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Muteczuma, para que haga todo lo que quisiéredes?»> Y estando en estas pláticas, yo me llegué una vez cerca de una puente que tenian quitada, y estando ellos de la otra parte, hice señál á los nuestros que estuviesen quedos; y ellos tambien, como vieron que yo les queria hablar, hicieron callar á su gente, y díjeles que ¿por qué eran locos y querian ser destruidos? Y si habia allí entre ellos algun señor principal de los de la ciudad, que se llegase allí, porque le queria hablar. Y ellos me respondieron que toda aquella multitud de gente de guerra que por allí veia, que todos eran señores; por tanto, que dijese lo que queria. Y como yo no respondí cosa alguna, comenzáronme á deshonrar; y no sé quién de los nuestros, díjoles que se morian de hambre, y que no les habiamos de dejar salir de allí á buscar de comer. Y respondieron que ellos no tenian necesidad, y que cuando la tuviesen, que de nosotros y de los de Tascaltecal comerian. E uno dellos tomó unas tortas de pan de maíz, y arrojólas fácia nosotros diciendo: Tomad y comed, si teneis hambre; que nosotros ninguna tenemos. Y comenzaron luego á gritar y pelear con nosotros. E como mi venida á esta ciudad de Tacuba habia sido principalmente para haber plática con los de Temixtitan y saber qué voluntad tenian, y mi estada allí no aprovechaba ninguna cosa, á cabo de los seis dias acordé de me volver á Tesáico para dar priesa en ligar y acabar los bergantines, para por la tierra y por la agua ponerles cerco; y el dia que partimos, venimos á dormir á la ciudad de Goatitan 1, de que arriba se ha hecho mencion, y los enemigos no hacian sino seguirnos; y los de caballo de cuando en cuando revolviamos sobre ellos, y así nos quedaban algunos entre las manos. E otro dia comenzamos á caminar; y como los contrarios vian que nos veniamos, creian que de temor lo haciamos; y juntóse gran número dellos, y comenzáronnos de seguir. E como yo vi esto, mandé á la gente de pié que se fuesen adelante y que no se detuviesen, y que en la rezaga dellos fuesen cinco de caballo, y yo me quedé con veinte, y mandé á seis de caballo que se pusiesen en una cierta parte en celada, y otros seis en otra, y otros cinco en otra, y yo con otros tres en otra; y que como los enemigos pasasen, pensando que todos ibamos juntos adelante, en oyéndome el apellido del Señor Santiago saliesen y les diesen por las espaldas. E como fué tiempo salimos, y comenzamos á lancear en ellos, y duró el alcance cerca de dos leguas todas llanas como la palma, que fué muy hermosa cosa; y así murieron muchos dellos á nuestras manos y de los indios nuestros amigos, y se quedaron, y nunca mas nos siguieron, y nosotros nos volvimos y alcanzamos á la gente; y aquella noche dormimos en una gentil poblacion, que se dice Aculman 2, que está dos leguas de la ciudad de Tesáico, para donde otro dia nos partimos, y á mediodía entramos en ella y fuimos muy bien recibidos del alguacil mayor, que yo habia dejado por capitan

1 Guatithlan.

* Oculman; este pueblo está arruinado enteramente á causa de que, por libertar á Méjico de las aguas, se ha hecho una presa y echado una compuerta en los meses de lluvias, y por esto ha quedado sola la iglesia, que es una fábrica admirable, en medio de las aguas.

de toda la gente, y holgaron mucho con nuestra venida, porque dende el dia que de allí habiamos partido nunca habian sabido de nosotros y de lo que nos habia sucedido, y estaban con muy grandísimo deseo de lo saber. E otro dia que hobimos llegado, los señores y capitanes de la gente de Tascaltecal me pidieron licencia, y se partieron para su tierra muy contentos y con algun despojo de los enemigos.

