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la luna sangrienta. Ellos que vieron la luna eclipsada en la mesma hora y día señalado, creyéronlo, que no sabían astrología. Pidieron perdón con muchas lágrimas, y rogando a Cristóbal Colón que no estuviese enojado con ellos, le traían cuanto les demandaba, y porque los pusiese en gracia con la luna. Con el buen proveimiento y servicio de los isleños convalescieron los enfermos y estuvieron para pelear con los Porras, que, no pudiendo pasar la mar en tan chicas barquillas, volvieron a tomar a Colón algún navío si le hubiese venido. Salió a ellos Bartolomé Colón, y pelearon. Mató algunos, hirió muchos y prendió al Diego y al Francisco de Porras. Esta fué la primera batalla entre españoles de las Indias, y en memoria de la victoria llamó Cristóbal Colón el puerto de Santa Gloria, que es en Sevilla de Jamaica, donde estuvo un año e hasta que tuvo en que ir a Santo Domingo.

XXV

La muerte de Cristóbal Colón.

Tras esta pelea se vino Cristóbal Colón a España, porque no le achacasen algo, como las otras veces, y a dar razón de lo que de nuevo había descubierto. Y como no halló estrecho, llegó a Valladolid, y allí murió por mayo de 1506. Llevaron su cuerpo a depositar a las Cuevas de Sevilla, monasterio de cartujos. Era hombre de buena estatura y membrudo, cariluengo, bermejo, pecoso y enojadizo, y crudo, y que sufría mucho los trabajos. Fué cuatro veces a las Indias, y volvió otras tantas; descubrió mucha costa de TierraFirme; conquistó y pobló buena parte de la isla Española, que comúnmente dicen Santo Domingo. Halló las Indias, aunque a costa de los Reyes Católicos; gas

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tó muchos años en buscar con qué ir allá. Aventuróse a navegar en mares y tierras que no sabía, por dicho de un piloto, y si fué de su cabeza, como algunos quieren, meresce mucha más loa. Comoquiera que a ello se movió, hizo cosa de grandísima gloria; y tal, que nunca se olvidará su nombre, ni España le dejará de dar siempre las gracias y alabanza que meresció, y los Reyes Católicos don Fernando y doña Isabel, en cuya ventura, nombre y costa hizo el descubrimiento, le dieron título y oficio de almirante perpetuo de las Indias, y la renta que convenía a tal estado y tal servicio como hecho les había y a la honra que ganó. Tuvo Cristóbal Colón sus ciertas adversidades entre tan buena dicha, ca fué dos veces preso, y la una con grillos. Fué malquisto de sus soldados y marineros; y así se le amotinaron Roldán Jiménez y los Porras, y Martín Alonso Pinzón en el primer viaje que hizo; peleó con españoles sus proprios soldados, y mató algunos en la batalla que hubo con Francisco y Diego de Porras. Trujo pleito con el fiscal del rey sobre que si no fuera por los tres hermanos Pinzones se tornara del camino sin ver tierra de Indias. Dejó dos hijos, don Diego Colón, que casó con doña María de Toledo, hija de don Fernando de Toledo, comendador mayor de León, y don Fernando Colón, que vivió soltero y que dejó una librería de doce o trece mil libros, la cual agora tienen los frailes dominicos de Sant Pablo de Sevilla; que fué cosa de hijo de tal padre.

XXVI

El sitio de la isla Española, y otras particularidades.

En lengua de los naturales de aquella isla se dice Haiti y Quizqueia. Haiti quiere decir aspereza, y Quizqueia, tierra grande. Cristóbal Colón la nombró Espa

ñola; agora la llaman muchos Santo Domingo, por la ciudad más principal que hay en ella. Tiene la isla en largo leste oeste ciento y cincuenta leguas, y de ancho cuarenta, y boja más de cuatrocientas. Está de la Equinocial al norte en diez y ocho y en veinte grados; ha por aledaños de la parte de levante la isla Boriquen, que İlaman Sant Joan (1), y del poniente a Cuba y Jamaica; al norte, las islas de los Caníbales, y al sur, el cabo de la Vela, que es en Tierra-Firme; hay en ella muchos y buenos puertos, grandes y provechosos ríos, como son Hatibanico, Yuna, Ozama, Neiva, Nizao, Nigua, Hayna y Yaques, el que por sí entra en la mar; hay otros menores, como son Macorix, Cibao y Cotuy. Dellos, el primero es rico de pescado, y los otros, de oro. Dos lagos hay notables, uno por su bondad y otro por su extrañeza. El que está en las sierras donde nasce el río Nizao, a nadie aprovecha y a todos asombra, y pocos lo ven. El de Xaragua es salado, aunque rescibe muchos arroyos y ríos dulces, a cuya causa cría infinitos peces, y entre ellos grandes tortugas y tiburones; está cerca de la mar, e tiene diez y ocho leguas. Eran sus riberas muy pobladas; sin las salinas de PuertoHermoso y del río Yaques, hay una sierra de sal en Hainoa, que la cavan como en Cardona de Cataluña. Hay mucho color azul y muy fino, infinito brasil y mucho algodón y ámbar; riquísimas minas de oro, y aun lo cogían en lagunas y por los ríos; también hay plata y otros metales. Es tierra fertilísima; y así había en ella un millón de hombres, que todos o los más andaban en puras carnes, y si alguna ropa se ponían, era de algodón. Son estos isleños de color castaño claro, que parescen algo tiriciados, de mediana estatura y rehechos; tienen ruines ojos, mala dentadura, muy abiertas las ventanas de las narices, y las frentes demasiado anchas; ca de industria se las dejan así las comadres por

