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universidad, en quien es mayor que en todos, si yo no me engaño, la arrogancia y vanidad con que se explica en este punto. En su Dedicatoria de la medicina vindicada, que la dirige en el año 1669 (1), convierte hácia ella su oracion altisonante é hinchada y la saluda, celicola, turdetana, palentina y valisoletana. Esto es; que ella estuvo primeramente en el seno de Dios Padre: que de allí fué revelada al primer hombre Adan: que de este cundió, como por un derecho de sucesion, por todo el linaje de los Patriarcas, sus descendientes, hasta derivarse á Tubal, nieto de Noé, poblador de España, que enseñó á los nuestros la teología y ciencias naturales, y fundó escuelas para la posteridad en los turdetanos de Andalucía, de donde era la antigüedad de la literatura entre estas gentes que tanto ponderó Estrabon: que en esa universidad estudiaron y se hicieron sabios aquellos asombrosos Reyes de España, Brigo, Osiris, Orolibio, Hespero, Atlas, Serapis, Dionisio ó Bacho, Amon, Júpiter, Pan, Hércules, Mercurio, Trimegistro, y que sé yo que otros. Y de aquí llevó Licurgo sus leyes á Esparta. Aristóteles ha sido tambien discípulo de estas escuelas, porque aunque le llaman Stagirita, eso fué porque residió allí, pero él de nacimiento era español, como dicen D. Lúcas de Tuy, Juan de Mena, Enciso, Garibay y el P. Martin de Roa. A la entrada de los árabes se dispersaron las escuelas turdetanas y vinieron á parar á Palencia; y desechas ahí, no pasaron á Salamanca. ¡0 fétido error! fueron trasladadas á Valladolid y hasta hoy permanecen aquí levantadas al rango de pontificia y regia universidad. Verè pontificia el regiæ universitati

(1) Se halla hoy al principio del tom. 2.° de sus obras, edicion de Leon, 1674.

(la invoca él), turditanæ, palentinæ, vallisoletanæ omnium quæ à mundi origine fuerunt in orbe universitatum primæ. Si: porque las ciencias de las otras no debieron estar ántes en el seno de Dios Padre. La hija legítima era esta, las demás eran espúrias.

Tales y tan hidalgos son los principios que encontró para nuestra universidad este célebre apologista. De aquí va trovando luego peregrinaciones, fugas y destierros de la triste Minerva castellana, que es un embeleso; pero sin tino, ni sensatez, como todo lo dicho hasta ahora. "Callaste, la dice, en los turdetanos, y hablaste en los palentinos pusiéronte allí silencio y ahora te explicas en los valisoletanos." De modo que yo me admiro como se imprimian estas cosas, y habia gusto de leerlas, cuando ni al mismo Homero se perdona, si no trae mas que frialdades, Si nihil attuleris, ibis Homere foras. Debia ser el genio de aquellos tiempos así. De la poca escrupulosidad de este autor, volverémos á hablar bien pronto.

De tal modo anduvo esto, que entrando á escribir inmediatamente en 1674 hasta 80 el propio historiador de Palencia D. Pedro Fernandez de Pulgar, hombre docto sin duda y canónigo penitenciario de aquella iglesia, se ve fluctuante y turbado sin saber á que partido adherir. Y por fin por componerlos á todos, tercia y da un corte, concediendo las dos traslaciones, una en un tiempo á Salamanca, y otra en otro á Valladolid (1).

No menos logró imponer Bravo á un varon tan sabio como el marqués de Mondejar; el cual escribiendo en 1703 las Memorias del Rey D. Alonso VIII, que por su muerte quedaron inéditas, y ha publicado en nuestros

(1) Tomo y libro 2.o, pág. 282.

dias, año 4783, el doctor D. Francisco Cerdá (á que tuve el honor de haber contribuido), dió bastantes pruebas de haber caido en el lazo de aquel precursor, sentando en el cap. 95, pág. 288, haber mostrado este médico con entera evidencia, no haber habido tal traslacion á Salamanca sino solo á Valladolid, y que la universidad de aquí es la misma que ántes estuvo en Palencia; pero ¿cómo no habia de caer este grande hombre si el otro le va atestando que las rentas que hoy goza la universidad de Valladolid son las mismas en número que antes tuvo la de Palencia?