Dos dias después de entrados á esta ciudad de Tesáico, llegaron á mí ciertos indios mensajeros de los señores de Calco, y dijéronme cómo les habian mandado que me hiciesen saber de su parte que los de Méjico y Temixtitan iban sobre ellos á los destruir, y que me rogaban les enviase socorro, como otras veces me lo habian pedido. Y yo proveí luego de enviar con Gonzalo de Sandoval veinte de caballo y trecientos peones; al cual encargué mucho que se diese priesa, y llegado, trabajase de dar todo el favor y ayuda que fuese posible á aquellos vasallos de vuestra majestad y nuestros amigos; y llegado á Calco, halló mucha gente junta así de aquella provincia como de las de Guajocingo y Guacachula, que estaban esperando; y dado órden en lo que se habia de hacer, partiéronse y tomaron su camino para una poblacion que se dice Guastepeque 3, donde estaba la gente de Culúa en guarnicion, y de donde hacian daño á los de Calco, y á un pueblo que estaba en el camino salió mucha gente de los contrarios; y como nuestros amigos eran muchos y tenian en ventaja á los españoles y á los de caballo, todos juntos rompieron por ellos, y desampararon el campo; y matando en ellos, siguieron á los enemigos, y en aquel pueblo que está antes de Guastepeque reposaron aquella noche, y otro dia se partieron; y ya que llegaban junto á la dicha poblacion de Guastepeque, los de Culúa comenzaron de pelear con los españoles; pero en poco rato los desbarataron, y matando en ellos, los echaron fuera del pueblo, y los de caballo se apearon para dar de comer á sus caballos y aposentarse. Y estando así descuidados de lo que sucedió, llegan los enemigos hasta la plaza deł aposento, apellidando y gritando muy fieramente, echando muchas piedras y varas y flechas, y los españoles dieron al arma; y ellos y nuestros amigos, dándose mucha priesa, salieron á ellos y echaronlos fuera otra vez, y siguieron el alcance mas de una legua, y mataron muchos de los contrarios, y volviéronse aquella noche bien cansados á Guastepeque, adonde estuvieron reposando dos dias.

En este tiempo el alguacil mayor supo cómo en un pueblo mas adelante, que se dice Acapichtla 4, habia mucha gente de guerra de los enemigos, y determinó de ir allá á ver si se darian de paz, y á les requerir con ella, y este pueblo era muy fuerte 5 y puesto en una altura, y donde no pudiesen ser ofendidos de los de ca

3 Huastepec.

4 Ayacapisthla, camino hacia el sur.

5 Y aun hoy lo es, porque tiene un foso muy profundo, que le cerca en tiempo de Cortés se hizo la magnífica iglesia parroquial, tan fuerte, que encima puso artillería, y después se mandó apear y fundir los cañones; he visto donde estaban asentados, y es un castillo muy fuerte la iglesia; en el foso ó barranca habia puentes levadizas, pero hoy son de piedra este arroyo se tiñó en sangre de los mejicanos.

de á dos dias me enviaron otro mensajero, con el cual me hicieron saber que al puerto habian llegado tres navíos, y que traian mucha gente y caballos, y que luego los despacharian para acá; y segun la necesidad que teniamos, milagrosamente nos envió Dios este socorro.

ballo; y como llegaron los españoles, los del pueblo, sin esperar á cosa alguna, comenzaron á pelear con ellos, y dende lo alto echar muchas piedras ; y aunque iba mucha gente de nuestros amigos con el dicho alguacil mayor, viendo la fortaleza de la villa, no osaban acometer ni llegar á los contrarios. E como esto vió el dicho alguacil mayor y los españoles, determinaron de morir 6 subilles por fuerza á lo alto del pueblo, y con el apellido de señor Santiago 1 comenzaron á subir; y plugo á Dios dalles tanto esfuerzo, que aunque era mucha la ofensa y resistencia que se les hacia, les entraron, aunque hubo muchos heridos. E como los indios uuestros amigos los siguieron, y los enemigos se vieron de vencida, fué tanta la matanza dellos á manos de los nuestros, y dellos despeñados de lo alto, que todos los que allí se hallaron afirman que un rio pequeño que cercaba casi aquel pueblo, por mas de una hora fué teñido en sangre, y les estorbó de beber por entonces, porque como hacia mucha calor, tenian necesidad dello. E dado conclusion á esto, y dejando al fin estas dos poblaciones de paz, aunque bien castigados por haberla al principio negado, el dicho alguacil mayor se volvió con toda la gente á Tesáico; y crea vuestra católica majestad que esta fué una bien señalada victoria, y donde los españoles mostraron bien singularmente su esfuerzo.

