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3. Miéntras el que papa Urbano II convocaba á los señores y prelados de todo el occidente, para proponer y tratar en el concilio de Claramonte quanto convenia á la conquista de los santos lugares de Jerusalen, libertándolos así de la dominacion de los infieles, y en tanto que á sus voces y exôrtaciones fervorosas se conmovian é inflamaban los ánimos de todos los cristianos para una guerra que miraban como dictada por la voluntad de Dios; en nuestra nacion, como dice Mariana (1), las cosas empeoraban, y parece estaban cercanas á la caida por la venida y armas de los Almoravides. Nunca ni con mayor impetu se hizo la guerra, ni con ma◄ yor peligro de España. Para salvarla de él, y contener los progre sos de aquellos mahometanos, no solo habia preparado Don Alonso VI en sus dominios un exército poderoso que se coligó con el del rey de Aragon, sino que condescendiendo con sus instancias, le habia enviado el rey de Francia, desde algunos años ántes, muchas tropas y tropas y caballeros distinguidos, entre los quales se contaban principalmente Don Ramon de Borgoña, Don Enrique de Besanzon ó de Lorena, y Don Ramon conde de Tolosa, todos deudos del rey Don Alonso, y á quienes despues de haber combatido valerosamente en Castilla y Andalucía, quiso remunerar sus importantes servicios, casándolos con tres hijas suyas, dando al de Borgoña á Doña Urraca, y el gobierno de Galicia con el título de conde; al de Tolosa á Doña Elvira con grandes riquezas, por querer volverse á los estados que tenia en Francia; y á Don Enrique á Doña Teresa, cediéndole con el título de conde lo que en Portugal tenia ganado de los moros (2). De estas alianzas resultó que habiendo regresado á Francia el conde de Tolosa, y siendo allí de los primeros cruzados que con mas ardor tomáron el empeño de ir á la Palestina, pasó los Alpes con cerca de cien mil hombres (3), muchos de ellos catalanes y de todos los demas reynos de España, como lo dice nuestra historia de ultramar refiriendo su llegada al Asia, y su reunion allí con el exército

(1) Mariana, Hist. de Esp. lib. X cap. 1.

(2) Hist. de Esp. en el mismo lugar.

(3) Maimbourg, Hist. de Croisades, lib. I, pag. 128 y sig. La gran conq. de ultramar. Lib. I, cap. 209.

cristiano en los términos siguientes: »E estos dos hombres honra»dos el conde de Tolosa é el obispo de Puy, de que ya dixímos, » quando saliéron de su tierra para ir á ultramar moviéron gran » gente con ellos de buenos caballeros de armas, de hombres hon» rados tambien de Tolosa como de Provencia, como de Alvernia »é Sanonge, é de Lemozin, é de tierra de Caors, é del condado "de Hédes, é de Cartáses, é de Gascoña, é de Catalanes. E co»mo quier que gran guerra oviesen con moros en España, des» de los puertos adentro que es llamada España la mayor, ca de »la una parte Don Alfonso el viejo, rey de Castilla, guerreaba » con Toledo, é el rey Don Ramiro de Aragon sacara su hues»te para ir á cercar á Lérida; mas por todo eso no cesó que todos los reynos de España que de cristianos eran, no fuesen caballe»ros, é otras gentes, é de los mas honrados « (1). Entre estos se distinguia un tercio de españoles veteranos, que constaba á lo menos de siete mil hombres muy bien armados y de respetable presencia y ánimo esforzado, de quienes la misma historia, recontando las tropas que salian á la famosa batalla de Antioquía, y la descripcion que iba haciendo de ellas al rey Corvalan su privado Amegdélis, se explica de este modo: »E pasáron así la » puente é paráron sus hazes cerca de una oliva que estaba en el » campo. E dixéron así unos á otros: gran merced nos fizo nues»tro señor Dios é mucho nos ama, que de tantos peligros nos ha »librado é nos ayuntó aquí agora para conquerir la su heredad. »E vil é deshonrado sea todo aquel de nos que fuyere por moro. » Catad la tienda de Corvalan como es rica. Si los caballeros man» cebos ante la conquirieren que nosotros, serémos escarnidos é » alabarse han ante nos é nosotros no osarémos parecer ante » ellos en ningun lugar do ellos sean. Entonce Corvalan, que es»taba en su tienda quando vió aquella gente tan desemejada de la » otra, preguntó á Amegdélis é díxole: ¿Sabes tú quien son aque»llos que están apartados? Nunca ví otros tales, ni otra tal gen»te, ni semejante dellos. Dixo Amegdélis: señor, bien lo puedes sa»ber que aquellos son los muy buenos caballeros del tiempo viejo que

