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los 877 al 892, sin más que dos diferencias que valen la pena de ser notadas, porque demuestran los procedimientos (llamémoslos así) de que se valía el crítico holandés. La primera se refiere á los soldados de Alvar Fáñez y á las turbas de renegados musulmanes que se les incorporaron, de los que dice Dozy que « asesinaban á los hombres, violaban á las mujeres, vendían con frecuencia un prisionero musulmán por un pan, por un jarro de vino ó por una libra de pescado », agregando que « cuando un prisionero no quería ó no podía pagar su rescate, le cortaban la lengua ó lo echaban á los perros para que lo despedazasen » 1. La Crónica General, que hasta este punto ha sido la única guía de Dozy, no dice más sino que «< crebantaron villas et castiellos et aduxieron muchos ganados, vacas, oueias, yeguas et muchas ropas et muchas otras cosas preciadas que fallauan en aquellos logares que crebantauan, et aduxieronlo a Valentia, et fizieron y almoneda dello, et uendieron y todo lo que quisieron» pero como Dozy se encontró en el Kitab-al-ictifá, escrito por Abén el Cardebús, el pasaje de la Crónica pintado con más negros colores y de modo que hacía más odiosos á los castellanos, no dudó en darle la preferencia sobre el otro texto, sin tener siquiera la lealtad de advertir que en la Crónica cuéntase el hecho en forma distinta, antes al contrario, induciendo al lector á confusión y á creer que en ambos libros se refiere del mismo modo, puesto que con una sóla llamada (la (1) de la página 122), hace la cita de la historia árabe y de la Crónica General.

La segunda diferencia es motivada por un error de Dozy ó quizá por una exigencia de mise en scène. Léese en la Crónica General que estando el Conde de Barcelona cercando la ciudad de Valencia, «tornosse el Cid de Castiella do era ydo uer al rey don Alffonso 3», y en la Crónica del Cid vemos asimismo que «<< en

1. Pág. 122.

2. Crón. Gen., cap. 881.

3. Id., cap. 892, pág. 561, 2a col.

todo esto non era hy el Cid, ca embiara el Rey don Alfonso por el». Ahora bien; Dozy, hablando de este viaje, dice que el Cid regresó á Castilla en 1089 para convenir con Don Alfonso las condiciones de la conquista de Valencia; que el rey lo recibió muy bien y que además de darle algunos castillos, le firmó una carta por virtud de la cual le concedía á él y á sus descendientes la propiedad de las fortalezas y tierras que ganase de los moros 2.

El texto que le sirvió á Dozy para hacer este arreglo es el que sigue :

Moratus est itaque ibi Rodericus Didaci Cesaraugustam usque ab obitum Almuctaman. Quo mortuo, successit ei in regno filius eius Almuzahen, cum quo moratus est Rodericus in maximo honore et in maxima ueneratione apud Cesaraugustam IX annis.

Quibus itaque expletis, rediit ad patriam suam Castellam, quem recepit honorifice et ylari uultu rex Aldefonsus. Mox dedit ei castrum qui dicitur Donnas cum habitatoribus suis, et çastrum Gormaz et Ibia et Campos et Eguma et Berbesca et Langa, que est in extremis locis, cum omnibus suis alfocis et suis habitatoribus. Insuper autem talem dedit absolutionem et concessionem in suo regno, sigillo scriptam et confirmatam, quod omnem terram uel castella que ipsemet posset adquirere a Sarracenis in terra Sarracenorum, iure hereditario prorsus essent sua; non solum sua, uerum etiam filiorum suorum et filiarum suarum et tocius sue generacionis. Bella autem et oppiniones bellorum que fecit Rodericus cum militibus suis et socijs, non sunt omnia scripta in libro hoc.

