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especie, como está resuelto por punto general para las pinturas. Así se estableció por real resolucion de 25 de Junio de 1806, y comunicada esta á la Justicia de Poza, se devolviéron los monumentos á los descubridores, para que como dueños de ellos pudiesen libremente conservarlos ó enagenarlos segun les conviniese, proporcionándose de esta suerte la ventaja de que la nacion quede en posesion de estos restos de su antigüedad, y los particulares en el libre uso de su propiedad, para poder disponer á su arbitrio de lo que encontráren ó adquiriéren.

En la cima del monte de San Miguel, á cuya falda está la villa de Liria, en el reyno de Valencia, se halló el 31 de Octubre de 1806 un jarro ó cantarilla llena de monedas de plata, que segun informó posteriormente el alcalde mayor, parecian casi todas romanas, y ascendian al número de 982. La Academia comisionó á su individuo correspondiente el Señor Canga Argüelles, para que reconociese las monedas y formase su catálogo. Y aunque con motivo de la competencia que se suscitó entre el intendente y el alcalde mayor de Liria sobre conocimiento del hallazgo, hubo algunà dificultad ó embarazo por parte de este último, todo lo venció á satisfaccion de la Academia la real órden de 29 de Noviembre del mismo año, en que S. M. con arreglo á las leyes se sirvió mandar no se dispusiese de las monedas hasta que el Cuerpo se enterase y resolviese su adquisicion, si le convenia.

En el mes de Diciembre de 1806, Don Pedro Canel Acebedo, vecino de Boal en Astúrias, participó á la Academia que se habia hallado en unas excavaciones antiguas de minas de aquella jurisdiccion, una pequeña lápida quadrilonga con varios dibuxos y esta inscripcion romana:

IOVI.
EX. VOT.

P. ANT.

El alcalde mayor de la villa de Lécera, en el partido de

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Alcañiz, Don Valentin Bernardo Moratilla, dió cuenta en Febrero del mismo año de 1807 de un descubrimiento de pavimentos mosáicos hecho, á sus expensas en aquel pueblo, manifestando que no podia continuar la excavacion por falta de medios. Y la Academia, no hallándose en estado de tomar á su cargo la empresa, despues de haber dado las disposiciones convenientes para la conservacion de la parte descubierta, dirigió noticia de todo al Señor duque de Hijar, señor territorial de aquel pueblo, procurando empeñar su zelo y patriotismo en la prosecucion del descubrimiento.

En el discurso del año de 1807 se concluyó la edicion de las partidas del rey Don Alonso el Sabio. La Academia, encargada por S. M. de publicar las obras de aquel ilustre monarca, dió principio por la de las Partidas como la mas importante de las que saliéron de su pluma. La proteccion del Gobierno le franqueo todos los auxilios necesarios para tan digna empresa, le abrió todos los archivos y depósitos del reyno, donde pudieran hallarse copias antiguas de aquel código legal, y costeó generosamente el viage que se hizo para buscar, aunque , aunque inútilmente, en Portugal el códice de la cámara del rey Don Juan el I de Castilla, que se suponia haber caido en manos de los portugueses en la jornada de Aljubarrota. Con estos y otros auxîlios, juntó la Academia hasta sesenta y un códices antiguos, pertenecientes á los siglos XIII, XIV y XV, que cotejó entre sí con la mayor prolixidad y esmero para fixar la verdadera y genuina leccion de las leyes: dispuso la formacion de un prologo que encargo á su individuo el Señor Don Antonio Ranz Romanillos, en que se diese noticia de la ocasion de la empresa, del método que se habia seguido en su desempeño, del mérito, autor, circunstancias, ediciones, y varia fortuna del codigo que se publicaba. Se añadio la descripcion exâcta y puntual de los codices que se habian tenido presentes: varios de ellos coetáneos al rey Don Alonso el Sabio, y otros muy autorizados como el que pertenecio á la cámara del rey Don Pedro el Justiciero, y todos apreciables por su antigüedad y otras circunstancias. Descripcion que indica no solo la laboriosidad y zelo de la Aca

de

demia, sino tambien el grado de perfeccion que su edicion tiene sobre las anteriores: á la qual, despues de haberse empezado baxo auspicios tan respetables, emprendido con tantos auxîlios, desempeñado con tanta laboriosidad é inteligencia, y publicado á expensas del Gobierno, solo falta que el mismo Gobierno, consumando su obra, la autorice para el uso de los tribunales del reyno, como parece conseqüencia natural de sus disposiciones anteriores, y aún necesaria para sacar todo el fruto correspondiente de su proteccion y cuidados.

Los trabajos de la junta encargada de disponer la edicion de la crónica del rey Don Fernando IV el Emplazado, continuáron con actividad y eficacia por algun tiempo. La correspondencia que seguia la junta con varios académicos de las provincias que podian facilitar documentos relativos á aquel reynado, produxo la adquisicion de los que remitiéron el Señor obispo de Palencia de los archivos de dicha ciudad, y el Señor Rívas de la de Arcos. Diose principio á la impresion de la coleccion diplomática que debe acompañar á la crónica y servir de fundamento á su ilustracion, y se imprimió hasta la pág. 224, siendo inéditas las mas de las escrituras; y los individuos de la junta ideáron con aprobacion de la Academia adornar la edicion con índices y notas críticas. En tal estado quedó suspendida esta empresa, aguardando circunstancias mas favorables para su continuacion.

