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brino, que armaron cuatro carabelas a su costa en Palos, donde nacieran. Basteciéronlas muy bien de gente, artillería, vituallas y rescate; que ricos estaban, de los viajes que habían hecho a Indias con Cristóbal Colón. Hubieron licencia de los Reyes Católicos para descubrir y rescatar en donde Colón no hubiese estado. Partieron, pues, de Palos a 13 de noviembre de año de mil y quinientos menos uno, con pensamiento de traer muchas perlas, oro, piedras y otras grandes riquezas. Llegó a Santiago, isla de Cabo Verde; llevó de allí su derrota más al mediodía que Colón, atravesó la corrida y fué a dar al cabo llamado de Sant Augustín la flota. Estos descobridores salieron a tierra por fin de enero; tomaron agua, leña y la altura del Sol; escribieron en árboles y peñas el día que llegaron, y sus proprios nombres y del rey y reina, en señal de posesión, maravillados y pensosos de no hallar gente por allí para tomar lengua y tino de aquella tierra y su riqueza. La segunda noche que allí durmieron vieron no muy lejos muchos fuegos, y en la mañana quisieron feriar algo con los que al fuego estaban en ranchos; pero ellos no acarrearon a ello, antes tenían talante de pelear con muy buenos arcos y lanzas que traían. Los nuestros huyeron dello por ser hombres mayores que grandes alemanes, y de pies muy largos, ca, según después contaban los Pinzones, los tenían por tanto y medio que los suyos. Partieron de allá y fueron a surgir en un río poco hondable, porque muchos indios estaban en un cerro cerca de la marina. Salieron a tierra con las barcas; adelantóse un español y arrojóles un cascabel para cebarlos. Ellos, que armados estaban, echaron un palo dorado, y arremetieron al que se abajó por él a prenderlo. Acudieron los demás españoles, y trabóse una pelea, en que murieron ocho dellos. Los indios siguieron la victoria hasta meterlos en las naos, y aun pelearon en el río: tan secutivos y bravos eran. Quebraron un esquife;

valió Dios que no tenían yerba; si no, pocos escaparan de muchos que heridos quedaron. Vicente Yáñez conosció cuán diferente cosa es pelear que timonear. Cativaron treinta y seis indios en otro río, dicho María Tambal, y corrieron la costa hasta llegar al golfo de Paria. Tocaron en Cabo Primero, angla de Sant Lucas, tierra de Humos, río Marañón, río de Orellana, río Dulce y otras partes. Tardaron diez meses en ir, descubrir y tornar. Perdieron dos carabelas, con todos los que dentro iban. Trajeron hasta veinte esclavos, tres mil libras de brasil y sándalo, muchos juncos de los preciados, mucho ánime blanco, cortezas de ciertos árboles que parescía canela, y un cuero de aquel animal que mete los hijos en el pecho; y contaban por gran cosa haber visto árbol que no le abrazaran diez y seis hombres.

LXXXVI

Río de Orellana.

El río de Orellana, si es como dicen, es el mayor río de las Indias y de todo el mundo, aunque metamos entre ellos al Nilo. Unos lo llaman mar Dulce, y le ponen de boca cincuenta y más leguas; otros afirman ser el mesmo que Marañón, diciendo que nasce en Quito, cerca de Mullubamba, y que entra en la mar pocas más de trecientas leguas de Cubagua. Pero aun no está del todo averiguado, y por eso los diferenciamos. Corre, pues, este río, siempre casi por bajo la Equinocial, mil y quinientas leguas, y aun más, según Orellana y sus compañeros contaban, a causa de las muchas y grandes vueltas que hace, como una culebra, ca de su nacimiento a la mar, en que cae, no hay setecientas. Tiene muchas islas: crece la marea por él arriba más de cien leguas, a lo que dicen; con la cual

