Imágenes de página
PDF
ePub

FRASES LITERARIAS AFORTUNADAS

XV

No sólo sentencias y conceptos bíblicos han tomado carta de naturaleza en nuestra lengua, sino que restos de frases de la versión latina de los sagrados Libros pertenecen hace tiempo al lenguaje familiar y corriente. A pesar de que nuestro Quevedo satirizó en su Pregmática contra los bordoncillos el insufrible abuso del mare magnum (Ps. CIII, 25) no sólo ha continuado su triunfal carrera, sino que ha logrado al cabo lugar en el Diccionario de la Academia y salvo lo de figurar en el Diccionario, lo mismo ocurre con el Timebunt gentes del Salmo 101, latín sabido de Micifuf, según se infiere del siguiente pasaje de la Gatomaquia de Lope (Silva 3a)

Cuchillo viejo de limpiar zapatos,

Que el solia llamar timebunt gatos.

Aunque no de la Biblia, merece figurar en este sitio el Rari nantes virgiliano, que forma parte del verso 118 del libro 1o de la Eneida

Apparent rari nantes in gurgite vasto

y que más de una vez pronunciarían los estudiantes salamanquinos, huéspedes de algún licenciado Cabra, en aquellas comidas eternas sin principio ni fin, donde era preciso echar á nado los macilentos dedos para coger la huérfana piltrafa de la olla, según refiere Quevedo en la Vida del Buscón (1, 3).

Cuando las matemáticas se estudiaban en latín y las cátedras de Teología y Canones eran las más concurridas, brotaban espontá

neamente aplicaciones chistosas, aunque no siempre reverentes, de los manoseados textos bíblicos. Podría componerse un buen volumen recogiendo los dichos más ó menos agudos entreverados de latín escriturario, debidos á la maleante fantasía de los sopistas de Alcalá y de Salamanca. Sin ir muy lejos, en la obra que el Sr. Paz y Mélia ha dado recientemente á luz con el título de Sales españolas, figuran muchos de ese género; en el Libro de los chistes de Luis de Piñedo allí incluido, léese que como el Bachiller N. de Salamanca diese á sus pupilas muy mal vino, uno de ellos. más atrevido, pidió de beber, gustó el vino y quitando el bonete se encaró con el Bachiller diciéndole : Domine, si potest fieri, transeat á me calix iste (Mat., XXVI, 39).

En Alcalá un colegial de Gramática tan desvergonzado como el pupilo de Salamanca, le soltó la siguiente al Vice Rector (que por ahorrar, daba siempre en el Colegio pan muy duro): Domine, fac ut lapides isti panes fiant (Mat., IV, 3).

Pero sin cursar las aulas de nuestras célebres Universidades, eran por todos conocidas y empleadas en latín otras frases bíblicas, como aquélla del primer capítulo del Génesis, Fiat lux, que solía acompañar la diaria y solemne entrada del candil, haciendo oficio de buenas noches, y que hoy, reinando la luz eléctrica de instantánea presencia, es todavía de más oportuna aplicación.

Muchas frases como la que acabamos de citar, se han incrustado como muletillas en el cursi cerebro de cuantos con inocente travesura llaman siempre al sombrero « mi cabeza ». Así sucede que hay quien no desperdicia ocasión de saludar á cualquiera que entre, aunque no sea conde ni esté en peligro, con estos versos de Lo cierto por lo dudoso de Lope (I, 16) :

¿Como te has entrado,

Conde, de esta suerte,
Sin ver el peligro

Que tan cerca tienes?

Y en cuanto sale á plaza en la conversación cualquiera majadería

mayúscula, no acertarán á ponderarla si no empiezan con estos versos de La cena jocosa de Baltasar de Alcázar :

Esto, Inés, ello se alaba,

No es menester alaballo.

Otros no sabrán ofrecer una silla sin añadir como el Tello de El valiente justiciero de Moreto (I, 11)

Siéntese el buen Aguilera

y para rogar que cualquier amigo les espere, entonarán el

Aguarda, pálida sombra

de la comedia de Salazar y Torres También se ama en el abismo (II, 3) sin parar mientes en el mayor ó menor desarrollo abdominal del interpelado.

Los más remilgados de la cofradía no han echado en saco roto aquella salida del gracioso de El desdén con el desdén de Moreto (II, 9):

¡Oh que lindo pié de guindo!

que cual litúrgica antífona han de entonar, en viendo un pie femenino. Estos al menos, si desatinan, pueden invocar como circunstancia atenuante, su amor desordenado á las joyas de nuestros clásicos pero ¿qué disculpa pueden alegar los que puestos en la esquina de una calle repiten cien veces al día lo de Camprodón en Una vieja :

No te lo decía

Que era celestial?

Tampoco tienen excusa los que, en sucediéndoles cualquier contrariedad de menor cuantia, exclaman :

¡ Señor don Simon,
La vida es fugaz!

como al personaje de la zarzuela de Luis Olona, Buenas noches, señor don Simon.

Al repertorio aludido pertenece también esta otra letra de Una vieja de Camprodón,

¡Ay mamá, que noche aquella!

y la interjección de Don Juan Tenorio en la segunda parte del célebre drama de Zorrilla (I, 3)

[blocks in formation]

casi convertida en estribillo de malagueña por los que la traen y la llevan sin consideración alguna, como si procediera del mismo copleril numen que inspiró estos conocidos versos:

Sale la luna vomitando estrellas

¡Ay, ay! que bellas son! ¡ay, ay! que bellas!

decadentista imitación del

Nox erat, et coelo fulgebat luna sereno

de Horacio (Epod., XV, 1).

No ha pasado á la posteridad el nombre del autor de ese exabrupto poético, cuyo texto conservó piadosamente el vizcaíno Juan Antonio Zamácola, conocido en el mundo de las letras por Don Preciso, en el prólogo de su Colección de las mejores coplas y seguidillas, donde arremetió contra los Currutacos, Pirracas y Madamitas de nuevo cuño, incapaces de componer una seguidilla cantable, como lo hacía cualquier menestral de la corte del Rey Nuestro Señor Don Carlos IV.

Entre la multitud de frases convertidas hoy en muletillas para determinadas circunstancias de la vida, las hay cuyo origen literario no sospechan la mayor parte de los que las emplean, como ocurre con esta exclamación del Sancho de Amo y criado de Rojas

¡Después de Dios, bodegon!

más culta parodia de la célebre divisa

Después de Dios

La casa de Quirós,

que aquella otra que dice

Después de Dios la olla

Que lo de Quirós es bambolla.

Lo mismo sucede con la enérgica frase de Edipo de Martínez de la Rosa (II, 3)

Pues escucha v tiembla

y con la no menos conocida del Guzmán el bueno de Gil y Zárate (I, 11):

La sonora trompa nos llama á la lid

prodigada á la par que el himno de Riego en los tiempos de pronunciamientos y motines, cuando todo eran

Muertes, asolamientos, fieros males,

como dijo en su Profecía del Tajo, Fray Luis de León. Aunque por su vulgaridad no hay quien le dé tratamiento de verso, hecho y derecho lo es el siguiente axioma inspirado en las historias fabulosas del tracio Orfeo :

La música á las fieras domestica

que con otros que le siguen y completan figuró antaño en el telón de boca de uno de los más concurridos teatros de la corte, como en la embocadura de muchos extranjeros campea la divisa latina alusiva á la comedia :

Castigat ridendo mores

« AnteriorContinuar »