Imágenes de página
PDF
ePub

pretes como él Ꭹ todos aquellos soldados eran vasallos de un poderoso monarca, que tenia su imperio donde sale el sol, en cuyo nombre venian á ofrecerles la paz y grandes felicidades si trataban de reducirse á su obediencia. Oyeron esta proposicion con señales de atencion desabrida; y no es de omitir la natural discrecion de uno de aquellos bárbaros que poniendo silencio á los demas, respondió á Grijalva con entereza y resolucion : « que no le parecia » buen género de paz la que se queria introducir, envuelta en la sujecion y en el vasallage; ni podia dejar de estrañar como cosa intempestiva el hablarles en nuevo señor hasta saber si estaban » descontentos con el que tenian; pero que en el punto de la paz » ó la guerra, pues allí no habia otro en qué discurrir, hablarian » con sus mayores y volverian con la respuesta.

[ocr errors]
[ocr errors]
[ocr errors]

Despidiéronse con esta resolucion, y quedaron los nuestros igualmente admirados que cuidadosos; mezclándose el gusto de haber hallado indios de mas razon y mejor discurso con la imaginacion de que serian mas dificultosos de vencer, pues sabrian pelear los que discurrir; ó por lo menos se debia temer otro género de valor en otro género de entendimiento: siendo cierto que en la guerra pelea mas la cabeza que las manos. Pero estas consideraciones del peligro en que discurrian variamente los capitanes y los soldados, pasaban como avisos de la prudencia que ó no tocaban ó tocaban poco en la region del ánimo. Desengañáronse brevemente, porque volvieron los mismos indios con señales de paz, diciendo: « que sus caciques la admitian, no porque temiesen » la guerra, ni porque fuesen tan fáciles de vencer como los de » Yucatan (1) (cuyo suceso habia llegado ya á su noticia), sino » porque dejando los nuestros en su arbitrio la paz ó la guerra, se » hallaban obligados á elegir lo mejor. » Y en señas de la nueva amistad que venian á establecer, trajeron un regalo abundante de bastimentos y frutos de la tierra. Llegó poco despues el cacique principal con moderado acompañamiento de gente desarmada, dando á entender la confianza que hacia de sus huéspedes, y que venia seguro en su propia sinceridad. Recibióle Grijalva con demostraciones de agrado y cortesía; y él correspondió con otro género de sumisiones á su modo en que no dejaba de reconocerse alguna gravedad afectada ó verdadera; y despues de los primeros cumplimientos, mandó que llegasen sus criados con otro presente que traian de diversas alhajas de mas artificio que valor, plumages de varios colores, ropas sutiles de algodon, y algunas figuras de animales para su adorno, hechas de oro sencillo y ligero, ó for

(1) Cuando los españoles llegaron por primera vez á la península que lleva ese nombre, preguntaron á los indios como se llamaba aquella tierra, y los naturales contestaron Matan cauyi athán, que significa, no entiendo lo que dices: los españoles contrayendo esa frase pronunciaron Yucatan; y creyendo que ese era nombre de aquella península, se le han conservado hasta el dia.

madas de madera primorosamente con engastes y láminas de oro sobrepuesto. Y sin esperar el agradecimiento de Grijalva, le dió á entender el cacique por medio de los intérpretes : « que su fin era » la paz, y el intento de aquel regalo despedir á los huéspedes para » poder mantenerla. » Respondióle; «que hacia toda estimacion » de su liberalidad, y que su ánimo era pasar adelante sin detenerse »> ni hacerles disgusto»: resolucion á que se hallaba inclinado, parte por corresponder generosamente á la confianza y buen término de aquella gente, y parte por la conveniencia de tener retirada, y dejar amigos á las espaldas para cualquier accidente que se le ofreciesen; y así se despidió y volvió á embarcar, regalando primero al cacique y á sus criados con algunas bujerías de Castilla, que siendo de cortísimo valor llevaban el precio en la novedad: menos lo estrañarán hoy los españoles hechos á comprar como diamantes los vidrios estrangeros.

Antonio de Herrera y los que le siguen, ó los que escribieron despues, afirman que este cacique presentó á Grijalva unas armas de oro fino con todas las piezas de que se compone un cumplido arnés que le armó con ellas diestramente, y que le vinieron tan bien como si se hubieran hecho á su medida; circunstancias notables para omitidas por los autores mas antiguos. Pudo tomarlo de Francisco Lopez de Gomara, á quien suele refutar en otras noticias; pero Bernal Diaz del Castillo que se halló presente, y Gonzalo Fernandez de Oviedo, que escribió por aquel tiempo en la isla de Santo Domingo, no hacen mencion de estas armas, refiriendo menudamente todas las alhajas que se trajeron de Tabasco. Quede á discrecion del lector la fé que se debe á estos autores, y séanos permitido el referirlo sin hacer desvío á la razon de dudarlo.

CAPITULO VII.

