Aita Tettauen: 2.000

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Obras de Pérez Galdós, 1905 - 335 páginas
 

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Página 102 - La guerra, vista en ía realidad, se me ha hecho tan odiosa como bella se me representaba cuando de ella me enamoré por las lecturas... ¡Ay! querido Pedro, ese mundo vivido en los libros, en páginas de verso y prosa, ¡cuan distinto es del mundo real! Es aquél un mundo que parece haber nacido en los libros mismos, por virtud de los caracteres de imprenta.
Página 15 - Otra cosa les digo para que se pongan en lo cierto al entender de guerras africanas, y es que el moro y el español son más hermanos de lo que parece. Quiten un poco de religión, quiten otro poco de lengua, y el parentesco y aire de familia saltan a los ojos.
Página 278 - Debéis conocer los horrores de una plaza bombardeada y tomada por asalto: evitadlos a Tetuán, o, de otro modo, cargad con la responsabilidad de verla convertida en ruinas y desaparecer la población rica y laboriosa que la ocupa. »Os doy veinticuatro horas para resolver: después de ellas, no esperéis otras condiciones que las que imponen la fuerza y la victoria. »El capitán general y en jefe del ejército español, »Leopoldo O'Donnell. »Campamento junto a la plaza, 5 de febrero de 1860.
Página 45 - El agravio no era de los que piden reparación de sangre. Fueron los españoles a la guerra porque necesitaban gallear un poquito ante Europa y dar al sentimiento público, en el interior, un alimento sano y reconstituyente. Demostró el general O'Donnell gran sagacidad política inventando aquel ingenioso saneamiento de la psicología española. Imitador de Napoleón III, buscaba en la gloria militar un medio de integración de la nacionalidad, un dogmatismo patrio que disciplinara las almas y las...
Página 32 - O lava con sangre los ultrajes hechos a su nombre y representación q arrastrará una existencia de vilipendio, despreciada de todo el mundo. Así siguió un rato; pero como no hiciera su música el efecto que buscaba, soltó el cornetín, cogió la trompa y, soplando en ella con toda su fuerza, produjo estos bélicos sonidos : — ¡Qué gloria ver resucitado en nuestra época el soldado de Castilla, el castellano Cid, verle junto a nosotros, y tocar con nuestra mano la suya, y poder abrazarle y...
Página 332 - ... metido. Procuraré recoger á Ibrahim y á Maimuna, que amedrentados huyeron de vosotros, teniéndoos por diablos... Entre todos me cuidaréis la casa, que ha venido á ser refugio maternal de moros, cristianos y judíos... Anda, hijo, no te detengas... Allah y la Virgen te acompañen... Dios y la Virgen digo. Todo es lo mismo... Dios hizo al hombre, y el hombre ha hecho los nombres de Dios...
Página 33 - ... ¡Qué gloria ver resucitado en nuestra época el soldado de Castilla, el castellano Cid, verle junto a nosotros, y tocar con nuestra mano la suya, y poder abrazarle y bendecirle en la realidad, no en libros y papeles! Reviven en la edad presente las pasadas. Vemos en manos del valiente O'Donnell la cruz de Las Navas, y en las manos de los otros caudillos la espada de Cortés, el mandoble de Pizarro y el bastón glorioso del Gran Capitán. Las sombras augustas del emperador Carlos V y del gran...
Página 97 - No necesitó plarcón más licencia para salir disparado, diciendo a Juan que le esperase en tal tienda de Ciudad Rodrigo, una de las más próximas al sitio donde se separaron. En cuanto estuvo solo Santiuste, dejó al acaso que guiara su ambulación incierta: lleváronle sus pasos ante una gran tienda, que al punto reconoció como hospital de sangre, por el número de camillas que en su interior desde fuera se veían, y por los olores farmacéuticos envueltos en exclamaciones de dolor que en la...
Página 124 - ... éste sobre el tropel de moros, fue todo un instante... Del lado allá de este instante, que era como vértice en los órdenes del tiempo, estaba el milagro. El milagro fue que los hombres se multiplicaron. Ya no se vio más que el cruzarse de bayonetas y yataganes, el brillar de los ojos como brasafc, el hervor de un mar en que sobresalían miles de brazos agitando las armas.
Página 277 - ... la artillería, municiones, tiendas y cuanto contenía, ocupado por el ejército español, que está á vuestras puertas con todos los medios para destruir vuestra ciudad en cortas horas.

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