Imágenes de página
PDF
ePub

Oda sáfica (61) de Jovino á Poncio (62).

Dejas, oh Poncio! la ociosa Mántua, y de sus Musas separado corres á do las torres de Cipion descuellan sobre las ondas.

Sobre las ondas que la grande armada mecen humildes del Monarca hispano, á cuya mano tímido Neptuno

cedió el tridente.

Oh cuánta noble juventud te espera! oh cómo hierve, y animosa esplaya sobre la playa su valor, de triunfos impaciente!

Sube las altas naos presurosa, y por el ancho piélago cruzando, irá bramando cual leon, que hambriento busca su presa.

Tiembla á su vista pálida, y se esconde despavorida la feroz Quimera (63), que la bandera tricolor impía

sigue proterva.

Caerá rendida, y con horrible estruendo

en el profundo báratro lanzada,

será herrojada por las negras furias de sus cavernas.

[blocks in formation]

Allí de donde por desdicha fueran de la llorosa humanidad salidos, serán hundidos con espanto, y dados á olvido eterno.

Guay de tí, triste nacion, que el velo de la inocencia y la verdad rasgaste cuando violaste los sagrados fueros

de la justicia!

Guay de tí, loca nacion, que al cielo con tan horrendo escándalo afligiste cuando tendiste la sangrienta mano contra el Ungido! (64)

Firmó su santa cólera el decreto, que la venganza confió á la España, y ya su saña corre el golfo, armada del rayo y trueno.

Lidiará Poncio, do la roja insignia se diere al viento por la empresa santa ; do la almiranta desparciere entorno ruina y espanto.

Lidiará empero de Minerva al lado; que ella su brazo y asistencia pide, y ella su egide tenderá piadosa para cubrirle.

Cúbrele, oh Diva! la naval corona ciñe á su frente, y tu graciosa oliva envia, oh Diva! por la amiga mano del caro Poncio.

Guárdale, oh Diva! para culto y gloria de tus altares y delicia mia;

guárdale pia, y á mis tiernos brazos vuélvele salvo.

Oda sáfica.

Ya cierra Febo plácido la línea, Cárlos, que el curso de tus años mide; ya se despide, y de los verdes campos lleva el otoño.

Hinche el colono las vacías trojes, y el mosto llena las sedientas cubas, do de las uvas el humor herviente Cae bullendo.

Reina en los techos rústicos el gozo, y alegres himnos con piedad sincera

la vocinglera juventud entona

á Baco y Ceres.

Asoma entonces por las altas cumbres el frio invierno la nevada frente, y al diligente labrador intima su largo imperio.

Le oye, madruga, y los humeantes bueyes sigue, moviendo pródigo su mano,

y al rubio grano, que derrama, Vesta abre su seno.

Y los alumnos de Sofía en tanto

á risa y juego se darán tan solo, mientras de Apolo y de Minerva el grito los apellida ?

Sus.... despertemos, y á las doctas artes el disipado espíritu volvamos,

Cárlos, subamos del abismo al cielo sobre sus alas.

Que en lo mas alto de la gloria el templo está, do solo virtuoso toca

el que provoca la deidad con dones de ella no indignos :

Pues no al que fiero desoló la tierra, ni á quien los mares atronó furioso el rumoroso quicio de sus puertas dócil se vuelve :

Se abre al que al bando del error persigue,

y al negro averno la ignorancia envia,

y al que porfía, y á la verdad santa

descorre el velo :

Al que su patria vigilante ilustra

y los varones ínclitos ensalza,

y sabio alza á la region etérea

su claro nombre:

Al que del mundo la discordia ahuyenta,

y mientras brama Némesis proterva

la ley conserva de amistad, é incienso quema en sus aras;

Sin que ni al oro, ni á los altos puestos, Ni de los grandes al favor mudable ceda, ni instable sacrifique al ruego su fe constante.

Al Señor Don Felipe Ribero.

EPITALAMIO.

Dobla sin susto al yugo sacrosanto, claro Felipe, el receloso cuello, mientras el sello á tu futura dicha pone Himeneo.

de paz

Mira cuál viene, y de su triunfo ufano al suelo y de contento inunda, y tu coyunda en los celestes signos raudo coloca.

Se alegra en tanto la remota orilla del mar Cantabro á la dichosa nueva, que al punto lleva al venerable anciano presta la fama.

Y allí de Europa las erguidas cumbres oyen los himnos de alabanza y gozo, que el alborozo del vecino pueblo canta á tu nombre.

De la pobreza y la horfandad escudo firme te aclama, y de virtud dechado en el senado, que las santas leyes dicta y protege.

Te aclama, y vuela presuroso el eco de tus loores por la gente Ibera, que alegre espera de tu recta mano paz y justicia.

Oyele alegre la amistad, y henchido de amable risa y de candor el pecho, tu casto lecho y tus ilustres lares siembra de flores.

Despues al estro abandonada entona, con voz que escede al Lírico de Tracia, la amable gracia y celestial modestia de tu alma esposa.

Y con ardor fatídico predice paz á la España, y general ventura y tu futura descendencia iguala con las estrellas.

AL AMOR.

Amor, pues rota la fatal coyunda me has arrojado de tu dulce imperio, y el cautiverio de mi fe soltaste duro y tirano.

Deja que en nueva esclavitud no siga mi fatigado corazon tu rueda ; deja que pueda venerar tu númen libre y contento.

Pagará entonces mi inocente mano ante tus aras en devoto incienso el justo censo á tu piedad debido grata y humilde.

Y si no aplacan tu deidad severa tan pura ofrenda, tan humilde ruego,

haz que tu fuego en mis entrañas prenda rápido y fiero.

Y ardan, y suba hasta el Olimpo el humo,

« AnteriorContinuar »