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improvisada, según se lee en La vie et les bons mots de Monsieur de Santeuil (Colonia 1743, pág. 38) por este escritor para el retrato del arlequín italiano Dominico Biancolelli, muy celebrado en tiempo del Cardenal Mazarino.

En efecto, debajo de la alegoría de la música pintada en uno de los varios telones de boca que gastó el derribado Teatro de la Cruz, se pusieron estos versos :

La música á las fieras domestica,

Y en nuestro corazon de las pasiones
Los salvages instintos dulcifica.

Al lado opuesto, la figura de la Poesía tenía esta leyenda :

La poesía en páginas de gloria,

Del honor, la virtud y el heroismo,
Escribe y eterniza la memoria.

No llevaban al pie la firma de su autor, pero cuando se estrenó el telón no era misterio para nadie que se debían á la pluma del entonces ya popular poeta don José Zorrilla. Así lo hemos oído de labios de un literato que la política agotó en flor, don Mariano Zacarias Cazurro, saludado por sus contemporáneos como aventajado discípulo y continuador de Bretón de los Herreros.

Su áspero natural « que no podía sufrir cosa que le pareciese no sufridera, e de esta condicion se le siguieron grandes peligros e molestias», como dice Hernando del Pulgar en sus Claros varones hablando del Maestre Don Rodrigo Manrique, retrátanlo los versos que compuso durante la guerra declarada por los literatos al sombrero de copa allá por los años de 1859. Ventura de la Vega había dicho.

Yo ni apadrino ni rechazo el hongo :
Si todos se lo ponen me lo pongo

REVUE HISPANIQUE. XXIII.

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y Cazurro, tomando pie de este pareado escribió:

Yo que en la oposicion siempre milito,
Tambien hacerla ahora me propongo,
Y en el poner ó en el quitar del hongo,
Si todos se lo ponen, me lo quito,
Și todos se lo quitan, me lo pongo.

El resultado fue que cuando los Asquerinos publicaron en El Sombrero, su pasado, su presente y su porvenir, la avalancha de composiciones á que dió ocasión la cruzada referida, apareció con el título de « Voto con la mayoría » la humorada de Vega y no tuvo cabida la contestación de Cazurro.

De este escritor es también la siguiente cuarteta :

Aunque no siempre le cuadre,

La ley nos manda creer

Que el marido es siempre el padre
Del hijo de su mujer

que expresa una idea atrevida con ingenioso decoro, digno de la pluma de Tirso de Molina, cuando en su Don Gil de las calzas verdes (II, 5°) la protagonista confiesa su falta de esta delicada manera :

Llegó nuestro amor al punto
Acostumbrado, que fué

A pagar yo de contado

Fiada en su prometer.

Según el mismo Cazurro nos aseguró, estuvieron los versos trascritos en la comedia Trabajar por cuenta agena, de donde la censura que entonces ejercía don Baltasar Anduaga los desalojó, por considerar atentatoria á la moral aquella traducción en verso del principio de derecho, Pater est quem justæ nuptiæ demonstrant (L. 5. D. de injus vox, 2. 4). Esa misma censura, que como la de casi

todos los tiempos no brillaba ni por la lógica ni por la inteligencia, permitió en ocasiones imprimir lo que había prohibido que se recitase en el teatro, como ocurrió con cierta estrofa del juguete Las jorobas del mismo Cazurro. Y no paraban aquí las inconsecuencias de semejante estado legal, sino que hubo gobernadores, más mirados y circunspectos que la misma Junta de censura de los teatros del Reino, que pusieron su veto á dramas como el Don Juan Tenorio de Zorrilla, si no se suprimían ó se modificaban algunos versos. El actor don José Valero para poderlo representar, se vió en cierta ocasión obligado á corregir la plana al poeta vallisoletano en la penúltima escena de la Primera parte de su popular y fantástico drama que termina, como es sabido :

Llamé al cielo y no me oyó :
Y pues sus puertas me cierra,
De mís pasos en la tierra,
Responda el cielo no yo.

