Elementos de literaturaImprenta y Estereotipia de M. Rivadeneyra, 1856 - 432 páginas |
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Términos y frases comunes
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Pasajes populares
Página 89 - Pues si esto toca mi desengaño, si sé que es el gusto llama hermosa, que la convierte en cenizas cualquiera viento que sopla, acudamos a lo eterno; que es la fama vividora, donde ni duermen las dichas, ni las grandezas reposan.
Página 108 - El sosiego, el lugar apacible, la amenidad de los campos, la serenidad de los cielos, el murmurar de las fuentes, la quietud del espíritu, son grande parte para que las musas más estériles se muestren fecundas, y ofrezcan partos al mundo que le colmen de maravilla y de contento.
Página 107 - ... las calles, ni publicada por las esquinas de las plazas, ni por los rincones de los palacios. Ella es hecha de una alquimia de tal virtud que quien la sabe tratar la volverá en oro purísimo de inestimable precio. Hala de tener el que la tuviere, a raya, no dejándola correr en torpes sátiras ni en desalmados sonetos; no ha de ser vendible en ninguna manera, si ya no fuere en poemas heroicos, en lamentables tragedias o en comedias alegres y artificiosas; no se ha de dejar tratar de los truhanes,...
Página 64 - Por ti el silencio de la selva umbrosa, por ti la esquividad y apartamiento del solitario monte me agradaba; por ti la verde hierba, el fresco viento, el blanco lirio y colorada rosa y dulce primavera deseaba.
Página 22 - La lanza ya blandea el árabe cruel, y hiere el viento, llamando a la pelea; innumerable cuento de escuadras juntas veo en un momento. Cubre la gente el suelo, debajo de las velas desparece la mar; la voz al cielo confusa y varia crece; el polvo roba el día y le escurece.
Página 89 - Este mundo es el camino para el otro, que es morada sin pesar; mas cumple tener buen tino para andar esta jornada sin errar.
Página 139 - Tu dulce habla ¿en cuya oreja suena? Tus claros ojos ¿a quién los volviste? ¿Por quién tan sin respeto me trocaste? Tu quebrantada fe ¿do la pusiste?
Página 135 - Antes para mi entierro venga el Cura, Que para desposarme: antes me velen Por vecino á la muerte y sepultura.
Página 121 - Daba sustento a un pajarillo un día Lucinda, y por los hierros del portillo fuésele de la jaula el pajarillo al libre viento en que vivir solía. Con un suspiro a la ocasión tardía tendió la mano y no pudiendo asillo, dijo (y de las mejillas amarillo volvió el clavel que entre su nieve ardía): "¿Adonde vas, por despreciar el nido, al peligro de ligas y de balas, y el dueño huyes que tu pico adora?
Página 97 - Con mi llorar las piedras enternecen su natural dureza y la quebrantan, los árboles parece que se inclinan; las aves que me escuchan, cuando cantan con diferente voz se condolecen, y mi morir cantando me adivinan. Las fieras que reclinan su cuerpo fatigado, dejan el sosegado sueño por escuchar mi llanto triste.