Como los de Méjico y Temixtitan supieron que los españoles y los de Calco habian hecho tanto daño en su gente, acordaron de enviar sobre ellos ciertos capitanes con mucha gente; y como los de Calco tuvieron aviso desto, enviaron á rogarme á mucha priesa que les enviase socorro; y yo torné luego á despachar al dicho alguacil mayor con cierta gente de pié y de caballo; pero cuando llegó ya los de Culúa y los de Calco se habian visto en el campo, y habian peleado los unos y los otros muy reciamente; y plugó á Dios que los de Calco fueron vencedores, y mataron muchos de los contrarios, y prendieron bien cuarenta personas dellos, entre los cuales habia un capitan de los de Méjico y otros dos principales, los cuales todos entregaron los de Calco al dicho alguacil mayor para que me los trujese; el cual me envió dellos, y dellos dejó consigo, porque por seguridad de los de Calco estuvo con toda la gente en un pueblo suyo que es frontera de los de Méjico. E después que le pareció que no habia necesidad de su estada, se volvió á Tesáico, y trajo consigo á los otros prisioneros que le habian quedado. En este medio tiempo hubimos otros muchos rebatos y recuentros con los naturales de Culúa; y por evitar prolijidad los dejo de especificar.

Como ya el camino para la villa de la Veracruz dende esta ciudad de Tesáico estaba seguro y podian ir y venir por él, los de la villa tenian cada dia nuevas de nosotros, y nosotros dellos, lo cual antes cesaba. E con un mensajero enviáronme ciertas ballestas y escopetas y pólvora, con que hubimos grandísimo placer; y den

Este apellidar los españoles á Santiago era muy usado en las batallas contra los moros, y por intercesion del Santo se ganó en la Rioja la insigne de Clavijo por el rey de Leon don Ramiro I; en Simancas por don Ramiro II, en las Navas de Tolosa por Alonso VIII, y otras muy señaladas.

Yo buscaba siempre, muy poderoso Señor, todas las maneras y formas que podia, para atraer á nuestra amistad á estos de Temixtitan; lo uno, porque no diesen causa á que fuesen destruidos; y lo otro, por descansar de los trabajos de todas las guerras pasadas, y principalmente porque dello sabia que redundaba servicio á vuestra majestad. E donde quiera que podia haber alguno de la ciudad, gelo tornaba á enviar, para les amonestar y requerir que se diesen de paz. Y el miércoles Santo, que fueron 27 de marzo del año de 521, hice traer ante mí á aquellos principales de Temixtitan que los de Calco habian prendido, y díjeles si querian algunos dellos ir á la ciudad y hablar de mi parte á los señores della, yrogalles que no curasen de tener mas guerra conmigo, y que se diesen por vasallos de vuestra majestad, como antes lo habian, porque yo no les queria destruir, sino ser su amigo. E aunque se les hizo de mal, porque tenian temor que yéndoles con aquel mensaje los matarian, dos de aquellos prisioneros se determinaron de ir, y pidiéronme una carta; y aunque ellos no habian de entender lo que en ella iba, sabian que entre nosotros se acostumbraba, y que llevándola ellos, los de la ciudad les darian crédito. Pero con las lenguas yo les dí á entender lo que en la carta decia, que era lo que yo á ellos les habia dicho. E así se partieron, y yo mandé á cinco de caballo que saliesen con ellos fasta ponerlos en salvo.

El sábado Santo los de Calco y otros sus aliados y amigos me enviaron á decir que los de Méjico venian sobre ellos, y mostráronme en un paño blanco 2 grande la figura de todos los pueblos que contra ellos venian, y los caminos que traian; que me rogaban que en todo caso les enviase socorro, é yo les dije que dende á cuatro ó cinco dias se lo enviaria, y que si entre tanto se vian en necesidad, que me lo hiciesen saber y que yo les socorreria; y el tercer dia de pascua de Resurreccion volviéronme á decir que me rogaban que brevemente fuese el socorro, porque á mas andar se acercaban los enemigos. Yo les dije que yo queria ir á les socorrer, y mandé apregonar que para el viernes siguiente estuviesen apercibidos veinte y cinco de caballo y trecientos hombres de pié.

