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nunca sucedido con ningun preso. En vano preguntamos quién era el juez de nuestra causa, puesto que ninguna se había formado contra nosotros; y sólo al día siguiente se nos comunicó otra Real orden y nos devolvieron nuestros papeles, dándonos ocho días de término, en la carcel, para arreglar nuestros asuntos y disponernos á marchar, el Sr. Villalta para Zaragoza y yo para Badajoz, con prohibicion expresa de volver á Madrid y sitios reales.

Tal ha sido la sentencia que ha recaido sobre nosotros sin ser juzgados ni habernos dicho aún el motivo de este atropello. Sirvanse ustedes insertar en su apreciable periódico esta carta, para que el público juzgue de un hecho que no hay necesidad de comentar.

De ustedes S.S. q. s. m. b.
José de Espronceda.

Con fecha del dia 12 de aquel mes volvió á publicar la Revista otra carta de Espronceda. Esta iba dirigida á la Reina Cristina, pidiéndole, con empeño, que se le juzgase con arreglo á la ley, y que, una vez reconocida su inocencia, se le autorizase para reclamar contra los que tantos y tan graves perjuicios le habían ocasionado.

Aquella carta dió por resultado su inmediata libertad.

Espronceda partió de Madrid en cuanto salió de la cárcel y el 8 de Septiembre (de aquel año 34), escribió, desde Guadarrama, la siguiente epistola á su amigo D. Balbino Cortés y Morales :

Mi querido Balbino : te escribo lleno de desesperacion y fastidio desde este maldito y tristisimo pueblo, en donde aguardo la galera, que, segun dicen, vendrá el dia del juicio.

Es imposible te formes una idea exacta de mi situacion : mi alma está ya fatigada de sufrir y mi bolsillo asáz descansado de dinero. Si hubiera verdaderos patriotas en España ¿cómo no habian de interesarse por un hombre tan injustamente atropellado y que tantas pruebas ha dado de liberal? Pero nosotros nos las hemos siempre prometido felices, juzgando por nuestro corazon del ajeno y si no escarmentamos nos hemos de llevar buen chasco siempre.

<< Entre tanto, Balbino mío, como las fatigas del cuerpo son más urgentes que las del alma, puesto que si quiero desahogar esta, campos tengo aquí á donde puedo salir á gritar y maldecir de quién me diera la gana, ve si conservo yo en esa todavía algunos amigos tan felices como tu y algo más ricos, que ya sea en calidad de reintegro, ya por suscripcion, ya en fin como sea, me reunan algún dinero, por que te aseguro que me hace falta muy grande !!!!

Adios, Balbino, da expresiones á tu madre, à Pepita. etc., y tu recibe un abrazo

de tu

Espronceda

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Escritos y actos como éste han dado pretexto para que el autor de El Diablo Mundo fuese tenido por un triste bohemio. Conociendo sus antecedentes se comprenderá que tales apuros sólo podía tenerlos por ser muy gastoso; pues basta observar que, en los momentos de escribir esta carta, aun vivía su virtuosa madre, la que, además de otros bienes y de la respetable pensión que cobraba del Estado, como viuda de brigadier, era propietaria de una finca cuya renta ascendía á 24.000 reales 2, y siendo el poeta su hijo único no sabía negarle nada.

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A pesar de las maldiciones de Espronceda y de los otros desterrados, Martínez de la Rosa continuó en el gobierno oponiéndose á los arrestos de los diputados liberales, y disgustando tanto á éstos, que reprodujeron los pasados motines. Para mayor desdicha del Ministerio, el 17 de Julio se desarrolló repentinamente el cólera en Madrid; los descontentos hicieron correr la voz de que los frailes habían envenenado las aguas de las fuentes públicas, y el populacho asaltó los conventos, ensañándose en los religiosos.

El conde de Toreno sucedió á Martínez de la Rosa en la presidencia del Consejo de Ministros, y cuando la Milicia Nacional se sublevó contra él, el 15 de Agosto de 1835, apareció Espron

1. Sección de Manuscritos de la Biblioteca Nacional. P.V. Fol-C-4= N. 29 (18633).

2. Apéndice n. 5

ceda ya graduado de oficial, al frente de su compañía, que era la octava del tercer batallón, y que, como las demás fué vencida por las tropas del general Quesada. Pero el poeta no escarmentó, y con el mismo ó peor resultado volvió á sublevarse contra el Ministerio Istúriz, que, en oposición con las Cortes, las había cerrado el 22 de Mayo de 1836.

Este acto disgustó á toda España; Málaga fué la primera en levantarse, siguiéndole primero las demás capitales andaluzas, después Aragón, Cataluña y Valencia, y por último Madrid.

El 3 de Agosto suena en Madrid el toque de generala, llamando á las armas á la Milicia, y Espronceda, con otros muchos milicianos, se lanza á la calle dando gritos á la libertad, hasta que, al ver que no secundaban el movimiento los Cuerpos de la guarnición que estaban comprometidos, se retira el revoltoso vate y se esconde hasta esperar el resultado de los acontecimientos.