Para disipar los escrúpulos del timorato gobernador, Valero, en vez de dirigirse al cielo, puso la vista en el suelo donde yacía el figurado cadáver de Don Luis, y exclamó :

Le supliqué y no me oyó :
Y pues el cielo me cierra,
De mis pasos en la tierra

El responderá, no yo.

Ya muy entrada la época definitivamente constitucional, no se habían perdido todavía como se ve por los casos referidos las tradiciones del período calomardino, cuando ejercía la censura el Rdo. P. Carrillo, conventual de la Victoria, cuyas extravagancias censorias nos conservó Gil y Zárate en la biografía de Bretón de los Herreros publicada en la Galería de españoles célebres contemporáneos de Pastor Diaz y Cárdenas. A Ventura de la Vega le tachó en una traducción esta frase : « Aborrezco la victoria >> y explicó su censura al margen en esta aleluya de pie quebrado :

«No consiento que se aluda á convento ». Las expresiones <«< angel mio » y « yo te adoro », reservadas á su juicio para dirigirse á las personas celestiales, no hallaron nunca gracia ante su pluma. En cierta ocasión, viendo que para describir un médico se decía:

por donde quiera que pasa

le llaman la extremauncion

rayó el segundo verso á su entender sacrilego y puso en su lugar:

le llaman golfo leon >>

Debemos advertir, ya que Gil y Zárate no lo hizo, que estos dos versos pertenecen á la comedia de Tirso de Molina Por el sótano y el forno (I, 13), inadvertencia que extraña tanto más en el autor de la Biografia de Bretón, cuanto que pocos renglones más adelante refiere que la única afición literaria que se le conoció al P. Carrillo fueron las comedias de Tirso « á las cuales ~era conciencia quitar un solo verso ».

Este pasaje del célebre mercenario ha tenido mala suerte la censura y los escritores á quienes ha caído en gracia, lo han tratado con poquísimo respeto. Y lo grave del caso consiste en que son precisamente autores tan acreditados como el Conde de Schack, quienes han perpetrado las incorrecciones que padece. En su Historia de la literatura y del arte dramático en España, edición alemana de Francfort, tomo 2o, página 392, copianse asi los versos en cuestión :

Tiene más almas en el cielo
Que un Caligula ó un Neron;
Donde pasa todos gritan :
Allá va la extremaunción.

El traductor español (V, 188) que enderezó el primer verso poniendo

Más almas tiene en el cielo,

corrigió únicamente de oídas, pues con el texto auténtico delante, habría advertido que Tirso no se metió con Caligula, que Schack había olvidado un verso, y que en los dos últimos nadie grita ni se descompone, para llamar extremaunción al médico. de la comedia.

Afortunadamente para su gloria, tuvo Tirso un sobrino, don Francisco Lucas de Avila, que recogió sus comedias, y una piadosa congregación de mercaderes de libros que costeó la impresión de la segunda parte de ellas, en Madrid año de 1635, donde se incluyó la titulada Por el sótano y el torno: merced á estas felices casualidades hemos podido leer al folio 119 vuelto de esa edición el pasaje como lo escribió Fr. Gabriel Téllez:

Suele andar en un machuelo

que en vez de caminar vuela,

sin parar saca una muela ;

mas almas tiene en el cielo
que un Herodes ni un Neron;
conocenle en cada casa:

por donde quiera que pasa

le llaman la extremauncion.

Lo que por sacrilego tachó el P. Carrillo en pleno siglo XIX, los aprobantes de la Segunda parte de las comedias de Tirso, imperando la Inquisición de los Felipes, lo celebraron como pedazo de alivio para los estudiosos y ejemplo para que las juventudes huyan riesgos, sin perjuicio á las costumbres ni repugnancia á la fé ».

¡Quantum mutatus ab illo !

diremos, con el vulgo de los citadores, que suprimen un tempore necesario para el sentido de este fragmento de la Eneida (II, 274), copiado de Homero según observó Macrobio (Saturn. V, 5), y recientemente traducido, para instrucción de chulos y golfos :

¡Como cambian los tiempos!

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