I

Al mismo tiempo iba preparando la junta la edicion de otras crónicas, y señaladamente de la de Don Alonso X, cotejando diferentes codices de ella, y trabajando con el mayor empeño en formar la coleccion diplomática de su reynado. Constaba ya esta de 560 artículos extractados por los individuos de la junta de diversos autores, de 51 documentos presentados por el Señor Abella, de otros varios copiados por el académico correspondiente Don Benito Fernandez de Navarrete en los archivos del ayuntamiento y de la iglesia catedral de Santo Domingo de la Calzada, y de otros remitidos de Arcos por el Señor Rívas; y el cabildo eclesiástico de la santa iglesia de Calahorra habia ofrecido á la Academia su archivo para que se sacasen las copias y

apun

apuntamientos que pudiesen convenirle. Esta empresa que habia nacido de la relativa á la crónica de Don Fernando IV, siguió la misma suerte, y quedó igualmente suspendida.

Otro proyecto habia propuesto el Señor Director desde el principio de su trienio, movido sin duda del buen éxîto con que en el anterior habia publicado la Academia el diccionario geográ fico de las provincias vascongadas, para extender el pensamiento á las restantes del reyno. Con este fin se formáron dos salas ó juntas de geografía, la una encargada del territorio de la corona de Castilla y otra del de Aragon. Esta última empezó á distribuir y promover sus trabajos, trató de recoger los papeles escritos sobre su asunto por los Señores Abad y la Sierra, Córdoba, Ramis y Posada, dispuso interrogatorios, entabló correspondencias en Aragon é islas Baleares. El Señor Villamil, individuo de la junta, leyó una parte de la historia del gobierno civil antiguo de Mallorca: mas no pasó adelante la empresa, y cesó como otras por las circunstancias poco favorables que sobreviniéron.

Los diplomas son la luz de la historia y el medio mas seguro de escribir con acierto la de las épocas á que pertenecen. La Academia, que nunca pierde de vista esta verdad, se ha dedicado con incesante afan desde su establecimiento á acopiar instrumentos y escrituras de todas clases. Así lo hizo en el período de que hablamos, mediante la laboriosidad y diligencia de varios de sus individuos, á quienes sus destinos o comisiones proporcionáron la facultad de coadyuvar tan justos deseos.

El Señor Don Juan Sans de Barutell habia pasado de órden del Gobierno al real archivo de Simancas á continuar el encargo de recoger materiales para escribir la historia de nuestra marina. Al propio tiempo se le habia autorizado para franquear las copias y noticias que le pidiese la Academia, á quien remitió con efecto en virtud de esto 164 copias de documentos importantes que se le pidiéron, muchos de ellos pertenecientes á la historia del santo concilio de Trento.

Del archivo real de la corona de Aragon, exîstente en Barcelona, hizo tres remesas considerables de documentos el P. Fr. Jayme

Vi

Villanueva, nuestro académico correspondiente, que estando autorizado por el Gobierno para reconocer los archivos eclesiás-. ticos, con el fin de continuar su obra del viage literario á las iglesias de España, podia durante su estancia en dicha ciudad reconocer y disfrutar los tesoros que encierra aquel deposito, poco conocido todavía de los literatos. Para este efecto y para remover los obstáculos que la ignorancia ó el mal entendido. zelo de algunas personas suele poner á las empresas de esta clase, obtuvo la Academia real órden para que se franqueasen al P. Villanueva qualesquiera documentos pertenecientes á la historia de España, á fin de que pudiese facilitar los apuntes, extractos y copias necesarias para adelantar nuestras tareas académicas.

Conocidas las favorables disposiciones del Gobierno para proteger operaciones tan útiles, el Señor Director que se hallaba en Pamplona á comisiones del real servicio, solicitó y obtuvo la licencia necesaria para reconocer los archivos de Navarra y enviar á la Academia los traslados y apuntamientos que pudiesen serle útiles para el objeto de su instituto : y habiendo registrado los 29 volúmenes de que consta el índice del archivo de la cámara de Comptos, formado con exquisita diligencia por nuestro individuo Fr. Liciniano Saez, remitió al pie de tres mil extractos de los documentos que creyó mas importantes y conducentes para adelantar las tareas del Cuerpo, pudiendo este lisongearse de que posée noticia individual de lo mas raro y selecto de aquel precioso archivo, cuyos documentos abrazan desde fines del siglo X hasta el año de 1714. Acompañó el Señor Director un erudito y juicioso papel en que daba razon del sistema y miras particulares que se habia propuesto en la eleccion de documentos, haciendo muchas y sólidas observaciones sobre varios defectos de nuestros historiadores y genealogistas, y sobre el mérito de los analistas de Navarra Moret y Aleson.

Concluido este ímprobo trabajo, se dedicó el Señor Director á reconocer los dos volúmenes del cartulario magno, llamado de Don Teobaldo, que de órden de este monarca empezó á formarse por los años de 1237, y dirigió á la Academia copia ín

te

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