He aquí la especie que sedujo tambien á Pulgar, y negoció á Bravo el medio voto de este autor, pues medio se puede decir, creyendo uno y otro con demasiada bondad, que cuando lo sentaba así un individuo de este claustro, constaria en su archivo. Pero como tal cosa no consta, como él se la labró en la fábrica de las otras especies, como hoy no se sepa en que fondos tuviese su dotacion el estudio palentino, ni jamás nadie lo ha dicho, ni lo ha descubierto, como yo haya hecho ver el orígen diferente de los réditos del valisoletano por las mercedes que he puesto de los Reyes D. Sancho el IV, D. Fernando el Emplazado, D. Alonso XI y siguientes, es constante que si hoy escribiesen Pulgar y Mondejar, no deferirian› con tanta facilidad á los informes de aquel médico, antes creo yo le sacudiesen como á un escritor zalamero, que habia tirado á engañarlos con no buena fe.

Y lo mismo entiendo hubiera hecho la universidad en su pliego de 27 de mayo de 1718 al papa Clemente XI, cuando le dirigió el juramento y adherencia que habia hecho á su famosa bula Unigenitus: y no menos el P. Fr. Tomás Ripoll del órden de Predicadores, y se

cretario del general en España, por cuya mano, estando de camino para Roma, le dirigió á las de S. S., el cual en su carta de 17 de marzo del año siguiente 1719, en que avisó la entrega en propia mano del Papa, é incluyó su respuesta, congratulándose con este gremio y claustro, no se toma poca satisfaccion en que el glorioso padre Santo Domingo de Guzman, su patriarca, haya sido alumno de la universidad de Palencia, despues por su mayor fortuna trasladada á esta ciudad.

Despues de tan autorizados precursores, y de la misma parte interesada, ya no será de extrañar corriesen inoffenso pede por las propias veredas los autores que escribieron posteriormente, los unos á pretexto de que no examinaban la cosa de raiz, y los otros con motivo de que aunque quisiesen, no sabrian: efugios frívolos á que comunmente se abriga el error para irse encadenando sectarios: Nam reliquos primum sequi auctorem et ejus vestigiis inhærere in more positum est, decia doscientos años ha, con sobrada experiencia el doctísimo cardenal Baronio (1).

Entre estos autores posteriores hemos puesto ya (y' con ellos concluimos por no eternizarnos) á los eruditos nuevos editores é ilustradores del Mariana en Valencia, año 1789; los cuales en el tomo 5, pág. 7, le encajan esta nota dirigida al cap. 4.o, lib. 13. "En las observa<< ciones (dicen) verémos la equivocacion que padeció << nuestro autor en asegurar que la universidad de Palen« cia se trasladó á Salamanca y no á Valladolid." Verdad es que en las que ponen despues al fin de este tomo, no

(4) Anales ecclesiast., ad. ann. 4425, núm. 12, tom. 12, página 105.

hallo que hayan vuelto á tocar la especie; pero pueden haberlo hecho en otra parte que yo ignore. Mas ello importa poco, porque nunca saldrémos de habérsele antojado decirlo así al primer garante de esta opinion Salazar de Mendoza, sin otra prueba que el puro avance de su imaginacion; en cuyo caso, es por demás mortificarnos en añadir autores al error. Lo que sí importa es quitárselos, y establecer la verdad de una vez, tomando la cosa à fundamentis. Eso es, pues, lo que vamos á hacer ahora en la

SEGUNDA PROPOSICION.

Los estudios de Palencia acabaron en aquella ciudad, sin dar origen á los de Valladolid ni aumento á los salmantinos.

Una misma prueba ha de convencer los dos extremos; porque si yo muestro que estos estudios acabaron en Palencia, tendré convencido que ni pasaron á Salamanca ni vinieron á Valladolid; pero esta demostracion á buena fe no puede hacerse bien sin llevar las cosas á su orígen. Para llevarlas á él y no demorar en las orillas, como hasta aquí se ha hecho, es necesario advertir que yo me hallo educado en la máxima del sabio cardenal Bona, que hace ya dias me enseñó: Distinguendæ sunt ætates, disquirenda mutationis ratio, et omnia ad sua principia revocanda, ut certa rerum notitia habeatur. Bellamente, y ojalá siguieran todos este método, con que aclararian la verdad y ahorrarian muchos círculos ineptos. Elevémonos, pues, al orígen de los estudios palenti

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