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blicar la cruzada contra infieles, por la plena confianza que tenia de su virtud y de la pureza de su fe (1).

36. La última expedicion á la Siria á que concurriéron la marina y tropas de Cataluña fué en el año de 1290, quando conquistada Trípoli por el soldan de Egipto y amenazados los cristianos de ser arrojados enteramente de la Asia, solicitáron estos los auxílios de varias potencias, y el papa promovió una cruzada con el objeto de recobrar aquella plaza. Las repúblicas marítimas de Italia y los soberanos de Europa, envueltos entre sí en guerras y disensiones particulares, no pudiéron acudir á tan urgente necesidad. Solo el rey de Sicilia, instado vivamente del sumo pontífice, despacho 23 naves de guerra en dos divisiones: la una se dirigió al puerto de Acre; y la otra, compuesta de 16 galeras y mandada por el famoso almirante Roger de Lauria, navegó hácia el puerto de Tolometa en África, donde apresadas las naves que habia en él, desembarcó sus tropas, que forzáron las puertas y entráron á viva fuerza en el castillo, siguiéndose el saqueo y destruccion de toda la ciudad (2).

37. Por otra parte el rey de Aragon Don Alonso III habia permitido al maestre de los templarios en sus dominios extraer de ellos quantos caballos, acémilas, armas y víveres necesitase para socorro de la tierra santa (3); pero ni este ni otros de igual naturaleza y consideracion que pudiéron prestar los venecianos y reunir la solicitud del papa, alcanzáron á evitar que los sarracenos, dueños ya de quantas plazas y fortalezas habian poseido en Asia los cristianos, á excepcion de Tolemaida ó Acre, les obligasen á encerrarse en esta ciudad, cuya pérdida apresuráron estos, mas por su division é imprudencia que por el valor ó la fuerza de los enemigos.

38. Ademas de Enrique rey de Chipre, que debió haber tomado el mando supremo, estaban allí el legado pontificio, el pa

(1) Oderico Raynaldo, año 1276, núm. 20. Ortiz de Zúñiga, Anal. de Sev. lib. II, año 1276, §. 5.

(2) Zurita, Anal. lib. IV, cap. 114. Capmany, Mems. de Barc. part. 1, lib II, cap. 3.

(3) Véase el Apénd. núm. XVI.

y

triarca de Jerusalen, el príncipe de Antioquía, el conde de Trípoli, las tres órdenes militares del hospital, del temple y los teutónicos; muchas tropas y naturales de Nápoles, Francia é Inglaterra; los consules y comerciantes de Venecia, Génova y Pisa; los armenios y los tártaros. Todos formaban barrios separados dentro de la misma ciudad; todos exercian sus jurisdicciones particulares; todos tenian sus tribunales, magistrados y oficiales, con la misma autoridad é independencia los unos de los otros qual si fuesen otros tantos soberanos. De aquí nació la discordia entre tantos caudillos llenos todos de vanidad, de envidia Y de ambicion: de aquí la falta de gobierno y de justicia: de aquí la corrupcion de las costumbres y la impunidad y tolerancia de los crímenes mas atroces: de aquí que los aventureros y gente per.dida que habia concurrido de Europa, quebrantando el juramento la ley de las treguas obtenidas por la generosidad del soldan, no solo acometiesen traidoramente entre las sombras de la noche á los sarracenos, que confiados en la solemnidad de sus pactos venian á comerciar á la plaza, asesinándolos y robando sus habitaciones, sino que aún en medio del dia tuviesen la insolencia de salir en batallones formados á talar los campos como si se estuviera en guerra abierta, sin que ningun gefe, ninguna autoridad procurase contener y castigar tan inauditos como escandalosos excesos. Aún se negáron neciamente á dar al soldan la satisfaccion que por ellos demandaba, y con esto lo irritáron de manera que juntando inmediatamente en Egipto un exército de 600 caballos y de 1600 hombres de infantería, atravesó el desierto y aunque le sobrevino la muerte, su hijo y sucesor, cumpliendo con denuedo la última voluntad del padre, puso el sitio y comenzó los ataques el 5 de Abril de 1291, y despues de varios sucesos prósperos y adversos, y de una defensa de quarenta y tres dias bien sostenida, en especial por los caballeros de las órdenes, se hicieron los infieles dueños de la plaza, y los cristianos perdiendo el último asilo que les restaba en unos paises que habian dominado por dos siglos, se embarcáron para trasladarse á Chipre (1).

(1) Jauna, Hist. gen. de Chipre, Jerusalen &c. lib. XIII, caps. 7, 8 y 9.

39. Al mismo tiempo que Enrique II de Lusiñan, rey de Jerusalen y de aquella isla, procuraba asegurar su defensa, fixando en ella la residencia de las órdenes militares del hospital y del temple, porque los teutónicos prefiriéron ir á establecerse en Prusia, atendia tambien á proporcionar á sus vasallos las comodidades del comercio, engrandeciendo y fortificando la ciudad de Famagosta, á semejanza de la de Tolemaida, y excitando por varios medios el concurso de las naciones extrangeras (1). Con este objeto concedió en Octubre del mismo año de 1291 varias franquicias á los mercaderes y navegantes catalanes que aportasen á sus estados; á cuya imitacion lográron tambien á 12 de Enero de 1299 iguales ó semejantes privilegios de Cárlos II rey de Jerusalen y de Sicilia, confirmados despues por su primogénito el duque de Calabria (2).

