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con flechas, fuego y ojeo; no pueden pescar todos ni en todas partes, ca en Anoantal, donde anduvo Antonio Sedeño, al que pesca sin licencia del señor es pena que le coman. Júntanse para pescar a ojeo muchos que sean grandes nadadores, y todos lo son por amor desto y de las perlas; y a los tiempos de cada pescado, como de besugos en Vizcaya, o en Andalucía de atunes, entran en la mar, pónense en hila, nadan, chiflan, apalean el agua, cercan los peces, enciérranlos como en jábega, y poco a poco los sacan a tierra, y en tanta cantidad, que espanta; esta es la más nueva manera de pescar que he oído. Peligran muchos, porque o se los comen lagartos, o los destripan otros. peces por huir, o se ahogan. Otra manera de pescar tienen extraña, empero segura y, como ellos dicen, caballerosa: van de noche en barcas con tizones y tedas ardiendo; encandilan los peces, que, abobados o ciegos de la vislumbre, se paran y vienen a las barcas, y allí los flechan y harponan; todos los peces desta pesca son muy grandes; sálanlos o desécanlos al sol, enteros o en tasajos; unos asan para que se conserven, y otros cuecen y amasan; adóbandolos, en fin, por que no se corrompan, para vender entre año. Toman grandísimas anguilas o congrios, que se suben de noche a las barcas, y aun a los navíos, matan los hombres y cómenselos.

LXXXI

De cómo hacen la yerba ponzoñosa con que tiran.

Las mujeres, como dije, tienen por la mayor parte el cuidado y trabajo de la labranza; siembran maíz, ají, calabazas y otras legumbres; plantan batatas, y muchos árboles, que riegan de ordinario; pero el de que más cuidado tienen es el del hay, por amor de los dien

GÓMARA: HISTORIA de las INDIAS.-T. I.

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tes. Crían tunas y otros árboles que, punzados, lloran un licor como leche, que se vuelve goma blanca, muy buena para sahumar los ídolos; otro árbol mana un humor que se pone como cuajadillas y es bueno de comer; otro árbol hay, que algunos llaman guarcima, cuya fruta parèce mora y, aunque dura, es de comer y hacen della arrope, que sana la ronquera; de la madera, estando seca, sacan lumbre como de pedernal; otro árbol hay muy alto y oloroso que parece cedro, cuya madera es muy buena para cajones y arcas de ropa, por su buen olor; empero si meten pan dentro, no hay quien lo coma de amargo; es eso mesmo buena para naos, que no la come broma ni se carcome. Hay tambien otro árbol que hecha liga, con que toman pájaros y con que se untan y empluman; es grande y no pasa de diez años. Lleva de suyo la tierra cañafístolos, mas ni comen la fruta ni conoscen su virtud. Hay tantas rosas, flores y olorosas yerbas, que dañan la cabeza y que vencen al almizcle, aunque lo traigan en las narices; hay tantas langostas, orugas, cocos, arañuelos y otros gusanos, que destruyen los frutales y sembrados, y gorgojo que roe el maíz; hay un manadero de cierto betún que encendido arde y dura como fuego de alquitrán, del cual se aprovechan para muchas cosas. Tiran con yerba de muchas maneras, simple y compuesta: simples son sangre de las culebras que llaman áspides, una yerba que parece sierra, goma de cierto árbol, las manzanas ponzoñosas que dije, de Santa Marta; la mala es hecha de la sangre, goma, yerba y manzanas que digo, y cabezas de hormigas venenosísimas. Para conficionar esta mala yerba encierran alguna vieja, danle los materiales y leña con que lo cueza; ella los cuece dos y tres días, y hasta que se purifiquen; si la tal vieja muere del tufo o se desmaya reciamente, loan mucho la fuerza de la yerba; mas si no, derrámanla y castigan la mujer. Esta debe ser con que tiran los caribes y a la que remedio no hallaban

españoles; cualquiera hombre que de la herida escapa, vive doloroso; no ha de tocar mujer, que no se refresque la llaga; no ha de beber ni trabajar, que no llore. Las flechas son de palo recio y tostado, de juncos muy duros, y creo que los que traen acá para gotosos y viejos; pónenles por hierro pedernal y huesos de peces duros y enconados. Los instrumentos que tañen en guerra y bailes son flautas de hueso de venados, flautones de palo como la pantorrilla, caramillos de caña, atabales de madera muy pintados y de calabazas grandes, bocinas de caracol, sonajas de conchas y ostiones grandes. Puestos en guerra son crueles; comen los enemigos que matan y prenden, o esclavos que compran; si están flacos, engórdanlos en caponera, que así hacen en muchos cabos.

