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La estimacion que debió á sus soberanos, el influxo que le proporcionaron sus destinos, no lo empleó nunca en enriquecerse, ni en usurpar para su familia cargos lucrosos que se debieran á otros méritos y otras virtudes. Primero dió á sus parientes carrera y medios de saber, y despues solo les proporcionó ocasion de acreditarlo 44. Puede decirse que las colocaciones de sus hijos se deben al deseo del soberano de premiar al padre, y no á las insinuaciones que este adelantara en favor suyo.

Cúbranse en vista de esta conducta, cubranse de afrenta y de ignominia los hipócritas ambiciosos, los ignorantes pervertidos que se atrevieron á calumniar con sus impuras lenguas el concepto religioso de Campomanes. Quién observó toda su vida la mayor pureza en sus costumbres privadas, quién veneró los sagrados lazos del matrimonio, quién defendió siempre con intrepidez la justicia, quién jamas dió motivo á que se opusiera la menor sombra á su desinteres é integridad, quién amó á sus hijos sin perjudicar al estado, quién trató á sus criados como hombres, quién empleó todos los momentos de su vida en el bien, en la ilustracion de su patria, quién buscó asilos para la pobreza honrada, para la debilidad abatida; ¿pudo dar mayores pruebas de ser digno discipulo de aquel maestro que quiso hacer de todos los hombres una sociedad, que enseñó á hermanar las relaciones de los subditos con su soberano, de las familias con sus cabezas, de los pudientes con los menesterosos; qué encargó la discrecion y prudencia al tiempo que alabó la sencillez y el candor, que detestó al fariseo que oraba, y traxo á su lado al pescador que ganaba su sustento con el trabajo de sus manos? Ah! Campomanes sabia donde estaba el punto de la verdadera piedad cristiana, sabia que la magestad del evangelio no puede unirse á la ciega creencia de vulgaridades introducidas por el interes, y que la sencilla, la pura moral de Jesus no ha de confundirse jamas con la práctica de exterioridades inventadas por la ignorancia ó por la hipocresia: sabia en fin dar el culto debido á su criador, valerse de los auxílios espirituales que franquea la madre de los creyentes, sin hacer jamas por hábito ó costumbre lo que solo debe sujetarse al juicio y á la reflexion.

Tom. V. N. 1.

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Así llegó Campomanes á su anticipada vejez con toda aquella entereza de espíritu bastante para no abatirse á la vista y á la experiencia de los males anexos á aquella triste edad. Las fuerzas le faltaban para hacer el bien de su pais con aquella eficacia con que siempre lo habia procurado; y ya no podia estar contento su patriotismo con ocupar un puesto que pedia mayor vigor y robustez. Acudió en su afan al justo Cárlos, fué oida su fundada súplica, y la Real munificencia le proporcionó un honroso descanso en el seno de su familia y de sus amigos verdaderos.

Aquí es de ver la agradable suerte del sabio y del hombre de bien. Ved á Campomanes en el retiro de su casa venerado del pueblo que fué testigo de sus ilustres acciones, vedle consultado por sus monarcas sobre los negocios mas importantes del estado, vedle influyendo en los aciertos de varias juntas y cuerpos de su mayor estimacion: vedle honrado por los extraños y aplaudido entre los mas remotos; vedle en fin como muestra su frente serena al universo, cuya expectacion habia llamado hácia sí con sus virtudes y sabiduria.

Las dolencias nacidas de su incesante trabajo mental atormentaban gravemente su cuerpo; pero su ánimo, superior al dolor, aun gozaba de los recursos que le habian proporcionado la cultura de su entendimiento, la conseqüencia con sus amigos, la atencion por sus hijos y allegados, la amabilidad con sus criados, y sobre todo la tranquilidad del justo que podia decir á su Dios llegué al término de la carrera que me señalaste. El arreglo de sus negocios domésticos, la lectura mientras pudo hacerla por sí, el oir leer á sus dependientes quando ya su vista le abandonó, dictar varios pensamientos y producciones literarias, fortificar su ánimo con las máxîmas consoladoras del evangelio, fueron sus ocupaciones en los II años que sobrevivió al tumulto de los negocios. He ahí como halló el conde de Campomanes dulces y tranquílos placeres en la soledad, donde las almas vulgares no encuentran sino tristeza y aflicciones; he ahí como suavizaba sus males en el retiro, donde otros no encuentran sino acrecentamiento de sus desgracias y he ahí como se acostumbró á ver de cerca el terrible semblante de la muerte sin estremecimiento ni

temblor. El cabal sentido que le acompañó casi hasta el último aliento, solo sirvió para mostrarnos como muere el justo, aunque haya vivido enmedio de la turbulencia de los negocios que á otros llenan de zozobras y sobresaltos. Allí, en aquellos dias en que enmudece la vil lisonja, en que se despierta la ratera envidia, en que la memoria representa las acciones pasadas desnudas de la pasion que las motivara, allí es donde se vé el que amó la verdad, el que profesó la virtud, el que miró por la justicia. La paz, la alegria, la resignacion le acompañan al sepulcro, quando el iniquo solo ve en torno de sí el tormento, la confusion, la desolacion y el despecho.

