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SIGUE LA CONJETURA.

Ahora, pues, presupuestas todas estas noticias, reflexiono así. Si los estudios de Valladolid no empezaron desde el principio de esta iglesia, en ningun tiempo tuvo mejor proporcion de haberse hecho con ellos. Avivemos todas las razones de congruencia para persuadir la racionalidad de esta conjetura (que no pretendemos tampoco venderla por mas). Nosotros los hallamos corrientes como á la mitad del reinado siguiente del hijo D. Alonso el Sabio, y con un orígen que se conoce no empezaba entónces. ¿Qué cosa, pues, mas racional que ó suponerlos introducidos desde el principio ó admitirlos ahora? En esta época, todas las cosas tenemos favorables. Una Reina sabia, de quien dice el Tudense, pág. 109, haber sido adeo sapientissima, quod patris sapientia ad eam defluxisse videretur. Una Reina, Señora de Valladolid, y Señora que estima tanto serlo de una ciudad tan ilustre, que dejándose llevar al Conde regente del hermano todas las demás posesiones de villas y señoríos con que se halla, solo de Valladolid no quiere despojarse, por mas que aquel la incomoda. Un Rey que debe acordarse haber sido Valladolid y su iglesia el teatro donde vió la vez primera ceñida sobre sus sienes la corona, y una corona anticipada que no tenia por donde esperar tan pronto: que siente á cada momento repetirse en su corazon las aclamaciones patéticas de un pueblo obsequioso y festejador que precede y allana con su ejemplo otros muchos en tantas seducciones como van esparciendo por el reino los Condes de Lara descontentos. Un Rey y una Reina que cuanto el uno quiere, quiere el otro, no pudiendo menos la Reina de querer el ornamento y mayor exaltaTOMO XX.

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cion de su ciudad propia, ni el hijo, que la ciudad propia de la madre y que ha de ser despues suya, no se eleve y caracterice: porque si Felipe II, como ántes di→ je, por haberle dado cuna, y Alonso XI por haberle dado crianza, la exaltan al rango, aquel de ciudad y catedral, y este de universidad de estudios, no habia por donde fuese de menos memoria ni de menor correspondencia el Santo Fernando el Tercero, que se inicia aquí en la corona, que fecha aquí el orígen de sus glorias, de todas sus felicidades. Pues aumentemos ahora la fortuna de un ministro tambien sabio. Jefe de la misma iglesia, y que en cuanto se ha ofrecido, ha hecho por ella sus deberes, nueva fábrica, nuevas dotaciones, adquisiciones, privilegios, defensas, etc.

Y digamos & si es posible que en un caso tal, con semejantes proporciones, un hombre de este carácter literato, y por lo mismo amante precisamente de las letras, habia de olvidar la enseñanza de ellas en Valladolid? ¿Habia de olvidar, digo, un recurso que á mas de ser por naturaleza y disciplina de instituto eclesiástico, el mismo se recuerda nacido con la propia humanidad? Cum certa sit regula, como decia muy bien el cardenal Palavicini, in omni Republica tales haberi cives quales educantur (1). Ya verémos que ideas despertaron los PP. del IV concilio de Valladolid de 1228, siendo uno de ellos D. Juan, acerca de la promocion de los estudios públicos de nuestra Castilla.

Pues ya por esto mismo ¿qué no darémos algun papel en esta escena á los mismos ciudadanos? Tantos ciudadanos nobles, tanta gente ilustre, tanto número de

(1) Hist. Concil. Trident., lib. 21, cap. 8, núm. 3.

pobladores como habria en Valladolid en los dias mas dichosos de su mayor prepotencia, no se acordarian de esta máxima? ¿No de la educacion de sus hijos? ¿No de la instruccion literario-escolástica de la juventud? ¿Qué hemos de ir fuera, dirian, por lo que podemos tener en casa? ¿No es esto mengua de un pueblo de tal cual respeto, cuanto mas del nuestro que es ya, á Dios gracias, el Príncipe de los pueblos en esta region? Tenga él todas las excelencias que se quieran, todas las ventajas, en faltándole esta, todas le faltan, y ya no se diga que tiene cosa buena. ¿Qué? Siempre han de caminar á Palencia nuestros estudiantes? ¿Siempre los hemos de tener fuera de nuestra vista sin saber si se pierden ó se ganan? Lo que tienen en Palencia & no lo podemos tener acá?

