y alegría

de obrar, y hacer el bien en la dulzura.
Lo demas, viento, vanidad, miseria.

A POSIDONIO (15).

Desde el castillo de Bellver á 8 de agosto de 1802.

DUDAS? La desconoces? De tu amigo

esta la letra es; la cara letra,

oh Posidonio, un tiempo tan preciada
de tu amistad, y con tan vivo anhelo
deseada y leida. Estos sus rasgos
son, mal formados, pero siempre fieles
intérpretes de fe y amistad pura.
Lee, y tu tierno corazon reciba
de ellos algun solaz. Lee, la envidia
borrarlos quiere en vano; en vano intenta,
la péñola rompiendo, en duros hierros (16)
mi mano encadenar: pues sus esposas
la amistad quebrantó, y á su despecho
me dicta ahora intrépida estas líneas.
Resistirlas podré? Quién á su impulso
no rinde el corazon? Tú, Posidonio,
cual nadie, tú, la imperiosa fuerza
conoces de su voz. Tú la seguiste,

con qué presteza, (17) ay Dios! cuando bramaba mas fiero el monstruo, y de uno en otro clima cual lobo hambriento al mudo corderillo,

á tu inocente amigo iba arrastrando!

Detúvote su ceño? Su amenaza

te intimidó? Cediste, te humillaste
ni al rumor, ni al aspecto del peligro?
Y cuando todos al terror doblados
medrosos se escondian, tú, tú solo
no te mostraste firme, y á la furia
no presentaste intrépido la frente?

Oh alma heróica! oh noble ! oh grande esfuerzo
de la amistad! Podré olvidarte? Oh! antes

me olvide yo de mí, si te olvidare.
Nunca, nunca ; que en rasgos indelebles
de fuego está grabado en los escriños
de mi inocente corazon. El sabe,
él solo sabe cuánto de dulzura
sobre mi alma derramó, cuán grata
me es su memoria, y cuánto me consuela
en mi suerte infeliz! Infeliz ?.... Cómo?
Acaso puede un inocente serlo?
Con la virtud, con la inocencia puede
morar el infortunio? El justo cielo
no lo permite, caro Posidonio.

El las sostiene, las conforta, y tiende
para apoyarlas próvido su mano.
Lo sé; lo siente, y sin temor lo dice
serena y pura mi conciencia. Nada
la turba ni voraz remordimiento,
ni del crímen la fea, adusta imágen,
ni ingratitud, ni deslealtad, ni alguno
de los verdugos de las almas viles
sus senos agitó. Contra esta blanda
consoladora voz, qué puede el ronco
rumor de la calumnia? Qué la envidia,
aunque con soplo venenoso incite
las furias del poder, su fragua encienda,
y sus rayos invoque en mi rüina?
Yo en tanto escucho intrépido su aullido.
Qué me puede robar, dí, Posidonio?
La libertad? No, no, que no le es dado
hasta el alma llegar donde se anida,
y aherrojarla no puede. Ni esta pura

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emanacion (18) de la divina esencia,
este sutil y celestial aliento (19)
que nos anima y nos eleva, puede
ser cerrado entre muros, y con hierros
encadenado ni oprimido. Mira

como cruzando los vecinos mares

se lanza ora hácia tí, te abraza, y busca conorte y paz en tu amigable pecho; y, oh! cuál los busca cierto de encontrarlos! De tí partido á los amados lares

que me vieron nacer, rápido vuela; besa el virtuoso umbral, se postra humilde ante las santas sombras que le guardan, y con piadosas lágrimas le riega.

Oh sombra ilustre de Paulino (20), cuánto de amargura y rubor te ahorró la muerte! Libre está, sí.... Del globo las regiones no puede en torno recorrer? Absorto ver cuál la vida y la abundancia llenan sus vastos climas? Los remotos mares surcar veloz? Tocar entrambos polos, y á las esferas altas remontarse? Y no mas? Mira cual atravesando

los campos de la luz sobre las lunas

de Herschel se encumbra ; rápido las puertas eternales penetra, y á los coros

querúbicos unido, allí estasiado

su patria encuentra, y su Hacedor adora. Es esto esclavitud? No, Posidonio.

Por mas que esta porcion de polvo y muerte yaga en austera reclusion sumida,

libre será quien al eterno alcázar
puede subir; al Protector, al Padre
de la inocencia y de la vida, absorto
y postrado adorar; ver como el rayo
arde en su mano omnipotente, y como
contra la iniquidad alzado, llena

de espanto á la calumnia.... Mas si en tanto

mancha este monstruo con su voz mi fama?........ Si esta segunda y mas preciosa vida

del hombre.... Ay ! Posidonio, de tu amigo ve aquí el mayor, el mas voraz tormento. Mas qué es la fama? quién la da y mantiene? No es el supremo Arbitro del mundo su fiel dispensador? Suyo es, no nuestro, tan estimable bien : próvido y justo le da á quien fiel por merecerle lucha. La inocencia le alcanza; con su egide la virtud le defiende, y el que sabe respetarlas y amarlas le conserva. Le perderá quien nunca holló los santos fueros de la verdad? Quien obediente á su voz, al error y á la ignorancia pertinaz persiguió? Tú, Posidonio, lo sabes; tú, testigo y compañero de mi vida interior, de mis designios, viages, estudios y tal vez en ellos auxilio y consultor.... Oh! cuánto ahora de esta feliz seguridad la idea

es á mi corazon dulce y sabrosa!

Sí, tú lo sabes; sabes que mis dias,
partidos siempre entre Minerva y Themis,
corrieron inocentes, consagrados
siempre al público bien. Sabes que en ellos
sumiso y fiel la religion augusta

de nuestros padres, y su culto santo
sin ficcion profesé. Que fuí patrono
de la verdad y la virtud, y azote
de la mentira, del error y el vicio.
Que fuí de la justicia y de las leyes
apoyo y defensor; leal y constante
en la amistad ; sensible y compasivo
á los agenos males; de la pura
y cándida niñez padre, maestro,
celoso institutor; y de la patria,
oh cara patria! de tu bien, tu gloria
constante y ciego promotor y amigo.

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