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XXI

El tercero viaje que Colón hizo a las Indias.

De ocho naos que Cristóbal Colón armaba a costa de los reyes, envió delante las dos con bastimentos y armas para su hermano Bartolomé, y él se partió con las otras seis de Sanlúcar de Barrameda, en fin de mayo del año de 97 sobre 1400. Y como, a fama de las riquezas que de las Indias venían, andaban cosarios franceses, fué a la Madera. Despachó de allí las tres naves a la Española por derecho camino, con trecientos hombres desterrados allá; y él echó con las otras tres a las islas de Cabo Verde, por hacer su viaje por muy junto a la Equinocial. Pasó gran peligro con calmas y calor. En fin llegó a tierra firme de Indias, en lo que llaman Paria (1). Costeó trecientas y treinta leguas que hay de allí al cabo de la Vela, y luego atravesó la mar y vino a Santo Domingo, ciudad que su hermano Bartox lomé Colón había fundado a la ribera del río Ozama, donde fué recebido por gobernador, conforme a las provisiones que llevaba, aunque con gran murmuración de muchos, que tenía descontentos y enojados el adelantado su hermano Diego Colón, que administraban la paz y la guerra en su ausencia.

XXII

La hambre, dolencias, guerra y victoria que tuvieron los
españoles por defender sus personas y pueblos.

Probó la tierra los españoles con muchas maneras de dolencias, de las cuales dos fueron perpetuas: bu

(1) Hoy, costa de Venezuela. (Nota D.)

bas, que hasta entonces no sabían qué mal era, y mudanza de su color en amarillo, que parecían azafranados. Esta color piensan que les vino de comer culebras, lagartijas y otras muchas cosas malas y no acostumbradas, y las comieron por no tener otro. Y aun de los indios murieron más de cincuenta mil por hambre; ca no sembraron maíz, pensando que se irían los españoles no habiendo qué comer, porque luego conoscieron su daño y perdición, como los vieron fortificados en la Isabela y en la fortaleza de Santo Tomé de Cibao. Desde aquella fortaleza salían a tomar vitualla y arrebataban mujeres, que les pegaron las bubas. Los ciguaios (que así se llaman los de aquella tierra) cercaron la fortaleza por vengar la injuria de sus mujeres e hijos, creyendo matarlos, como había hecho la gente de Goacanagari a los del capitán Arana. Retiráronse del cerco, un mes después que lo pusieron, por venir al socorro Cristóbal Colón. Salió a ellos Alonso de Hojeda, que fué alcaide allí tras mosén Margarites, y mató muchos dellos. Envió luego Colón al mesmo Hojeda a tratar de paz con el cacique Coanabo, cuya era aquella tierra. El cual negoció tan bien, que lo trajo a la fortalezs, aunque estaban con él muchos embajadores de otros caciques ofreciéndole gente y bastimento para matar y echar de la isla los españoles. Cristóbal Colón lo tomó preso, porque había muerto más de veinte cristianos. Como fué preso Coanabo, juntó un su hermano cinco mil hombres, los más dellos flecheros, para librallo. Salióle al camino Alonso de Hojeda con cien españoles y algunos caballos que le dió Colón; y aunque venían en gentil concierto y peleó como valiente capitán, lo desbarató y prendió con muchos flecheros. Por esta victoria fueron españoles temidos y servidos en aquella provincia. Algunos dicen que la guerra que Hojeda tuvo con Coanabo fué estando ausente Cristóbal Colón y presente Bartolomé, su hermano; el cual venció después desto a Guarionex y a

otros catorce caciques juntos, que tenían más de quince mil hombres en campo, cerca de la villa de Bonao. Acometiólos de noche, tiempo en que ellos no usan pelear; y matando muchos, prendió quince caciques con el Guarionex, y a todos los soltó sobre palabra que le dieron de ser sus amigos y tributarios de los Reyes Católicos. Con este vencimiento y suelta que dió a los caciques fueron los españolos tenidos en gran estima y comenzaron a mandar los indios y a gozar la tierra.

XXIII

Prisión de Cristóbal Colón.