In Era M CC.XX. VII, eo tempore quo reges cum exercitu suo ab bellum faciendum uel ad terram sibi rebellem adquirendam procedere solebant, exiuit rex Aldefonsus ab urbe Toleti et perrexit in expeditione cum suo exercitu. Rodericus uero Campidoctus tunc morabatur in Castella, suis militibus donans solidatam, etc. 3

Como se ve por el texto latino, refiérese la Gesta á una fecha posterior á la que Dozy pretende, pues la que él dice, por nota, que está asignada en dicha crónica, no corresponde á la estan

1. Crón, del Cid, cap. 154.

2. Pág. 126.

3. Loc. cit., páginas 426 y 427.

cia de Rodrigo en Castilla, sino á la salida de Alfonso VI para Toledo, y por eso se cita en el párrafo que sigue al que da cuenta del viaje del Cid, lo cual basta para comprender que el autor de la Gesta fijaba la fecha de un suceso acaecido bastante después del tiempo en que Rodrigo estuvo en la corte del rey castellano; y en cuanto á que tal viaje tuviese por objeto convenir con don Alfonso VI las condiciones de la conquista de Valencia, esperemos á que una feliz casualidad nos depare el texto en que, sin duda, debió de apoyarse Dozy para hacer la afirmación, ya que se olvidó de indicar la fuente de donde fué tomada tan interesantísima noticia.

Desde la incursión del Cid en el territorio de Alpuente, hasta que comienza el sitio de Valencia (capítulos 829 al 896 de la Crónica General), Doży salta sin cesar de la Crónica á la Gesta y de la Gesta á la Crónica, para tejer la biografía del Campeador, eligiendo de cada una lo que mejor le parece; pero al llegar á la expedición de Alfonso VI contra los almoravides, se da uno de esos casos en los que el lector no puede convencerse de lo que está viendo, pues no acaba de comprender cómo un autor à quien se tiene por serio ha podido involucrar y amañar los hechos de tal modo. En efecto, Dozy se encontró en esta parte con dos versiones. Según la de la Gesta, yendo Rodrigo con el rey Don Alfonso por tierras de Lebrija al encuentro del ejército de Yusuf, aquél se adelantó al monarca con el fin de protegerlo, y fijó sus tiendas delante de las suyas, acto que aprovecharon los enemigos del Cid para decir al rey que lo hacía por presunción vituperable:

Rex autem audiens quod Rodericus ueniret, statim exiuit ei obuiam, et in pace nimiumque honorifice eum recepit. Ambo itaque pariter prope ciuitatem Granatam uenerunt. Rex uero per montana loca, in loco qui dicitur Libriella, omnia sua tentoria figi atque locari iussit. Rodericus autem per planitiem, in loco qui erat ante castra Regis ad euitanda et uigilanda regia castra sua fixit tentoria, quod autem Regi ualde displicuit. Tunc Rex ductus inuidia ait suis : Videte et considerate qualem iniuriam et quale dedecus nobis Rodericus infert. Hodie quidem post nos ex longo itinere quasi fessus et fatigatus uenit; modo uero nos precedit et ante nos tentoria sua fixit. Omnes fere sui inuidia tacti

uerum dixisse Regi pariter responderunt, et Rodericum de audacter nimia presumptione, sibi in omnibus inuidentes, coram Rege illum uituperauerunt. Rex autem in eodem loco VI permansit diebus. Juzeph uero, rex Moabitarum et Sarracenorum, regem Aldefonsum expectare et cum co pugnare non audens, eiusdem Regis pauore perterritus, una cum exercitu suo fugijt, et a partibus illi(s) clam recessit. Cum itaque rex Aldefonsus Iuzeph regem Sarracenorum eius pauore fugisse et a partibus clam recessisse certa ueritate cognosceret, ad Toletum reuerti statim mandauit.

Ad Toletum itaque rediens, usque ad castrum qui dicitur Ubeda, quod est super alueum de Alcheuir, peruenit. Rodericus uero iusta eundem alueum castra sua figi atque statui sui precepit. Ibidem Rex iratis et non blandis uerbis Rodericum aspere tradidit; multis quidem et uarijs causis sed non ueris eum redarguit. Adeo sane contra illum vehementer motus et accensus est ira, quod illum capere decreuit ac uoluit. Quod Rodericus perpendens et plenarie signis certis cognoscens, omnia Regis uerborum conuitia pacienter sustinuit. In eadem itaque superueniente nocte a Rege non sine pauore, Rodericus recessit et ad sua castra statim redijt 1.

