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« cristiandad, y en este concilio, hallándose en él nues«<tro P. San Bernardo, que defendió la parte mas sana."

Estas proposiciones envió el Sumo Pontífice tambien al Emperador, para que juntando los prelados del reino, tratasen de ellas, y enviasen con la resolucion al concilio personas doctas, ó fuesen todos ellos y el Santo Emperador con celo de servir á nuestro Señor, hizo la junta que el privilegio dice de prelados en Palencia. De Gilberto Porretano dice Pedro, venerable abad del gran monasterio de Cluni, que se metió monge en este insigne monasterio, recibiendo el hábito de nuestro P. San Benito, y vivió en él lo restante de su vida con gran ejemplo y humildad, y aprobacion de vida.

Concluida ya la relacion de este concilio, y volviendo á mi propósito, decia yo que atendidas las circunstancias de haber sido puramente dogmático, y haber querido el Papa oir los dictámenes de las escuelas de la cristiandad, puede muy bien creerse que el motivo de haberse convocado mas bien en Palencia que en otra ciudad de las muchas de los dominios de Castilla y Leon, fué por la proporcion de consultar los Padres á los doctores y maestros de los estudios palentinos. Y en efecto, despues de tener ya expuesta aquí mi conjetura en estos términos, hallo haberme precedido en el mismo pensamiento el grave juicio del Dr. Pulgar, canónigo penitenciario de la propia iglesia de Palencia, y su historiador, diciendo: "Y yo no dudo que el motivo de congregarse « este Concilio ó Córtes. . . . en Palencia, fué porque era universidad, y aquí se ventilaria lo que las proposicio<<nes contenian (1)."

(1) Tomo y lib. 2, pág. 187, col. 1.

Pero de cualquier modo que hayamos de quedar acerca de esto, lo cierto es que desde este tiempo tenemos memorias descubiertas, continuadas y seguidas de los estudios de Palencia. Y estas son las que voy á proseguir abora.

SANTOS Y HOMBRES ILUSTRES QUE DESDE ESTE TIEMPO HACEN SUS ESTUDIOS EN PALENCIA.

Desde este tiempo tenemos tres ilustres discípulos de las escuelas de Palencia en los gloriosos San Julian, obispo de Cuenca, Santo Domingo de Guzman, fundador de su esclarecida religion de Predicadores, y San Pedro Gonzalez Telmo ó de Fromista, uno de sus primeros religiosos despues de haber sido dean de la propia iglesia palentina. El primero pasó á hacer sus estudios á Palencia, jóven de unos quince á diez y seis años, en el de 1143, cinco antes de dicho concilio; de modo que al tiempo de su celebracion, se hallaba cursante en estas aulas. El segundo empezó allí los suyos en 1184, y el tercero en el de 1200 ó poco despues. Las memorias didascálicas de todos tres apuntarémos ahora muy brevemente por su órden.

Por lo que toca al bienaventurado San Julian, segundo obispo de Cuenca (del estado moderno despues de su conquista), que este dichoso hijo de la inclita ciudad de Búrgos hizo sus estudios en Palencia desde dicho. año 1143, es un hecho que contestan los escritores de su vida, hombres no menos doctos que los PP. Rivadeneyra, Poza, Escudero, Fr. Antonio de Santa María, y

el que escribió despues de todos y los tuvo presentes, y les llevó la palma por su elocuencia, diligencia y esmero, el P. Bartolomé de Alcazar en la que nuevamente escribió del Santo, publicada en Madrid año 1692, en un tomo en folio, debiendo verse particularmente sobre este punto en los cap. 9 y 12, pág. 39 y 62 y á cada paso. Donde se hallará que despues de la gramática, humanidades, filosofía y demás ciencias que allí se cultivaban, especialmente eclesiásticas, se destinó á la sagrada teología con adelantamientos tan considerables, que llegó á ser graduado de maestro en esta sagrada facultad, y á enseñarla públicamente desde la cátedra. De ahí se trasportó á la profundidad de las sagradas letras, y salió en ellas tan aventajado como nos lo encarecen las lecciones de su oficio en el breviario impreso del año 1565: Sacrarum litterarum cognitione apprimè eruditus. Estudios, por fin, para que no nos cansemos, que le sacaron tan docto, tan admirable y santo como él lo fué, espejo de los prelados de su tiempo y ejemplo vivo é inmortal que está y estará gritando á los de todos los siglos, para el modo de cumplir todas las funciones, todos los deberes, todas las grandes partes de su alto y delicado ministerio.

