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en sus brazos le mecen,

y en su amable sonrisa se embebecen.
Naturaleza al verse ennoblecida,
se regocija; y mil alegres himnos
los ángeles cantando,

sus venideras dichas van contando.

Su vida, dicen, correrá apacible, bien cual sereno el sol brilla en un dia de alegre primavera

por la tranquila purpurante esfera. Será de niño de sus padres gozo; despues creciendo de su patria gloria, y de premios colmado,

de sus émulos mismos ensalzado.

Detendrá la vejez por contemplarle su lento paso, y lucirán sus canas como la luna hermosa

en medio de la noche silenciosa.

Respetará la muerte su inocencia; y en un plácido sueño á las alturas subirá de la gloria,

dejando al mundo eterna su memoria.
Será allí recibida con canciones
de gozo celestial; su acorde lira
á los coros divinos

por siempre unida, seguirá sus trinos.
Ni la calumnia, ni la envidia fea

lo mancharon viviendo, en su tranquila muerte los tristes claman,

y

dulce padre y protector le llaman.

La indulgeute amistad moró en su seno,

la piedad en sus manos dadivosas,

y en su rostro el gracioso

aire de la virtud y su reposo.

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(14) En la nota anterior hemos manifestado ya á quienes aludian estos tres nombres.

(12) El Autor permaneció algun tiempo en Sevilla desempeñando el destino de Alcalde del crímen en su Real Audiencia; y cuando fué promovido al empleo de Alcalde de Casa y Corte, se despidió de sus amigos de aquella ciudad con esta epístola en que están descritas al vivo las sensaciones de su corazon.

(13) Siendo Alcalde de Casa y Corte tuvo que pasar al convento de la Cartuja del Paular, para instruir la sumaria de un robo que en él acababa de ejecutarse. Desde aquí pues escribió al duque de Veraguas esta carta en que se entrega á un sentimiento de tristeza, y en que manifiesta cuanto siente que sus ocupaciones no le permitan entregarse á sus estudios.

(14) Esta epístola es acaso la mas profunda y filosófica que ha escrito. Aun estaba encarcelado cuando la dirigió á Cean Bermudez, si bien que ya en víspera de salir del encierro, y se muestra desengañado de cuanto no sea buscar la luz en el Hacedor, la verdad, la virtud, pues fuera de ella, dice,

Tinieblas,

ignorancia y error hallarás solo.

(15) Posidonio es Don Carlos Posada, su condiscípulo, canónigo de Tarragona.

(16) Hierros con que le habia encadenado el favorito.

(17) Posada, así que supo la llegada del Autor á Mallorca, se disfrazó de religioso, y así pudo verle, abrazarle y consolarle en su incomunicacion.

(18) En la edicion de las obras de Jovellanos, impresa en Madrid se lee que el Autor dijo emanacion y no participacion porque así lo

porque

dicen los canonistas. Nosotros dirémos que se espresó así, así se espresan los poetas, y porque la armonía del verso reclamaba la primera palabra, y no la segunda.

(19) Este verso es muy natural en un poeta, y tampoco es necesario meterse en cuestiones metafisicas para esplicarle.

(20) Un hermano suyo que habia muerto pocos años antes.

(21) Llamóse así un arrecife de la costa del Océano, situado entre Candas y Luaneo.

(22) Paterno Piles, el rio Piles corre junto à Gijon, patria del Autor.

(23) Habla del Instituto Asturiano, toda clase de enseñanza.

en que

fundó cátedras para

(24) Nombre de una fuente de Candas, y la llama ingeniosa porque es fama entre los naturales que aguza, los ingenios.

(25) Gijon.

(26) Parece que estamos oyendo el Justum et tenacem de Horacio pero causándonos una impresion mas profunda é indefinible. Aquí el mismo poeta es el justo, es el mártir.

(27) Esta epistola es contestacion á otra de Don Leandro Fernandez de Moratin, que continuamos aquí para que se comparen ambas composiciones y se diga francamente si desmerece la de Jovino al lado de una de las mas hermosas del Moliere español:

A DON GASPAR DE JOVELLANOS.

Sí: la pura amistad que en dulce nudo
nuestras almas unió, durable existe,
Jovino ilustre; y ni la ausencia larga,
ni la distancia, ni interpuestos montes
y proceloso mar que suena ronco,
de mi memoria apartarán tu idea.

Duro silencio á mi cariño impuso
el son de Marte, que suspende ahora
la paz, la dulce paz. Se que en oscura,
deliciosa quietud, contento vives :
siempre animado de incansable zelo
por el público bien, de las virtudes
y del talento protector y amigo.

Estos que formo de primor desnudos, no castigados de tu docta lima,

fáciles versos,

la verdad te anuncien

de mi constante fe; y el cielo en tanto
vuélvame presto la ocasion de verte
y renovar en familiar discurso
cuanto á mi vista presentó del orbe
la varia escena. De mi patria orilla
á las que el Sena turbulento baňa,
teñido en sangre, del audaz britano
dueño del mar, al aterido belga,

del Rhin profundo á las nevadas cumbres
del Apenino, y la que en humo ardiente
cubre y ceniza á Nápoles canora,

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que

que

allí no ves la diferencia suma

el clima, el culto, la opinion, las artes

las leyes causan. Hallarásla solo,

si al hombre estudias en el hombre mismo.

Ya el crudo invierno que aumentó las ondas

del Tibre en sus orillas me detiene,

de Roma habitador. ¡Fuéseme dado
vagar por ella, y de su gloria antigua
contigo examinar los admirables
restos que el tiempo, á cuya fuerza nada
resiste, quiso perdonar! Alumno
tú de las musas y las artes bellas,
oráculo veraz de la alma historia,
¡ cuánta doctrina al afluente labio
dieras y cuántas, inflamado el númen
y
imágenes sublimes hallarias

en los destrozos del mayor imperio!
Cayó la
gran ciudad que las naciones
mas belicosas dominó, y con ella
acabó el nombre y el valor latino,

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.

sus águilas llevó, prole de Marte,
adornando de bárbaros trofeos
el Capitolio, conduciendo atados
al carro de marfil reyes adustos
entre el sonido de torcidas trompas

y

el ronco aplauso de los anchos foros, la que dió leyes á la tierra, horrible noche la cubre, pereció. Ni esperes del antiguo valor hallar señales. Estos desmoronados edificios, informes masas que el arado rompe, circos un tiempo, alcázares, teatros, termas, soberbios arcos y sepulcros, donde (fama es comun) tal vez se escucha en el silencio de la sombra triste lamento funeral, la gloria acuerdan del pueblo ilustre de Quirino, y solo esto conserva á las futuras gentes la señora del mundo, inclita Roma. ¿Esto, y no mas, de su poder temido, de sus artes quedó? Que, ¿no pudieron ni su virtud, ni su saber, ni unida tanta opulencia mitigar del hado la ley tremenda, ó dilatar el golpe ? Ay! si todo es mortal, si al tiempo ceden como la débil flor los fuertes muros ; si los bronces y pórfidos quebranta, y los destruye, y los sepulta en polvo: ¿para quién guarda su tesoro intacto el avaro infeliz? A quien promete nombre inmortal la adulacion traidora que la violencia ensalza y los delitos? ¿Porqué à la tumba presurosa corre la humana estirpe, vengativa, airada, envidiosa... ¿De qué, si cuanto existe y cuanto el hombre ve, todo es ruinas? Todo que á no volver huyen las horas precipitadas, y á su fin conducen

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