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to II, procurando fomentar eficazmente la guerra sagrada de nuestra península, manifestó sus deseos de alentar al exército con su misma presencia, y no pudiendo cumplirlo sustituyó por su persona á San Olegario arzobispo de Tarragona, nombrándole su vicario y legado à latère, y dirigiendo á todos los fieles una bula en que exhortaba á los reyes, príncipes, obispos, condes y toda la cristiandad á la guerra de España contra los infieles, concediéndoles las mismas indulgencias que á los defensores de Jerusalen y encargándoles procediesen en todo con acuerdo y resolucion de aquel venerable prelado. Este se halló tambien en el concilio de Claramonte, celebrado con asistencia de Inocencio II á 18 de Noviembre del año de 1130, en el qual se impuso á los incendiarios despues de la excomunion la penitencia de que concurriesen por un año á la guerra santa de Jerusalen ó de España: siendo probable, como ya lo notó el padre Florez, que San Olegario promoviese semejantes decretos por el anhelo que tenia de ver libre y purificada su patria de la secta mahometana. Lo cierto es que estimulados de semejantes llamamientos y gracias concurriéron á militar en estos reynos muchos varones ilustres pecialmente normandos y franceses, de los quales unos volviéron á sus tierras y otros perseveráron, y aún se avecindáron en nuestra península (1).

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18. El copioso fruto que produxéron estas amonestaciones y gracias de los concilios y de los sumos pontífices, no solo por lo que alentaban á los españoles, sino por el gran concurso de extrangeros que venian en su auxilio, hizo que los reyes de España solicitasen en adelante de la santa sede la dispensacion de la cruzada para toda empresa empresa de alguna importancia que se intentase contra los moros establecidos en sus dominios. Así la obtuvo Don Alonso VIII de Castilla del papa Inocencio III para la memorable jornada de las Navas de Tolosa en 1212: así la dispensó Clemente IV en 1265 á instancia de Don Alonso el sabio y de Don Jayme I de Aragon para evitar los daños que amena

(1) Florez, Esp. sag. tom. 25, trat. 63, cap. 6, núms. 14 y sigs. y tom. 29, trat. 65, cap. 6. Risco, Esp. sag. tom. 31, trat. 67.

zaba la reunion de los moros de Murcia y Granada con la multitud que venia del Africa: así la concedió Gregorio IX al mismo Don Jayme de Aragon en 1229 para la conquista de Mallorca y en 1232 para la de Valencia y aún para la de Ibiza: así á San Fernando en 1247 para la de Sevilla; y del mismo modo la solicitáron y obtuviéron todos sus sucesores para continuar la guerra de España hasta la total expulsion de los moros en 1492, quedando despues perpetuada esta bula para el goce de varias gracias é indulgencias, hasta haberse erigido el consejo de Cruzada en el año de 1534 con un comisario general, para cuyo nombramiento concedió facultad el papa Paulo III al emperador Cárlos V, que nombró en virtud de ella al obispo de Palencia Don Francisco de Mendoza. Desde entonces se han ido prorogando estas gracias, y establecídose por regalía de la corona la de proponer á su Santidad persona para la comisaría general de cruzada en sus vacantes (1).

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19. En Portugal no conociéron la cruzada hasta despues de mediado el siglo XV, quando Mahomet II conquistó á Constantinopla y á todo el imperio de oriente. Entonces el papa Calixto III para contener los progresos de los turcos y salvar la cristiandad, convocó á varios príncipes cristianos, y envió cruzada á Don Alonso V de Portugal para mas animarle en esta empresa. » Lucida flota (dice el historiador Manuel de Faria y

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1) »salió de nuestro reyno para juntarse con las de la liga: Ile"gó á los puertos de Italia, de donde volvió sin efecto, siendo »la causa principal el poco zelo de Pio II, que publicando la "expedicion hizo tesoro para sus intentos de lo que los prínci»pes cristianos le enviáron para aquel: así que el ofrecimiento "fué muy dellos, y muy de Italia aquella resolucion. « Con este motivo hizo fabricar Don Alonso la moneda que llamó cruzados, y unas doblas con el nombre de cruzadas, que valian 150 y 200 maravedis (2). Tal suele ser el término aún de aquellas

(1) Origen de la Cruzada en España, cap. I, tom. XXXII de mss. de la Acad. de la Hist. Riol, Informe sobre la creacion de los Consejos, Tribunales, Archivos, &c. num. 101 y sig. en el tom. III del Seman. erudito, pig. 173.