La habilidad de este ilustre profesor palentino no era como la de los canónigos de las leyes de Partidas que no sabian firmar. Ella se extendió como se ve por las escrituras de su puño, que se guardan tanto en la iglesia primada, como en la suya propia de Cuenca, hasta preciarse de escribir no solo con elegancia y limpieza, cosa muy rara en su tiempo, si aun materialmente con primor, sabiendo formar diferentes géneros de letras, pero en particular la corriente de su uso cotidiano con mucha gracia y claridad, conservando un pulso valiente en me

[dio de sus austeridades y fatigas hasta mas allá de la edad septuagenaria. De modo que los escritores de su vida hablan en esta parte con cierto género de admiracion, y ello es que en el particular parece haber sido San Julian un fenómeno de aquellos tiempos (1). Habia nacido en Búrgos por los años 1128. Pasó á hacer sus primeros estudios á Palencia, como se ha dicho, en 1143. Concluidos se retiró por algun tiempo á su patria á ejercer la vida solitaria. Se ordenó de sacerdote, fué cxaltado al arcedianato de Toledo, cuya dignidad llevaba por los años 1192 y 93, como consta de instrumentos. De ahí á obispo de Cuenca en 1196, cuya silla rigió hasta el de 1208, dia lúnes 28 de enero, en que pasó á la gloria no menos cumplido de dias que opulento de virtudes. Tal ha sido el primer discípulo Santo que conocemos de las escuelas palentinas en este estado moderno de restauracion. Pasemos al segundo.

Pues y el ilustre Santo Domingo de Guzman fundador de su religion Dominicana? Este patriarca insigne, esta lumbrera despertada para despejar el horizonte de la iglesia de la parte del occidente de Francia, siempre tenebroso, pasó á cursar en esas mismas aulas el año 1184 por disposicion de sus piadosos padres. Y ahí fué donde adquirió todo aquel fondo de ciencia sublime, con que triunfó despues en aquellas provincias de muchos here

(1) Podrán verse en el P. Alcazar con las reflexiones que hace sobre esto, pág. 31, 133 y 135; como tambien á los PP. Burriel y Terreros en su Paleografía española, publicada en Madrid año 1758, pág. 94 y 95, lámina 13, núm. 5, donde entre muchas que vieron suyas en la Santa Iglesia primada, dan estampa de la arrogante firma de una del año 1198, siendo ya obispo de Cuenca y en edad de 70 años.

jes y cismáticos en las diferentes disputas que con ellos sostuvo, como no bien lo acaban de encarecer todos los escritores antiguos y modernos de su vida, el Belvacense, el Lemovicense, el Genuense, Apoldia, Trivet, San Antonino, el Bergomense, Almella, Castillo, Pedro Mateo, Fr. Vicente Baronio, Diacceti, sin otro gran número. El primero de los cuales, acabando de escribir en 1244, tiene estas palabras que apenas diferencian en los demás: Post hoc in liberalium artium doctrinam missus Palentiam, ubi tunc generale studium florebat (1). Obsérvese para mejor ocasion este tunc, como que ya cuando el autor escribia en 1244 no se hallaba tan floreciente el estudio palentino por haber decaido en ese in

termedio.

Aun se explica mas individual el M. Fr. Teodorico. de Apoldia, que escribia entre los años 1296 y 99. Fii parentes (dice) illum studiorum causa Palentiam misserunt ibi enim tunc florebat studium generale, ut vocant, abundans tam discipulorum frequentia, quam præstanti doctrina magistrorum (2). San Antonino de Florencia: Missus est Palentiam, ut ibi liberalium artium compararet studii exercitatione peritiam. Ibi tunc temporis generale florebat studium abundans tam multitudine numerosa scholarium, quam studiosa perfectione doctorum (3). Aquí dice el apologista de la misma religion de Predicadores' Fr. Vicente Baronio, recibió el grado de maestro en teo

(1) Vicent. Belvacens. in Specul. Historial. lib. 29, cap. 94, de la edicion de Venecia en 1591. El cual podrá tambien consultarse en los caps. 93, 93, 96, 103 y 104.

(2) Lib. 1. cap. 2 et ap. Lipoman. Sur. et Hareum in Vit. SS. quorum postremus videndus pág. 685, edit. Lugdunens. 1594, 4. (3) In Chronica. Part. 3., tit. 23, cap. 4.

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