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vidir sus fuerzas, y sospecharon luego que esto no fuese principio de alguna muy grande traicion; y asi Roger respondió à su suegra, que él no se hallaba con animo bastante de persuadir á los catalanes que se dividiesen, pasando mil de ellos à Grecia, y los demás quedasen en Asia. La suegra volvió al emperador, y le dió razon de lo que habia pasado con su yerno. Con esto se acabó la guerra de Asia en poco mas de dos años; corto espacio de tiempo para tan señalados hechos, bastantes á ilustrar un siglo entero.

CAP. XIX.-Alójase el ejército en la Tracia Chersoneso, y Roger parte á Constantinopla.

Embarcóse el ejército en las galeras y navios de su armada, y siguiendo el órden que tenian del emperador Andrónico, atravesaron el estrecho, y desembarcaron toda la gente en Tracia Chersoneso, tomando por plaza de armas y principal cabeza de sus alojamientos á Galipoli, ciudad en aquel tiempo tenida por la mas principal de la provincia, puesta casi à la boca del estrecho que mira al norte. Extiéndese este istmo ó Chersoneso de Tracia setenta millas a lo largo, y seis en ancho, y en algunas partes ménos de tres. Por la parte del oriente le baña el mar del estrecho, llamado de los antiguos Helesponto, que divide la Europa del Asia. Cíñele el mar Egeo por la parte del ocaso y mediodía, y por el septentrion el mar del Propontide, llamado en nuestros tiempos de Mármora. Fué en lo pasado este istmo morada de los cruseos, y hubo en la parte que se continúa con la tierra firme Lisimaquia, célebre por su fundador Lisimaco, que le dió el nombre, y Sexto, lugar conocido por los amores de dos infelices amantes. Pero al tiempo que los catalanes y aragoneses llegaron à esta provincia apenas pareción sus ruinas; solo en las de la antigua Lisimaquia habia un castillo llamado Examille, y muchas aldeas y poblaciones pequeñas adonde los nuestros se alojaron en tanto que pasaba el rigor del invierno, tomando, como tengo dicho, à Galipoli, ciudad de mediana poblacion, por principal fuerza y presidio para la defensa comun. Guardóse el mismo órden en los alojamientos que el año antes se tuvo en el cabo de Artacio, quedando al parecer todos satisfechos y sosegados; se fué Roger á Constantinopla con cuatro galeras, y con parte de la infantería mas escogida á verse con el emperador Andrónico, y darle la norabuena de la restauracion de tantas provincias del Asia, y recibir juntamente mercedes y honras debidas à tantas victorias. Llegaron à la ciudad los nuestros acompañando su general, y con universal admiracion de todos les recibieron y acompañaron hasta el palacio, donde el emperador con demostraciones y palabras nunca antes usadas le honró, y Roger, después de haberle dado entera relacion del estado de las provincias que puso en libertad, le pidió dinero para hacer pagamento general. Respondió el emperador con mucho cumplimiento, diciendo, que era muy debido á su valor no dilatar pagas tan bien ganadas, y que él se las mandaria librar luego. Pero aunque esta respuesta en lo exterior fue la que Roger podia desear, quedó el emperador muy desabrido de esta demanda, porque despues de tan grandes presas, y despojos riquísimos de las provincias conquistadas, pedirle luego una pequeña paga era señal de una codicia insaciable, y que dificilmente todo el poder del imperio griego la pudiera satisfacer. Lo que alcanza el soldado en premio de la victoria sirve mas para el gusto que para la necesidad, y asi se distribuye con mucha largueza en juegos, en camaradas y en banquetes, pero la paga se estima siempre como cosa que se da en precio de su trabajo y de su sangre, y acude con ella á su necesidad, y siente mucho que esta se le niegue, ó se dilate, y mas cuando el príncipe gasta con gran largueza en una vana ostentación de su majestad, y deja de acudir á esta obligacion, en la cual se funda y apoya la verdadera grandeza de los reyes.

CAP. XX.-Berenguer de Entenza con nuevo socorro llega á Constantinopla, donde se le dió el cargo de megaduque, y á Roger le ofrecieron el de césar.

