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de algunas compañías del regimiento de la Princesa, intentó asaltar el palacio de Oriente para apoderarse de las augustas huérfanas. Entretanto, Espronceda, con quien había simpatizado el ilustre vencedor de Luchena, fué nombrado secretario de la Legación de España en los Países Bajos, con fecha 8 de Noviembre ', y el 29 de Enero de 1841 estaba en la Haya y tomaba posesión de su cargo el que ya era reconocido como un notabilismo y popular poeta, desde que en 1840 publicó sus Poesias Varias y empezó á escribir El Diablo Mundo, colocándose á la cabeza de los mejores líricos de su tiempo.

LA ACADEMIA POÉTICA DEL MIRTO

Por mucha importancia que tengan en la vida de Espronceda las sociedades patrióticas de que formó parte y los actos políticos que llegó á ejecutar, como su gran personalidad no descolló en el campo de la política sino de la poesia, y en el de la poesía lírica más acrisolada, era para mi propósito de un interés capitalísimo conocer su cuña literaria, y buscaba con afán, cuantas noticias pudiesen revelarme el carácter y el funcionamiento de la Academia poética del Mirto, citada al acaso por D. Antonio Ferrer del Río en su prólogo á las Poesias del vate extremeño.

El Sr. Rodríguez Solís, cuyo libro acerca de Espronceda vió la luz en 1883, no añadía ni un sólo dato á la cita de Ferrer del Río. Acudí al libro del Sr. Cortón publicado veintitrés años después del 1883 (y nueve más tarde del 1897, en que ya existia una fuente, que yo ignoraba), esto es en 1906, con la halagüeña esperanza de que, por ser más principalmente crítico que el anterior y contando con descubrimientos más recientes, estudiaría, sin duda alguna, la importantísima Academia, y tampoco hallé ni una noticia que sumar á lo dicho por sus predecesores.

1. Apéndice n. 4, 1o

2. Apéndice n. 4, 20

I

Seguía rebuscando, en los libros de los contemporáneos y en las colecciones de los periódicos de la época, con el mismo estéril trabajo, y ya iba á darme por vencido y á desistir de mis investigaciones, cuando tropecé con el maestro de eruditos D. Francisco Rodríguez Marín, á quien expuse mis deseos y conté mis inútiles pesquisas. El bondadoso amigo me sacó del atolladero de la manera más feliz que podía imaginarme ; y á él deben agradecerle mis lectores lo que voy á divulgar acerca de la casi desconocida corporación, tomándolo de un folleto, de 64 páginas en 4o, que puso en mis manos y cuya portada dice así: Discursos leidos ante la Real Academia Sevillana de Buenas Letras, el 3 de Enero de 1897 por el Excmo Sr. D. Manuel Pérez de Guzman y Boza, Marqués de Jerez de los Caballeros y el Sr. D. Francisco Rodríguez Marin, en la recepcion del primero. Sevilla, Imp. de E. Rasco, Bustos Tavera, 1,-1897.

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El tema de los discursos era cabalmente el asunto de que yo deseaba enterarme : La Academia poética del Mirto, la que si no llegó á ser ideada, fué constantemente dirigida por el gran pedagogo D. Alberto Lista, para quien vino á ser como una prolongación de su academia particular; pues la componían sus más aventajados y queridos discípulos y amigos; figurando entre unos y otros Gabriel Ferrer y Dávila, Felipe Pardo, Luis Usoz y Río, Juan Bautista Alonso, Luis María Pastor, Santos López Pelegrin, Jaime Dot, Lino Orellana, Antonio Cavanilles y José de Espronceda.

<< Lista lo llenaba todo en el ánimo de aquellos sus amantes. y amados discípulos en los que concurría el amor al maestro juntamente con el amor á la libertad » por que, como dice Rodríguez Marín 2, « Lista al par que enseñaba á sus discípulos las reglas de la poesía, sugiriéndoles el amor á los estudios clásicos, les encaminaba por los hermosos senderos de la libertad...

1. Creo que hasta hoy serán muchos los que desconozcan la existencia del estudio de que me valgo.

2. Págs, 61 y 62.

« Qué hermoso espectáculo sigue diciendo ofrecía Lista á las generaciones venideras, cuando ya pasado lo que llamaba Dante