El jueves antes vinieron á Tesáico ciertos mensajeros de las provincias de Tazápan 3 y Mascalcingo y Nautan, y de otras ciudades que están en su comarca; y dijéronme que se venian á dar por vasallos de vuestra majestad y á ser nuestros amigos, porque ellos nunca habian muerto ningun español ni se habian alzado contra el servicio de vuestra majestad, y trujeron cierta ropa de algodon: yo se lo agradecí, y les prometí que si fuesen buenos se les haria buen tratamiento; y así, se volvieron contentos.

2 El modo de escribir los mejicanos era figurar los pueblos con aquellas señas ó cosas que significaban sus nombres.

3 Pueden ser Tizápan, Mexicalzingo y Naucalpan; mas es muy dudoso.

El viernes siguiente, que fueron 5 de abril del dicho año de 521, salí desta ciudad de Tesáico con los treinta de caballo y los trecientos peones que estaban apercibidos; y dejé en ella otros veinte de caballo y otros trecientos peones, y por capitan á Gonzalo de Sandoval, alguacil mayor. Y salieron conmigo mas de veinte mil hombres de los de Tesáico; y en nuestra ordenanza fuimos á dormir á una poblacion de Calco que se dice Talmanalco 1, donde fuimos bien recibidos y aposentados; y allí, porque está una buena fuerza, después que los de Calco fueron nuestros amigos, siempre tenian gente de guarnicion, porque es frontera de los de Culúa; y otro dia llegamos á Calco á las nueve del dia, que no nos detuvimos mas de hablar á los señores de allí, y decirles mi intencion, que era dar una vuelta en torno de las lagunas, porque creia que, acabada esta jornada, que importaba mucho, fallaria fechos los trece bergantines y aparejados para los echar al agua. Y como hobe hablado á los de Calco, partímonos aquel dia á vísperas, y llegamos á una poblacion suya, donde se juntaron con nosotros mas de cuarenta mil hombres de guerra nuestros amigos, y aquella noche dormimos allí. Y porque los naturales de la dicha poblacion me dijeron que los de Culúa me estaban esperando en el campo, mandé que al cuarto del alba toda la gente estuviese en pié y apercibida; y otro dia, en oyendo misa, comenzamos á caminar, y yo tomé la delantera con veinte de caballo, y en la rezaga quedaron diez, y así pasamos por entre unas sierras muy agras. E á las dos después de mediodía llegamos á un peñol muy alto y agro, y encima dél estaba mucha gente de mujeres y niños, y todas las laderas llenas de gente de guerra; y comenzaron luego á dar muy grandes alaridos, haciendo muchas abumadas, tirándonos con hondas y sin ellas muchas piedras y flechas y varas; por manera que en llegándonos cerca recibiamos mucho daño. Y aunque habiamos visto que en el campo no nos habian osado esperar, parecíame, aunque era otro nuestro camino, que era poquedad pasar adelante sin hacerles algun mal sabor; y porque no creyesen nuestros amigos que de cobardía lo dejábamos de hacer, comencé á dar una vista en torno del peñol, que habia casi una legua; y cierto era tan fuerte, que parecia locura querernos poner en ganárselo, é aunque les pudiera poner cerco y hacerles darse de pura necesidad, yo no me podia detener. Easí, estando en esta confusion, determiné de le subir el risco por tres partes, que yo habia visto, é mandé á Cristóbal Corral, alférez de sesenta hombres de pié, que yo traia siempre en mi compañía, que con su bandera acometiese y subiese por la parte mas agra, y que ciertos escopeteros y ballesteros le siguiesen. E á Juan Rodriguez de Villafuerte y á Francisco Verdugo, capitanes, que con su gente y con ciertos ballesteros y escopeteros subiesen por la otra parte. E á Pedro Dircio y Andrés de Monjaraz, capitanes, acometiesen por la otra parte con otros pocos ballesteros y escopeteros, y que en oyendo soltar una escopeta, todos determinasen subir y haber la victoria ó morir. E luego, en soltando la escopeta comenzaron á subir, y ganaron á los contrarios dos vueltas del peñol, que no pudieron suHoy Tialmanalco, poco mas de legua de Chalco.

