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tinuamente de los moros, se despidió del ilustre Godofredo, que en testimonio de su aprecio le regaló varias sagradas reliquias, con las quales regresó á fines del mismo año, acompañado del venerable Giraldo arzobispo de Braga, por la via de Constantinopla, donde obsequiado del emperador Alexo obtuvo de él entre otras reliquias un brazo del evangelista San Lúcas, que todavía se venera en la iglesia catedral de Braga. Añade el doctor Ferreyra, siguiendo en esto el parecer de Manuel de Faria y Sousa (1), que pocos años despues y probablemente en el de 1103 volvió Don Enrique á la tierra santa en compañía del obispo de Coimbra Don Mauricio y del arcediano Don Tello embarcados en una armada genovesa que llevó grandes socorros á los cruzados : que Balduino, ya rey de Jerusalen y deudo del conde, le empleó en varias empresas militares, especialmente en la toma de Tolemaida el año de 1104, la qual facilitó mucho el socorro de los genoveses que sitiáron la plaza por mar con setenta navios: y finalmente que condescendiendo Don Enrique á las instancias de su muger, de sus hijos y de sus estados estaba ya de vuelta en ellos á fines de 1105. Sin embargo de este resultado que saca el doctor Ferreyra del exâmen de los documentos que cita, no son convincentes ni decisivas todas sus conjeturas y deducciones. Contradícenlas poderosamente el silencio de los escritores coetáneos de esta primera cruzada; su omision de no citar jamas á un personage tan ilustre, quando sus enlaces y su carácter militar le hacian tan distinguido; y la incertidumbre del poderoso socorro que se supone envió á sus órdenes Don Alonso VI para la guerra de ultramar: circunstancias que haciéndonos mas recatados y circunspectos para seguir el dictámen del doctor Ferreyra y Manuel de Faria, dan á lo ménos alguna mayor consideracion á la autoridad de varios historiadores portugueses, entre ellos Fr. Bernardo Brito (2) y Fr. Antonio Brandaon (3), y otros castellanos como Estéban de Garibay (4) y Juan de Ma

(1) Faria, Europa Portug. tom. II, part. I, cap. 2, núm. 10 y 19.
(2) Crón, del Cister part. I, lib. 5, cap. 3. Ferreyra, núm. 801.
(3) Monarq. Lusit. part. 3, lib. 8, cap. 22. Ferreyra, núm. 818.
(4) Comp. hist. de España, lib. XXXIV, cap, 7.

riana (1), que solo atribuyen al conde un viage á la Palestina despues de la muerte de Godofredo, acaecida en 8 de Julio del año de 1100 reuniendo en él algunos de los sucesos que los otros dividen, como el regreso por Constantinopla y los obsequios y dádivas de aquel emperador. De todos modos es muy natural que si el conde tuvo parte en esta primera cruzada llevase consigo muchos caballeros y militares portugueses, ó por ostentacion y decoro de su dignidad, ó por el lisonjero empeño de que compitiesen en hazañas con los ilustres guerreros de las demas naciones.

14. Constanos en efecto por el testimonio del arzobispo de Tiro, autor coetáneo, que en la conquista de Jerusalen se distinguió por su valor el caballero lusitano Tomas de Faria acompañado de sus paisanos Guillermo Carpintero y Mendo Laude (2). Las historias de aquel tiempo hacen mencion de otro insigne portugues llamado Pelagio ó Payo de Brito, que dexó noble fama y honrosa estimacion entre los valientes que militáron en la Palestina (3). Glorioso es para Portugal que un hijo suyo llamado Arnaldo de Rocha fuese uno de los nueve primeros caballeros que concurriéron á la institucion del órden de los templarios, siendo probable que quando Don Gualdin Paez, natural de Braga, pasó á Siria, donde tomó el hábito de aquella órden militar, asistiendo cinco años á la guerra santa hasta la toma de Ascalona, regresase á su patria con Arnaldo á continuar en ella los empeños y obligaciones de su instituto (4). En el año de 1191 Don Sueiro Raymundo ó Raymondes, rico-hombre de Portugal, acompañó al rey Ricardo de Inglaterra en su expedicion á la tierra santa, adquiriendo claro renombre en la expugnacion de Chipre y en cierto asalto que suponen se dió á Jerusalen por la parte del muro llamado Mello, por cuyo buen éxîto tomó para sí este apellido, y aún le dió á una quinta que labró en la ‘sierra de

(1) Hist. gen. de Esp. lib. X, cap. 13.