suben trecientas leguas manatís, bufeos y otros pescados de mar. Bien puede ser que crezca en sus tiempos como el Nilo y como el río de la Plata; pero como aun no está poblado, no está sabido. Nunca jamás, a lo que pienso, hombre ninguno navegó tantas leguas por río como Francisco de Orellana por éste; ni de río Grande se supo tan presto el fin y principio como déste. Los Pinzones lo descubrieron el año de 1500; Orellana lo anduvo cuarenta y tres años después. Iba Orellana con Gonzalo Pizarro a la conquista que llamaron de la Canela, de la cual adelante diremos; fué por bastimentos a una isla deste mesmo río en un bergantin y algunas canoas, con cincuenta españoles, y como se vió lejos de su capitán, fuese por el río abajo con la ropa, oro y esmeraldas que le confiaron; aunque decía él acá que, constreñido de la gran corriente y caída del agua, no pudo tornar arriba. Hizo de las canoas otro bergantinejo; desistió de la tenencia que de Pizarro llevaba, y eligéronle por capitán. Dijo que quería probar ventura por sí, buscando la riqueza y cabo de aquel río. Así que bajó por él, y quebráronle un ojo los indios peleando; vino, por abreviar, a España, vendió por suyo el descubrimiento y gasto, presentando en Consejo de Indias, que a la sazón estaba en Valladolid, una larga relación de su viaje; la cual era, según después paresció, mentirosa. Pidió la conquista de aquel río, y diéronsela con título de adelantado, creyendo lo que afirmaba. Gastó las esmeraldas y oro que traía, y para volver allá con armada no tenía posibilidad, ca era pobre. Casóse, y tomó dineros prestados de los que con él querían pasar, prometiéndoles cargos y oficios en su casa, gobernación y guerra. Estuvo algunos años buscando y aparejando cómo ir. Al fin juntó quinientos hombres a cou en Sevilla, y partióse. Murió en la mar, y desbaratóse su gente y navíos; y así cesó la famosa conquista de las Amazonas. Entre los disparates que dijo fué afir

mar que había en este río amazonas, con quien él y sus compañeros pelearan. Que las mujeres anden allí con armas y peleen, no es mucho, pues en Paria, que no es muy lejos, y en otras muchas partes de Indias lo acostumbraban; ni creo que ninguna mujer se corte o queme la teta derecha para tirar el arco, pues con ella lo tiran muy bien, ni creo que maten o destierren sus proprios hijos, ni que vivan sin maridos, siendo lujuriosísimas. Otros, sin Orellana, han levantado semejante hablilla de amazonas después que se descubrieron las Indias, y nunca tal se ha visto ni se verá tampoco en este río. Con este testimonio, pues, escriben y llaman muchos río de las Amazonas, y se juntaron tantos para ir allá.

LXXXVII

Río Marañón.

Está Marañón tres grados allende la Equinocial; tiene de boca quince leguas, y muchas islas pobladas. Hay en él mucho incienso y bueno, y más granado y crescido que en Arabia. Amasan el pan, a lo que dicen, con bálsamo o con licor que les paresce. Hanse visto en él algunas piedras finas y una esmeralda como la palma, harto fina. Dicen los indios de aquella ribera que hay peñas dellas el río arriba. También hay muestras de oro y señales de otras riquezas. Hacen vino de muchas cosas, y de unos dátiles tan grandes como membrillos, el cual es bueno y durable. Traen los hombres arracadas y tres o cuatro anillos en los labrios, que también se los agujeran por gentileza. Duermen en camas colgadizas, y no en el suelo, que son una manta medio red colgada de las puntas en dos pilares o árboles, y sin otra ropa ninguna; y esta

manera de cama es general en Indias, especial del Nombre de Dios hasta el estrecho de Magallanes. Andan por este río malos mosquitos y niguas, que suelen mancar a los que pican si no las sacan luego, como en otro cabo está dicho. Algunos, según poco antes apunté, dicen que todo es un río el Marañón y el de Orellana, y que nasce allá en el Perú. Muchos españoles han entrado, aunque no poblado, en este río después que lo descubrió Vicente Yáñez Pinzón, año de mil y quinientos menos uno. Y el año de 1531 fué allá por gobernador y adelantado Diego de Ordás, capitán de Fernando Cortés en la conquista de la Nueva España. Mas no llegó a él; ca primero se murió en la mar, y le echaron en ella. Llevó tres naos con seiscientos españoles y treinta y cinco caballos. Por muerte de Ordás fué allá Hierónimo Hortal, de Zaragoza, el año de 34, con ciento y treinta hombres, y tampoco llegó allá, sino que se quedó en Paria, y pobló a Sant Miguel de Neveri y otros lugares, como se dijo.

LXXXVIII

El cabo de Sant Augustin.

Cae ocho grados y medio más allá de la Equinocial el cabo de Sant Augustín. Descubriólo Vicente Yáñez Pinzón en enero de 1500 años, con cuatro carabelas So que sacó de Palos dos meses antes. Fueron los Pinzones grandísimos descubridores, y fueron muchas veces a descubrir, y ésta navegaron mucho. Américo Vespucio, florentín, que también él se hace descubridor de Indias por Castilla, dice cómo fué al mesmo cabo, y que lo nombró de Sant Augustín, el año de 1, con tres carabelas que dió el rey Manuel de Portogal, para buscar estrecho en aquella costa por do ir a las

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