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ron los obispos en esa funcion de los abades, y han seguido en su ejercicio hasta hoy. Pues aunque al princi– pio no dejó de ofrecerse alguna dificultad, esta se allanó pronto, y por fin se dió la posesion al primer obispo Don Bartolomé de la Plaza, en 12 de julio de 1597.

Pero que les declaró, dije, esta potestad el Papa Clemente á los abades de Valladolid, no que ahora se la concediese primitivamente. Traíanla ya nuestros abades de antiguo tiempo, y verisimilmente desde el principio de los mismos estudios á causa de ser ellos de orígen eclesiásticos, procedidos de la propia iglesia mayor, fundados en ella, á su cargo, á su gobierno y el de sus prelados, como Dios mediante se pondrá en claro esta especie rara y recóndita, y que no debiera haber estado ignorada tanto tiempo, cuando lleguemos á la II. Parte de esta obra, esparciendo entre tanto una ú otra especie alusiva.

gina 235. De modo que hasta ahora habiamos entendido no tuviese Valladolid gloria mas bien establecida; pero tales son las glorias de este mundo perecederas y sujetas á alteracion. En nuestros dias se ha hallado un hombre que nos la ha puesto á pleito. Este ha sido el cura de la Mata de Armuña D. Bernardo Dorado en su Compendio histórico de la ciudad de Salamanca, que imprimió allí el año 1777, pág. 38 y 372, el cual habiendo hallado apuntado en los libros de bautizados de la villa de Villoruela (de aquella tierra), patria y palacio del Cardenal Tavera, por el cura que entonces era, el nacimiento de D. Felipe II, en 22 de mayo de dicho año 1527, sin detenerse á examinar si decia que hubiese sido en aquella villa (lo que à la verdad el apuntamiento no dice) con el mayor candor que cabe, pasó á quitar á Valladolid esta gloria, y felicitar con ella á Villoruela, predicándola patria de D. Felipe II, bien que reconoce por documentos judiciales que á lo menos el bautizo fué en esta ciudad. En mil partes se apuntaria del mismo modo por curiosidad como una cosa sobresaliente y que llenó á España y toda Europa de gozo, habiendo nacido en él el Príncipe heredero de tan vasta y poderosa monarquía.

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Y así el papa Inocente VII comunicando la superintendencia y gobierno de estos estudios al abad D. Pedro Gonzalez de Mendoza, despues arzobispo de Toledo, fundador de este Colegio de Santa Cruz, por su bula de 25 de noviembre de 1489, impresa á continuacion de los estatutos de la universidad, asegura que de inmemorial tiempo la habian tenido ya los otros abades sus antecesores, juntamente con el cancelarato. Y en cuanto á los grados sabemos lo que despues de este tiempo por los años 1544 escribia el señor Gregorio Lopez, testigo de vista en esta ciudad donde vivia y era juez: Jam in Vallisoletano Studio videmus per Abbatem Ecclesiæ Collegiatæ illius oppidi concedi: in aliis vero Studiis per Cancellarium: así como en Salamanca, acaba de decir poco ántes estaban en costumbre de darse por el maestre-escuela (1) faltándole solo haber añadido que en el abad de Valladolid concurrian los dos conceptos: uno como canciller de los estudios: otro como gefe y cabeza de la Iglesia de que los estudios habian sido parte. Y como ántes de separarse de ella, este prelado verisimilmente era el que aprobaba y reprobaba maestros, los admitia ó de

(1) Ley 7, tit. 6.o, Part. 1.a, gloss. 3. Que el señor Gregorio Lopez escribia esta obra en 1544 consta por la fecha que él pone en la 2.a glosa á la ley 4., tit. 10, Part. 3.: y que hubiese sido en Valladolid, y aquí determinadamente en la ribera y casa de campo de su yerno el Dr. D. Tomás de Tovar, fiscal de esta Chancillería, antecesor de los condes de Cancelada, llamada el Puerto, y por otro nombre la Casa Blanca, hoy rasa, cuyas paredes alcancé mas arriba del convento del Cármen Descalzo á un lado del camino Real, en el ángulo que con él forma el Pisuerga, es expreso en los documentos y memorias de la casa de dichos condes sus descendientes, y en especial por un libro de su nieto el licenciado Gregorio de Tovar, hijo de D. Tomás y su sucesor en la fiscalía, que fué el que hizo el Repertorio de las Partidas de su abuelo.

jaba de admitir, los caracterizaba y daba títulos, he aquí el motivo porque aun despues de separadas las aulas, continuó en esta funcion hasta hoy, indicándose por aquí el principio catedrático y eclesiástico de estas escuelas, no menos que el de las salmaticenses por el residuo que conserva el maestre-escuela. Y ved aquí una verdad digna de la ampliacion é ilustracion que se le dará á su tiempo, aunque hasta ahora menos conocida y cultivada de lo que hubiera sido justo, por no habérsele aplicado la atencion á un objeto tan interesante.