(2) Guillermo de Tiro Hist. Sacra lib. 1, cap. 29. Faria, notas al Nobiliar. del conde Don Pedro, pag. 674. Ferreira, núm. 849, 850 y 851.

(3) Gest. Dei per Francos en su catálogo, Ferreyra núm. 843.

(4) Ferreyra, Apénd. II desde el núm. 835 al núm. 842. Faria Europa Portug. tom. 3, part. 4, cap. 8, núm. 13.

la Estrella al regreso á su patria, donde murió siendo alférez mayor del rey Don Alfonso II (1); pero en la última circunstancia parece haber alguna equivocacion, pues aunque el rey Ricardo intentó sitiar á Jerusalen no llegó á verificarlo, ni aquella santa ciudad, desde que Saladino se apoderó de ella en el año de 1187, volvió á poder de los cristianos hasta que la recuperó el emperador Federico II en 1228. Muchos fuéron los caballeros portugueses que en las ilustres órdenes del hospital y del temple militáron en la tierra santa: habiendo sido gran maestre de la primera en el año de 1195 el Señor Don Alfonso de Portugal, hijo del primer rey Don Alfonso Henríquez (2). Mas adelante tomó la cruz Don Alfonso III para mandar socorros á la Palestina, concediéndole para esto el sumo pontífice Clemente IV los diezmos sobre los bienes de la iglesia y de los eclesiásticos (3). Finalmente no pudiendo el rey Don Dionisio concurrir personalmente á la cruzada, á que exhortaba Nicolas IV á todos los príncipes y católicos de occidente, para recobrar los santos lugares que acababan de ocupar los infieles, mandó en su testamento tres mil libras para que un caballero fuese por él á la guerra santa de ultramar, y que permaneciese allí dos años sirviendo á Dios en sufragio de su alma. En conseqüencia de esta disposicion hecha en el año de 1299, nombró el mismo rey al merino mayor de su casa Don Juan Simaon , por la gran confianza conocimiento que tenia de su valor y cristiandad (4). Estos hechos prueban suficientemente que los españoles de la antigua Lusitania, sin embargo de ser los europeos mas occidentales , y de estar rodeados de infieles, con quienes tenian que combatir de continuo para propagar el culto de la religion de Jesucristo y asegurar la paz interior del pais y el goce de sus bienes y propiedades, no pudiéron sufocar los estímulos de su valor y religiosidad, hallando medios para distinguirse por sus hazañas en el Asia, mientras que en Europa coronados de laureles y victorias echa

y

(1) Carvallo, Corogref. Portug. tom. 2, lib. 1, cap. 12. Ferreyra núm. 852 y sigs. (2) Ferreyra, Mem. da ord. dos Templ. part. 1, cap. 8, §. I, núm. 397. (3) Ibid. cap. 11, núm. 564.

(4) Ibid. cap. 13, núm. 715 y 716.

ban los fundamentos de una monarquía, que han ilustrado y ennoblecido despues con hechos tan gloriosos y memorables.