Prosigue Juan de Grijalva su navegacion, y entra en el rio de Banderas, donde se halló la primer noticia del rey de Méjico Motezuma.

Prosiguieron su viage Grijalva y sus compañeros por la misma derrota, descubriendo nuevas tierras y poblaciones sin suceso memorable, hasta que llegaron á un rio que llamaron de Banderas, porque en su márgen y por la costa vecina á él andaban muchos indios con banderas blancas pendientes de sus astas; y en el modo de tremolarlas, acompañado con las señas, voces y movimientos que se distinguian, daban á entender que estaban de paz, y que llamaban al parecer mas que despedian á los pasageros. Ordenó Grijalva que el capitan Francisco de Montejo se adelantase con alguna gente repartida en dos bajeles, para reconocer la entrada y examinar el intento de aquellos indios; el cual hallando buen surgidero, y poco que recelar en el modo de la gente, avisó á los demas que podian acercarse. Desembarcaron todos, y fueron reci

bidos con grande admiracion y agasajo de los indios; entre cuyo numeroso concurso se adelantaron tres, que en el adorno parecian los principales de la tierra; y deteniéndose lo que hubieron menester para observar en el respeto de los otros cual era el superior, se fueron derechos á Grijalva haciéndole grandes reverencias, y él los recibió con igual demostracion. No entendian aquella lengua nuestros intérpretes, y así se redujeron los cumplimientos á señas de urbanidad, ayudadas con algunas palabras de mas sonido que significacion.

Ofrecióse luego á la vista un banquete que tenian prevenido de mucha diferencia de manjares, puestos ó arrojados sobre algunas esteras de palma que ocupaban las sombras de los árboles : rústica y desaliñada opulencia; pero nada ingrata al apetito de los soldados: despues de cuyo refresco mandaron los tres indios á su gente que manifestase algunas piezas de oro que tenian reservadas; y en el modo de mostrarlas y de tenerlas se conoció que no trataban de presentarlas, sino de comprar con ellas la mercadería de nuestras naves, cuya fama habia llegado ya á su noticia. Pusiéronse luego en feria aquellas sartas de vidrio, peines, cuchillos y otros instrumentos de hierro y de alquimia, que en aquella tierra podian llamarse joyas de mucho precio; pues el engaño con que se codiciaban era ya verdad en lo que valian. Fuéronse trocando estas bujerías á diferentes alhajas y preseas de oro no de muchos quilates, pero en tanta abundancia, que en seis dias que se detuvieron aquí los españoles, importaron los rescates mas de quince mil pesos.

No sabemos con qué propiedad se dió el nombre de rescates á este género de permutaciones, ni por qué se llamó rescatado el oro que en la verdad pasaba á mayor cautiverio, y estaba con mas libertad donde le estimaban menos; pero usarémos de este mismo término por hallarle introducido en nuestras historias, y primero en las de la India oriental; puesto que en los modos de hablar con que se esplican las cosas, no se debe buscar tanto la razon como el uso que segun el sentir de Horacio, es árbitro legítimo de los aciertos de la lengua, y pone ó quita como quiere aquella congruencia que halla el oido entre las voces y lo que significan.

Viendo pues Juan de Grijalva que habian cesado ya los rescates, y que las naves estaban con algun peligro descubiertas á la travesía de los nortes, se despidió de aquella gente, dejándola gustosa y agradecida; y trató de volver á su descubrimiento, llevando entendido, á fuerza de preguntas y señas, que aquellos tres indios principales eran súbditos de un monarca que llamaban Motezuma (1); que las tierras en que dominaba eran muchas y muy abundantes

(1) Hernan Cortés equivoca frecuentemente los nombres americanos por no saberlos escribir; pero respecto del nombre de Motezuma á quien él llama Muctezuma, debe dársele crédito; por el mucho tiempo que estuvo á su lado y la proporcion de oir pronunciar diariamente el nombre de aquel príncipe.

de oro y de otras riquezas, y que habian venido de órden suya á examinar pacíficamente el intento de nuestra gente, cuya vecindad le tenia al parecer cuidadoso. A otras noticias se alargaron los escritores; pero no parece posible que se adquiriesen entonces, ni fue poco percibir esto, donde se hablaba con las manos y se entendia con los ojos, que usurpaban necesariamente el oficio de la lengua y de los oidos.

Prosiguieron su navegacion sin perder la tierra de vista; y dejando atrás dos ó tres islas de poco nombre, hicieron pie en una que llamaron de Sacrificios; porque entrando á reconocer unos edificios de cal y canto que sobresalian á los demas, hallaron en ellos diferentes ídolos de horrible figura, y mas horrible culto; pues cerca de las gradas donde estaban colocados habia seis ó siete cadáveres de hombres recien sacrificados hechos pedazos y abiertas las entrañas; miserable espectáculo que dejó á nuestra gente suspensa y atemorizada, vacilando entre contrarios afectos, pues se compadecia el corazon de lo que se irritaba el entendimiento.

