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En el lib. VII, cap. 2, fol. 3, dejaba escrita la vida de su patriarca Santo Domingo, y sentado en ella que "siendo de catorce años el glorioso Santo, y habiéndo<< los gastado en los ejercicios santos arriba dichos, le en<<< viaron sus padres á la ciudad de Palencia, adonde eran <<< entonces las escuelas universales, las cuales pasó des<< pues de treinta años del Santo á Salamanca, adonde «< agora estan, el Rey D. Fernando el III, que comenzó á << reinar año del Señor de mil y dozientos y diez y siete." Ha puesto el nacimiento del Santo Patriarca en 1170. Con que si á los catorce de edad fué á estudiar á Palencia, esto debió suceder en 1184, como en efecto conforman en lo mismo todos los escritores de su vida antiguos y modernos. Habia, pues, estudios en Palencia ántes de D. Tello, y ántes de todas las otras épocas que los autores de esta lista, que vamos examinando, han señalado. Remitímonos á la demostracion periódica que contra ellos dejamos hecha desde los godos, notando solo aquí como el P. Marieta, siguiendo á los autores antiguos de su órden, dice que el Santo estudió en Palencia lógica, filosofía, metafísica y teología. Con que á lo menos estas facultades se enseñaban allí.

El Dr. Alonso de Villadiego en las Series cronológicas, que antepuso con título de Advertencias á su edicion del Fuero Juzgo en Madrid, año 1600, apunta brevemente que D. Alonso VIII fundó la Universidad de Palen

cia, y el Santo Fernando III su nieto el Estudio de Salamanca. En lo que tambien va singular y descuidado, porque la fundacion del salmanticense todos la reconocen á su padre D. Alonso IX de Leon, bien que el hijo la confirmó con adicion de algunos privilegios; pero no hizo

otra cosa.

El año siguiente 1601 escribia el Dr. Pedro de SaJazar de Mendoza, primer canónigo penitenciario de la Santa Iglesia de Toledo, su Monarquía de España, en que refirió la fundacion de la universidad de Palencia por D. Alonso VIII, y su traslacion absoluta y sin restriccion á Salamanca por su nieto D. Fernando el Santo, como ya vimos. En medio de esto vimos tambien que ofreciéndosele escribir veinte y cuatro años despues la Crónica del Cardenal Mendoza, que sacó á luz en 1625, varió de opinion, y por lisonjear á Valladolid (que no lo necesita) dijo, que sin embargo algo quedó allí que trasladar á esta ciudad, porque el estudio de Valladolid es el mismo que antes estuvo en Palencia. Parece que este cronista á guisa de juez componedor, se metió de por medio y quiso partir la diferencia entre las dos universidades, dividiéndolas la presa por que no riñesen. Pero semejantes arbitrariedades no se sufren en la historia, ni entre hombres serios que hablan delante del público para su perpetua instruccion por medio del inmortal órgano de la prensa. Esta voz póstuma de los siglos, esta divina dádiva, de que no debe abusarse. Lo demás se llama en buen romance escribir de burlas, forjar opiniones y deshacerlas ad occurrentiam casus: como si los hechos históricos fuesen algunas capellanías ad nutum amovibiles, que una vez sucedidos no hubiesen de permanecer constantemente. No hoy una cosa y mañana otra: una misma en todos tiempos. El historiador vea si constan, y sino ofrezca su paciencia. Sus arbitrios son ningunos. Y si raciocina (lo que ya no es ser historiador sino filósofo) hágalo con decoro y con honor, guardando su ropa y guardando consecuencia, sin deprimirse á bajezas por lisonjas, porque esta es

una negociacion sórdida en hombres de letras. Otra cosa fuera que hubiese cometido humanamente un error, y luego por un nuevo descubrimiento le retractase. Entónces nadie le culpára, ántes le alabaria, porque por ingénita falencia todos vamos expuestos al error, si no nos guia la mano directora de la luz. ¡Oh! ella lo haga así, y evite en todos los hombres semejantes debilidades.