Roger quedó en la ciudad algunos dias solicitando al emperador para su despacho, y à los ministros de su hacienda que maliciosamente ocultaban el dinero, y ponian dificultades y estorbos en los medios y arbitrios que se daban para su cobranza: artes usadas siempre de los que manejan hacienda de príncipes, aunque en esta delencion concurria el emperador.

En este medio llegó á Galipoli Berenguer de Entenza, hombre conocido por su sangre y valor, llamado con grande instancia del emperador Andrónico, que aunque Berenguer tenia ya ofrecido que le vendria á servir, envió segunda vez por él con embajada particular, ofreciendo hacerle muy aventajadas mercedes. Partió de Mesina Berenguer solicitado de segundo llamamiento, y llegó á Grecia con algunas galeras, y cinco bajeles armados, y en ellos mil almugavares y trescientos hombres de à caballo, toda gente muy lucida. Detúvose en Galipoli diez dias, donde fue recibido con notable gusto de toda Ja na

cion, hasta saber lo que Roger ordenaba, á quien envió dos caballos para que le diesen aviso de su llegada. Holgóse mucho Roger de tener à Berenguer de Entenza en su compañía, porque habia entre is dos estrechisima amistad, y grandes obligaciones para conservarla. Escribióle que viniese luego á Constantinopla, porque el emperador quería honrar su persona como se contenia en dos cartas del mismo emperador, con sellos pendientes de oro, que juntamente con la suya le enviaba. Con esto Berenguer de Entenza se fué á Constantinopla, y Juego acompañado no solamente de Roger y de todos los de nuestra nacion, pero tambien de muchos griego principales, que en público profesaban nuestra amistad, entró en el palacio imperial. Recibióle Andrónico con semblante alegre, pero con ocultos temores y sospechas, porque los catalanes se aumentaban, no solo en reputacion, pero con nuevos suplementos de gente. Y aunque Andrónico procuró con particular instancia que Berenguer viniese à servirle, fué antes que los catalanes alcanzasen tantas victorias de los turcos. Pero despues que por ellos creció su estimacion, tuvo por sospechosa compañía tan poderosa dentro de su casa, y Pachimeri) dice, que el emperador no le quiso recibir a su sueldo, porque venia con mas compañías de gente que él pedia.

Roger de Flor entre las muchas partes que le hicieron famoso, fué el ser agradecido, v reconocer en público sus obligaciones à Berenguer de Entenza, que en los tiempos que pobre y desvalido llegó á Sicilia, le amparo y ayudó á levantar su fortuna. Pidió licencia al emperador para renunciar el oficio de megaduque en Berenguer, dando por motivo su valor y nobleza igual à la de los reyes, y que caballero de tan alta sangre era justo que tuviese el primer lugar en el ejército. Berenguer de Entenza con igual correspondencia suplicó al emperador que el título de césar que le ofrecia fuese servido de darle à Roger, persona de tantos servicios, y por el casamiento de su hieta adoptado en la casa real, que él quedaria honrado si Roger lo quedaba : competencia pocas veces usada, no solo en los tiempos presentes, pero ni en los antigues. donde la moderacion y templanza parece que tuvieron alguna estimacion. Roger poderoso en riquezas, acreditado con victorias, estimado por el nuevo parentesco, Berenguer por sangre y por valor ilustre, parece que entrambos pudieran tener razon de pretender el supremo lugar: pero las mismas calidades que les debieran incitar á la emulacion, fueron las que les moderaron, juzgando por muy aventajadas las ajenas, y por muy inferiores las propias.