40. No eran estos los únicos alicientes y beneficios que lograban los catalanes para asegurar y extender su comercio marítimo. Los soberanos de Aragon, que le consideráron siempre como el cimiento mas sólido de la riqueza y prosperidad de sus súbditos, solicitáron y mantuviéron freqüentemente la amistad y alianza de los mismos príncipes infieles, contra quienes en otras ocasiones se confederaban con los príncipes cristianos, mas por respeto ó condescendencia á la santa sede, que porque lo dictasen la política y el interes de sus estados. Así es que el rey D. Jayme I, viendo la concurrencia que habia por los años de 1250 de mercaderes barceloneses en Egipto al trato de la especería, que era de mucha consideracion, ajustó un tratado de comercio con el soldan, y en 1272 ya tenian en Alexandría los catalanes su cónsul nacional (3).

41.

Pero este comercio padeció muchas interrupciones, porque los papas, queriendo evitar con los infieles una comunicacion que podria acrecentar sus fuerzas, ya con los socorros y aprestos que recibiesen de Europa, ya con los derechos exôrbitantes que les rendian sus propias aduanas, prohibiéron este tráfico

(1) Jauna, lib. XIV, cap. 1.

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(2) Capmany, Mem. de Barc. colec. diplom. tom. II, núms. 31 y 37(3) Ibid. Mem, de Barc. tom. 1, parte 2, cap, 2.

cial con el soldan de Egipto, como lo hizo Gregorio X por una bula, ampliando sin embargo ó restringiendo esta ley en casos y circunstancias particulares. Los diplomas del archivo de la corona de Aragon ofrecen continuos exemplares de esta alternativa de rigor ó condescendencia respecto á la observancia de los mandatos ó leyes prohibitivas que entonces se dictáron, y no fué otro el principio de la real cédula que en el año de 1274 expidió Don Jayme I prohibiendo en sus dominios toda extraccion de hierro, armas, maderas de construccion naval, granos y otros víveres para tierras de sarracenos: prohibicion que causó gran sensacion en el comercio de Cataluña, ocasionando muchas instancias y súplicas de los negociantes, algunas consultas de teólogos y moralistas y varias aclaraciones del soberano. Pero pocos años despues ya parece se restableció la navegacion á los paises de ultramar, segun se infiere del contenido de una carta que en 1286 dirigió Don Pedro IV desde Barcelona al soldan de Egipto sobre varios puntos concernientes al arreglo de los intereses mercantiles de sus respectivos vasallos (1).

42. Aún despues que los cristianos habian sido echados de la Siria y de la Palestina, mientras el papa Nicolas IV trabajaba con infatigable zelo en reunir y empeñar á los príncipes cristianos en una nueva cruzada para reparar aquellas pérdidas, el rey de Aragon Don Jayme II negociaba con el mismo conquistador de Acre el soldan de Egipto Muley al Kraf un tratado de amistad y alianza, no solo para sí y sus estados, sino para los de Castilla y Portugal (2), por medio de sus embaxadores Romeo de Marimon y Raimundo Alemani, á quienes en 1292 despachó sus instrucciones y credenciales. Esta negociacion y solicitud no obstó para que en el año siguiente de 1293 despachase aquel mismo príncipe con cartas fechas á 12 de Noviembre otros emisarios á los reyes de Chipre, de Armenia y de los Mogoles, para concertar con ellos algunos asuntos de comercio, y solicitar con especialidad entre otras cosas le informasen del estado de la tierra

(1) Capmany, Mem. de Barc. tom. 1, part. 2, cap. 2, y tom. 2, colec. diplom. núm. XVII, pág. 36. (2) Ibid. colec. diplom, tom. 4, núm. 8.

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santa y de los que la ocupaban, en el supuesto de que tenia determinado trabajar incesantemente en su recuperacion con ayuda de ellos, luego que concluyese la paz que estaba procurando con sus enemigos. Al último exhortaba en particular á que uniendo su poder al suyo permitiese á las tropas aragonesas desembarcar en Armenia para facilitar la reunion, y les concediese un salvoconducto á fin de que pudiesen permanecer con seguridad en los puertos, costas y lugares de aquellos dominios (1).

43. Por este mismo tiempo el papa Bonifacio VIII, queriendo unir á la tiara la corona de Sicilia y empeñar en su conquista al rey Don Jayme II de Aragon, expidió un breve á 5 de Abril de 1297 promulgando sentencia de entredicho y excomunion contra los que hostilmente invadiesen los reynos y bienes de aquel soberano mientras estuviese empleado en servicio de la Iglesia y de la tierra santa, ó concurriese á su auxilio con armadade diez ó mas galeras; mandando por otro breve despachado tres dias despues á los obispos de Barcelona y Tortosa, entregasen al rey para los gastos de la esquadra, que debia equipar aquel verano en servicio de la Iglesia romana, los productos resultantes de las ab, soluciones que diesen á los conductores ó negociantes de cosas prohibidas á los sarracenos de Alexandría, ya hubiesen comerciado con ellos, ya dádoles consejo ó auxilio; los quales siendo hombres debian perder el quinto de sus ganancias, y si mugeres la quarta parte (2).

44. Mas activos los orientales que los europeos, procuráron eficazmente hacerse dueños de los santos lugares, arrojando de ellos á los sarracenos que los ocupaban. Luego que subió al trono de Persia el rey Kasan se dirigió á marchas forzadas hácia el Eufrátes á la cabeza de 2000 combatientes, ademas de las tropas auxiliares de los reyes de Armenia y de Georgia que se le reuniéron á la entrada de la Siria , y de las del rey de Chipre que con los caballeros de las órdenes del hospital y del temple quisiéron tomar parte en esta expedicion. Con tan poderosas fuerzas

(1) Véase el apéndice núm. XVII.

(1) Véanse los apéndices núms. XVIII y XIX.

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