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BAXIT DO VIU

UMV OF TEXAS

SEÑORES ACADÉMICOS:

UELE haber en estos cuerpos, al lado de los maestros cuyos nombres van unidos á los progresos de la Ciencia y ocuparán en la Historia de ella puesto preeminente, individuos elegidos, á falta de cualidades más altas, por su afición á las investigaciones, y que, á modo de obreros, están llamados á la labor de re. lleno en la construcción científica cuyas líneas trazan los primeros. Para quienes, como yo, se encuentran en tal caso, el sillón académico es un alto honor y un beneficio inestimable, dada la ventaja que proporciona la comunicación con aquéllos. Por el honor y el favor que me habéis otorgado generosamente, llamándome á ocupar el puesto del insigne D. Luis Vidart, aceptad el testimonio de mi profundo é inextinguible reconocimiento.

Fué mi predecesor un espíritu grande y generoso, devoto ferviente del ideal, obrero infatigable de la cultura de su patria. Tomó parte en el movimiento filosófico de la segunda mitad del siglo último, que, si no ha producido una escuela de Filosofía española, ni ha arraigado entre nosotros los sistemas germánicos, entonces discutidos y propagados, por la disciplina del pensamiento y la boga de la pura inves. tigación que trajo, ha producido grandes maestros y ha ejercido notable influjo en la educación de los hombres de mi tiempo. Como

historiador, débese á Vidart haber promovido el estudio de figuras, hechos y obras que simbolizan legítimas glorias nacionales y haber cooperado al noble empeño que, con gran fortuna, inició un miembro ilustre de esta ACADEMIA, para deshacer la leyenda romántica de Colón y derribar el ídolo prodigioso levantado á costa de la buena fama de los Reyes Católicos y de su pueblo, reduciendo á justas proporciones la figura, sin duda grande, del descubridor de América. Como sociólogo, él pensó antes que nadie en la reforma profunda, radical y europea de nuestro ejército, que habiéndolo racionalizado; elevado por la cultura moderna y dispuesto como elemento eficaz de guerra conforme á las necesidades de los tiempos, quizá habría cambiado radicalmente los destinos de la España derrotada y dolorosamente mutilada de nuestros días. Y aún le quedó tiempo para escribir sobre Literatura portuguesa, contribuyendo así á la aproximación de los pueblos ibéricos mediante su mutuo conocimiento, para producir numerosas obras de crítica literaria, y para imaginar novelas, dramas, odas, sátiras, sonetos y romances, continuando dignamente el consorcio entre las letras y las armas, que es carácter distintivo de la Historia literaria de España.

Tan varia y considerable fué la labor del compañero que habéis perdido, cuyo vacío era muy difícil de llenar y no llenará ciertamente el que lo reemplaza, siquiera por la comunión con él en muchas ideas, pueda considerarme como su continuador en la modesta esfera que mis fuerzas consientan.

Si acabaron para nosotros los grandes empeños coloniales, apartados como estamos del movimiento contemporáneo, que busca en la exteriorización base firme de grandeza y prosperidad para las naciones, y obligados á triste recogimiento, quédanos, sin embargo, como consecuencia de nuestra gloriosa labor de cuatro siglos, una obra científica que realizar: el estudio de la colonización española, á que, sin duda, consagrará atención preferente la ACADEMIA.

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Mis aficiones y la consideración de la índole de los trabajos que habéis juzgado muy bondadosamente al elegirme, me llevan á exponer algunas observaciones sobre un tema que corresponde á tal orden de estudios, acerca del Carácter de la conquista y colonización de las Islas Canarias, como hecho inicial de la expansión de España y principio de la serie de gloriosas empresas que determinaron la de Europa y prepararon la vida presente de universales relaciones, á que coopera la Humanidad entera repartida por el Planeta.

I

Desde que el bachiller Francisco Thamara afirmó, á mediados del siglo xvi (1), que de los isleños habían quedado pocos, estando en su tiempo pobladas todas las Islas de gente de España, y el milanés Girolamo Benzoni, que después de un viaje á América-emprendido en 1541, con motivo del cual visitó las Canarias, pasando por Gran Canaria y La Palma,-escribió, al discurrir sobre las cosas notables de dichas Islas (2), que un solo hombre último resto de una valerosa nación arrastraba aún su existencia miserable sobre aquella tierra conquistada, se han acumulado muchos errores acerca de las Afortunadas, no desmintiéndose nunca la aserción del poeta de Sorrento, que dijo refiriéndose á ellas:

Ben son elle feconde, e vaghe e liete,

Ma pur molto di falso al ver s'agguinge. (3)

Cuando no sólo los escritores extranjeros (4), los propios historiadores españoles (5) han acumulado cargos y acusaciones contra los conquistadores de Canarias, nos presentan como los verdugos de los guanches y como los extirpadores de una raza al modo anglo-sajón, no será ocioso inquirir cuáles fueron los móviles de la conquista, qué suerte cupo á los indígenas, hasta qué punto forman parte de la po

blación actual, adelantada, próspera é íntimamente unida por indisolubles vínculos de afecto y de patriotismo á la madre España.

He de apelar para ello á testimonios de la moderna Antropología, cuyo desarrollo permite hoy proceder con más firmeza y seguridad en estas investigaciones que hace algunos años, de la tradición conservada en la poesía regional y de la Historia escrita y documentada.

II

El empleo de métodos rigurosos de observación para estudiar el hombre en sus caracteres físicos y estado social nos ofrece al presente precioso auxilio para la ilustración de los problemas acerca de los pueblos primitivos, como el que habitaba el Archipiélago canario al realizarse la conquista.

La Antropología, fundada por Buffon y Blumenbach y aplicada á la determinación de los orígenes y caracteres de los pueblos por William Edwards, que en los primeros momentos de su formación atendió con preferencia á los caracteres lingüísticos siguiendo á Hervás, Schlegel, Bopp, Prichard y Latham, hasta el punto de identificar razas y lenguas, con la escuela de Cuvier dió importancia á los caracteres físicos. Siguiendo la primitiva tendencia de Blumenbach, Geoffroy Saint-Hilaire mostró el camino que había de seguir la Ciencia contemporánea al afirmar el predominio de los caracteres cefálicos para la Historia natural del hombre. Daubenton, con su estudio sobre la situación del agujero occipital en el hombre y en los animales; Camper, distinguiendo las diferencias de fisonomía en los diversos pueblos y razas, y fijándose en el estudio del perfil de la cabeza según la abertura del ángulo facial; Van der Hoeven, Morton y Baer, con su método de investigación geométrica aplicado al conocimiento y distinción de las razas; y Retzius sobre todo, mediante la invención del índice cefálico, fundaron la Antropometría, que da

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