(2) Faria y Sousa, Epit. de las hist. Portug. part. III, cap. 13.

benéficas instituciones, que desviándose progresivamente de las causas de su orígen, llegan á ser objeto de los intereses ó pasiones particulares de los hombres.

20. Mientras que tantos españoles viajaban á la Palestina en el siglo XII á satisfacer su valor y devocion, un judío de Tudela en el reyno de Navarra, llamado Benjamin, de singular discrecion y muy instruido en la sagrada escritura, inflamado de su amor á la ley de Moyses, resolvió ir á visitar á sus hermanos del oriente, creyendo hallarlos en tal grado de crédito y prosperidad, que fuese capaz de hacer revivir el honor y la dilatacion de su secta. Con este designio salió de España en 1160, fué por tier-. ra á Constantinopla, y atravesó los paises que están al norte del Ponto Euxino y del mar Caspio, hasta la Tartaria china. De allí tomó su direccion hácia el Sur; y despues de haber atravesado diferentes provincias del interior de la India se embarcó en el océano índico, visitó muchas de sus islas, y con las observaciones propias y las noticias que recogió de otras personas fidedignas, volvió al fin de 13 años por el Egipto á España, con grandes conocimientos sobre una porcion considerable de nuestro globo, desconocida entonces de los pueblos occidentales. Su relacion o itinerario ha tenido muchos impugnadores, y tambien doctos apologistas sobre la verdad de su narracion; y entre estos merece distinguido lugar nuestro célebre Arias Montano, que fué el primero que la traduxo en latin á instancias del ilustre obispo de Segovia Don Martin de Ayala (1).

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21. El origen y establecimiento que tuviéron á principios del siglo XII en la Palestina las órdenes militares y hospitalarias de San Juan de Jerusalen y del temple, para defender de facinerosos en los caminos á los cristianos que iban en peregrinacion, para asistirlos en los hospitales y curarlos de sus enfermedades y dolencias, y para guerrear de continuo contra los enemigos de la fe, diéron causa é impulso á los españoles, ya para incorporarse en unos institutos tan análogos á su espíritu militar y á su de

(1) Rodriguez de Castro, Bibl. de escrit. rabinos, tom. I, pag. 82. Robertson, Hist. de l'Amer. lib. I.

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vocion, ya para procurar su engrandecimiento y propagacion por todos los estados cristianos de Europa. Los reyes y especialmente la nobleza, que tanta consistencia adquirió con las nuevas religiones, se apresuráron sin término ni límite á dar exemplo de su piadosa generosidad. Por contemplacion á San Bernardo, de quien era muy devoto, determinó el emperador Don Alonso de Aragon dexar grandes heredamientos y posesiones á los caballeros del temple y en efecto cumplió este propósito quando muriendo á vista de Fraga en una batalla con los moros el año de 1131, despues de hacer otras mandas piadosas y notables á varias iglesias y monasterios, declaró por herederos y sucesores de todos sus reynos y señoríos, en toda propiedad y absoluto dominio, á aquellos religiosos y á los del santo Sepulcro de Jerusalen : donacion que no pudo tener efecto por circunstancias que obligáron á las mismas órdenes á renunciar sus derechos, con algunas reservas y condiciones (1). Don Ramon Berenguer, conde de Barcelona, tomó el hábito de San Juan, y su hijo el príncipe Don Ramon, que fué muy apasionado de los templarios, los hizo traer á Cataluña desde la Palestina, á persuasion de San Olegario, quien como metrópolitano celebró un concilio en Barcelona á 15 de Abril de 1 134, en el qual se determinó la inmunidad que debian gozar estos caballeros, se les ofreció la proteccion de la Iglesia, y se promulgáron penas y censuras contra quien los injuriase. Dioles entónces aquel príncipe la villa de Monzon y muchos castillos, y otras rentas (2). En 21 de Febrero de 1132 murió Don Pedro Atares, caballero muy principal del reyno de Aragon, y por no dexar hijos pretendiéron los religiosos del hospital y del temple suceder en el señorío de la villa, ahora ciudad de Borja que les habia cedido en vida; y en tal concepto la diéron ellos en feudo á Doña Teresa madre del donador, por cuya causa Don Ramon Berenguer, príncipe de Aragon, se apoderó de aquella la y de la de Magallon, dándoles en recompensa otros pueblo

