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atacó Kasan á los sarracenos junto á la ciudad de Emeso, derrotándolos tan completamente que dueño á discrecion de todas las ciudades de la Siria, le abriéron las puertas hasta Jerusalen y Damasco (1). Con noticia de aquellos preparativos habia despachado el rey Don Jayme II de Aragon á Pedro Solivera por embaxador al rey Kasan, con instruccion y carta fecha á 18 de Mayo de 1300, ofreciéndole naves, galeras, gente, armas, caballos, víveres y quanto fuese provechoso á sú hueste, y aún su misma real persona; noticiándole ademas haber ordenado que qualquiera de sus vasallos que quisiese ir á aumentar sus exércitos lo pudiese hacer sin obstáculo (2).

45. Como esta expedicion, sin embargo de sus gloriosos y favorables principios, se malogró por haber tenido que regresar á Persia el rey Kasan á sosegar los alborotos, que durante su ausencia habia promovido un pariente suyo, volviéron á renovarse con mucha severidad las prohibiciones de comerciar en Alexandría ó Egipto con los sarracenos, como aparece por una cédula del rey Don Jayme de 16 de Junio de 1302 (3); pero tres años despues con motivo de haber enviado el soldan un embaxador á aquel soberano, y de corresponder este con otro para solicitar la libertad de varios cautivos cristianos en Alexandría y el permi so de abrir y reedificar las iglesias destruidas, comenzó á permitirse de nuevo la conduccion de algunas mercaderías ó efectos no prohibidos, mediante los derechos que se impusiéron (4). Sin embargo de que el papa promovia en el año de 1309 una nueva cruzada para recobrar la tierra santa, y que á su solicitud habia permitido el rey de Aragon á los maestres y caballeros de las órdenes del hospital y del temple, y á Hugo de Cardona arcediano de la silla de Barcelona, extraer con este objeto de sus dominios muchas armas, caballos, marineros, víveres y quanto fuese necesario á la expedicion (5), procuraba este soberano cultivar

(1) Jauna, Hist. gen. de Chipre, Jerusalen &c. lib. XIV, cap. 3.

(2) Capmany, Mem. de Barc. colec. diplom. tom. IV, núm. 12, p. 28, y en la de Sans, ms. art. I,

núm. 75.

(3) Véase el apéndice núm. XX,

(4) Véase el apéndice núm. XXI,

(5) Colec. dipl. de Sans ms, en la Acad, de la Hist. art. 1, núms. 82, 83, 84 y 85.

por entonces la amistad con Abilfat Mahomet, hijo de Almanzor, soldan de Babilonia y señor de levante, enviándole por sus embaxadores á Guillermo de Casanadal y Arnaldo Sabastida con magníficos regalos, como lo hizo en 1314, procurando la redencion de los cautivos, el buen trato de sus vasallos, el exercicio libre de su religion en aquellos dominios y el que pudiesen visitar con seguridad los santos lugares (1) gracias que obtuvo por el favorable concepto que supo grangearse de los príncipes mahometanos, de quienes se hizo respetar, al mismo tiempo que los sumos pontífices, aunque usando de la facultad que entonces exercian de conceder aún al mismo rey el permiso de enviar sus embaxadores al soldan y hasta para despachar una nave con mercaderías (2), imploraban su poderosa mediacion para el rescate de aquellos cristianos cuya libertad podia interesarles., Tal fué el objeto y espíritu de las bulas ó breves expedidos por Juan XXII á 14 de Octubre de 1317 y á 30 de Junio de los años de 1320 y 1321, conteniéndose especialmente en el último grandes elogios del soberano de Aragon por los muchos cautivos que habia redimido; en cuya recompensa y consideracion se le otorgaba licencia para enviar una nave con sus embaxadores y algunas mercaderías á los puertos de Egipto (3).

46. Igual permiso concedió su Santidad pocos años despues á instancias del rey de Francia Cárlos IV á Guillermo Bonesmans frances de nacion, para llevar una nave con mercaderías á los dominios del soldan de Babilonia, transportando al mismo tiempo los embaxadores que su soberano enviaba para tratar asuntos concernientes á la exâltacion de la fe católica; y como Bonesmans hubiese venido á Barcelona á fletar la coca ó nave de Francisco Bastida, vasallo del rey de Aragon, permitió este en 8 de Julio de 1327 que sus súbditos pudiesen llevar en ella dinero y cosas no prohibidas y aún embarcarse ellos mismos: gracia que

(1) Colec. diplom. de Sans, art I, núms. 87 hasta el 91, copiados del arch. gral. de la corona de Aragon, Reg. Legationum, Jacob. II, de 1310 ad 1318, fols. 231 al 233 v. Capmany, colec. diplom. tom. IV, núm. 32, p. 64.