(2) La gran conq. de ultramar. Lib. I, cap. 209, fol. 87.

»rán

» conquirieron á España por el su gran esfuerzo, que mas moros ma»táron ellos despues que nacieron que vos no truxistes aquí de toda » gente : é aunque los otros fuyan del campo, sepas que estos no fuipor ninguna manera, que conocen que han logrado ya bien sus » dias: é si les acaesciere querrán ante aquí morir en servicio de Dios » que tornar las cabezas para fuir. « Lo qual causó gran desmayo de ánimo en Corvalan resuelto á no esperar allí tropas tan esforzadas y aguerridas (1).

4. Llevó ademas consigo el de Tolosa á Doña Elvira su muger, teniendo la satisfaccion de que en el castillo de Monte Peregrino que habia levantado el conde delante de la ciudad de Trípoli, le naciese un hijo á quien por respeto sin duda al rey de Castilla su abuelo llamáron Alfonso, así como despues le diéron el apellido de Jordan, por haber sido bautizado en las aguas del famoso rio conocido con este nombre (2). Tan ilustre personage, que es muy conocido en nuestra historia, llegó á ser por sus altas conexiones uno de los magnates de la corte de nuestros reyes, en donde habia fixado su residencia por haberle cedido su hermano Don Beltran, despues de la muerte del padre, los bienes y estados que gozaba en España. Entre los que acompañáron á la condesa en esta expedicion cuentan los historiadores extrangeros (3) varios condes españoles, y aún al arzobispo de Toledo Don Bernardo, en lo qual padeciéron alguna equivocacion, pues aunque es cierto que despues de haber asistido al concilio de Claramonte partió de Toledo en el año de 1096, con la gente que se prevenia para la expedicion de la tierra santa, tambien lo es que habiéndose dirigido á Roma á tomar la bendicion del papa Urbano II, este no le permitió proseguir la jornada, estimando mas útil su presencia entre las ovejas de su grey que entre el estruendo de las armas de los cruzados (4). Constante sin embargo en su pro

(1). Lib. 3, cap. 120, fol. 182.

(2) Florez, Reynas Catol. tom. 1, pags. 181, y 200. Mariana, Hist. Gen. de Esp. lib. X, c. 3.

(3) El P. Maimbourg, Hist. des Croisades lib. 1.

(4) Mariana, Hist. de Esp. lib. X, cap. 3. Escalona, Hist. del Monast. de Sahagun, lib. II, cap. 8 §. 6. Pisa, Hist. de Toledo lib. 3, cap. 6, Ferreras, Sinópsis hist. Part. V, año 1096 §. 7, y año 1105. §. 1.

pósito de visitar los santos lugares, partió otra vez para Roma en 3 de Marzo de 1105, con ánimo tambien de informar á Pascual II del estado de la Iglesia de España, al mismo tiempo que del objeto de su viage; pero extrañando el papa que abandonase su iglesia, quando corria tan inminente riesgo á vista del poder de los almoravídes y de los reyes de Marruecos, le dispensó del voto mandándole volver á cuidar de sus diócesanos, tan necesitados entonces de sus auxîlios como de su doctrina. 5. Antes de esta época habia partido para la tierra santa con Guillermo IV conde de Tolosa en el año de 1092 Berenguer Raymundo, que en calidad de conde de Barcelona y en la de tutor de su sobrino Raymundo Berenguer III habia gobernado aquellos estados, de los quales hizo donacion por los años de 1090 á la Iglesia romana en manos del legado Raynero, con la promesa así por él como por sus sucesores de tenerlo en feudo de la santa Sede, con el tributo de un censo de 25 libras de plata; y cediendo despues al sobrino la parte que le pertenecia del condado, emprendió su viage á la Palestina, donde murió el año siguiente sin dexar sucesion (1). Este zelo y devocion por visitar los santos lugares creció mucho mas desde que se publicó la cruzada; y así los del exército del conde Don Ramon de Tolosa se apresuraron á reunirse en Lombardía, y desde allí atravesando la Istria, la Dalmacia y la Grecia por las cercanías de Salónica y Macedonia, llegáron con infinitos trabajos hasta Constantinopla, donde se embarcaron para terminar en el Asia su expedicion (2).

