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muchos versos de ensalmo con palabras de mágico vigor y rabia henchidas, á cuya fuerza desde la honda entraña de la tierra salieron redivivos los frios huesos, que de luengos dias del humanal vestido ya desnudos allí dormian. Ay! cuán prestamente en los hambrientos dientes de la Envidia los ví yo triturados, y en sus manos á leve y sucio polvo reducidos....! En esto hácia los ángulos internos del templo corren las malignas Sagas, y del sombrío suelo mil dañosas plantas recogen con siniestra mano y misteriosos ritos arrancadas. Tambien allí prestó la cruda Envidia su auxilio, y en sus palmas estrujando las hojas y raíces, hizo luego que destilasen los dañosos jugos. Cuánta virtud en ellos se escondia! El zumo de la fria adormidera, cortada su cabeza al horizonte, que infunde á veces el eterno sueño ; el de la yerba mora, que altamente el cerebro perturba; el hyosciamo y el coagulante jugo que destilan

heridas las raíces misteriosas de la fria man drágula: allí fueron diestramente estraidos, y con nuevo ensalmo derramados sobre el polvo de los humanos huesos. Mientras una de las Sagas volvia y revolvia el preparado adormeciente lodo, sacó la Envidia del cuidoso pecho tres relucientes nóminas con rasgos de roja y venenosa tinta escritas. Ay! no creais, amigos, que mi pluma os pretenda engañar! mis propios ojos en tierno llanto entonces anegados,

vieron, oh maravilla ! los tres nombres,
los dulces nombres de Ciparis bella,
de Julinda y de Mirta la divina,
que estaban allí escritos; y cual suele
(si tiene tal prodigio semejante)
brillar con propia luz en noche oscura,
la lychnide purpúrea que en su rumbo
suspende al receloso caminante,
asi en la oscuridad resplandecian
los tres amados nombres. Entre tanto
mi corazon absorto palpitaba

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de pasmo y de temor. La Envidia entonces, dividiendo en pedazos muy menudos las esplendentes nóminas, de este arte habló á sus compañeras : « Consumemos oh amigas! nuestra obra, y estos nombres adorados de Delio y sus secuaces á la maligna confeccion mezclemos. Su virtud penetrante, aun mas activa que los venenos mismos, irá rectamente á iludir sus tiernos corazones, y á blando amor eternamente dados, la vida pasarán adormecidos, y morirán sin gloria.» Dijo, y luego mezcló los rutilantes caractéres al cruel maleficio, y infundióles nuevo vigor con su maligno soplo. Repitieron las brujas el susurro sobre la masa ponzoñosa, y dieron alegre fin á la perversa junta. Yo en tanto, lleno de dolor, enviaba del hondo pecho á Apolo ardientes votos. « Brillante Dios, decia, si la gloria de tan dignos alumnos interesa tu pia omnipotencia en favor suyo, ay! destruye la fuerza venenosa

del duro encantamiento, y de la infamia, de la eterna oscuridad redime

y

de la guerra civil que el pueblo hispano
alió, y opuso al aleman soberbio.
Dirás el golfo catalan en furia

contra Luis y su nieto: los Leopardos
vencidos en Brihuega, y los sangrientos
campos de Almansa, do cortó á Filipo
sus mejores laureles la victoria.

La empresa que á tu pluma reservada queda, oh caro Lyseno! ah! cuán difícil

es de acabar! cuán ardua! Mas ya es tiempo

de proscribir los vicios indecentes

que manchan nuestra escena. Cuánto ! oh! cuánto la gloria de la patria se interesa

en este empeño! Triunfan mil enormes vicios sobre el proscenio, y la ufanía, el falso pundonor, el duelo, el rapto, los ocultos y torpes amoríos

contra el desvelo paternal fraguados, y todas las pasiones son impunemente sobre las tablas exaltadas. Despierta pues, oh amigo! y levantado sobre el coturno trágico, los hechos sublimes y virtuosos, y los casos lastimeros al mundo representa. Ensalza la virtud, persigue el vicio, y por medio del susto y de la lástima purga los corazones; vea la escena al inmortal Guzman, segundo Bruto, inmolando la sangre de su hijo ; de su inocente hijo al amor patrio..... Oh espírtu varonil !'oh patria ! oh siglos en héroes y altos hechos muy fecundos ! Vuestro auxilio tambien en esta empresa imploro, oh mi Batylo! oh sabio Delio! Ah! vea alguna vez el pueblo hispano en sus tablas los héroes indígenas y las virtudes patrias bien loadas! Bajar podréis tambien al zueco humilde

y describir con gesto y voz picantes
las costumbres domésticas, sus vicios
y sus estravagancias..... Pero dónde
encontraréis modelos? Ni la Grecia,
ni el pueblo Ausonio, ni la docta Francia
han sabido formarlos. Reina en todos
el vicio licencioso y la impudencia.
Mas cabe el ancha via hay una trocha
hasta ahora no seguida, do las burlas
y el chiste nacional yacen en uno
con la modestia y el decoro aliados.
Seguid pues este rumbo. Qué tesoros
descubriréis en él! Será el teatro
escuela de costumbres inocentes,
de honor y de virtud! Será.... mas dónde
del bien comun el celo me arrebata?
Ah! si su llama alcanza á vuestro pecho,
de los trabajos vuestros cuán opimos
frutos debo esperar! y cuánta gloria
estará en otros siglos reservada
al celo de Jovino, si esta insigne,
si esta dichosa conversion que tristes
y llenas de rubor tanto ha que anhelan
las musas españolas, fuese el fruto
de sus avisos dulces y amigables!

JOVINO A SUS AMIGOS DE SEVILLA ( 12 ).

Labitur ex oculis nunc quoque gutta meis.

OVIDIO.

VOYME de tí alejando por instantes, oh gran Sevilla! el corazon cubierto de triste luto, y del contino llanto profundamente aradas mis mejillas: voyme de tí alejando y de tu hermosa

orilla, oh sacro Bétis! que otras veces en dias ay! mas claros y serenos

era el centro feliz de mis venturas: centro, do mal mi grado, todavía me detienes las prendas deliciosas de mi constante amor y mi ternura: prendas que allá te deja el alma mia dulces y alegres cuando á Dios le plugo, y agora, por mi mal, en triste absencia, origen de estas lágrimas que lloro.

Ay! donde iré á esconder, de tí distante de su dulce vista, mi congoja?

y

En qué clima del mundo hallar pudiera algun solaz esta ánima mezquina? Sumergido mi espírtu en un profundo golfo de congojosos pensamientos, va mi cuerpo arrastrado al albedrío de los crueles hados. ¡Ay cuán raudamente me alejan las veloces mulas de tu ribera, oh Bétis deleitosa ! Siguen la voz con incesante trote del duro mayoral, tan insensible, ó muy mas que ellas, á mi amargo llanto. Siguen su voz; y en tanto el enojoso sonar de las discordes campanillas, del látigo el chasquido, del blasfemo zagal el ronco amenazante grito, y el confuso tropel con que las ruedas sobre el carril pendiente y pedregoso, raudas el eje rechinante vuelven,

mi oido á un tiempo y corazon destrozan. De ciudad en ciudad, de venta en venta van trasladando mis dolientes miembros, cual si ya fuese un rígido cadáver. Ah! cuál me lleva triste y mal parado el acerbo dolor! Ay! cuál me lleva, de tal arte abatido, que no hay cosa que vuelva el gozo á mi ánima angustiada!

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