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movimiento general de las primeras cruzadas osáron ya salir á mares mas dilatados y remotos, conduciendo á la Palestina en sus propias embarcaciones á los habitantes de los paises septentrionales; distinguiéndose ellos mismos por sus hazañas en las guerras sagradas, donde reuniendo el valor militar á la caridad religiosa fuéron los principales institutores de la órden de los caballeros teutónicos (1). En Inglaterra se reuniéron inmediatamente en el año de 1096 con Roberto hermano mayor del rey muchos señores principales, que emprendiéron su viage á la tierra santa para militar baxo las órdenes de Godofredo de Bullon; y á su exemplo fuéron tambien en los años sucesivos Edgar hermano del rey Eduardo, y muchos caballeros ingleses que se señaláron por ac

(1) Mallet, De la ligue hanseatique, cap. II, pág. 19. Jauna, Hist. gen. de Jen rusalen, lib. VII, cap. 2 art. 1. Este autor difiere de Maimbourg ( Hist. des crois. lib. III) en quanto al origen de los teutónicos. Dice Jauna, historiador aleman que residió muchos años en levante y escribió su historia con presencia de los documentos y memorias que conservan aquellas naciones, que la órden teutónica tuvo su principio y formacion en el sitio de Tolemaida que duró tres años, rindiéndose al fin esta plaza por capitulacion y entrando en ella los cristianos el dia 12 de Julio de 1191. Pereciéron en este sitio mas hombres que hubieran sido menester para conquistar todo el oriente. Entre ellos se contó un número inmenso de soldados alemanes, franceses, ingleses, dinamarqueses, frisios y levantinos, y muchos grandes señores y nobles distinguidos de todas las naciones, que fuéron víctimas de la peste y otras enfermedades, ó de las heridas que recibiéron en los combates. Tan lastimosa situacion excitó la caridad de algunos capitanes de los navíos de las ciudades hanseáticas de Lubek y de Brema, los quales condolidos de la miseria en que se veían tantos pobres soldados, que por falta de asistencia casi nunca curaban de sus heridas ó enfermedades, hiciéron con las velas de sus buques unas barracas ó tiendas de campaña donde recibian generosamente á estos desvalidos enfermos, cuidando no solo de servirlos y alimentarlos sino tambien de hacerlos curar á sus expensas.

El alivio que recibió todo el exército y especialmente los alemanes, de la piedad generosa de estas gentes caritativas, empeñó á varios prelados y señores de su nacion á contribuir con liberalidad á una obra tan cristiana, A su exemplo los personages mas ilustres de las demas naciones, no solo sostuviéron con dádivas considerables tan útil establecimiento, sino que unidos con los que le habian comenzado se aplicáron de mancomun á servir y consolar á los enfermos. Asi fué propagándose este fervor y espíritu de caridad hasta formar una compañía numerosa , que hallando apoyo y proteccion en todos los príncipes y señores alemanes que se halláron en este famoso sitio, fué el cimiento y la cuna de esta órden tan célebre y distinguida que la principal nobleza de Alemania se honra de entrar en ella y de condecorarse con sus insignias.

El instituto de estos caballeros fué siempre semejante al de los hospitalarios de San Juan. Como ellos exercian la hospitalidad, hacian la guerra á los infieles y se elegian un superior con el título de maestre. Solo se diferenciaban en el hábito; pues los teutónicos le llevaban blanco con una cruz negra, y los hospitalarios le usaban negro con la cruz blanca.

ciones memorables en la guerra santa; y numerosos cuerpos de tropas conducidos en grandes esquadras, como la que en 1107 entró en el puerto de Jafet ó Jope, acompañada de muchos baxeles de Dinamarca, de Flándes y de Ambéres (1). Sueyro forma una prolixa relacion de los principales señores y caballeros flamencos y de otros paises del norte que pasáron entónces al oriente; y asegura que no fué menor el número de los tudescos é italianos, así de la Toscana y Lombardía como de las repúblicas de Venecia y Génova (2). Pero á todos excediéron los franceses, pues habiendo sido los que principalmente promovieron las cruzadas, y quienes mas se aventajáron en ellas, fué tal el número de los que emigráron de su pais que hablando de la primera dice nuestra historia de ultramar. » É tantos eran los que iban que á malas penas "podria hombre fallar casa poblada de que algunos no saliesen. » É casa habia donde salian el marido, é la muger, é los fijos » pequeñuelos quantos tenia: así que quedaba el lugar despobla» do. É dellos habia que no querian dexar los fijos chiquillos que » mamaban : ni aún los perros ni los gatos que todo no lo leva» sen consigo (3). Y respecto á la segunda cruzada dicen algunos historiadores, que las ciudades y los castillos habian llegado á quedar desiertos, no viéndose por todas partes sino viudas cuyos esposos vivian aún (4).