(1) O Puerto Rico. (Nota D.)

GÓMARA: HISTORIA DE LAS INDIAS.-T. I.

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gentileza y reciura; ca si les dan cuchillada en ella, antes se quiebra la espada que el casco. Ellos y ellas son lampiños, y aún dicen que por arte; pero todos crían cabello largo, liso y negro.

XXVII

La religión de la isla Española.

El principal dios que los de aquesta isla tienen es el diablo, que le pintan en cada cabo como se les aparesce, y aparésceseles muchas veces, y aun les habla. Otros infinitos ídolos tienen, que adoran diferentemente, y a cada uno llaman por su nombre y le piden su cosa. A uno agua, a otro maíz, a otro salud y a otro victoria. Hácenlos de barro, palo, piedra y de algodón relleno; iban en romería a Loaboina, cueva donde honraban mucho dos estatuas de madera, dichas Marobo y Bintatel, y ofrescíanles cuanto podían llevar a cuestas. Traíalos el diablo tan engañados, que le creían cuanto decía; el cual se andaba entre las mujeres como sátiro y como los que llaman incubos, y en tocándoles al ombligo desaparecía, y aún dicen que come. Cuentan que un ídolo llamado Corocoto, que adoraba el cacique Guamareto, se iba del oratorio, donde atado estaba, a comer y holgar con las mujeres del pueblo y de la comarca, las cuales parían los hijos con cada dos coronas, en señal que los engendró su dios, y que el mesmo Corocoto salió por encima el fuego, quemándose la casa de aquel cacique. Dicen asimesmo cómo otro ídolo de Guamareto, que llamaban Epilguanita, que tenía cuatro pies, como perro, y se iba a los montes cuando lo enojaban, al cual tornaban en hombros y con procesión a su templo. Tenían por reliquia una calabaza, de la cual decían haber salido la mar con to

dos sus peces; creían que de una cueva salieron el sol y la luna, y de otra el hombre y mujer primera. Largo sería de contar semejantes embaucamientos, y tampoco escribiera éstos, sino por dar alguna muestra de sus grandes supersticiones y ceguedad, y para despertar el gusto a la cruel y endiablada religión de los indios de Tierra-Firme, especialísimamente de los mejicanos. Ya podéis pensar qué tales eran los sacerdotes del diablo, a los cuales llaman bohitis; son casados también ellos con muchas mujeres, como los demás, sino que andan diferentemente vestidos. Tienen grande auctoridad, por ser médicos y adivinos con todos, aunque no dan respuestas ni curan sino a gente principal y señores; cuando han de adevinar y responder a lo que les preguntan comen una yerba que llaman cohoba, molida o por moler, o toman el humo della por las narices, y con ello salen de seso y se les representan mil visiones. Acabada la furia y virtud de la yerba, vuelven en sí. Cuentan lo que han visto y oído en el concejo de los dioses, y dicen que será lo que Dios quisiere; empero, responden a placer del preguntador, o por términos que no les puedan coger a palabras, que así es el estilo del padre de mentiras. Para curar algo toman también de aquella yerba cohoba, que no la hay en Europa: enciérranse con el enfermo, rodeándolo tres o cuatro veces, echan espumajos por la boca, hacen mil visajes con la cabeza y soplan luego el paciente y chúpanle por el tozuelo, diciendo que le sacan por allí todo el mal. Pásale después muy bien las manos por todo el cuerpo, hasta los dedos de los pies, y entonces salen a echar la dolencia fuera de casa, y algunas veces muestran una piedra o hueso o carne que İlevan en la boca y dicen que luego sanará, pues le sacaron lo que causaba el mal; guardan las mujeres aquellas piedras para bien parir, como reliquias santas (1).

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(1) Reconocese en esta religión estrechas afinidades con el

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