Detuviéronse poco en esta isla, porque los habitadores de ella andaban amedrentados; con que no rendian considerable fruto los rescates; y asi pasaron á otra que estaba poco apartada de la tierra firme, y en tal disposicion, que entre ella y la costa se halló parage capaz y abrigado para la seguridad de las naves. Llamáronla isla de San Juan por haber llegado á ella dia del Bautista, y por tener su nombre el general, en que andaria la devocion mezclada con la lisonja; y un indio que señalando con la mano hacia la tierra firme, y dando á entender que la nombraba, repetia mal pronunciada la voz culúa, culúa (1), dió la ocasion del sobrenombre con que la diferenciaron de San Juan de Puerto-Rico, llamándola San Juan de Ulúa, isla pequeña de mas arena que terreno; cuya campaña tenia sobre las aguas tan moderada superioridad, que algunas veces se dejaba dominar de las inundaciones del mar; pero de estos humildes principios pasó despues á ser el puerto mas frecuentado y mas insigne de la Nueva España en todo lo que mira al mar del Norte. Aquí se detuvieron algunos dias, porque los indios de la tierra cercana acudian con algunas piezas de oro, creyendo que engañaban con trocarle á cuentas de vidrio. Y viendo Juan de Grijalva que su instruccion era limitada, para que solo descubriese y rescatase sin hacer problacion, cuyo intento se le prohibia expresamente, trató de dar cuenta á Diego Velazquez de las grandes tierras que habia descubierto, para que en caso de resolver que se poblase en ellas le enviase la órden, y le socorriese con alguna gente y otros pertrechos de que necesitaba. Despachó con esta noticia al capitan Pedro

(1) Los indios querian dar á entender con esa palabra que aquella era una provincia de Culhúa, ó sea dependiente del imperio mejicano, llamado entonces de Culhuacán; por ser este el nombre del primer pueblo que conquistaron los mejicanos cuando se establecieron en aquel vasto territorio.

de Alvarado en uno de los cuatro navios, entregándole todo el oro y las demas alhajas que hasta entonces se habian adquirido, para que con la muestra de aquellas riquezas fuese mejor recibida su embajada, y se facilitase la proposicion de poblar á que estuvo siempre inclinado por mas que lo niegue Francisco Lopez de Gomara que le culpa en esto de pusilánime.

CAPITULO VIII.

Prosigue Juan de Grijalva su descubrimiento hasta costear la provincia de Panuco. Sucesos del rio de Canoas, y resolucion de volverse á la isla de Cuba.

Apenas tomó Pedro de Alvarado la vuelta de Cuba, cuando partieron los demas navios de San Juan de Ulúa en seguimiento de su derrota; y dejándose guiar de la tierra, fueron volviendo con ella hácia la parte del Septentrion, llevando en la vista las dos sierras de Tuspa y de Tusta, que corren largo trecho entre el mar y la provincia de Tlascala: despues de cuya travesía entraron en la ribera de Panuco, última region de Nueva España, por la parte que mira al golfo megicano, y surgieron en el rio de Canoas, que tomó entonces este nombre, porque á poco rato que se detuvieron en reconocerle, fueron asaltados de diez y seis canoas armadas y guarnecidas de indios guerreros, que ayudados de la corriente embistieron al navio que gobernaba Alfonso Dávila; y disparando sobre él la lluvia impetuosa de sus flechas, intentaron llevársele, y tuvieron cortada una de las amarras : bárbara resolucion, que si la hubiera favorecido el suceso, pudiera merecer el nombre de hazaña; pero acudieron luego al socorro los otros dos navios, y la gente que se arrojó apresuradamente en los bateles, cargando sobre las canoas con tanto ardor, que sin que se conociese el tiempo que hubo entre el embestir y el vencer, quedaron algunas de ellas echadas á pique, muertos muchos indios y puestos en fuga los que fueron mas avisados en conocer el peligro ó mas diligentes en apartarse de él.

No pareció conveniente seguir esta victoria por el poco fruto que se podia esperar de gente fugitiva y escarmentada; y así levantaron las áncoras y prosiguieron su viage hasta que llegaron á un promontorio ó punta de tierra introducida en la jurisdiccion del mar, que al parecer se enfurecia con ella sobre cobrar lo usupado, y estaba en continua inquietud porfiando con la resistencia de los peñascos. Grandes diligencias se hicieron para doblar este cabo; pero siempre retrocedian las naves al arbitrio del agua no sin peligro de zozobrar ó embestir con la tierra; cuyo accidente dió ocasion á los pilotos para que hiciesen sus protestas, y á la gente para que las prosiguiese con repetidos clamores : melancólica ya de tan prolija navegacion, y mas discursiva en la aprension de los riesgos. Pero Juan de Grijalva, hombre en quien se daban las manos la prudencia y el valor, convocó á los pilotos y á los capitanes para que se discurriese en lo

« AnteriorContinuar »