bir mas, porque con piés y manos no se podian tener, porque era sin comparacion la aspereza y agrura de aquel cerro. Y echaban tantas piedras de lo alto con las manos y rodando, que aun los pedazos que se quebraban y sembraban hacian infinito daño; é fué tan recia la ofensa de los enemigos, que nos mataron dos españoles y hirieron mas de veinte; y en fin, en ninguna manera pudieron pasar de allí. E yo, viendo que era imposible poder mas hacer de lo hecho, y que se juntaban muchos de los contrarios en socorro de los del peñol, que todo el campo estaba lleno dellos, mandé á los capitanes que se volviesen, y abajados los de caballo, arremetimos á los que estaban en lo llano, y echámoslos de todo el campo, alanceando y matando en ellos, é duró el alcance mas de hora y media. E como era mucha la gente, los de caballo derramáronse á una parte y á otra, y después de recogidos, de algunos dellos fuí informado cómo habian llegado obra de una legua de allí y habian visto otro peñol con mucha gente; pero que no era tan fuerte, y que por lo llano cerca dél 2 habia mucha poblacion, y que no faltarian dos cosas que en este otro nos habian faltado; la una era agua, que no la habia acá; y la otra, que por ser tan fuerte el cerro no habria tanta resistencia, y se podia sin peligro tomar la gente. E aunque con harta tristeza de no haber alcanzado victoria, partímonos de allí, y fuimos aquella noche á dormir cerca del otro peñol, adonde pasamos harto trabajo y necesidad, porque tampoco fallamos agua, ni en todo aquel dia la habiamos bebido nosotros ni los caballos; y así, nos estuvimos aquella noche oyendo hacer á los enemigos mucho estruendo de atabales y bocinas y gritas.

Y en siendo el dia claro ciertos capitanes y yo comenzamos á mirar el risco, el cual nos parecia casi tan fuerte como el otro; pero tenia dos padrastros mas altos que no él y no tan agros de subir, y en estos estaba mucha gente de guerra para los defender. E aquellos capitanes y yo, y otros hidalgos que allí estaban, tomamos nuestras rodelas y fuimos á pié hácia allá, porque los caballos los habian llevado á 'beber una legua de allí; no para mas de ver la fuerza del peñol y por donde se podria combatir; y la gente, como nos vieron ir, aunque no los habiamos dicho cosa alguna, siguiéronnos. Y como llegamos al pié del peñol, los que estaban en los padrastros dél creyeron que yo queria acometer por el medio, y desamparáronlos por socorrer á los suyos. Y como yo vi el desconcierto que habian hecho, y que tomados aquellos dos padrastros, se les podia hacer dellos mucho daño, sin hacer mucho bullicio mandé á un capitan que de presto subiese con su gente y tomase el un padrastro de aquellos mas agro, que habian desamparado; y así fué hecho. Y yo con la otra gente comencé á subir el cerro arriba, allí donde estaba la mas fuerza de la gente; y plugo á Dios que les gané una vuelta dél, y pusímosnos en una altura que casi igualaba con lo alto de donde ellos peleaban; lo

2 Cerca de Méjico hay dos cerros, que llaman el uno peñol de los Baños, porque los hay allí de agua mineral; y el otro mas distante, que llaman del Marqués, y no es este el de que habla aquí Cortés, y que por esto le diesen después el nombre del marqués del Valle, sino los cerros que están antes de Huaxtepec, Yautepec, Jiutepec y Xochitepec.

cha gente de guerra de los enemigos. E como llegamos pareció que quisieron hacernos alguna señal de paz, ó por eltemor que tuvieron ó por nos engañar. Pero luego en continente sin mas acuerdo comenzaron á huir, desamparando su pueblo; y yo no curé de detenerme en él, y con los treinta de caballo dimos tras ellos bien dos leguas, hasta los encerrar en otro pueblo que se dice Gilutepeque 5, donde alanceamos y matamos muchos. Y en este pueblo ballamos la gente muy descuidada, porque llegamos primero que sus espías, y murieron algunos, y tomáronse muchas mujeres y muchachos, y todos los demás huyeron; y yo estuve dos dias en este pueblo, creyendo que el señor dél se viniera á dar por vasallo de vuestra majestad; y como nunca vino, cuando partí hice poner fuego al pueblo; y antes que dél saliese, vinieron ciertas personas del pueblo antes, que se dice Yactepeque, y rogáronme que les perdonase, y que ellos se querian dar por vasallos de vuestra majestad. Yo les recibí de buena voluntad, porque en ellos se habia hecho ya buen castigo.

