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le llevaba ya exceso el mismo D. Enrique su maestro; y así uno y otro, no poco el marqués de Santillana, y algo tambien el Abulense (que con algun otro fueron de esta secta del gusto altisonante) escribian con la diccion castellana y la colocacion latina, creyendo dar á nuestra lengua un realce, que era un borron. Y de hecho ella por la autoridad de aquellos grandes hombres aun no ha vuelto á convalecer bien de semejante frangente, ni á resumir toda aquella dulce suavidad, energía y número que traia de otras, mas rica y ostentosa que ahora, y sin tanto ruido de voces, por los Alonsos Sabios, los Manueles, los Tovares, los Ayalas y otros tenores excelentes; á no ser en el poco tiempo que tuvieron la pluma en la mano los Pulgares, y en otro salto despues los Granadas, los Leones, los Rivadeneyras, Castillos, Santiagos, Fonsecas, Illescas, Zuritas, Morales, Bobadillas, etc.; en una palabra, el reinado del segundo Augusto D. Felipe II en que llegaron á una misma igualdad todas las grandezas de esta nacion sabia, industriosa, guerrera y de extensísimos dominios.

Otra historia de este reinado se mostraba escrita por Pedro Carrillo de Albornoz, halconero mayor del Rey, oficio que equivale al de su primer cazador; pero está por otro estilo, mas bien en forma de unos anales abreviados, donde los sucesos se apuntan y no digieren, que de comentario extenso: pero ella parece que aun así con ciertos breves aumentos que-la puso D. Lope Barrientos, obispo de Cuenca, abrazaba el reinado todo de principio á fin, á lo que el señor Galindez da á entender en su citado prólogo. Zurita, á quien poco se ocultó de lo bueno, tuvo tambien proporcion de esta obra, que desde él pocos han visto, y la disfrutó para sus Anales de Ara

gon, donde la cita, é Ustarroz copia en dicho Indice la nota con que concluia el ejemplar de Zurita, puesta por el autor Pedro Carrillo, en que encargaba no se publi case en sus dias, temiéndose del abuso de muchos que querian ser alabados en las historias, sin haber antepuesto méritos.

Despues de estos escritores del reinado de D. Juan II recayó la mies en la hoz de Fernan Perez de Guzman, señor de Batres, caballero elocuente y discreto, que fué testigo de todo él, y de parte del antecedente y posterior; el cual no solo se propuso emprender, sino que en el año de 1450 estaba ya escribiendo, como en él se ve, el capítulo 4.° de un Tratado (nuevo en Castilla por la materia) de los Varones ilustres de su tiempo, que él alcanzó, y obraron en esta nacion cosas dignas de memoria; el cual si enteramente es suyo el cap. 33 en que se escribe hasta la muerte del Rey en Valladolid, dia 22 de julio de 1434 y su entierro en la Cartuja de Miraflores, le debió concluir despues de San Juan de junio del año siguiente 1455, en que se hizo la traslacion de su cuerpo desde Valladolid á aquel magnífico panteon, habiendo ya un año menos un mes y dos dias que reinaba su hijo Don Enrique IV, que por eso se ha dicho, alcanzó aquel caballero su reinado, y ahora es preciso añadir, que bien entrado, pues en el dia 22 de julio del siguiente año de 1456 (cosa notable en el mismo dia de la Magdalena y á los dos años justos desde la muerte del Rey) murió tambien el sabio obispo de Búrgos D. Alonso de Santa María; y el noble Fernan Perez de Guzman (cuyo Mecenas fué, como de todos los sabios de su tiempo) lloró su muerte en unas excelentes coplas, que ha renovado el P. M. Florez separándolas, sin prevenirlo, del Can

cionero general, donde por la rareza de este libro se haIlaban poco conocidas (1). Aun mas adelante llegó la vida de Fernan Perez, porque habiendo muerto el ilustre marqués de Santillana, otro de los célebres literatos de esta edad, en la mañana del domingo 26 de marzo de 1458 (2), el sublime poeta D. Gomez Manriqne, su

que

(1) Tom. 26 de la Esp. Sagr., pág. 400, donde sin embargo, con aquel su estilo de explicarse emblemático de que no bien usó bastantes veces, no acaba de declarar francamente que las tomó del Cancionero general impreso en Sevilla año 1540, fol. 29, á peligro de hacer creer que no estaban publicadas y que gozaba algun ms. de ellas por donde las daba á luz. Jamás estuve ni estaré bien con estos métodos anfibológicos, cuando á la costa sólo de una palabra más, se puede evitar una duda y dar luz á los que la desean. Y en los puntos de historia literaria, de que sabemos tan poco, corre esto con mayor obligacion para enseñar lo adelantaron los pasados, y lo que vamos adelantando nosotros. Y no que á algunos parece que se le sellan los labios, ó que tienen á cosa de menor valer, el confesar lo que deben á otros, cuando esta es la cosa que se puede y debe hacer con la mayor seguridad y desembarazo. El M. Florez y algunos mas estan notados de poco francos en esta parte, y es muy dañoso á los mismos que escriben, porque despues los eruditcs ú hombres noticiosos à quienes ellos ú otros que se preparan á escribir recurren implorando luces ó socorros, suelen cerrarles las puertas de la misericordia literaria y hacerse sordos á sus postulaciones, y el público por fin lo paga, que carece de aquella instruccion mas.

