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escrito de que hablamos se halla aumentado de un prólogo, y continuado por una o mas manos. La narracion de Balastuto que se distingue de lo demas, constituye la escritura de la canónica. Diósele este nombre á lo que se puede inferir, porque aquel escrito servia como de regla para saber el tesoro de reliquias que poseía el monasterio, y venia á ser como un inventario de ellas. Tambien pudo tener este nombre por respeto á su autor, y de cuyo testimonio no se tenia la menor duda. Y si Balastuto es lo mismo que Belascuto como lo parece, se puede creer con grande probabilidad que el autor de la canonica á quien se dá en el escrito el nombre de Beato, es el mismo que se venera en una ermita vecina á Campo con el nombre de S. Belascut, y á la que concurren los pueblos vecinos de tiempo inmemorial á implorar su proteccion en sus necesidades, y se le tiene por especial abogado de los sordos. Sea de esta identidad lo que se quiera: viniendo al texto de la canónica ó narracion de Balastuto segun el estado en que la hizo, no se puede dudar que no la escribió de su mano, y es muy natural, que oida de su boca la escribiera poco despues algun monge de orden del abad Davidio. Aunque esto sea muy accidental, pudo ser causa de alguna inexâctitud en el monge redactor, que fácilmente pudo equivocar o alterar algun nombre. La debilidad del mismo Balastuto, anciano y próxîmo á su fin, pudo dar lugar á algun ligero yerro. En su narracion deben distinguirse dos clases de hechos de unos era testigo ocular, y á no ser un embustero sin pudor no podia fingirse ni la venida de Bencio, ni la riqueza de reliquias que presentó, ni su viage y legacion á Cárlos Martel. La historia de Ciricio ó Ciriaco, su viage á Roma, y el haber traido el brazo de S. Pedro apóstol eran hechos, que ni él ni el obispo Bencio habian presenciado. Balastuto lo oyó así al obispo de Zaragoza y lo creyó, porque no tenia motivos de dudar. Quando se pudiera demostrar la falsedad de la reliquia de S. Pedro y la de todas las que llevó Bencio, no por eso seria menos verdadera la narracion de la canonica. Su autor no hace mas que referir lo que vió y lo que oyó. Si creyó incauta

mente lo segundo, se le podrá notar de poca crítica y excesivo candor, pero no de mala fe. Y en el punto que aquí necesitamos concerniente al orígen del condado de Ribagorza, dándose Balastuto por testigo ocular de haber visto y trata do al conde Armentario antes de caer Zaragoza en poder de los moros, es preciso creerlo sobre su palabra, y testimonio que dice: Juro vobis fratribus meis dilectissimis quod hoc vobis exponsi in veritate dixi, quia occulis meis vidi: et que don vidi ore fidelium audivi. Para no creer á este testigo es menester demostrar que el escrito no es suyo, sino obra de algun impostor mas moderno. Siendo imposible hacer directamente esta demostracion, solo queda el recurso de aproxîmarse á ella por la crítica de los errores que se notan en la canonica. Veamos quales son estos. Se dice en ella que el obispo Ciricio ó Ciriaco trató con S. Isidoro: el ir á Roma para conseguir de S. Gregorio alguna reliquia de S. Pedro: y es claro que en caso de ser esto así, el obispo de Sevilla era S. Leandro y no S. Isidoro. Mas si se repara que Bencio dando esta noticia hablaba de un suceso antiguo y mas que centenario, que él no habia visto, y que S. Isidoro era mas conocido que su hermano, fué fácil la equivocacion de uno por otro en Bencio, y mucho mas en Balastuto y en los que copiaron despues este escrito, que no exîste original.