cual parecía que era cosa imposible podelles ganar, á lo menos sin infinito peligro. E ya un capitan habia puesto su bandera en lo mas alto del cerro, é de allí comenzó á soltar escopetas y ballestas en los enemigos. Y como vieron el daño que recibian, y considerando el porvenir, hicieron señal que se querian dar, y pusieron las armas en el suelo. Y como mi motivo sea siempre dar á entender á esta gente que no les queremos hacer mal ni daño, por mas culpados que sean, especialmente queriendo ellos ser vasallos de vuestra majestad, y es gente de tanta capacidad 1, que todo lo entienden y conocen muy bien, mandé que no se les hiciese mas daño; y llegados á me hablar, los recibí bien. Y como vieron cuán bien con ellos se habia hecho, hiciéronlo saber á los del otro peñol; los cuales, aunque habian quedado con victoria, determinaron de se dar por vasallos de vuestra majestad, y viniéronme á pedir perdon por lo pasado. En esta poblacion de cabe el peñol estuve dos dias, y de allí envié á Tesáico los heridos, y yo me partí, y á las diez del día llegamos á Guastepeque, de que arriba he hecho mencion, y en la casa de una huerta del señor de allí nos aposentamos todos ; la cual huerta es la mayor y mas hermosa y fresca que nunca se vió, porque tiene dos leguas de circúito 2, y por medio della va una muy gentil ribera de agua, y de trecho á trecho, cantidad de dos tiros de ballesta, hay aposentamientos y jardines muy frescos, y infinitos árboles de diversas frutas, y muchas yerbas y flores olorosas 3; que cierto es cosa de admiracion ver la gentileza y grandeza de toda esta huerta. E aquel dia reposamos en ella, donde los naturales nos hicieron el placer y servicio que pudieron. E otro dia nos partimos, y á las ocho horas del dia llegamos á una buena poblacion que se dice Yautepeque 4, en la cual estaban esperándonos mu

No son los indios tan rudos como les quieren hacer, y quien les observe reconocerá la capacidad que conoció en ellos Cortés : algunas veces se hacen bobos, y es porque les tiene cuenta.

La casa y huerta de Huaxtepec.

5 Las frutas de América regularmente no se logran en España, á excepcion de las tunas, que llaman higos de Indias; y las de España todas prenden en la América, solo si se advierte menos sustancia.

Las particulares de América son piñas, chirimoyas, zapotes prietos y blancos, ahuacates, cocos, guanabanas, anonas, guayabas, plátanos, guineos, mameyes, pitayas, safatas, cuyas ramas arrojan leche; dátiles muy grandes, sapuches, carambullos, cumaros, bachatas, de cuyo árbol la raiz sirve para lavar como el jab on; papayas, texocotes, que tiene el mismo hueso que la acerola, pero es amarillo.

En Toluca hay un árbol muy singular que llaman manitas, porque cada hoja es una flor de figura casi perfecta de una mano de hombre.

Bálsamo blanco, bermejo, verde y negro: el puro, que los herbolarios llaman opobálsamo, es la lágrima que destila un árbol como el granado; el licor que se saca deste árbol hiriendo y sajando la corteza, hojas exprimidas y cocidas al fuego, se llama xilobálsamo está declarado por la sede apostólica que con el bálsamo de Indias se puede hacer la consagracion del santo Crisma; el mejor deste reino viene de Goatemala y Chiapa, y el blanco es muy apreciado, por mas perfecto.

De las plantas y yerbas, licores y cosas medicinales de Indias, trata largamente el doctor Francisco Hernandez, cuya obra se hizo de órden del Rey, pintando al natural todas las plantas, que pasan de mil y docientas, y se refiere que el coste de la obra pasó de sesenta mil ducados: la extractó el doctor Nardo Antonio, médico italiano, y es razon que los españoles hagan el debido aprecio della, cuando ha dado luz á los extranjeros.