(2) Trata largamente de esto el doctor D. Tomás Antonio Sanchez, uno de los dignos bibliotecarios de S. M. en la vida del marqués de Santillana al principio del tom. 1.o de su Coleccion de Pocsías antiguas, páginas 23 y 24, donde solo creemos sea mas bien de la imprenta que suyo aquel anacronismo, de que tomase Pulgar de Lucio Marineo Siculo los 65 años de vida, que con error dieron los dos al Marqués; queriendo acaso haber dicho que tomase de Pulgar Lucio Marineo traspuesto el de, pues es notorio que en un hombre tan erudito no cabe ignorar que Pulgar escribió mucho ántes del siciliano, y que acaso murió primero que este tomase la pluma para escribir cosas de España.

sobrino, lloró así bien su muerte en otras coplas, y en ellas afectando que su vena aun no alcanzaria á expresar bien los afectos del dolor en la falta de un Mecenas que la habia de hacer tan grande á las letras y sus aficionados, encamina el númen á que vaya á buscar al reino de Toledo otro poeta mas patético, y que lo haria mejor, llamado Fernan Perez de Guzman, señor de Batres, y dándole todas las demás señas de él para hallarle; con que no se puede dudar que por ese tiempo aun vivia este caballero en aquel reino, su patria, y en el retiro de su villa de Batres, á que estomagado de las supercherías de la corte, se habia recogido muchos años atrás, para dedicar con mas abstraccion aquel su genio enteramente filosófico y estóico á la meditacion, á los estudios y á la vida justa (1). Pero como quiera que sea, en el año 1465 ya parece era difunto, pues en ese el sabio D. Luis de Salazar llama ya señor de Batres á su hijo D. Pedro de Guzman, asistente de Toledo y alcaide de su alcazar (2), que es cuanto hasta ahora hemos podido adelantar sobre la última edad de este caballero, cuyo año cierto de su muerte nadie ha referido á la hora de esta, haciéndonos suma falta para reglar el tiempo y la autoridad de sus obras y memorias literarias, que fué el motivo de que hubiésemos instituido esta presente veriguacion; la cual no obstante á nuestro entender dejamos mas adelantada y circunscripta que el mas exacto, y en mejor proporcion de los eruditos modernos, que nos han precedido en esta misma diligencia, el cual despues de su cuida

(1) Señor Llaguno, pág. 188 de la edic. que luego se dirá. (2) Cas. de Silv., tom. 1.o, p. 266.

dosa discusion solo vino á concluir que congeturaba habia muerto antes del año 1470 (1).

segun

Cuando este señor de Batres empezaba á escribir dicho su Tratado de los claros varones de Castilla en el año 1450, apenas tenia pensamiento de mezclarse en la historia de aquel reinado, sino en cuanto este su precioso libro podia considerarse accesion ó apéndice á ella y acaso una indirecta correccion; temiendo (dice) "que en la <<< historia de Castilla del presente tiempo haya algun de«fecto especialmente por no osar, ó por complacer á los << Reyes, como quier que Alvar García de Santa María á «< cuya mano vino esta historia, es tan noble é discreto << hombre que non le fallesceria saber, para ordenar, é «< consciencia para saber la verdad; pero porque la his«toria le fué tomada é pasada á otras manos, é << las ambiciones que en este tiempo hay razonablemente « se debe temer que la corónica no esté en aquella pu« reza é simplicidad, que á él ordenó; por esto, yo, no << en forma ni manera de historia que aun cuando qui<«<siese, non sabria, y si supiese non estoy ansí instruto «é informado de los fechos, como era necesario á tal <«< acto, pensé de escribir como en manera de registro ó << memorial de dos Reyes que en mi tiempo fueron en « Castilla, la generacion dellos, é los semblantes é cos<< tumbres dellos, é por consiguiente los linajes é faccio« nes de algunos grandes señores, é perlados é caballe<«<ros, que en este tiempo fueron: é si por ventura en <«< esta relacion fueren envueltos algunos fechos pocos é

(1) Señor Llaguno en la edic. del Centon epistolario con los Varon. Ilustr. de Fernan Perez de Guzman en Madrid año 1775, en la vida de este al fin de ella.

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