Despues de este autor, viene á la lista Jacobo Middendorp, teólogo, jurista y procancelario de la universidad de Colonia, con su obra célebre de Academiis totius orbis, que imprimió allí el año siguiente 1602, el cual en la pág. 437 despues que con Adriano Romano in Teat. urb., (autor que no tenemos en Valladolid) ha dicho de esta ciudad: Validoletum Academia et Cancelaria celebre; sigue con Possevino ya citado: Palentiæ Legionis Rex olim Academiam excitavit ad cujus imitationem Alphonsus Castellæ Rex Salmanticensem fundavit: Auclor Possevinus. Por lo mismo cae como él en la equivocacion de barajar los Reyes, atribuyendo al de Leon lo de Castilla y al de Castilla lo de Leon. Lo que al ver los trabajos que acá pasan con los nuestros, no es muy extraño en extranjeros, menos bien enterados de nuestras cosas, bien que no enterados debieran no escribir ni los unos ni los otros. Porque como dice Gravina, por quien yo estoy: Mejor es del todo no tener letras, que tenerlas malas. Pero entretanto no deja de existir su diferencia entre domésticos y extranjeros. De los cuales Vasséo, uno de ellos, aunque no en nuestra historia (pluguiera á Dios todos los españoles fueran Vasséos) dijo mas de doscientos años ha: Extra Hispaniam pauci admodum scriptores res hispanas attigerunt, idque ita dubia fide, ut plerum

que tota errent via (1). Por eso yo hago tan poco uso de ellos en esta obra, poniendo solo estos dos, como por ejemplo, para que se vea que no me falta razon, reduciéndome á los escritores naturales, que andan en manos de todos, con mas peligro de que se beban sus errores, si no se les atilda con la correspondiente correccion, donde la merecen. Este es el objeto sincero, á beneficio de mi gente, no reportar de ellos un triunfo, que por fácil nunca podria darme grande gloria.

Sigue en el catálogo el licenciado Francisco de Pisa en su historia de Toledo, que acabó de arreglar de última mano en 1605, y publicó de segunda edicion un año despues de su muerte, con algunas adiciones y enmiendas su amigo D. Tomás Tamayo de Vargas, en aquella ciudad, año 1617. Este autor en el lib. y cap. III, fol. 134, col 2, dice: D. Alonso VIII, llamado el Bueno, fundó la universidad de Palencia. Y luego D. Fernando III el Santo, fundó el estudio de Salamanca. Parece le indujo á este error Villadiego, toledano tambien. Pero Pisa lo enmendó en las erras al fin, remitiéndose sobre lo cierto al lib. IV, cap. XII, fol. 174, donde dejaba dicho mas largamente, hablando de D. Alonso VIII: "Entre las otras excelencias << y virtudes grandes que tuvo, fué amicísimo de las le« tras, y dé que en sus reinos hubiese letrados: y á este fin, como no hubiese hasta aquel tiempo en Castilla nin«< guna universidad insigne, por haber estado España ocupada en guerras, fundó el estudio y universidad de Pa<< lencia, por amonestacion del arzobispo D. Rodrigo (hí« zole caer en este error Mariana, debiendo haber dicho el

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obispo de Palencia D. Tello) haciendo traer de Francia,

(1) In Procm. Chronicon. Hisp. cap. 2, (Hisp. Illustrat. tom. 1, pág. 576).

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<«< Italia y otras partes hombres muy doctos en todas sciencias y facultades, asignando grandes estipendios para los regentes de cátedras. A cuya imitacion el Rey «D. Alonso IX de Leon, para que los de aquel reino no « tuviesen necesidad de acudir á Castilla á deprender las sciencias, comenzó á fundar nuevo estudio y universi« dad en Salamanca en el año mil dozientos y treinta y « cuatro (otro error, ya habia tres que era difunto): no << porque la de Palencia como algunos con engaño pien"san (obsérvese esto) se pasase á Salamanca, cuyos principios, fundacion y aumento se declaran con breves palabras en un letrero escrito en las escuelas mayores, « que dice así: Alphonsus Octavus Castellæ Rex, etc."

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Omitimos lo demás, porque se ha de tratar de él en otra parte, siendo digno de notar aquí que sea Pisa el primero que negó, despues de Chacon, cuyo testimonio verémos adelante, la traslacion del estudio palentino al salmanticense, y el primero tambien que hizo uso de este letrero, el cual no ha parecido hasta ahora en ninguno de los autores que van examinados: prueba de que no habia mucho tiempo que se habia puesto cuando él escribia. En lo demás se conoce que Pisa tuvo presente á Garibay, Mariana y Villadiego, y que erró su porcion con cada uno de ellos, como regularmente sucede á los que siguen las huellas del rastro, que por lo comun siempre es camino derecho al matadero.

A un toledano sigue otro. D. Sebastian de Covarrubias Orozco, en su Tesoro de la lengua castellana que sacó á luz en 1611. Verb. Palencia, et Verb. Salamanca, dice: "El Rey D. Fernando el Santo que ganó á Sevilla, pasó la universidad de Palencia, que fundó D. Alonso su abuelo, á Salamanca cerca de los años 1240."

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