Obras de Garcilaso de la Vega

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Por la Compañía de Jordi, Roca, y Gaspar, 1804 - 252 páginas
 

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Página 16 - Cual suele el ruiseñor con triste canto quejarse, entre las hojas escondido, del duro labrador, que cautamente le despojó su caro y dulce nido de los tiernos hijuelos, entre tanto que del amado ramo estaba ausente...
Página 16 - ... mundo cubre, de do viene el temor que nos espanta y la medrosa forma en que se ofrece aquello que la noche nos encubre, hasta que el sol descubre su luz pura y hermosa: tal es la tenebrosa noche de tu partir, en que he quedado de sombra y de temor atormentado, hasta que muerte el tiempo determine que a ver el deseado sol de tu clara vista me encamine.
Página 5 - Al pie de una alta haya, en la verdura, Por donde una agua clara con sonido Atravesaba el fresco y verde prado ; El, con canto acordado Al rumor que sonaba, Del agua que pasaba, Se quejaba tan dulce y blandamente Como si no estuviera de allí ausente La que de su dolor culpa tenía; Y así, como presente, Razonando con ella, le decía.
Página 201 - Y en tanto que el cabello, que en la vena Del oro se escogió, con vuelo presto, Por el hermoso cuello blanco enhiesto, El viento mueve, esparce y desordena ; Coged de vuestra alegre primavera El dulce fruto, antes que el tiempo airado Cubra de nieve la hermosa cumbre. Marchitará la rosa el viento helado, Todo lo mudará la edad ligera, Por no hacer mudanza en su costumbre.
Página 9 - Soñaba que en el tiempo del estío llevaba, por pasar allí la siesta, a beber en el Tajo mi ganado; y después de llegado, sin saber de cuál arte. por desusada parte y por nuevo camino el agua se iba; ardiendo yo con la calor estiva, el curso, enajenado, iba siguiendo del agua fugitiva.
Página 116 - Cerca del Tajo en soledad amena, de verdes sauces hay una espesura, toda de hiedra revestida y llena, que por el tronco va hasta el altura, y así la teje arriba y encadena, que el sol no halla paso a la verdura; el agua baña el prado con sonido alegrando la vista y el oído.
Página 123 - Estaba puesta en la sublime cumbre del monte, y desde allí por él sembrada aquella ilustre y clara pesadumbre de antiguos edificios adornada.
Página 17 - No me podrán quitar el dolorido sentir, si ya del todo primero no me quitan el sentido.
Página 7 - ¡Oh Dios! ¿Por qué siquiera (pues ves desde tu altura esta falsa perjura causar la muerte de un estrecho amigo) no recibe del Cielo algún castigo? Si en pago del amor yo estoy muriendo, ¿qué hará el enemigo? Salid sin duelo, lágrimas, corriendo.
Página 203 - ¡Oh hado *esecutivo en mis dolores, cómo sentí tus leyes rigurosas! Cortaste el árbol con manos dañosas, y esparciste por tierra fruta y flores. En poco espacio yacen mis amores y toda la esperanza de mis cosas, tornadas en cenizas desdeñosas, y sordas a mis quejas y clamores.

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