(2) Capmany, colec. diplom, tom. IV, núm. 40, P. 79, y núm. 48, p. 96. (3) Véanse los apéndices núms. XXII y XXIII.

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costó tres mil sueldos barceloneses, cuya mitad debia invertirse en la fábrica del monasterio de Pedrálves, y la otra mitad en el de Valldonsella (1).

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47. 'Esta dependencia en que estaban los reyes de Francia y de Aragon de la voluntad del papa para el comercio de ultramar, era de tanto interes y ventaja á la curia romana por las multas que imponia á los infractores como por los derechos que exîgia de las licencias ó permisos que otorgaba; pero tan perjudicial y embarazosa al comercio y tan odiosa á los catalanes, que en las Cortes generales que estos celebráron en Barcelona el año de 1373, se ajustáron á 29 de Enero dos famosas capitulaciones entre el rey Don Pedro IV de Aragon y aquella ciudad, sobre la libertad ilimitada de mandar embarcaciones con géneros y mercaderías, que no fuesen de contrabando, al Egipto y demas puertos del soldan de Babilonia, determinando lo que deberia pagar cada nave segun su capacidad, fuese ó no absuelta del pontífice, y señalando quales deberian ser los derechos en el caso de que no aportasen al Egipto sino á Chipre (2). Á conseqüencia de esta resolucion aprobó y confirmó el rey en 17 de Junio de 1379 el nombramiento de los consules que para la Siria, la Armenia y demas paises de ultramar habian hecho los conselleres de Barcelona (3); y como los soberanos de Aragon, atentos siempre al engrandecimiento y decoro de sus estados y á la prosperidad de sus súbditos, sostuviéron con sumo teson el respeto á su bandera y la seguridad de su navegacion en todos los mares fomentando el comercio marítimo con muchas exênciones y privilegios, y allanando los estorvos y travas que podian entorpecer su curso, lográron conservar la concurrencia en Alexandría y Egipto aún muchos años despues que el descubrimiento de la India oriental por los portugueses hizo cambiar el giro de aquella contratacion, aniquilando el poder de las marinas

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(1) Véase el apéndice núm. XXIV.

(2) Arch. gen. de Arag. leg. de cartas y quadernos del armario de Cerdeña, en cuya cubierta está escrito pro civitate Barchinone, y cop. en la colec. de Sans, art. 1, núm. 106. Capmany copia una de estas capitulaciones o convenios en el tom. II de sus Mem. hist, colec. diplom. núm. 91, pag. 144.

(3) Véase el apéndice núm. XXV.

del Mediterráneo, para levantar sobre sus ruinas las que entonces comenzáron á enseñorearse de la vastaextension del Océano atlántico. Este fué el influxo de las cruzadas con respecto á la navegacion y comercio de los súbditos de la corona de Aragon á los paises llamados entonces de ultramar.

48. Aunque los reyes de Castilla no tuviéron durante el siglo XIII tanta parte como los de Navarra y Aragon en las expediciones de la tierra santa, no dexáron por estoode ser freqüentes sus relaciones y su comunicacion con los príncipes mas poderosos del oriente. El viage á la tierra santa que algunos atribuyen á Don Alonso VIII, llamado el noble, en compañía de su suegro Ricardo rey de Inglaterra, es una invencion propagada por los poetas, y desmentida por los documentos coetáneos y por el exâmen crítico de las acciones de este gran monarca, historiadas con tanta exâctitud y prolixidad por el marques de Mondéjar (1).