La insurrección llega á La Granja, donde se hallaba la reina gobernadora; y el sargento García tiene el atrevimiento de hablar á ésta y la suerte de convencerla de que para terminar aquella crisis no había otro remedio que jurar la Constitución de Cádiz, en toda su fuerza, y destituir al Gobierno.

En el mes de Febrero de 1836 publicó Espronceda su folleto contra el Ministerio Mendizabal (anterior al de Istúriz), y en el mes de Octubre de 1838 realizó una excursión de propaganda revolucionaria por las provincias andaluzas, empezando por Granada, donde conferenció con los jefes de una conspiración. De allí pasó á Málaga, donde estaban sus amigos Méndez Vigo, Ros de Olano, Isac, Núñez Arenas, Zaragoza y Sorni; luego fué á Cádiz y de Cádiz á Sevilla, desde donde regresó á Granada á la que volvió en el mes de Julio de 1839.

Este, su último viaje á Granada, no fué político sino literario, para cumplir la promesa que había hecho á D. Julián Romea de visitarle en aquella ciudad, y le acompañó su amigo D. Miguel de los Santos Alvarez. La Asociación Literaria granadina dispuso en honor de ambos poetas una solemne velada, en la que leyó

Espronceda su Estudiante de Salamanca, y Santos Alvarez una poesía titulada¡ Pobres niños! Los dos fueron proclamados socios honorarios, y sus composiciones se publicaron en el periódico La Alhambra, órgano oficial de la Asociación.

De regreso en Madrid, asistió Espronceda, el 2 de Mayo de 1840 á la ceremonia de la traslación de los restos de los héroes del 1808 al sarcófago construido en el Pasco del Prado, y con este motivo improvisó y publicó en El Labriego su célebre canto sobre los sucesos del día que se conmemoraba, composición que obtuvo un éxito completo. Lo patriótico del pensamiento, la energía de la frase y la belleza de la rima sedujo al pueblo y á la Milicia y despertó la admiración general hacia el autor, quien con tal motivo fué el encargado de redactar, el 7 de aquel mismo mes, la felicitación que los milicianos de la corte dirigieron al ejército liberal por las recientes victorias obtenidas contra las facciones

de Cabrera.

El 11 de Junio partió para Cataluña Da María Cristina con sus dos hijas, á fin de tomar los baños de Caldetas. Espartero salió á recibirla en Lérida y le aconsejó que desistiese de publicar la nueva ley de Ayuntamientos, tenida por reaccionaria. La Regente no hizo caso y la sancionó el 14 de Julio, pero el 18 estalló una sublevación en Barcelona. Espartero dimitió en el acto todos sus cargos y honores. El 1 de Septiembre hubo otro pronunciamiento en Madrid, donde se constituyeron un Ayuntamiento independiente y una Junta revolucionaria. La reina ordenó á Espartero que viniese á sofocar la revuelta, y el General se negó. Espronceda, que estaba en los baños de Archena, abandonó su curación y corrió á ocupar su puesto en la Milicia madrileña.

El movimiento revolucionario triunfa en toda España, y entonces Cristina (el 15 de Septiembre) encarga del poder á Espartero quien recibe una estruendosa ovación á su entrada en la capital.

El 7 de Octubre (de aquel mismo año 40) sale Espartero para Valencia á presentar á Cristina los ministros que ha elegido.

La reina gobernadora, ya casada con Muñoz, comprendiendo

lo peligroso de su vuelta á Madrid, abdica la regencia y se embarca para Francia el 17 del mismo mes de Octubre; en tanto que Espartero, con su Gobierno convertido en Ministerio-regencia, regresa á la corte el día 28, acompañado de la reina Da Isabel y de la princesa Da Luisa Fernanda.

La regencia de Espartero se vió combatida por el Nuncio de Madrid, que fué expulsado, y por el Papa que leyó en el Consistorio una alocución contra ella.

En Septiembre del mismo 1840, había sido denunciado el número 90 del periódico El Huracán, correspondiente al día 25, por ataques á D Cristina. Espronceda fué el encargado de defenderlo ante el Jurado y consiguió que fuese absuelto. Este tiunfo le proporcionó un ruidoso éxito. Según Ferrer del Rio, que escuchó los discursos del defensor, cada frase suya fué una saeta y cada idea un golpe mortal para la monarquía.

* **

El 19 de Marzo de 1841 se abren las nuevas Cortes y empiezan las discusiones sobre si la Regencia había de ser una ó trina. Puesto á votación este asunto, decidieron 153 votos contra 136 que la Regencia fuese una, obteniendo Espartero 170 votos contra 103 para encargarse de desempeñarla.

El anciano D. Agustin Argüelles fué nombrado tutor de la Reina y de su hermana.

Reconocido Espartero como Regente único, nombró un Ministerio que disgustó á sus enemigos, y (mientras las Cortes se entregaban á la obra reformadora) se difundieron contra él las calumnias más inverosimiles.

Montes de Oca en Vitoria, O'Donnell en Pamplona y Borso di Carminati en Zaragoza, se sublevaron al grito de ¡ abajo Espartero! ¡ viva Cristina!; y el general D. Manuel de la Concha, al frente

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