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54. Pero estos europeos occidentales todavía ignorantes, inciviles y feroces, hicieron sus incursiones en el imperio de oriente y en el Asia con todo el furor y grosería de los pueblos salvages. Unos baxo de los pretextos mas frívolos acometieron y saqueáron varios lugares cristianos de la Hungría y de la Bulgaria, degollando á sus míseros habitantes: otros, por un zelo exâltado é impertinente sacrificáron quantos judíos halláron á su paso, de los quales muchos vivian tranquilamente en las ciudades del Rhin

(1) Lediard, Historia naval de Inglaterra, lib. 1, cap. 2 y 3.

(2) Sueyro, Anales de Flandes, lib. V, años 1095 y 1096, tom. 1, pág. 127. (3) Lib. I, cap. 30.

(4) Estas palabras las cita Fleuri como tomadas de la epístola 224 de San Bernardo; pero es yerro conocido, pues no se hallan en ninguna de las cartas del santo al papa Eugenio, y asi creemos que sean de Othon de Fresinga. Véase á Villefore en la vida del santo, pág. 412.

fronterizas á la Francia; y así todos estos peregrinos guerreros mirados como un enxambre de bandidos lleváron tras sí el horror y la desolacion hasta las murallas de Constantinopla, junta mente con la exêcracion y el odio de los pueblos por donde habian transitado. Quando se verificó el asalto y saqueo de aquella célebre ciudad en Marzo de 1204 dexáron ademas perpetuada su barbaridad entregándose á los excesos mas atroces. Tres horrorosos incendios arruináron é hicieron desaparecer para siempre las venerables iglesias, los magníficos palacios y edificios, las reliquias santas, los altares, los vasos y ornamentos sagrados que la devocion religiosa, el luxo oriental y el buen gusto de tantos príncipes ilustrados habian erigido y consagrado durante muchos siglos nada pudo escapar de la sacrílega rapacidad de estos solda dos cristianos, hasta excitar las quejas y la indignacion del mismo Inocencio III, aunque viendo unida de este modo la iglesia griega á la latina no podia ménos de aprobar la toma de Constantinopla, como medio de facilitar la conquista de la tierra santa (1). Entonces pereció probablemente la célebre biblioteca que el patriarca Focio habia formado y reunido casi dos siglos ántes de la llegada de los latinos, y por cuyos extractos y noticias sabemos que se conservaban en ella muchas obras clásicas y completas de Teopompo, de Arriano, de Ctesias, de Agatárquides, de Diodoro, de Polibio, de Dionisio Halicarnáseo, de Demóstenes, de su maestro Iseo, de Lísias maestro de este y de otros insignes escritores griegos, hoy del todo desconocidas ó infelizmente desfiguradas é incompletas (2). Entonces se destruyéron las bellas estatuas y baxos relieves y otros preciosos monumentos de las artes que Constantino habia salvado de la antigûedad para el ornato y magnificencia de la capital de su imperio. Nicétas, historiador griego y testigo ocular, describe prolixamente las obras mas notables por su excelencia y su valor que entonces pereciéron. La estatua colosal de Juno, erigida en la plaza pública de Constantino: la de Páris en pie junto á Vénus entregándole

(1) Maimbourg, Hist. des croisades, lib. VIII, tom. 3, pág. 176. Jauna, Hist. gen. de Chipre, Jerusalen &c. lib. VIII, cap. 8.

