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logía, y se labró aquellas armas prepotentes con que destruyó en el concilio Lateranense bajo de Inocencio III los errores groseros de Almerico y del abad Joaquin, y en las partes de Tolosa la impertinente heregía de los albigenses (1). Continuaba el bendito jóven sus estudios en Palencia el año 1192, que fué el de la grande hambre, en que todos los escritores de su vida celebran haber vendido los libros para socorrer las necesidades de los pobres. Véanse los Anales primeros toledanos impresos por Florez en el tom. 23 de la Esp. Sag. pág. 393.

Hácia los años 1200 hizo tambien sus estudios en Palencia el bendito Fr. Pedro Gonzalez de Fromista, hijo del mismo obispado, por otro nombre Fr. Pedro Gonzalez Telmo ó Fr. Pedro de Tuy, por la ciudad episcopal de Galicia, donde descansa su santo cuerpo en digna veneracion. De quien dice el escritor coetáneo de su vida: In primavo juventutis suæ flore, promovente quodam ejus patruo, qui præfatæ civitatis ecclesiæ in pontificale præerat dignitate, liberalium artium studiis decenter eruditus, velut alter Salomon, puer ingeniosus et bonam sortitus animam.... (2). A diligencia, dice, de un tio suyo, obispo de aquella ciudad (por la cuenta D. Arderico an-

(4) Lib. 1., Sect. IV, §. 1.°, pág. 360: In Palentina Academia theologia magisterio donatus, et instructus armis, abbatis Joachim et Almerici errores in Concilio Lateranensi sub Inocentio III, et in Tholosatium regionibus Albigensium hæresim profligavit. El Bergomense in Suplement. Chronicor. Hæresim apud Tholosum nuper obortam mira celeritate et virtute compescuit. Añade Juan de Launoy en el tomo 7.o de sus obras titulado de Scholis celebrioribus, edic. de Colon. año 1732, pág. 61 y 62 hablando de esta de Palencia, que Santo Domingo hanc scholam reperit illustrem et illustriorem reddidit, etc.

(2) Publicado por el M. Florez en el tom. 23 de la Esp. Sag., pág. 152, 153 y 245, núm. 2.

tecesor de D. Tello) fué puesto allí á los estudios desde muy jóven; y habiendo descubierto buen fondo de alma y no mal talento, como aprovechase mas cada dia llegó á ascender á canónigo y dean de la propia iglesia palentina. Pero trayéndose en la exterioridad de ropas y caballos con mas orgullo del que era correspondiente á la modestia sacerdotal, un tropezon que dió en sus calles, fué paso para un acierto. Envuelto ginete y caballo en un inmundo monton de basura, se siguió como es ordinario, la risa y burla del pueblo mofador, el cual por desgracia en semejantes lances siempre suele estar pronto á celebrar las desdichas de los petimetres; cosa que ellos sienten mas que todo. En fin, él pasó su poco de vergüenza y se levantó como pudo; pero desengañado de que el mundo siempre vuelve cenagosos lodos por locas vanidades, se indignó mas con estas; en una palabra, el barro de las calles de Palencia (que tan antiguo debe ser ya en ellas) fué para Pedro un medicamento precioso, con que curó la ceguedad de ánimo y recobró la vista del cuerpo. No tuvo que dudar mucho. Prento corrió á lavar sus inmundicias en las aguas abstergentes de la penitencia y de las lágrimas. Sin detenerle las grandes esperanzas que pudiera fundar por la carrera del siglo, segun la rapidez de los pasos que habia dado por ella, pasó á salvarse bajo el manto de la sagrada religion dominicana, como el único refugio donde creia hallar salud. Y en efecto no le engaño el pensamiento, siendo despues en esta regla, todo lo que fué, un ejemplo de virtud, de humildad y fervor, la voz de la trompeta que despertó á muchos de iguales letargos, el rayo volador de la mision que cruzó regiones y penetró provincias, el Vicente Ferrer de aqueIlos tiempos por su celo apostólico.