El siguiente dia, despues de la llegada de Berenguer, asistiendo toda la nobleza de la córte, asi extranjeros como naturales, Roger de Flor, habida licencia de Andrónico, se quitó el bonete, insignia de su dignidad de megaduque, y juntamente con el sello, baston y estandarte da su oficio, le entregó à Berenguer: rebu-ólo, y sin duda no lo admitiera, si el emperador resueltamente no se lo mandara. Causó en los griegos gran admiracion la cortesia de Roger, y Andrónico la celebró, y honró con otra mas señalada merced, ofreciendo á Roger titulo de cesar, uno de los mayores de su imperio, con que entrambos quedaron obligados, y los griegos ofendidos de ver que Audrónico diese el título de césar, desusado ya en aquel imperio por sospechoso á los principes. En los tiempas antiguos, cuando floreció el imperio romano, llamar a uno césar, era señalarle por su sucesor, como lo es entre los emperadores occidentales el rey de romanos, en Francia el delfin, y en nuestra España el principe. Pero declinado ya el poder de los romanos, despues de dividido el imperio, los emperadores griegos daban solamente el titulo de césar, sin algun derecho de sucesion; pero siempre quedó estimado este oficio, puesto que solo sombra de lo que fué. Túvose despues por el primero, hasta que la dignidad de sebastocrator fué preferida, cuando Alexos Comneno dió su segundo lugar en el imperio á Isacio. Esta tambien perdió despues su precedencia y autoridad, cuando el mismo Alexos, por quedar sin bio varon, casó su hija primogênita Irene con Alexos Palenlogo, dándole titulo de despota, que es lo mismo que llamarle à uno señor, y fuera sin duda emperador si no muriera antes que su suegro; de suerte que la dignidad de césar en aquel imperio es la tercera, por ser la prime ra la de despota, y la segunda la de sebastocrator. Dico Curopalates que estas tres dignidades no tienen particular ocupación á que acudir, y que al césar le llaman señor: palabra tenida por soberbia, y debida solo á Dios en los tiempos antiguos aun de los mismos emperadores, pues leemos de Augusto, de Tiberio, y de algunos otros, que jamás consintieron que les llamasen señores. Tratabanie de majestad al césar, el bonete que llevaba era de oro y grana, y su remate casi como el del mismo emperador, la capa de grana, las medias y zapatos de color celeste y la silla como la del mismo emperador, pero sin águilas; iba junto al emperador en las públicas entradas y acorppañamientos, y vive dentro de su palacio. Todo este saceso que se ha referido es conforme se saca de to quo Montaner en su historia, y Berenguer en sus relaciones

nos dejó escrito. Pero George Pachimerio, en el capítulo 11 del libro xit, reffere con alguna variedad este suceso; yasi me ha parecido no confundirlo con lo de arriba, ya que no los podia conciliar, para que el que lo leyere pueda con claridad hacer juicio de lo que le pareciere mas verdadero.

Determinado ya el emperador de recibir à Berenguer de Entenza, le envió á llamar muchas veces, que se decia estaba en Galipoli, y para asegurarle le envió sus patentes con sellos pendientes de oro, en que le prometia con juramento, que queriéndose quedar le trataría con buena voluntad y ánimo amigable, y que cuando se quisiese ir no lo impediria. Berenguer, recibidos los despachos, con la fé v palabra del emperador, se fué Constantinopla con dos navíos, pero llegado, no quiso salir fuera de ellos y envió el aviso al emperador de su llegada. Mandole luego el emperador llamar, y le envió coches y caballos para que entrase con mucha autoridad y honra, pero Berenguer ni quiso salir de los navios, ni obedecer, pidiendo que el emperador le enviase en rehenes á su hijo el despota Juan. Pareció esto mal así at emperador, como á todos, pues no se fiaba de su palabra y juramento; y así le dejó muchos dias en los navíos. Finalmente llegándose el dia de Navidad le envió a Ilamar, diciéndole que estuviese de buen ánimo, pues le habia asegurado con su fé y palabra. Estuvo dudoso mucho tiempo, hasta que se desengañó, y se fué al empera'dor, de quien fué magnificamente recibido, pero siempre se retiraba á los navios, adonde el emperador tuvo siempre cuenta de regalarle. El dia de Navidad le tomó el emperador el juramento de fidelidad, y con esto le dió Ja dignidad de megaduque del senado, y le dió la vara dorada, invencion nueva del emperador, y le vistieron al modo y uso de senador, con que dejó sus navíos, y se fué à posar á Cosmidio, donde estaban sus catalanes, que algunos de ellos fueron tambien honrados con titulos y mercedes grandes; y desde entonces Berenguer tuvo grande autoridad con los privados, y en los consejos de Andrónico. En el juramento de fidelidad que hizo Berenguer disimuló su engaño, dando muestras de verdad y Ilaneza; pues habiendo de jurar que seria amigo de los amigos del emperador, y enemigo de sus enemigos, exceptó á Fadrique de los enemigos, porque decía que le babia jurado ántes amista. Esto pareció á los inteligentes que encerraba en sí algun gran secreto, mas de lo que exteriormente parecia: otros lo tomaron bien, diciendo que como fué fiel à Fadrique, así lo seria al emperador, con que ganó opinion y gloria, siguiendo la sentencia de Platon, de cuánta importancia sea el parecer bueno y justo para ganar opinion, y poder engañar.