15. Merece tambien nuestra memoria el cardenal Pelagio ó Pelayo Galvan, obispo abanense, natural de la ciudad de Leon en España, ó de alguno de los pueblos vecinos, á quien el papa Honorio III hizo su legado para la expedicion á la tierra santa, á donde conduxo en el año de 1218 un refuerzo considerable de tropas y muchos príncipes y señores principales de la cristiandad. Dirigió por sí mismo durante 18 meses el sitio de Damieta, y debiósele enteramente la toma de esta importante plaza, que se verificó en 5 de Noviembre de 1219. Era hombre de mucho espíritu y muy hábil, aunque de un carácter fiero y tenaz; pero así pudo hacerse respetar de los infieles, sabiendo al mismo tiempo conciliarse el amor de los cruzados. Ya estaba de vuelta en Roma el año de 1224, y segun las memorias de la iglesia de Leon falleció á 29 de Febrero de 1230 (1). A principios de aquel siglo pasó tambien á visitar los santos lugares de Roma y Jerusalen el famoso Don Lúcas, despues obispo de Tuy, con cuyo motivo estuvo en Francia, en Italia, en Grecia, en Armenia, en Constantinopla, en Tarso de Cilicia, en Nazareth y en otras varias partes del oriente, como él mismo refiere; adquiriendo en estos viages aquel caudal de erudicion y conocimientos que le proporcionó las mayores dignidades de la iglesia de España y que la gran reyna Doña Berenguela, madre de San Fernando, le nombrase su historiador por el reyno de Leon, para perpetuar las hazañas de los reyes sus predecesores (2).:

16. Todos estos hechos comprueban el entusiasmo que desde los principios se apoderó de los españoles de todas clases para ir á la conquista de la tierra santa : entusiasmo que llegó á ser furor y exceso tan perjudicial que fué necesario que los mismos papas, que por todas partes exhortaban é inducian á la continuacion de aquellas guerras y que parece querian arrancar la Europa entera para trasladarla al Asia, estos mismos se viéron obli

(1) Risco, Esp. sag. trat. 71, cap. 4, §. 25. (tom. 35, pág. 288.) Maimbourg, Hist. des Croisades, lib. IX y X, tom. 3, pág. 267 y sigs. y tom. 4, pág. 11 y sigs. (2) Florez, Esp. sag. trat. 61, cap. 7, §. 18 y sig. (tom. 22, pág. 108.)

gados á expedir sus breves para contener la emigracion de los españoles, á fin de que defendiesen sus propios hogares combatiendo con los moros de la península ; concediéndoles para esto las mismas gracias é indulgencias que habian dispensado á los cruzados de la Palestina. Así consta de la bula del papa Pascual II, expedida en San Juan de Letran á 8 de Abril del año de 1109, en que repite las amonestaciones hechas anteriormente á los vasallos de Alonso VI á instancia de este soberano en los años de 1100 y 1105, para que baxo el pretexto de ir á Jerusalen no desamparasen sus domicilios, dexándolos en riesgo de ser presa de los moros, cuyas incursiones amenazaban la pérdida de los paises occidentales de Europa. Por tanto mandaba no solo que desistiendo del viage á la tierra santa regresasen todos á su patria, sino que ninguno fuese osado á infamar ó calumniar á los que así lo hiciesen; ántes bien, resistiendo en el propio pais con todas sus fuerzas á las que presentaban los moros, y cumpliendo así sus penitencias, obtendrian con el favor de Dios los mismos perdones y gracias que los demas cruzados (1).

17. Desde entonces la guerra de España contra los mahometanos ocupó seriamente, no ménos que la de los santos lugares, la atencion de los concilios de la Iglesia y de los sumos pontífices: y por esto quando el rey de Aragon Don Alfonso I procurando extender sus dominios se apoderó de Zaragoza despues de largo asedio en el año de 1118, el exército sitiador solicitó del papa Gelasio II algunas gracias espirituales; y su Santidad concedió desde luego entre otras indulgencia plenaria y remision de sus pecados á quantos muriesen en aquella empresa ó perseverasen hasta concluirla, y á los que sirviesen con algo al exército y á la reparacion de la ciudad y de su iglesia. En Tolosa hubo concilio en el mismo año de 1118 para alentar á la guerra sagrada de España contra los sarracenos; y el concilio general lateranense I, celebrado en 1123, mandó que volviesen á la cruzada de Jerusalen ó de España los que habiendo tomado las cruces las habian dexado despues. Al mismo tiempo el papa Calix

(1). Hist. Compost. lib. I, cap. 39. en la Esp. sag. tom. 20, pág. 88, Ferreras, Sinopsis hist, part. V, año 1100, §. 3. y año 1105 §. 1.

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