4 Así se llama hoy, y es camino á la costa del sur.

Aquel dia que partí, á las nueve del dia llegué á vista de un pueblo muy fuerte, que se llama Coadnabaced6, y dentro dél habia mucha gente de guerra; y era tan fuerte el pueblo y cercado de tantos cerros y barrancas, que algunas habia de diez estados de hondura; y no podia entrar ninguna gente de caballo, salvo por dos partes, y estas entonces no las sabiamos, y aun para entrar por aquellas habiamos de rodear mas de legua y media; tambien se podia entrar por puentes de madera; pero teníanlas alzadas, y estaban tan fuertes y tan á su salvo, que aunque fuéramos diez veces mas, no nos tuvieran en nada; y llegándonos hácia ellos, tirábannos á su placer muchas varas y flechas y piedras; y estando así muy revueltos con nosotros, un indio de Tascaltecal pasó de tal manera, que no le vieron, por un paso muy peligroso. E como los enemigos le vieron así de súpito, creyeron que los españoles les entraban por allí; y así, ciegos y espantados, comienzan á ponerse en huida, el indio tras dellos; y tres ó cuatro mancebos criados mios y otros dos de una capitanía, como vieron pasar al indio, siguiéronle y pasaron de la otra parte, y yo con los de caballo comencé á guiar hácia la sierra para buscar entrada al pueblo, y los indios nuestros enemigos no hacian sino tirarnos varas y flechas; porque entre ellos y nosotros no habia mas de una barranca como cava 7; y como estaban embebecidos en pelear con nosotros, y estos no habian visto los cinco españoles, llegan de improviso por las espaldas y comienzan á darles de cuchilladas; y como los tomaron de tan sobresalto y sin pensamiento, que por las espaldas se les podia hacer ninguna ofensa, porque ellos no sabian que los suyos habian desamparado el paso por donde los españoles y el indio habian pasado, estaban espantados y no osaban pelear, y los españoles mataban en

5 Xilotepec; este y los pueblos de arriba están antes de Cuernabaca, pero pudo haber equivocacion en el nombre por poner Xiuxtepec ó Xuchitepec.

6 Cuernabaca, antes Quaunabuac, es amenísimo, muy fuerte, y hoy se conservan las casas de Cortés à modo de fortaleza, con otras memorias de la conquista.

7 Esta barranca permanece, y se observa hoy todo lo que dice Cortés.

ellos; y desque cayeron en la burla comenzaron á huir. Y ya nuestra gente de pié estaba dentro en el pueblo y Je comenzaban á quemar, y los enemigos todos á le desamparar; y así huyendo se acogieron á la sierra, aunque murieron muchos dellos, y los de caballo siguieron y mataron muchos. E después que hallamos por dónde entrar al pueblo, que seria mediodía, aposentámonos en las casas de una huerta, porque lo hallamos ya casi todo quemado. E ya bien tarde el señor y algunos otros principales, viendo que en cosa tan fuerte como su pueblo no se habian podido defender, temiendo que allá en la sierra los habiamos de ir á matar, acordaron de se venir á ofrecer por vasallos de vuestra majestad, y yo los recibí por tales, y prometiéronme de abi adelante ser siempre nuestros amigos. Estos indios y los otros que venian á se dar por vasallos de vuestra majestad, después de los haber quemado y destruido sus casas y haciendas, nos dijeron que la causa por que venian tarde á nuestra amistad era porque pensaban que satisfacian sus culpas en consentir primero hacerles daño, creyendo que hecho no terniamos después tanto enojo dellos.

Aquella noche dormimos en aquel pueblo, y por la mañana seguimos nuestro camino por una tierra de pinales, despoblada y sin ninguna agua, la cual y un puerto pasamos con grandísimo trabajo y sin beber; tanto, que muchos de los indios que iban con nosotros perecieron de sed; é á siete leguas de aquel pueblo en unas estancias paramos aquella noche. Y en amaneciendo tomamos nuestro camino 1 y llegamos á vista de una gran ciudad que se dice Suchimilco, que está edificada en la laguna dulce, é como los naturales della estaban avisados de nuestra venida, tenian hechas muchas albarradas y acequias, y alzadas las puentes de todas las entradas de la ciudad, la cual está de Temixtitan tres ó cuatro leguas, y estaba dentro mucha y muy lucida gente y muy determinados de se defender ómorir. E llegados, y recogida toda la gente y puesta en mucha órden y concierto, yo me apeé de mi caballo y seguí con ciertos peones hácia una albarrada que tenian hecha, y detrás estaba infinita gente de guerra; é como comenzamos á combatir el albarrada, y los ballesteros y escopeteros les hacian daño, desamparáronla, y los españoles se echaron al agua y pasaron adelante por donde hallaron tierra firme. Y en media hora que peleamos con ellos les ganamos la principal parte de la ciudad; é retraidos los contrarios por las calles del agua y en sus canoas, pelearon hasta la noche. E unos movian paces, y otros por eso no dejaban de pelear; y moviéronlas tantas veces sin ponerlo por obra, que caimos en la cuenta, porque ellos lo hacian para dos efectos, el uno para alzar sus haciendas en tanto que nos detenian con la paz; el otro por dilatar tiempo en tanto que les venia socorro de Méjico y Temixtitan. E este dia nos mataron dos españoles, porque se desmandaron de los otros á robar, y viéronse con tanta necesidad, que nunca pudieron ser socorridos. E en la tarde pensaron los enemigos cómo nos podrian atajar de ma