Lloremos, españoles, lloremos con amargo llanto el aciago momento en que la inexôrable parca cortó el hilo de los dias del gran conde de Campomanes. Los héroes pasan, y á la naturaleza suele costar siglos de esfuerzos para reemplazar uno solo : venid, honrados labradores, colunas y apoyo del estado, venid laboriosos artistas, aplicados negociantes, profesores de las ciencias ; venid brazos desvalidos del estado, sexô debil y menesteroso, niñez huérfana y desafortunada: venid á regar con lágrimas las cenizas de vuestro protector, de vuestro fomentador, de vuestro padre: dad testimonio de vuestra eterna gratitud y reconocimiento. Venid á acreditar que si la vida natural del hombre sobre la tierra es momentánea, no muere nunca en la larga série de los siglos la memoria del que se desveló por la felicidad de sus semejantes. Mostremos con el exemplo de tan gran varon, que el hacer cruda guerra á las pasiones en la juventud da para la virilidad fuerza de alma, y para la vejez mil consuelos desconocidos al vulgo de los atolondrados. Aseguremos á los que deben velar por la salud pública, que si es fuerte el sacrificio que les pide la patria, es el hacerle un manantial de puras delicias sobre la tierra; que si es duro exponerse á los dardos de la envidia, á los tiros del poder no adulado, queda para el tiempo de la adversidad el placer de ver alhagüeño cerca de sí el semblante de la justicia; y finalmente que si la turba de los malvados, ó el despreciable tropel de los necios puede atreverse á intentar el desconceptuar el verdadero merito, hay una imparcial

posteridad, hay la opinion de los sabios, hay el aprecio de los hombres de bien, que venerando las cenizas de los beneméritos del género humano, perpetúa la memoria de sus hechos y de sus escritos, cuida de conservar los rasgos de su fisonomía en fieles retratos mostrandolos á sus hijos para que los emulen y mediten, y que en fin los coloca en el templo de la inmortalidad, donde ellos son los guardas y los sacerdotes.

NOTA S.

1 Nació el conde de Campomanes en el pueblo que se cita, que es del concejo de Tineo en el principado de Asturias el dia 1 de julio de 1723.

Hasta la edad de seis años y medio permaneció al lado de su madre Doña María Perez Sorriba, que habia ya perdido á su buen marido Don Pedro Rodriguez Campomanes. Pasó despues á Santillana, al cuidado de su tio Don Pedro Perez de Sorriba, canónigo de aquella iglesia colegial, á quien el conde da un singular testimonio de gratitud diciendo en su testamento cerrado, que otorgó á 28 de junio de 1791:,, á él desde la infancia debí la educacion y principios que despues me aprovecha ron para mis adelantamientos y desempeño de las grandes obligaciones en que la providencia divina se dignó constituirme." Su aplicacion á las humanidades fué tal, que á los diez años y medio ya traducia el Ovidio en verso castellano, y explicaba toda la mitología de cada dístico; sabia la geografia, y compuso una oracion latina que recitó á presencia del cabildo, y con gran gozo de su maestro Don Manuel Gozon.

3 A los once años empezó el estudio de la filosofía en el convento de dominicos de Santillana; pero disgustándole cada vez mas las inutilidades y vano discurrir del P. Froilan, que era el curso de artes que se le puso en las manos, ocupaba principalmente su tiempo en cultivar las humanidades, y aun empezó á tomar ya voluntariamente los principios de la jurisprudencia en la instituta de Justiniano.

4 Concluida la filosofía se puso á enseñar gratuitamente las humanidades en Cangas.

5 Don Juan Josef Ortiz de Amaya, letrado de gran crédito en Madrid, catedrático que habia sido de leyes en Sevilla, individuo de la Real academia

de la Historia, donde en 1748 leyó el plan de una historia eclesiástica nacional que intentaba hacer con el título de España sagrada. El aprovechamiento del conde en esta escuela fué tal, que su maestro le confiaba los papeles mas delicados; y tal su lucimiento en el exâmen que sufrió en el Consejo para ser abogado, que uno de los ministros exâminadores le buscó al instante para encargarle la defensa de un negocio de su particular interes.

6 Campomanes buscó por maestro del idioma árabe á Don Miguel Casiri, y del griego á Don Josef Carbonell, con los quales conservó estrecha amistad toda su vida. Freqüentaba mucho la celda del Maestro Fr. Martin Sarmiento, benedictino, harto conocido por su extraordinaria erudicion, aunque de condicion aspera y desabrida.

7 El mirques de la Ensenada tenia designado á Campomanes para el primero de los quatro literatos que pensaba dedicar á escritores públicos. La estimacion que de él hacia el comisario general Don Alfonso Clemente de Aróstegui, le proporcionó la ocasion de que en Nápoles oyera ya su nombre Cárlos II; pues ocurriendo al príncipe de San Nicandro seguir un pleyto de mucha consideracion en España, hablando de ello con el rey y con Aróstegui preguntó S. M. á este por un abogado de buen desempeño en Madrid. Aróstegui indicó á Campomanes, dió las razones de su confianza, y en efecto consiguió el príncipe el mejor suceso en su litigio.

8 Apenas se dedicó al foro Campomanes, se llenó su despacho de los negocios de mayor consideracion, de manera que vivia con la mayor decencia, aunque casado ya entonces con Doña Manuela de las Amarillas y Amaya; y aun le quedaban sobrantes, con los que empezó á formar su numerosa librería.

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