ESCENA IV. MUNUZA, DOSINDA. MUNUZA. Sus labios han de ser en este instante DOSINDA. Pero, cruel! despues de tantos males ESCENA V. ROGUNDO, KERIN, SOLDADOS, Y LOS DICHOS. ROGUNDO en el fondo de la escena. Oh, Dios! qué es lo que miro! Asi triunfa un traidor de la inocencia! MUNUZA (2). Acercaos, señor, vuestro enemigo Si quereis, aun os queda algun partido (1) Puesta de rodillas. (2) A Rogundo. ROGUNDO. Para el varon honrado no es la vida el mas sublime bien. De ella es indigno quien al buen nombre y fama la prefiere. Creedlo así, y hablad. MUNUZA. De mi cariño bien podeis prometeros uno y otro. si opuesto nuevamente á mis designios Propuesta temeraria! ROGUNDO. DOSINDA. Cruel destino! Mi alma está pendiente de su labio. ROGUNDO. Munuza, en un discurso tan indigno ya no debo admirar vuestra malicia. Este último rasgo dirigido á sobornar, á amedrentar mi afecto esta falsa bondad, y este artificio son un efecto vil, pero forzoso de vuestra tiranía; solo admiro que el mas sagaz de todos los tiranos, el suceso de todos sus designios. Yo penetro hasta el fondo vuestras viles intenciones. Conozco que un suplicio será efecto fatal de mi respuesta. Pero cuándo han logrado los peligros rendir á un corazon amante, y noble? Ved si á vuestro furor cederá el mio unos derechos santos, é inviolables de que á mi vista os reputais indigno? Dejo á parte los medios indecentes por que aspirais (amante inadvertido) á un sublime favor, que se conquista solo con rendimientos y suspiros : Dejo á parte tambien una promesa establecida sobre el nombre altivo del ilustre Pelayo, y confirmada con el voto comun de los patricios de esta noble provincia. No recuerdo mis grandes ascendientes confundidos en la Real prosapia. Pero cuando no tuviese mi amor tan distinguidos y sublimes apoyos de su parte, seria yo tan vil, tan poco fino, que abandonase el campo y la victoria á un rival orgulloso, y mal nacido? Y vos esperaréis de mi constancia una accion tan infame? No: yo estimo con demasiado ardor esta esperanza, que os tiene tan zeloso; y los castigos no me harán renunciarla en ningun tiempo. Sé que voy á morir: vuestro artificio para usurparme el bien en que idolatro, me espone á los mortales precipicios. Pero antes de feriar la amistad vuestra al precio de una infamia, determino Sí, señora (1), yo sé que el vil despecho la venganza de todos sus desaires ; Qué terrible dolor! DOSINDA. MUNUZA. Habrá nacido hombre mas insolente! Con que, ingrato! Dejadme ir á morir, que pues no puedo de tu rabia; pero ten por cierto de un nombre tan augusto: nombre digno DOSINDA cae como desmayada. MUNUZA se arroja à un sitial que habrá preve nido á un lado del teatro. KERIN y la guardia conducen á ROGUNDO: al tiem. po de salir entra ACHMET apresurado, y va en busca de MUNUZA. MUNUZA. Qué osadía! No sé como reprimo mi colera... Quitadle de mis ojos, y que espire al momento en un suplicio. |