La otra versión es la de un autor árabe fort respectable (Abén el Athir) y dice así:

En este año, Alfonso reunió su ejército é hizo una incursión en el país de Jaén, en Andalucía. Los musulmanes salieron á su encuentro á combatirlo. La lucha fué encarnizada. Al principio, los musulmanes se vieron obligados á huir; pero después Dios quiso concederles la victoria sobre los Francos. Entonces, los derrotaron, matando gran número de ellos. Alfonso pudo escapar con muy pocos de los suyos. Esta batalla fué una de las más gloriosas después de la de Zalaca y los poetas la celebraron mucho en sus composiciones 2.

1. Loc. cit., pág. 443.

2. Recherches, apéndice XIV, pág. LIII. El Sr. Menéndez y Pelayo dice lo que sigue: «Me parece evidente que la tal batalla, de la cual no se encuentra mención en otra parte (dado que el texto árabe del Kitabo'l iktifá, citado por Dozy, se refiere á la rota de Uclés, acaecida en 1108), no es otra que la batalla de Zalaca, con la cual conviene en todas sus circunstancias, puesto que fué dada en un lugar cerca de Badajoz, « que dezien en árabigo Sellaque e en lenguaje cas«<tellano Satalias » (según la Crónica General), nombre que facilmente pudo corromperse en Salatrices, y á ella asistió Alvar Fáñez, llamado por el rey, que estaba en el cerco de Zaragoza, y se combatió hasta la noche, y el ejército vencido se retiró á Coria. Todo esto que había pasado en Satalias en 1086, pasó punto por punto en Salatrices veinte años después, si hubieramos de creer á Sandoval. ¿Cómo admitir tan inverosímil coincidencia, sin más autoridad que

En vista de la diferencia de estas dos versiones, Dozy, después por supuesto, de prestar crédito al cronista musulmán en lo de la derrota del ejército cristiano, escribió:

« Alfonso achacó á Rodrigo el grave fracaso que acababan de sufrir y llevado de su cólera, no se limitó á ofenderle de palabra, sino que intentó prenderle. Rodrigo, sin embargo, pudo escapar,

etc. 1 >>

Leído lo que precede, ocurre preguntar: ¿De dónde sacó Dozy la especie de que Alfonso VI achacó al Cid la derrota, especie que no se contiene ni en las crónicas cristianas ni en las árabes, puesto que en las primeras se explica el enojo del rey castellano

la de esa Crónica de Pedro de León, inutilmente buscada por tantos investigadores, y que acaso sea un mito bibliográfico? ¿Cómo prestar tampoco fe ciega á todo lo que Sandoval añade, y Dozy repite, sobre la cobardía de Garcia Ordóñez y sus sobrinos los Condes de Carrión en la batalla, y sobre las hazañas del mismo obispo Pedro de León, que salió de la lid con el roquete salpicado de sangre sobre las armas y á quien el rey dirigió aquellas famosas palabras: Gracias a Dios que los clérigos hacen lo que habían de hacer los caballeros, y los caballeros se han vuelto clérigos por los mios pecados? ¿ No será todo ello una torpe y tardía falsificación que nadie ha de achacar ciertamente al respetable obispo de Pamplona (puesto que ya en tiempo de Pero Mexia andaba de mano en mano una Crónica de Alfonso VI atribuída á Pedro de León), pero que él aceptó con cándida buena fe, más disculpable en un compilador del siglo XVII que en un hipercritico como Dozy? Me he detenido tanto en esta nota para mostrar que Dozy, el cual tan fieramente maltrata á sus predecesores, tampoco deja de pagar algún tributo á la flaqueza humana, admitiendo hechos dudosos ó mal comprobados, como esta batalla de Salatrices, nacida probablemente de un error cronológico de Sandoval, autor muy benemérito de nuestra historia, pero que debe leerse con cautela. Dozy no la tuvo, y dió por buenas todas sus referencias á Pedro de León, intercalándolas como noticias fidedignas en su biografía del Cid. Un historiador tan crédulo como Sandoval, que en esta misma Crónica de los Cinco Reyes acepta todas las patrañas de la Historia de Avila del Padre Ariz, no era para seguido á ciegas por un critico como Dozy. El mismo hubo de reconocerlo, pero no confesó su error, limitándose á borrar en las ediciones sucesivas de las Recherches todo le referente á Alvar Fáñez. (Antologia de Poetas liricos castellanos, Tomo XII, páginas 9 y 10 nota 2).

1. Pág. 139.

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