Otro error es hacer vivir á Ciriaco despues de su vuelta deRoma doce años, no habiendo podido durar su obispado quando mas sino del 593 al 599. Esta dificultad que proviene de los números, no nos debe embarazar mas que la que se nota en el prólogo de la canónica, en el qual, si estamos materialmente al escrito, se dan á Fr. Juan Marqués mas de cien años de priorato, por faltar conocidamente una C en la primera fecha. Aquí por el contrario pudo añadirse una X y equivocar la fecha mortuoria de Ciriaco, que sobrevivió algo á S. Leandro segun el contexto de la historia. Pero supongamos que Bencio autor de estas noticias equivocó al abad Ciriaco que trajo el palio á S. Leandro y parte de las cadenas con que fué preso S. Pedro, siendo pontífice S. Gregorio Magno, con el pretendido obispo Ciriaco su predecesor, y que por alguna de las Tom. V. N. 5.

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contigencias que suelen desfigurar los hechos suelen desfigurar los hechos y dar orígen á las fábulas, se hubiera hecho comun en Zaragoza la opinion de que existia allí un brazo del Apóstol traido para un obispo. Resultará entonces que ni Ciriaco fue obispo Cesaraugustano, ni la reliquia que llevó Benancio fue en verdad de S. Pedro. Ambos errores caben en Benancio sin agravio de su persona, y su engaño no perjudica al tenor de la narracion de Balastuto, ni menos á los hechos de que fue testigo ocular. Esto es suponiendo que estas erratas no son de las copias y del tiempo, que es lo mas natural. A este debe atribuirse leer equivocado el nombre del hijo de Suintila, que segun Morales fué Recimiro ó Rechimiro, y no Recifredo. Pero constando que aquel rey asoció al imperio su hijo antes de su desgracia, la corrupcion del nombre es cosa de ninguna importancia. No es de mas momento el reparo de llamar Balastuto rey á Cárlos Martel, que no fue sino mayordomo de la casa real. Porque si bien es cierto que nunca se coronó, no lo es menos que exerció en Francia una autoridad tan absoluta que ponia y quitaba reyes á su placer que éstos solo tenian el nombre, y que en los últimos años goberno él solo sin comunicar á nadie el desnudo título de rey. Ademas que en la latinidad de aquel siglo la palabra rex equivalia freqüentemente á dux, rector, y aun cónsul. Así el Pacense llama á Abderramen, muerto en Tonas por las tropas de Cárlos Martel, rey, y lo mismo hace con Abulcatar 1, mientras á Odera y al mismo Cárlos llama consules 2. El Albeldense da á Jusef el nombre de rey 3. El anónimo de gestis pontificum antisiodorensium 4 da el título de rey á Aimon o Munuza gobernador de Zaragoza, que casó con la hija de Eudon. Y en nuestros diplomas y memorias antiguas es muy comun atribuir el dictado de reyes á muchos árabes que no lo eran en rigor. Habiendo mas títulos para que se diera este nombre á Cárlos Martel, no es extraño que se lo aplicara Balastuto en su narracion. Así este reparo y los anteriores son muy débiles. El único