Il mezzo del camin di nostra vita

y cercano á la vejez, se rodeaba de jóvenes alguno de ellos como Espronceda, de quince años, para enseñarles á pensar y á sentir en la Academia del Mirto! Allí rotos ya los estrechos moldes de la menguada poesía del siglo XVIII, triunfante la nueva escuela poética castellana enteramente nacional en sus formas, conocidos v universalmente admirados los generosos esfuerzos hechos por Meléndez, Cienfuegos, Jovellanos, Quintana, Gallego, Arjona, Blanco, Forner y cien otros ilustres escritores, y puesta la poesía, como acertadamente dice Wolf', al nivel de las ideas y del gusto del siglo, elegianse para sus asuntos las verdades filosóficas, las vicisitudes de la vida humana, los grandes acontecimientos políticos, los sublimes espectáculos de la naturaleza y los progresos de las ciencias y las artes, en vez de seguir el camino de las naderías arcáicas y de las puerilidades de versificación casera, harto trillado hasta entonces. Ya por los años de 1823 en que Lista dirigía la Academia del Mirto, se cosechaban, maduros y abundantes, los frutos de aquel gran renacimiento poético que, iniciado en Salamanca y en Madrid, habíase comunicado á otras ciudades de la península, especialmente á la del Betis. >>

En el citado año de 1823 opina el Marqués de Jerez de los Caballeros que debió de fundarse la Academia « y cuando menos duró hasta 1826. Puede afirmarce así (observa) no sólo por que entre las muchas piezas poéticas que se conservan de las leídas en sus juntas ninguna tiene fecha anterior al primero de dichos años ni posterior al segundo, sino también por que en algunas se consignan que fueron leídas en la junta celebrada el día 25 de Abril

1. Introducción á la Floresta de Rimas modernas castellanas.

de 1824, primer aniversario de la Academia », la que, «< careciendo de carácter oficial, sería á la manera de tertulia literaria en la que la mayor confianza y la intimidad cariñosa uniría á todos los jóvenes amantes de las bellas letras, para comunicarse sus pensamientos y ser al par maestros y discípulos aprendiendo y enseñando á la vez, y para, reunidos gozar de la benéfica influencia del amparo y de la protección del sabio Lista ».

El amor de éste hácia tan selecta congregación le llevó á recoger y conservar todos los discursos, actas y poesías de las sesiones que aquella celebraba, y esta previsión del eximio humanista salvó la Historia de la Academia del Mirto.

Aquellos papeles manuscritos pasaron, á la muerte del maestro, á su testamentario D. Antonio Martín Villa; de D. Antonio Martín Villa fueron á poder de D. José Vazquez Ruiz y éste los regaló al Marqués de Jerez de los Caballeros, quien los aprovechó, muy discretamente, para su discurso de ingreso en la Academia Sevillana. A no ser por éste, quizás continuaría ignorándose aún todo lo referente á la del Mirto.

Cuatro composiciones poéticas, no publicadas, de Espronceda contenían los manuscritos de Lista, « defectuosas (dice el Marqués al juzgarlas) como versos de niño, pero revelando que el ingenio que las produjo había de remontarse á las cumbres del Parnaso ». Titúlanse Romance à la mañana, La tormenta de la noche, La vida del campo y La noche (soneto).

En La vida del campo procura imitar á Horacio como observará el lector por este fragmento:

Feliz el que apartado

De los cuidados, cual la antigua gente,

Labra el campo heredado

Y en su pecho ningun cuidado siente.

Ni la trompa guerrera

Ni el mar airado el corazon le altera.

O las vides enlaza

Con los álamos altos, bien gozando

De la volatil caza,

O las ramas inutiles podando,
O ya pulsa la avena

Y con su tierno son el prado llena.

Mira en el cerro herboso

De los toros errantes la manada,

O en cantares gozoso,

Pone la miél que fuera trabajada

Por solicita abeja,

O su blanco vellon quita à la oveja

En el soneto La noche se espresa así Espronceda :

En lúgubre silencio sepultado

Yacen las mares, cielo, tierra y viento ;

La luna va con tardo movimiento

Por medio de los astros enlutados.

Duerme el feliz pastor con sus ganados,

Paran las aves su canoro acento,

Y de la noche el manto soñoliento

Al hombre da descanso en sus cuidados.
Salve, oh luna! Salud, nocturno velo,
Tan deseado del dichoso amante :
¡Asi entoldases siempre el alto cielo,

Y de Febo jamás la luz radiante,
Iluminando el espacioso suelo

Viese mi llanto triste é incesante.

«No cabe duda (dice el Marqués de Jerez): los Académicos del Mirto se aplicaban exclusivamente al estudio de la poesía y á ensayar sus fuerzas en el cultivo de tan difícil arte. Para ello, para aquel más provechoso estudio, los clásicos latinos servían de modelos preferentes, y, entre éstos, el gran Horacio, cuya influencia en las letras castellanas, ha aquilatado por modo portentoso el eminente crítico D. Marcelino Menéndez y Pelayo en su magistral obra Horacio en España. » Que este fué modelo muy imitado lo demuestra el hecho de que muchas de las composiciones poéticas leidas en las juntas de aquella Academia son traducciones ó imitaciones del gran lírico latino.

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