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para partir casi á una. Plega á nuestro Señor de los guiar como él se sirva, que yo, aunque vuestra majestad mas me mande desfavorecer, no tengo de dejar de servir; que no es posible que por tiempo vuestra majestad no conozca mis servicios; y ya que esto no sea, yo me satisfago con hacer lo que debo, y con saber que á todo el mundo tengo satisfecho y le son notorios mis servi

cios y lealtad con que los hago; y no quiero otro mayorazgo para mis hijos sino este.

Invictísimo César, Dios nuestro Señor la vida y muy poderoso estado de vuestra sacra majestad conserve y augmente por largos tiempos, como vuestra majestad desea. De la ciudad de Temuxtitan, á 3 de setiembre de 1526 años.

HISPANIA VICTRIX.

PRIMERA Y SEGUNDA PARTE

DE LA HISTORIA GENERAL DE LAS INDIAS,

con todo el descubrimiento, y cosas notables que han acaecido desde que se ganaron hasta el año de 1551; con la conquista de Méjico y de la Nueva-España.

A LOS LEYENTES.

TODA historia, aunque no sea bien escrita, deleita. Por ende no hay que recomendar la nuestra, sino avisar cómo es tan apacible cuanto nueva por la variedad de cosas, y tan notable como deleitosa por sus muchas extrañezas. El romance que lleva es llano y cual agora usan, la órden concertada é igual, los capítulos cortos por ahorrar palabras, las sentencias claras, aunque breves. He trabajado por decir las cosas como pasan. Si algun error ó falta hubiere, suplidlo vos por cortesía, y si aspereza ó blandura, disimulad, considerando las reglas de la historia; que os certifico no ser por malicia. Contar cuándo, dónde y quién hizo una cosa, bien se acierta; empero decir cómo, es dificultoso; y asi, siempre suele haber en esto diferencia. Por tanto, se debe contentar quien lee historias de saber lo que desea en summa y verdadero; teniendo por cierto que particularizar las cosas es engañoso y aun muy odioso; lo general ofende poco si es público, aunque toque á cualquiera; la brevedad á todos aplace; solamente descontenta á los curiosos, que son pocos, y á los ociosos, que son pesados. Por lo cual he tenido en esta mi obra dos estilos; ca soy breve en la historia y prolijo en la conquista de Méjico. Cuanto á las entradas y conquistas que muchos han hecho á grandes gastos, é yo no trato dellas, digo que dejo algunas por ser de poca importancia, y porque las mas dellas son de una mesma manera, y algunas por no las saber, que sabiéndolas no las dejaria. En lo demás ningun historiador humano contenta jamás á todos; porque si uno meresce alguna loa, no se contenta con ninguna, y la paga con ingratitud; y el que hizo lo que no querria oir, luego lo reprehende todo; con que se condena de veras.

A LOS TRASLADADORES.

Algunos por ventura querrán trasladar esta historia en otra lengua, para que los de su nacion entiendan las maravillas y grandeza de las Indias, y conozcan que las obras igualan, y aun sobrepujan, á la fama que dellas anda por todo el mundo. Yo ruego mucho á los tales, por el amor que tienen á las historias, que guarden mucho la sentencia, mirando bien la propiedad de nuestro romance, que muchas veces ataja grandes razones con pocas palabras. Y que no quiten ni añadan ni muden letra á los nombres propios de indios, ni á los sobrenombres de españoles, si quieren hacer oficio de fieles traducidores; que desotra manera, es certísimo que se corromperán los apellidos de los linajes. Tambien los aviso cómo compongo estas historias en latin, para que no tomen trabajo en ello.

A DON CARLOS, EMPERADOR DE ROMANOS, REY DE ESPAÑA,

SEÑOR DE LAS INDIAS Y NUEVO-MUNDO ;

FRANCISCO LOPEZ DE GOMARA, clérigo.