SE AFIRMA LA BULA AL PAPA CLEMENTE VI Y AÑO 1346.

Pero aun me queda que decir sobre la Bula Clementina. Es ella notoriamente del papa Clemente VI, como repetidas veces se ha sentado hasta aquí, y en el dia no habrá hombre que lo dude, dada en Aviñon á 30 de julio del año V de su pontificado, y así el de Cristo 1346, porque este Papa subió al pontificado el dia 7 de mayo de 1342; y habiendo cumplido su año IV en otro tal dia 1346, en el julio siguiente iba contando el V: y consta además ser de él esta bula; lo uno porque así lo dice expresamente el sucesor Clemente VII en la cabeza de la suya, cuando la renueva por el registro, año 1384; y lo otro porque en ella misma atesta el Papa concederla á solicitud de un Rey D. Alonso de Castilla, y este no puede ser otro que el XI que reinaba á la sazon, afectísimo á los valisoletanos por los motivos de relacion con ellos que quedan explicados.

A pesar, pues, de una verdad tan constante hallamos (y es menester advertirlo para que nadie se deslumbre) que el doctor Gaspar Bravo de Sobremonte, catedrático

de medicina de esta universidad, en aquella su fantástica Dedicatoria que la dirigió en el año 1669, ofreciéndola su tratado de la Medicina vindicada, así como no dejó fábula que no pusiese en movimiento para venderla unos orígenes imaginarios hasta encajarla los Reyes fabulosos de Viterbo, así tambien trocándolo aquí todo, tuvo valor de asegurar que la bula de Clemente VII y año 1384 renovatoria era de Clemente VI y año 1346, y la de este del V y año 1310, sin hacerle fuerza que entónces ningun Rey D. Alonso reinaba en Castilla sino Don Fernando IV. Suplico á los prudentes ¡ qué buenos andariamos con unas noticias tan bien apuradas, si por suerte no tuviesémos la misma bula por delante para desengañarnos! ¡Con que instruccion votaria este claustral cuando se ofreciese un informe sobre el origen de la universidad de su instituto y profesion!

Así bien, en un memorial impreso en 26 hojas, acotado al márgen con doctrinas, que se dió al Rey Cárlos II el año 1698 á nombre de las tres universidades de Valladolid, Salamanca y Alcalá, en la causa de los estudiantes Perales de Valladolid, en que la valisoletana se hallaba en competencia con los dos Alcaldes del Crímen, por no guardarles el fuero, se sienta en el fol. 10 ser esta bula del papa Clemente V, y quinto año de su pontificado, contraido allí al de 1313. Pero con doble error, porque el papa Clemente V exaltado en 5 de junio de 1305, como es notorio, contó el año V desde otro tal dia de 1309, hasta el 5 de junio de 1310, en cuyo año no reinaba ningun D. Alonso, sino D. Fernando IV, como acaba de decirse, porque D. Alonso XI, su hijo, aun nɔ era nacido; y si fuera de este Papa la bula, siendo librada en julio y su año quinto habia de haber sido en ΤΟΜΟ ΧΧ.

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julio de 1309, porque ese era el quinto julio del pontifi→ cado de Clemente V.

He querido poner este ejemplo, porque ya en adelante nadie pretenda aterrarnos por autoridad, pues autoridad por autoridad me parece que á pocos cederá la de tres tan grandes universidades. Pero en vano se pretende acoger el error al abrigo de unos nombres tan respetables; veritas fortior præ omnibus. Mayor es la fuerza de la verdad. A mas que sabemos lo que sucede en tales casos. Un trabajo de estos, un informe así, suele encargarse á un solo individuo; y aunque despues se lleve y se apruche, ó se examine por comisionados, ó si por todo el cuerpo, no es lo mismo que si él lo hiciera desde el principio. En asuntos mayores cuando se manda enviar el parecer de todos, es otra cosa. Entónces cada uno trabaja por su parte, y luego en congreso comun se discute el asunto y se saca el resultado. Así que no inmediatamente que se encuentre un papel en cabeza de este ó el otro cuerpo literato, se ha de entender que todos los dictámenes que comprende, son suyos ex animi sententia, sino mas bien del individuo en particular á quien le cometió: y mucho mas en materias de hecho, y de hecho opinable, donde suele ser tanto menor el cuidado, cuanto de menor trascendencia se consideran las resultas. Bien que los hombres exactos siempre quisieran que en todo, sin distincion de materias, le hubiese muy grande, especialmente cuando se autorizan los escritos con unos nombres tan ilustres que pueden arrastrar por el concepto de su sabiduría, en los cuales no tiene duda que disuenan, y que les hacen poco honor aun los menores descuidos. Todo debe salir de aquí acendrado, todo á la última lima: lo contrario no es preciarnos de

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