LXXXII

Bailes e ídolos que usan.

En dos cosas se deleitan mucho estos hombres: en bailar y beber; suelen gastar ocho días arreo en bailes y banquetes. Dejo las danzas y corros que hacen ordinariamente, y digo que para hacer un areito a bodas, o coronación del Rey o señor alguno, en fiestas públicas y alegrías se juntan muchos y muy galanes; unos con coronas, otros con penachos, otros con patenas al pecho, y todos con caracoles y conchas a las piernas, para que suenen como cascabeles y hagan ruido. Tíznanse de veinte colores y figuras; quien mas feo va, les parece mejor. Danzan sueltos y trabados de la mano, en arco, en muela, adelante, atrás; pasean, saltan, voltean; callan unos, cantan otros, gritan todos. El tono, el compás, el meneo es muy conforme y a un tiempo, aunque sean muchos. Su cantar y el son tiran

a tristeza cuando comienzan, y paran en locura. Bailan seis horas sin descansar; algunos pierden el aliento; el que más baila es más estimado. Otro baile usan harto de ver, y que parece un ensayo de guerra. Alléganse muchos mancebos para festejar a su cacique, limpian el camino, sin dejar una paja ni yerba. Antes un rato que lleguen al pueblo o a palacio comienzan a cantar bajo, y a tirar los arcos al paso de la ordenanza que traen. Suben poco a poco la voz hasta gañir; canta uno y responden todos; truecan las palabras, diciendo: << Buen señor tenemos; tenemos buen señor, señor tenemos bueno. Adelántase quien guía la danza, y camina de espaldas hasta la puerta. Entran luego todos haciendo seiscientas momerías: unos hacen del ciego, otros del cojo; cuál pesca, cuál teje, quién rie, quién llora, y uno ora muy en seso las proezas de aquel señor y de sus antepasados. Tras esto siéntanse todos como sastres o en cuclillas. Comen callando y beben hasta emborrachar. Quien más bebe es más valiente y más honrado del señor que les da la cena. En otras fiestas, como de Baco, que acostumbran emborracharse todos, están las mujeres y aun las hijas para llevar borrachos a casa sus maridos, padres y hermanos, y para escanciar; aunque muchas veces se dan uno a otro de beber por la orden que asentados están, que casi es <yo bebo a vos de Francia; empero siempre al primero da vino una mujer. Riñen después de beodos. Apuñéanse, desafíanse, trátanse de hisdeputas, cornudos, cobardes y semejantes afrentas. No es hombre el que no se embriaga, ni alcanza lo venidero, como piaches dicen. Muchos gomitan para beber de nuevo; beben vinos de palma, yerba, grano y frutas. Para más abundancia toman humo por las narices, de una yerba que mucho encalabria y quita el sentido; cantan las mujeres cantares tristes cuando los llevan a casa, y tañen unos sones que provocan a llorar. Idolatran reciamente los de Cumaná. Adoran Sol y Luna; tiénenios

por marido y mujer y por grandes dioses. Temen mucho al Sol cuando truena y relampaguea, diciendo que está dellos airado. Ayunan los eclipses, en especial mujeres, que las casadas se mesan y arañan y las doncellas se sangran de los brazos con espinas de peces; piensan que la Luna está del Sol herida por algún enojo. En tiempo de algún cometa hacen grandísimo ruido con bocinas y atabales y grita, creyendo que así huye o se consume; creen que las cometas denotan grandes males. Entre los muchos ídolos y figuras que adoran por dioses tienen una aspa como la de Sant Andrés, y un signo como de escribano, cuadrado, cerrado e atravesado en cruz de esquina a esquina, y muchos frailes y otros españoles decían ser cruz, y que con él se defendían de los fantasmas de noche, y lo ponían a los niños en naciendo.

LXXXIII

Sacerdotes, médicos y nigrománticos.

A los sacerdotes llaman piaches: en ellos está la honra de las novias, la sciencia del curar y la de adevinar; invocan al diablo, y, en fin, son magos y nigrománticos. Curan con yerbas y raíces crudas, cocidas y molidas, con sain de aves y peces y animales, con palo, y otras cosas que el vulgo no conoce, y con palabras muy revesadas y que aun el mesmo médico no las entiende, que usanza es de encantadores. Lamen y chupan do hay dolor, para sacar el mal humor que lo causa; no escupen aquello donde el enfermo está, sino fuera de casa. Si el dolor crece, o la calentura y mal del doliente, dicen los piaches que tiene espíritos, y pasan la mano por todo el cuerpo. Dicen palabras de encante, lamen algunas coyunturas, chupan recio y

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