comedia de Alarcón titulada Bernardo del Carpio, que a mayor abundamiento no existe. Otros tenían por cierto, que los hallariamos en los romances del héroe de Roncesvalles; y con la paciencia que en este género de trabajos literarios es preciso los registramos, sin encontrar rastro de ellos según ya habrá adivinado el lector. Repasando los prólogos de la Biblioteca de autores españoles de Rivadeneira, dimos con ellos en el que va al frente del tomo XLVII, allí celebrados por el prologuista: De la misma valiente escena, la quinta de la jornada tercera, son las siguientes que contienen fragmentos citados algunas De un desconocido como Cubillo pasaremos á Rojas Zorrilla cuyo nombre no suelen omitir los que se aprovechan de sus ras gos más felices; pero como el común de los autores, también tiene la desgracia de ver mejor ó peor arreglados sus versos. Del drama trágico Garcia del Castañar « el más sólido fundamento de su gloria» son los que siguen (I, 8): Volverme á mi casa, como suele de la guerra el Conde á Toledo vencedor que Larra, en su artículo La Caza, refundió de este modo: A casa volver como suele el conde de Toledo vencedor. Al mismo parlamento pertenece la redondilla siguiente: Aqueste es el Castañar que en más estimo, señor, cuyo hermoso y regenerador sentido debieran tener muy presente los que abandonan por las ciudades sus tierras y latifundios. Si las frases serias de este drama han conseguido celebridad, de no menor gozan otras que por su asunto nos permitirá el lector que califiquemos de gastronómicas; como aforismo ha quedado (I, 8): Que no hav cosa como á dos perdices, dos y proverbial es también esto que dice la esposa de García, en la escena décima del mismo acto primero : Que pan blanco y limpia mesa A este mismo género pertenecen algunas cuartetas de La cena jocosa de Baltasar de Alcázar, en que la heroína es La morcilla, oh gran señora Digna de veneracion y aquel verso de la sátira de Leandro Fernández de Moratín El filosofastro: Agua que serenó barro de Andújar que podrá servir de lema á las futuras sociedades españolas de abstemios ó temperancia, cuando las transplanten á la península ibérica desde el Reino Unido. Para encontrar en nuestra literatura otra frase tan celebrada en materia poético-gastronómica, es preciso llegar á nuestros tiempos y recordar el final de la comedia de Eguilaz, Los soldados de plomo : ¿Veces mil con su pobre compañera no ha visto usté en una acera comer à un triste albañil, que esto mira, no le choca que se le hace agua la boca al contemplar el banquete? Pues no es que un soberbio aliño haga sus viandas gratas: ¡es que ve comer patatas Claro es que estas recetas de los poetas dramáticos son como esas dos líquidas perlas que se desprenden tranquilas de Doña Inés, según su enamorado Don Juan (Part. 1a, IV, 3a), y como el rubí de la Oriental del mismo Zorrilla: Tus labios son un rubí de la corona de un dios, que sirven únicamente para menesteres poéticos, prefiriéndo las aludidas El oro en bolsa y no en cabellos rojos, como dice cierta dama de un soneto de Quevedo (Musa sexta, LXXV). Y ya que ha salido á cuento la Oriental de Zorrilla, no pasaremos adelante sin advertir que el autor de El diablo mundo no tiene arte ni parte en ese rubi arrancado de la Oriental susodicha por un colector de Páginas olvidadas de Espronceda, para transformarlo en madrigal, de esta manera: Son tus labios un rubí partido por gala en dos, de la corona de un dios. La Oriental se publicó en la primera colección que de sus Poesías imprimió Zorrilla el año 1837, en vida de Espronceda : del madrigal sólo se tuvo noticia en 1873 por esas Páginas olvidadas donde hay más de un gatuperio literario: bastan estos datos para que el lector menos perspicaz pueda por sí solo decidir acerca de la paternidad de la cuarteta, partida por gala del colector anónimo, en dos composiciones poéticas. De Rojas, que hemos perdido de vista, entretenidos con el madrigal de Espronceda, á Moreto, no hay mucha distancia: como que sobre si debe ir antes ó después del autor de García del Castañar, han discutido largamente los críticos del siglo XIX al colocar á ambos escritores entre los seis grandes dramáticos del xvi. Pero donde los pareceres no se dividen, es al considerarlo como el primero de nuestros plagiarios y descarados refundidores, y es costumbre inmemorial además autorizar esa opinión con el vejamen que dió contra él, como secretario de una Academia literaria, Jerónimo de Cáncer, reimpreso en el tomo segundo de Poetas líricos de los siglos XVI y XVII de la Biblioteca de Rivadeneyra : Que estoy minando imagina Desgraciadamente para su reputación literaria, lo que Cáncer dijo burlando, confírmase cada día más, á medida que el estudio de los precedentes de sus composiciones dramáticas aporta nuevas pruebas en contra suya. El valiente justiciero y rico hombre de Alcalá, único drama que los entusiastas de Moreto pueden oponer á Garcia del Castañar, no debe llamarse rifacimento sino plagio, según la autorizada opinión del Sr. Menéndez y Pelayo, que en las Observaciones preliminares á las Obras de Lope de Vega (IX, CLXXV) prueba que con mengua de la verdad y quebranto de la justicia ha pasado por original hasta nuestros días, ese drama que no es más sino El Infanzón de Illescas de Lope con variantes tan leves, como poner « Ricohombre » en vez de «< Infanzón »>, y « Alcalá » en vez de « Illescas », sencillo procedimiento mediante el cual la frase Siéntese el buen Acevedo del Infanzón ha pasado á ser propiedad de Moreto con sólo cambiar un apellido y decir Siéntese el buen Aguilera. La suerte se ha mostrado siempre favorable con el autor de El desdén con el desdén, hasta el punto de citarse como suyas exclu |