QUIÉNES PUDIERON SER LOS MAESTROS DE ESTAS ESCUELAS

Tan buenos discípulos sacaban las escuelas de Palencia. ¡Lástima que hubiesen faltado defraudándonos de tantos frutos dichosos! Antes Fructuoso, ahora Julian, Domingo y Pedro. ¡Ah! Escuelas divinas que solo soltais la voz y rompeis el silencio cuando teneis que anunciarnos algun discípulo Santo. ¿Dónde se fué ese arte admirable de hacer hijos de la luz, de hijos del oprobio? ¿Hijos del cielo, de hijos del cieno? ¡Ah! Yo bien quisiera hubiérais dejado mas memoria y aun tracto succesivo de los bellos catedráticos, tanta habilidad, tan buena mano para sacar otros como ellos; porque yo despues del indeleble Conancio solo la hallo tres. Uno el Mtro. Geraldo, que en privilegios de los años 1178 y 1184 se firmaba de este modo: Magister Geraldus Regis Notarius et Pallentinus Archidiaconus (1). El cual parece pasó despues á obispo de Segovia donde lo fué de 1211 á 1217 (2). Otro el Mtro. Lanfranco, canónigo que desde el año 1200 al 1211 se subscribia: Ego Magister Lanfrancus Canonicus Pallentinus (3). Y el tercero, Maestre Fornelin tambien canónigo de la propia iglesia por el mismo tiempo. Todos los cuales lo pudieron ser muy bien de Santo Domingo y S. Pedro de Fromista.

De este último, que parece debia ser canonista, consta por una escritura de concordia de 27 de setiembre del año 1210, sentada entre el abad y monasterio de

(1) Pulgar, tom. y lib. 2.°, pág. 253, col. 2.*
(2) Colmenar. Hist. de Seg. pág. 174 á 191.
(3) Pulgar, ibid, pág. 262, col. 1.

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Sahagun de una parte, y de otra el convento de monjas de San Pedro de las Dueñas, sobre el derecho de elegir abadesas y otras regalías que habian controvertido largamente. Imprímela el P. Escalona, pág. 592, col. 4, y en ella se dice: "Tal composicion de voluntad d'amas « partes es fecha, loando aquella composicion D. Jor« dan, arcediano de Campos, et Maestre Fornelin, canónigo de Palencia, á quien fué este pleito encomendado « por pesquerir affincadamiente: et determináronlo Don Rodrigo Arzobispo de Toledo, et D. Tello electo de Pa<< lencia por la voluntad del Rey D. Alonso de Castiella et « de Toledo, padron del un monasterio et del otro, et de << otorgamiento del devan dicho Abbad et del convento «< de Sant Fagund, et de otorgamiento del convento de « las devan dichas monias de Sant Pedro de las Dueñas." Otro maestro de los estudios de Palencia tenenemos en pretension por los escritores del Real monasterio de Sahagun, Fr. Juan Benito Guardiola, hombre muy curioso (como le celebra el Señor Sandoval en la fundacion de aquel monasterio, fol. 65, col. 4) y el P. Fr. Romualdo de Escalona su moderno cronista. El primero en su Tratado de la Nobleza, que imprimió en el año 1591, capí– tulo 10, fol. 28, y el segundo en la Historia de la misma Real Casa, que ha dado á luz los años pasados, en el de 1782, pág. 129, núm. 3, pág. 260, núm. 5, y en el Apéndice, escritur. 209, pág. 570. Y á la verdad, él estuvo en proporcion de poderlo ser tambien como cualquiera de los antecedentes, si tuviésemos mas auxilio en las memorias de sus dias.

Este es el monje D. Juan, prior de Nogal, hijo del dicho monasterio, el cual en todas las escrituras de su tiempo que hablan de él, tiene el título de maestro. Dos

de ellas son, una del año 1202, otra del de 1198 dia 7 de octubre. Esta última es un privilegio que le concedió el reinante Rey D. Alonso VIII, hallándose en Calabazanos cerca de Palencia, en que despues de darle el tratamiento de Maestro y el mucho mas cariñoso de su muy amado, por respeto á él y á los especiales servicios que dice le ha hecho y está haciendo, exime al concejo de Nogal de su priorato, cerca de Carrion, presente y futuro perpetuamente de fonsado, fonsadera y pedido, como tambien de entrada de Merino y Sayon del Rey; porque no teniendo ya que percibir allí la Corona, no eran necesarios estos ministros, pues los demás pechos y gabelas que hubiese acostumbrado pagar el referido pueblo, quiere los hayan y perciban en adelante el prior D. Juan y sus sucesores para su monasterio de Nogal, sin otra responsabilidad ni obligacion. Cuya grande concesion. dice el Rey le hace: Intuitu Dei, et considerato devoto et fideli obsequio, quod Magister Joannes Prior de Nogar, dilectus meus, mihi diligenter exhibuit et assiduè exhibet.

Fundados, pues, los dos escritores sahaguntinos en estas enérgicas y magníficas expresiones del privilegio, que uno y otro exhiben, arguyen así: El P. Guardiola, que consideradas todas las circunstancias de su expedicion en Calabazanos á la inmediacion de Palencia; el título de Maestro, equivalente al de Doctor; servicios estimables que el D. Juan ha hecho y está haciendo al Rey, á quien por ellos era tan acepto; y el tratamiento cariñoso de su bien querido, todo esto anuncia y parece estar apuntando como con el dedo, que él era uno de los principales maestros del estudio de Palencia, y ahí donde habia causado y estaba continuando el gran mérito que

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