Ensoberbecióse Bartolomé Colón con la victoria de Guarionex y con el próspero curso que ya llevaban las cosas de su hermano y las suyas, y no usaba de la crianza que primero con los españoles, por lo cual se agraviaba mucho Roldán Jiménez, alcalde mayor del almirante, y no le dejaba usar de poder absoluto, como quería, contra su cargo y oficio. En fin, que riñeron, y aún dicen que Bartolomé Colón le amagó o le dió. E así se apartó dél con hasta setenta compañe ros, que también ellos estaban sentidos y quejosos de los Colones; empero protestaron todos que no se iban por deservir a sus reyes, sino por no sufrir a ginoveses; y con tanto se fueron a Jaragua, donde residieron muchos años. Y después, cuando Cristóbal Colón lo llamó, no quiso ir, y así lo acusó de inobediente, desleal y amotinador, en las cartas que sobre ello escribió a los Reyes Católicos, diciendo que robaba a los indios, forzaba las indias, acuchillabalos vivos y hacía otros muchos males; y también que le había tomado dos carabelas como iban cargadas de España, y dete

nidos los hombres con engaños. Roldán y sus compañeros escribieron también a sus altezas mil males de Cristóbal Colón y de sus hermanos, certificándoles que se querían alzar con la tierra; que no dejaban saber las minas ni sacar oro sino a sus criados y amigos; que maltrataban los españoles sin causa ninguna, y que administraban justicia por antojo más que por derecho, y que había el almirante callado y encubierto el descubrimiento de las perlas que halló en la isla de Cubagua, e que se lo tomaban todo y a nadie daban nada, aunque muy enfermos y valientes fuesen. Enojóse mucho el rey de que anduviesen las cosas de Indias de tal manera, y la reina mucho más, e despacharon luego allá a Francisco de Bobadilla, caballero del hábito de Calatrava, por gobernador de aquellas partes y con autoridad de castigar y enviar presos a los culpados. El cual fué a la Española con cuatro carabelas el año de 1499. Hizo en Santo Domingo pesquisa sobre la comisión que llevaba, y prendió a Cristóbal Colón y a sus hermanos Bartolomé y Diego. Echóles grillos y enviólos en sendas carabelas a España. Como fueron en Cáliz y los reyes lo supieron, enviaron un correo que los soltase y que viniesen a la corte. Oyeron piadosamente las disculpas que les dió Cristóbal Colón, revueltas con lágrimas: y en pena de alguna culpa que debía tener, o por quitar semejante bullicio o porque no pensasen que se les debía de dar para siempre la gobernación de aquella tierra a ellos, la quitaron de gobernador, cosa que mucho sintió; y aun cuando le dejaron tornar allá, fué harto, según sus negocios estaban enconados y desfavorecidos.

XXIV

El cuarto viaje que a las Indias hizo Cristóbal Colón,

Tres años estuvo Cristóbal Colón desta hecha en España, en fin de los cuales, que fué el de 1502, hubo a costa de los Reyes Católicos cuatro carabelas, en que pasó a la Española; y cuando estuvo cerca del río Ozama no le dejó entrar en Santo Domingo Nicolás de Ovando, que a la sazón gobernaba la isla. Pesóle dello y envióle a decir que, pues no quería dejarle entrar en la ciudad que había hecho, que se iría a buscar puerto donde seguro estuviese; y así se fué a Puerto-Escondido, y de allí, queriendo buscar estrecho para pasar de la otra parte de la Equinocial, como lo había dado a entender a los reyes, fuése derecho al poniente hasta dar en el cabo de Higueras. Siguió la costa meridional, y corrióla hasta llegar al Nombre de Dios, de donde volvió a Cuba, y luego a Jamaica, y allí perdió dos carabelas que le quedaban de las cuatro con que fué al descubrimiento, y quedó sin navíos para poder llegar a Santo Domingo. Muchos males se le recrescieron allí, ca le adolescieron muchos españoles, y le hicieron guerra los sanos, y le quitaron los indios los mantenimientos. Francisco de Porras, capitán de una carabela, y su hermano Diego de Porras, contador de la Armada, amotinaron la gente y tomaron cuantas canoas pudieron a los indios para pasarse a la Española. Como esto vieron los de la isla, no querían dar comida a los de Colón, antes tramaban de matarlos. Cristóbal Colón entonces llamó algunos dellos, reprehendiólos de su poca caridad, rogóles que le vendiesen bastimentos, y amenazólos, si lo contrario hiciesen, que morirían todos de pestilencia; y en señal que sería verdad, les dijo que para tal día verían

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