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(1) Lope de Vega para dar algun apoyo de verisimilitud á la accion de su epopeya trágica intitulada Jerusalen conquistada, fundado en que Don Alonso VIII estuvo casado con Doña Leonor hija de Ricardo rey de Inglaterra, asegura la expedicion de estos dos príncipes á la tierra santa en estos términos: » Y desde esta conquista que "fué del emperador Conrado y Luis de Francia en tiempo de Eugenio III, quando el » perverso Emanuel de Constantinopla hizo tantas traiciones y Rogerio de Sicilia tan» tas hazañas, hasta la que yo escribo de Ricardo y Alfonso, pasáron quarenta y dos » años, porque fué en el pontificado de Gregorio VIII La expedicion del emperador Conrado y del rey Luis de Francia el jóven fué en el año de 1147 segun los historiadores (Maimbourg, Hist. des crois. lib. III. Jauna, Hist. de Jerus. lib. IV, cap. 1): por consiguiente la de Ricardo y Alfonso debió ser 42 años despues, esto es en 1189, quando ya Gregorio VIII habia muerto, pues solo disfrutó la tiara 58 dias en el año de 1187 (Illéscas, Hist. Pontif. lib. V, cap. 29 ). Por otra parte consta que el rey Ricardo llegó con su expedicion al puerto de Acre el 8 de Junio de 1191 (Maimbourg, Hist. des crois. lib. VI), y que su yerno Don Alonso no pudo acompañarle, pues desde los años anteriores hasta el de 1193 en que celebró las famosas Córtes de Carrion hay muchos privilegios dados en varias ciudades de España que refiere Mondéjar con su notoria exâctitud (Mem. Hist. de Don Alonso VIII, cap. 59 y sig.) Tampoco pudo ir ántes ni despues de esta época ; y por lo mismo no hacen mencion de este viage ni la Crónica general de España escrita por Don Alonso el sabio, ni el Sumario de los reyes de España que escribió el despensero mayor de la reyna Doña Leonor muger de Don Juan I. La incertidumbre con que segun Lope de Vega habláron algunos escritores de esta expedicion prueba tambien su falsedad; pues unos la atribuyen á Don Alonso VI, otros al VIII y algunos al IX; y si bien Lope adopta y sostiene la opinion de que fué el segundo de los tres, receloso sin embargo de las objecciones que pudieran ponerle, concluye diciendo: ", Y quando todo fuera » distinto de la verdad, que no debe ningun español creerlo, basta haber dicho Aris»tóteles: Non poeta esse facta ipsa narrare, sed quemadmodum vel geri quiverint,

Otros han supuesto que San Fernando y su hijo Don Alonso el sabio hicieron voto de pasar en socorro de la tierra santa (1); pero esta especie es absolutamente incierta con respecto al primero. Ninguna empresa parecia mas propia y característica de un príncipe tan cristiano, que siendo aún muy jóven al armarse caballero en Búrgos habia ofrecido á Dios hacer la guerra á los moros hasta arrojarlos de España (2); y nada era mas natural que quando trató la boda de su hermana Doña Berenguela con Juan de Brena rey de Jerusalen, hubiese concertado con este los auxilios que debiera ó pudiera proporcionarle para recobrar el trono que se habia visto precisado á abandonar en Asia, especialmente habiendo venido á Europa con este fin, ó para implorar el favor de algunos soberanos ó para proporcionarse con otros alianzas que los interesasen en sus desgracias (3). Pero la continuacion gloriosa de las hazañas de San Fernando y su propósito de libertar á España de la dominacion mahometana, le alexáron siempre de la guerra de ultramar, habiendo merecido sin embar go tan alto aprecio de los pontífices romanos, que en el año de 1246 expidió Inocencio IV una bula de cruzada para los que concurriesen á la conquista de Sevilla, concediendo ademas al rey otras gracias y auxilios para tan importante empresa (4). En ella tuviéron muy señalada parte los marinos de las costas de Vizcaya y montañas de Santander, donde se fabricáron las naves que mandadas por Don Ramon de Bonifaz, primer almirante de Castilla, rompiéron el puente de Triana y facilitáron la toma de la ciudad. Guardando este mismo caudillo y defendiendo despues las costas de Andalucía, infestando y molestando las de África manteniendo la amistad con algunos de sus régulos, preparaba

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» vel verisimile, vel omnino necessarium fuerit. « Lope, que tambien adoptaba la făbula de la judía Raquel, pretendia vindicar las glorias de su patria con sostener y publicar las hazañas supuestas de Don Alonso en el Asia; pero se olvidó de que estas apologías caducan quando en lugar de apoyarse en documentos y testimonios históricos de buena nota se levantan sobre ficciones poéticas, que si entretienen y deleytan la imaginacion jamás persuaden ni convencen al entendimiento.

(1) Mondéjar, Mem. de Don Alonso el Sabio, lib. 1, cap. 28.

(2) Ferréras, Sinopsis hist. part. VI, año 1210, §. 2.

(3) Mem. para la vida de San Fern. part. 1, cap. 33..

(4) Ortiz de Zúñiga, Anal. de Sevilla, lib. 1, año 1247, §. 2.

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