1 Desde Cuerna baca volvieron hacia Méjico, y pararon en Xochimilco, que está junto à la laguna de Chalco, y hoy hay muchas familias de indios que por agua y tierra comercian en Méjico.

nera que no pudiésemos salir de su ciudad con las vidas. E juntos mucha copia dellos, determinaron de venir por la parte que nosotros habiamos entrado; y como los vimos venir tan súpito, espantámonos de ver su ardiz y presteza, y seis de caballo y yo, que estábamos mas á punto que los otros, arremetimos por medio dellos. E ellos, de temor de los caballos, pusiéronse en huida; y así, salimos de la ciudad tras ellos, matando muchos, aunque nos vimos en harto aprieto; porque, como eran tan valientes hombres, muchos dellos osaban esperar á los de caballo con sus espadas y rodelas. E como andá bamos revueltos con ellos y habia muy gran priesa, el caballo en que yo iba se dejó caer de cansado; y como algunos de los contrarios me vieron á pié, revolvieron sobre mí, é yo con la lanza comencéme á defender dellos; y un indio de los de Tascaltecal, como me vió en necesidad, llegóse á me ayudar, y él y un mozo mio que luego llegó levantamos el caballo. E ya en esto llegaron los españoles, y los enemigos desampararon todo el campo; y yo con los otros de caballo, que entonces habian llegado, como estábamos muy cansados, nos volvimos á la ciudad. E aunque era ya casi noche y razon de reposar, mandé que todas las puentes alzadas por do iba el agua se cegasen con piedra y adobes que habia allí, porque los de caballo pudiesen entrar y salir sin estorbo ninguno en la ciudad; y no me partí de allí fasta que todos aquellos pasos malos quedaron muy bien aderezados, y con mucho aviso y recaudo de velas pasamos aquella noche.

Otro dia, como todos los naturales de la provincia de Méjico y Temixtitan sabian ya que estábamos en Suchimilco, acordaron de venir con gran poder por el agua y por la tierra á nos cercar, porque creian que no podiamos ya escapar de sus manos, y yo me subí á una torre2 de sus ídolos para ver cómo venia la gente y por dónde nos podian acometer, para proveer en ello lo que nos conviniese. E ya que en todo habia dado órden, llegamos por el agua á una muy grande flota de canoas, que creo que pasaban de dos mil, y en ellas venian mas de doce mil hombres de guerra, é por la tierra llega tanta multitud de gente, que todos los campos cubrian. E los capitanes dellos, que venian delante, traian sus espadas de las nuestras en las manos, y apellidando sus provincias, decian: « Méjico, Méjico, Temixtitan, Temixtitan; » y decíannos muchas injurias, y amenazándonos que nos habian de matar con aquellas espadas, que nos habian tomado la otra vez en la ciudad de Temixtitan. E como ya habia proveido adonde habia de acudir cada capitan, y porque hácia la Tierra-Firme habia mucha copia de enemigos, salí á ellos con veinte de caballo y con quinientos indios de Tascaltecal, y repartímonos en tres partes, y mandéles que desde que hobiesen rompido, que se recogiesen al pié de un cerro que estaba media legua de allí, porque tambien habia allí mucha gente de los enemigos. E como nos dividimos, cada escuadron siguió á los enemigos por su cabo; y después de desbaratados y alanceados y muertos muchos, recogímonos al pié del cerro, é yo mandé á ciertos peones criados mios, que me habian servido y eran bien

Los ídolos y adoratorios los tenian en lugares elevados.

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