1 Ap. Flor. tom. VIII. n. 59 y 68.

2 Ib. n. 13 y 59.

3 Ap. Flor. tom. XVII. n. 80.

4 Ap. Andream Duchesne Coet. tom. I. pag. 786.

que podria hacer fuerza es el nombrarse entre las reliquias llevadas por Brencio las de S.a Nunila y Alodia, que fueron martirizadas en Huesca mas de 120 años despues de aquel prelado. Pero para que el argumento haga fuerza es menester probar que las santas nombradas en la canónica son las de Huesca. El escrito no dice tal, y llama á la una Nulion y á la otra Alodia. La mártir de Huesca se llama constantemente Nunilo ó Nunila. En segundo lugar se necesita demostrar que estos nombres no han padecido alguna corrupcion en las copias, ó no se añadieron posteriormente con la adquisicion de alguna reliquia de las mártires de Leirė. Hay motivo para sospechar ambas cosas. Cerca de S. Vitorian, y caminando desde el monasterio hacia la fuente de Santa se halla sobre la derecha una hermita conocida con el nombre de S. Nule, y en ella se veneran reliquias de esta santa. El vulgo cree estar allí los cuerpos de las mártires de Huesca, pero siendo cierto que estos descansan en Leire, es muy de sospechar sean las de alguna S. Nola de la que habló la canónica, y el tiempo trasformó en Nule. Es constante que las reliquias mencionadas por Balastuto se hallan en el dia esparcidas en los pueblos de las vecindades de la Peña montañesa, lo que debió hacerse desde que decayó el monasterio de S. Pedro y se agregó á S. Vitorian. Tambien pudo suceder que hácia el siglo XI. se adquirieran en S. Pedro algunas reliquias de las mártires de Leire, y desde. entonces se añadieran sus nombres á los que se leían ya en la canónica. Da lugar á esta sospecha el exâmen que he hecho de las escrituras de S. Pedro. En ellas no se nombran las santas de Huesca hasta el año 21 del reynado de Sancho Ramirez, el qual estando en Monclui dono á S.a Nunila y Alodia, S. Pedro, S. Juan Evangelista y S. Esteban, dos escusados en el ́valle de Bardaxi. Siendo ya entonces rey de Navarra D. Sancho, y la primera vez que se nombran estas santas en donacion hecha á Taberná, parece que se puede afirmar que á fines del siglo XI.

1 Estas y otras varias escrituras citadas en la presente memoria se hallan en

la coleccion diplomática del autor: la
qual pára en la biblioteca de la Academia.

fué la época en que estos nombres se añadieron á la canónica, ó catálogo de las reliquias mencionadas en ella, por haberse logrado, mediando el rey ú por otra via, parte de los cuerpos de las santas de Leire. En las memorias anteriores se hace mencion de otras reliquias que refiere la canónica. Esta verdad convence que el escrito en qüestion no es obra de algun moderno é ignorante impostor, pues la memoria de las reliquias son casi coetáneas al tiempo de la canónica, en especial si hablamos de la de S. Pedro. Es constante por los instrumentos desde el siglo IX. que eran muy veneradas las reliquias de S. Pedro y otras referidas en la canónica en Taberná y Ovarra, que eran monasterios vecinos. En un pleyto sobre pertenencias de S. Pedro y Ovarra, del que fué juez Galindo el año 863, los testigos Jumarano é Hymas dicen: Juramus nos supradictis testes in primis per Deum patrem omnipotentem, et per J. Christum filium ejus, sanctum Dei Spiritum, qui est in Trinitate unus et verus Deus, et per reliquias Sancti Petri Apostoli cujus basilica fundata esse dignoscitur in castro Ripacurcie, &c. Facta carta in mense Junio an. XXIII., regnante Carolo Augusto. En otro instrumento de los condes Bernardo y Toda de la era 881 año 843, se mencionan en particular las reliquias de S. Pedro, S. Pablo, Veracruz y S. Esteban, hablando del monasterio de Ovarra que está contiguo al de Taberná. El año 971 el conde Ramon padre del obispo Odisendo hace memoria de las reliquias de S. Pedro y S. Pablo en el mismo sitio. Sancho el Mayor tomando baxo su proteccion el mo nasterio de Taberná se explica así: Asciterium quod vocitatur Taberna, quod est situm ad honorem regis polorum, et venerationem sanctarum reliquiarum Apostolorum ejus Petri et Pauli, cæterisque martiribus sanctis, &c. Pudieran citarse otros testimonios, pero los insinuados demuestran con evidencia que el sitio de Taberná era ya muy venerado desde antes de mitad del siglo IX. por las reliquias, y en especial la de S. Pedro. El orígen de ellas en aquellas montañas no pudo ser otro que la traslacion que hicieron los cristianos de ellas en la entrada de los árabes para librarlas de la profanacion. Refiriendo esto la

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