(2) Heeren, Essai sur l' influence des croisades, part. III, pàgs. 406 y sigs. Tom. V. N. 2

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la manzana de oro la de Belerofonte montado sobre el Pegaso: la de Hércules pensativo, trabajada por el famoso Lisipo: las de dos célebres figuras del hombre y del asno, que Augusto mando hacer despues de la victoria de Accio: la de la loba que crió á Rómulo y Remo: la de Helena, de hermosura extraordinaria, adornada de quantos primores es capaz el arte: un obelisco quadrado de gran elevacion, cubierto de excelentes baxos relieves, en cuyo remate habia colocada una figura para señalar el viento: y una obra de Apolonio de Tiana representando una águila en accion de despedazar una serpiente; todas fuéron objeto del ciego furor y de la bárbara estupidez de los cruzados, quienes destruyéron y aniquiláron los mármoles y las piedras, é. hiciéron fundir los metales para labrar moneda y satisfacer la insaciable codicia de los soldados (1).

55. Los griegos por el contrario, ménos inclinados á la guerra y de costumbres mas dulces y tranquilas, conservaban aquella aficion á las artes y á la literatura, aquel gusto delicado y fino que caracterizó á sus predecesores. Á la vista de los grandes modelos en las unas, y habiendo conservado y reproducido para honor de las letras las obras de Platon, de Aristóteles, de Demóstenes, de Xenofonte, de Tucídides, de Basilio, de Dionisio, de Orígenes y de otros doctos escritores, pudiéron con razon comparar su capital con la antigua Aténas, y mirarla como el centro y morada de las musas. Ningun latino merecia el concepto de bastante instruido si no habia hecho allí sus estudios; y la lengua griega, aunque hubiese perdido mucha parte de su pureza y de su carácter por el freqüente trato de comerciantes y extrangeros en Constantinopla, conservó no obstante su riqueza, sus formas y su gramática. Así nos lo aseguran Filelfo y su discípulo Eneas Silvio (despues papa con el nombre de Pio II ) escritores coetáneos á los sucesos que refieren del siglo XV (2). Con tan opuestas costumbres y diversidad de genio y de educacion no pa

(1) Nicet, crón. ap. Bisant, script. vol. 3, pág. 302 &c. Harris, Hist. lit. de la edad media, cap. V.

(2) Philelpho, Epist. de græcis illustribus, lib. I. Æneas, silv. Epist. págs. 704 y 705, edit. Basil. 1551.

ó que exâl

recerá extraño que los historiadores griegos, tomando el tono de superioridad que corresponde á un pueblo mas culto é instruido en las artes del gobierno y del gusto, ó no hablen de los latinos sino con desprecio y como de un pueblo grosero, tados de indignacion al describir sus rapiñas y sus excesos, rocidad y su barbarie, nos los retraten con aquel colorido y aque llá expresion viva y animada con que nuestros antiguos historiadores pintáron las incursiones de los godos, de los vándalos, y demas naciones bárbaras del norte.

su fe

56. Solo las ciudades de Italia, en especial Venecia, Amalfi, Ancona, Génova y Pisa, que desde el siglo IX conserváron algun comercio con la Grecia y los puertos de Siria y Egipto, acrecentando su industria y sus riquezas de un modo poco comun en aquel tiempo, habian adquirido con esta comunicacion mayor regularidad y perfeccion en su gobierno, mayores conocimientos en las artes y mas dulzura y apacibilidad en sus costumbres que los demas pueblos europeos. Quando estos en las primeras cruzadas tuviéron que atravesar por tierra la Alemania, la Hungría y la Grecia hasta Constantinopla, ó quando escarmentados despues de las penalidades y riesgos de un viage tan dilatado prefiriéron ir á Italia para ser transportados en los baxeles de aquellas repúblicas, no pudiéron dexar de observar en su tránsito la cultura y policía de estos paises, su industria y su prosperidad, ni de detenerse á reconocer en la Grecia los venerables restos del ingenio y de la aplicacion de sus antiguos moradores. Sobre todo Constantinopla, capital de un imperio tan poderoso, corte de unos soberanos que aún en el período de su decadencia conserváron el luxo oriental, el esplendor y la ostentacion de sus mejores tiempos; emporio de las mas exquisitas y apreciadas producciones de la India y de la China; elegante y magnífica por sus soberbios palacios, ricas iglesias, fuertes murallas altas torres y otros suntuosos edificios; concurrida de multitud de naves que conducian los géneros y frutos de todas las naciones; poblada de inmensidad de naturales y extrangeros que fixaban allí los intereses del comercio; activa é industriosa por la variedad y perfeccion de sus fábricas y manufacturas; y culta ademas por haber conserva

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