6. Ademas de los muchos españoles que fuéron en estas tropas y en la comitiva de la condesa Doña Elvira, consta por auténticos testimonios que se halláron tambien en aquellas expediciones otros muchos príncipes y caballeros de estos reynos. Zurita tratando de los de la corona de Aragon dice que »era tan grande la devo»cion de aquellos tiempos, que aunque tenian en España los ene»migos de la fe casi, como dicen, de sus puertas adentro, y era »tan fiera y obstinada gente en la guerra; pero por mayor méri

(1) Campillo, De Disquisitione re christiane, cap. XXXIIII. Diago Hist. de los Condes de Barc. lib. 2, cap. 79. Capmany, Mem. de la Ant. Mar. de Barc. tom. II, apénd. de notas núm XXVII, pag. 91.

(2) La gran Conquista de ultramar, lib. 1, cap. 209.

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"to se moviéron muchos señores muy principales, para ir á ser» vir á Nuestro Señor en aquella tan santa expedicion; y entre » ellos fuéron los mas señalados Guillen conde de Cerdania, que » murió en ella herido de una saeta, y por esta causa le llamáron » de sobrenombre Jordan, y Guitardo conde de Rosellon su pri"mo, y Guillen de Canet « (1). Los catalanes cuentan sus primeros viages marítimos á la Palestina desde el año de 1096, quando animados con el fervor de la primera cruzada de Godofredo de Bullon, partiéron para la Siria con los señores nombrados por Zurita otros varones de Cataluña, cuyo exemplo abrió y facilitó el camino para la tierra santa á muchas personas principales de la provincia, de diferentes sexôs y estados que quisiéron señalar su piedad y su valor (2). Entre estas personas se conserva la memoria de una insigne muger llamada Azalaida, que partiendo para la Siria el año de 1104 con las tropas que se embarcaban en la cruzada, dexo hecho su testamento declarando por último sucesor de sus bienes á la mesa capitular de Barcelona (3). A 6 de Julio de 1110 hizo tambien testamento Guillermo Ramon, ántes de emprender su viage á la tierra santa, dexando quantiosas mandas para diversas obras pias en muchas iglesias de aquella ciudad y del condado (4). Y en aquel año otro caballero llamado Arnaldo Mial tiempo de partir para la Palestina restituyó á la iglesia de Barcelona una viña sita en Monjuich (5). En el mismo parage poseía otra heredad el canónigo de Barcelona Guillermo Berenguer, de la que hizo donacion á favor de su iglesia en 3 de Setiembre de 111 hallándose en Trípoli con deseo de servir á Dios en la guerra santa, y satisfacer por sus pecados (como él mismo confiesa) firmando la escritura varios caballeros catalanes que servian entre los cruzados, como Guillermo Jofre de Serviá,

ron,

(1) Zurita, Anal. de Arag. lib. I, cap. 32.

(2) Capmany Ant. Mar. de Barcelon. part. 1, lib. II, cap. 3. tom. I, pag. 124. (3) Capmany en el mismo lug. nota 2, citando el lib. 3. Antiquit. Eccles. Barc. fol. 32, núm. 87.

(4) Archivo real de Aragon en Barc. pergam. núm. 1 30. de un leg. que comprehende desde el 101, hasta el 150. y copia en la colec. de mss. de Don Juan Sans y de Barutell, art. 1, núm. 1.

(5) Capmany en la misma nota, citando el Arch. S. Sedis Barcinon. aposento de media escalera Armar. 1, núm. 60.

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