En efecto, tan al contrario pienso yo en esta parte, que creo que la decadencia de las escuelas de Palencia dimana de aquí, y que no tiene otro orígen. La vaca gorda de Faraon se tragó la flaca. Valladolid engordó, Palencia fué enflaqueciendo. La hija nutricia que antes concurria á tomar el alimento literario al seno de la madre, se ha levantado á mayores. Ya se va cambiando la suerte. Ya quiere que la madre venga á tomarle al seno de la hija. Hoy mismo sucede esto entre Palencia y Valladolid. Antes aquella la maestra, segun ella dice, y esta la discípula. Ahora al contrario, maestra la que entónces discípula, y discípula la que entónces maestra. Los tiempos en la sustancia siempre son unos mismos, y solo los accidentes son los que se mudan. Estas reflexiones eran muy obvias, y no podian dejar de ofrecérseles entónces; lo que hoy sucede, sucederia en aquel tiempo. El modo de pensar de nuestros dias, seria á corta diferencia el modo de pensar de aquellos años. Todo el

mundo se desdeña de abatirse á otro, y de rendirle mayoría. Las ciudades escolásticas, aunque por otros respetos sean menores, siempre dominan en cierto modo por las letras á los que las necesitan, á los que concurren á buscarlas en su centro. Y Valladolid en esta parte siempre ha tenido bien puesta su presuncion. ¿Qué sucedió en el año 1554 á los primeros pasos para elevar á catedral esta colegiata? Que desde luego se descubre Valladolid con el vasto pensamiento de que su iglesia ha de ser creada no solo episcopal, sino metropolitana, y por sufragánea suya la de Palencia tan ilustre y anciana que solo el pensarlo podia espantar (4). No paso de aquí: deduzca cada uno, combine circunstancias y verá. A mí me espera la otra mitad de mi plan, que ya urge por ins

tantes.

SEGUNDA OPINION.

Que los estudios de Valladolid, aunque sean algo mas antiguos de lo que se ha creido vulgarmente por la otra opinion, que reducia su principio á los años 1346, son procedidos de los de Palencia por traslacion, esto es, unos mismos sucesivamente en dos lugares.

AUTORES DE ESTA OPINION.

Y á la verdad si esto es así, yo no sé que mayor antigüedad pueden tener de este modo. Porque hallándonos con autor (que es Bobadilla) que da principio á los de Palencia por el Rey D. Alonso el Sabio, haciéndolos fun

(1) Véanse estas pretensiones en Pulgar, tomo 2, lib. 3, pág. 213, col. 2, año 1554.

dacion suya, y así desde el año 1252 á 1284: Fundó, dice, en la ciudad de Palencia la universidad que hoy está en Salamanca (1): y habiendo debido pasarse algun tiempo para que floreciesen en Palencia y se trasladasen á Valladolid, yo no veo que tiempo se pueda tomar que no venga muy estrecho al año 1346, en que ya no los da en esta ciudad la primera opinion. La primera opinion, digo, porque la mia, si se ha de llamar opinion una demostracion instrumental, ya se ha visto que si no los remonta, los iguala al tiempo mismo en que el Bobadilla supone fundados los de Palencia.

Pero ah! bien está, no hagamos caso de un autor iluso, un autor equivocado, un autor que en dias de rebentar aquella vasta é indigesta mole de erudicion, que tuvo á bien nombrar Política de Corregidores, cuidadoso de ver como habia de salir de este espantoso parto, plurimis intentus escribia con cierto atolondramiento, confundiendo especies con especies, y Reyes con Reyes, como por ella misma se ve, y aun en el caso presente, pues cita al márgen al P. Fr. Juan Benito Guardiola, monje erudito de Sahagun, sin reparar que este no hablaba de D. Alonso el Sabio, sino de D. Alonso VIII, su bisabuelo, como en él podrá verse. A mas que el Bobadilla no dice que la traslacion haya sido á Valladolid sino á Salamanca, en cuya universidad se lisonjea en otra parte (2) haber estudiado y hecho aquellos prodigios de adelantamiento, que no espera que le encarezcan otros. Bien que si no han sido mejores que los que muestra en la deduccion del orígen y antigüedad de las escuelas mis

(4) Lib. 1, cap. 10, núm. 35, de su Polític.

(2) Id., cap. 7, núm. 22.

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