Muy soberano Señor : La mayor cosa después de la creacion del mundo, sacando la encarnacion y muerte del que lo crió, es el descubrimiento de Indias; y así, las llaman Mundo-Nuevo. Y no tanto le dicen nuevo por ser nuevamente hallado, cuanto por ser grandísimo, y casi tan grande como el viejo, que contiene a Europa, Africa y Asia. Tambien se puede llamar nuevo por ser todas sus cosas diferentísimas de las del nuestro. Los animales en general, aunque son pocos en especie, son de otra manera; los peces del agua, las aves del aire, los árboles, frutas, yerbas y grano de la tierra, que no es pequeña consideracion del Criador, siendo los elementos una misma cosa allá y acá. Empero los hombres son como nosotros, fuera del color; que de otra manera bestias y monstruos serian, y no vernian, como vienen, de Adan. Mas no tienen letras, ni moneda, ni bestias de carga: cosas principalísimas para la policía y vivienda del hombre; que ir desnudos, siendo la tierra caliente y falta de lana y lino, no es novedad. Y como no conoscen al verdadero Dios y Señor, están en grandísimos pecados de idolatría, sacrificios de hombres vivos, comida de carne humana, habla con el diablo, sodomia, muchedumbre de mujeres, y otros así. Aunque todos los indios, que son vuestros subjectos, son ya cristianos por la misericordia y bondad de Dios, y por la vuestra merced y de vuestros padres y abuelos, que habeis procurado su conversion y cristiandad. El trabajo y peligro vuestros españoles lo toman alegremente, así en predicar y convertir como en descubrir y conquistar. Nunca nacion extendió tanto como la española sus costumbres, su lenguaje y armas, ni caminó tan léjos por mar y tierra, las armas á cuestas. Pues mucho mas hubieran descubierto, subjectado y convertido, si vuestra majestad no hubiera estado tan ocupado en otras guerras; aunque para la conquista de Indias no es menester vuestra persona, sino vuestra palabra. Quiso Dios descobrir las Indias en vuestro tiempo y á vuestros vasallos, para que las convirtiésedes á su santa ley, como dicen muchos hombres sabios y cristianos. Comenzaron las conquistas de indios acabada la de moros, porque siempre guerreasen españoles contra infieles; otorgó la conquista y conversion el Papa; tomastes por letra Plus ultra, dando á entender el señorío del Nuevo-Mundo. Justo es pues que vuestra majestad favorezca la conquista y los conquistadores, mirando mucho por los conquistados. Y tambien es razon que todos ayuden y ennoblezcan las Indias, unos con santa predicacion, otros con buenos consejos, otros con provechosas granjerías, otros con loables costumbres y policía. Por lo cual he yo escrito la historia: obra, ya lo conozco, para mejor ingenio y lengua que la mia; pero quise ver para cuánto era. Publícola tan presto, porque no tratando del Rey, no hay qué aguardar. Intitúlola á vuestra majestad, no porque no sabe las cosas de Indias mejor que yo, sino porque las vea juntas, con algunas particularidades tan apacibles como nuevas y verdaderas. Y aun porque vaya mas segura y autorizada so el amparo de vuestro imperial nombre; que la gracia y la perpetuidad la mesma historia se la dará ó quitará. Hágola de presente en castellano porque gocen della luego todos nuestros españoles. Quedo haciéndola en latin de mas espacio, y acabaréla presto, Dios mediante, si vuestra majestad lo manda y favoresce. Y allí diré muchas cosas que aquí se callan, pues el lenguaje lo sufre y lo requiere; que así hago en las guerras de mar de nuestro tiempo, que compongo; donde vuestra majestad, á quien Dios nuestro Señor de mucha vida y victoria contra los enemigos, tiene gran parte.

PRIMERA PARTE

DE LA HISTORIA GENERAL DE LAS INDIAS.

Es el mundo tan grande y hermoso, y tiene tanta diversidad de cosas tan diferentes unas de otras, que pone admiracion á quien bien lo piensa y contempla. Pocos hombres hay, si ya no viven como brutos animales, que no se pongan alguna vez á considerar sus maravillas, porque natural es á cada uno el deseo de saber. Empero unos tienen este deseo mayor que otros, á causa de haber juntado industria y arte á la inclinacion natural; y estos tales alcanzan muy mejor los secretos y causas de las cosas que naturaleza obra; aunque á la verdad, por agudos y curiosos que son, no pueden llegar con su ingenio ni proprio entendimiento á las obras maravillosas que la Sabiduría divina misteriosamente hizo y siempre hace; en lo cual se cumple lo del Eclesiástico, que dice: «<< Puso Dios al mundo en disputa de los hombres, con que ninguno dellos pueda hallar las obras que él mismo obró y obra. >> Y aunque esto sea ansí verdad, segun que tambien lo afirma Salomon, diciendo: «Con dificultad juzgamos las cosas de la tierra, y con trabajo hallamos lo que vemos y tenemos delante;» no por eso es el hombre incapaz ó indigno de entender al mundo y sus secretos; ca Dios crió el mundo por causa del hombre, y se lo entregó en su poder, é puso debajo los piés, y, como Esdras dice, los que moran en la tierra pueden entender lo que hay en ella; así que, pues Dios puso el mundo en nuestra disputa, y nos hizo capaces y merecedores de lo poder entender, y nos dió inclinacion voluntaria y natural de saber, no perdamos nuestros previlegios y mercedes.