(1) Fúnes, Crón. de la Relig. de S. Juan, lib. I, cap. 2. Zurica, lib. I, cap. 45 y 52, y lib. II, cap. 4.

(2) Zurita, Anal. de Arag. lib. I, cap. 29, y lib. II, cap. 4. Fúr.

3. Florez, Esp. sag. trat. 65, cap. 6, tom. 29, P. 270.

(3) Zurita, Anal. de Arag. lib. II, cap. 13. Fúnes, lib. 1, cap.

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llándose en Huesca el rey Don Alonso II por Marzo de 1193 dió la villa de Caspe á la religion de San Juan y en su nombre á Fr. Armengol de Aspa, maestre que entonces llamaban en España de Amposta, y en 1196 los pueblos y castillos de Alhambra, Orrios y la Peña del Cid á los templarios. Despues de la muerte de este rey heredáron los hospitalarios de San Juan, como lo dexó mandado en su testamento, la villa y castillo de Samper de Calanda en el año de 1197 (1).

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Los reyes de Navarra y sus vasallos queriendo acreditar su devocion, y el aprecio que hacian de las proezas y servicios importantes con que se distinguian en la guerra santa de ultramar los religiosos de ambas órdenes, los colmáron tambien de riqueexênciones y prerogativas. Á 18 de Noviembre del año de 1135, reynando Don García el restaurador, donáron Lope Iñiguez y su muger Sancha Aznarez al hospital de San Juan de Jerusalen la iglesia de San Miguel de la villa de Zizur, en el obispado de Pamplona (2). El mismo rey Don García donó en Enero de 1142 á la órden de San Juan las villas de Cavanillas y Fustiñana para sufragio de su alma, la de la reyna Doña Margarita su muger y la de sus padres (3). En 1149 hallándose aquel rey en Tudela concedió privilegio de exêncion de leuda á la ̈religion del temple, y á su maestre Rigaldo Juger (4). El rey Don Sancho el sabio concedió en Marzo de 1160 á los templarios facultad para construir una presa y acequia en términos de Fontellas y tomar el agua del Ebro; y en Diciembre de 1173 les concedió ademas las aguas sobrantes de los prados de Mosquera y Fontellas, reservando á los de este pueblo y los de Tudela la facultad de regar sus heredades (5). Así se enriqueciéron estas órdenes, de manera que á mediados del mismo siglo de su institucion, no solo contaban los templarios en España doce conventos

(1) -Zurita, Anal. de Arag. lib. II, cap. 45, 47 y 48. Fúnes, Crón. de la Relig. de S. Juan, pág. 72.

(2) Archivo del gran Priorato de Nav. cax. de Zizur. núm. 2; y copia en la colec. diplom. del Sr. Abella en la Acad. de la Hist.

(3) En el mismo arch. y en la colec. del Sr. Abella.

(4) En el mismo arch. y coleccion citada.

(5) En el mismo arch. y colec.

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