El mundo es uno, y no muchos, como algunos filósofos
pensaron.

Opinion y tema fué de muchos y grandes filósofos, hombres en su tiempo tenidos por muy sabios, que habia muchos mundos. Leucipo, Demócrito, Epicuro, Anaximandro y los otros, porfiados en que todas las cosas se engendran y crian del tamo y átomos, que son unos pedacicos de nada como los que vemos al rayo del sol, dijeron que habia muchos mundos; y que así como de solas veinte y tantas letras se componen infinitos libros, así, ni mas ni menos, de aquellos pocos y chicos átomos y menudencias se hacen muchos y diversos mundos. Esto afirmaban, creyendo que todo era infinito. Y así á Metrodoro le parecia cosa fea y desproporcionada no haber en este infinito mas de un solo mundo, como seria si en una muy gran viña no hubiese sino una cepa, ó en una gran pieza una sola espiga. Orfeo

tuvo que cada estrella era un mundo, á lo que Galeno escribe de historia filosófica. Y lo mesmo dijeron Heraclídes y otros pitagóricos, segun refiere Teodorito, De materia y mundo. Seleuco, filósofo, segun escribe Plutarco, no se contentó con decir que habia infinitos mundos, sino que tambien dijo ser el mundo infinible, como quien dijese que no puede tener cabo donde fenezca su fin. Creo que de aquí le tomó ansia al gran Alejandre de conquistar el universo; pues claramente, á lo que Plutarco cuenta, lloró oyendo un dia disputar esta quistion á Anaxarco. El cual, preguntada la causa de lágrimas tan fuera de tiempo, respondió que lloraba con justa y gran razon, pues habiendo tantos mundos como Anaxarco decia, no era él aun señor de ninguno. Y así, después, cuando emprendió la conquista deste nuestro mundo, imaginaba otros muchos y pretendia señorearlos todos. Mas atajóle la muerte los pasos antes que pudiese sujetar medio. Tambien dice Plinio: «Creer que hay infinitos mundos procedió de querer medir el mundo á piés;» lo cual tiene por atrevimiento; aunque dice llevar tan sotil y buena cuenta, que seria vergüenza no creerlo. De la opinion destos filósofos salió el refran que cuando uno se halla nuevo en alguna cosa dice que le paresce estar en otro mundo. Poco estimáramos el dicho destos gentiles, pues como dice sant Augustin, se revolcaron por infinitos mundos con su vano pensamiento; ni el de los herejes dichos ofios, ni el de los talmudistas, que afirman decinueve mil mundos, pues escriben contra los Evangelios, si no hubiese teólogos que hagan mencion de mas mundos. Baruch habló de siete mundos, como dice Orígenes; y Clemente, discípulo de los apóstoles, dijo en una su epístola, segun Orígenes lo acota en el Periarcon: «No es navegable el mar Océano; y aquellos mundos que detrás de él están, se gobiernan por providencia del mesmo Dios.» Tambien sant Jerónimo alega esta misma autoridad sobre la epístola de sant Pablo á los efesios, donde dice: «Todo el mundo está puesto en malignidad.» En muchas partes del Testamento Nuevo está hecha mencion de otro mundo; y Cristo, que es la mesma verdad, dijo que su reino no era deste mundo, y llamó al diablo príncipe deste mundo. Diciendo este, paresce que hay otros, á lo menos otro; y por eso erraron los herejes ofios, que no entendiendo bien la Escritura Sagrada, inferian ser innumerables los mundos; y quien creyese que hay muchos mundos como el nuestro, erraria malamente como ellos. Mundo es todo lo que Dios crió: cielo, tierra,

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