CAP. XXI-Los genweses persuaden al emperador la guerra emtra los catalanes, y Miguel Paleólogo hace lo mismo, y alborólase en Galipoli la gente de guerra.

Los genoveses de Pera, que poco antes fortificaron y engrandecieron con fosos y murallas, fueron los primeros que hicieron sospechosas nuestras armas, y pusieron duda en nuestra fidelidad, diciendo al emperador Andrónico, que tenian nuevas de Poniente, que se preparaba una grande y poderosa armada para acometer las provincias del imperio à la primavera, y que esto lo tenian por cierto por manifiestas conjeturas; y que los catalanes que antes estaban en su servicio, y los que despues con Berenguer de Entenza vinieron, estaban unidos para su daño, y no para su defensa, porque se correspondian secretamente con los de Sicilia; y que el hermano bastardo de D. Fadrique, rey de Sicilia, se entendia que venia con doce navios para juntarse con ellos, y que para entonces aguardaban el declararse, y poner en ejecucion sus intentos. Estos fueron los embustes con que los gonoveses quisieron destruir los catalanes, y ellos introducirse, y hacerse muy confidentes, y celosos del bien comun del imperio. Aconsejaron á Andrónico, segun dice Pachimerio, que acometiese desde luego a los catalanes con guerra descubierta; que ellos tenian cincuenta navios en órden, y que con otros tantos que se armasen por el emperador, ó se les diese dinero à ellos, aunque fuese en largos plazos, los pondrian ellos en la mar; y que á esto solo les movia ver à los griegos maltratados, Ja tierra que ya tenian por patria maltratada y destruida de los que vinieron para defenderla. No dió el emperador por entonces crédito á los genoveses, creyendo que eran quimeras fingidas de su maldad y envidia, nacida desde que pusieron los catalanes el pié en Grecia. La fé y juramento prestado de los catalanes tambien lo aseguraba; pero respondióles que agradecia su cuidado, y lo que se dolian de los trabajos de los griegos. Mandoles que callasen, y que él consultaria lo que se debia hacer, y que consultado lo ejecutaria.

En este mismo tiempo la honra y merced que Andrónico hizo á Berenguer irritó el ánimo de Miguel Paleólogo para nuestra ruina, y persuadido de los griegos comenzó Juego a tratar de ella, intentando para esto todos los medios mas eficaces que pudo, atropellando leyes divinas y humanas. Estaban los griegos tan envidiosos y soberbios,

que con rabia y furor increible, aunque con algun secreto, andaban maquinando traiciones y alevosias; con lengua y manos solicitaban á Miguel ya mal afecto contra nosotros, encareciendo la gran reputacion de las armas de los catalanes, y que ocupaban los supremos cargos de su imperio, en grande mengua de su majestad, y deshɔnor suyo. Creyeron siempre los griegos que nuestros catalanes fueran como los alanos y túrcoples, que no se les levantaban los pensamientos à mas que vivir con una triste y miserable paga; pero cuando vieron proveidos en ellos los oficios de césar, megaduque, senescal, y almirante, y que tenian brios para aspirar á los que quedaban, advirtieron su daño, y comenzaron à sentirse de que las fuerzas y honras del imperio se pusiesen en manos de extranjeros. Al tiempo que entre los griegos corrian estas pláticas y sentimientos, los soldados de los presidios, por parecerles que la paga se dilataba, maltrataron á los griegos de los pueblos donde estaban alojados: mal forzoso de la guerra, y que dificilmente el rigor militar de los mas insignes capitanes lo ha podido atajar, Miguel Paleólogo, atentoļá todas las ocasiones de calumniar toda nuestra nacion, se valió de esta para persuadir á su padre, diciendo: que si no se atajaba luego la insolencia de los catalanes, seria la total perdicion del imperio y de su casa, porque no contentos con la paga y sueldos tan excesivos, y con los despojos riquisimos del Asia, oprimian los pueblos amigos para satisfacer su codicia; que no por haber vencido á los turcos quedaba el imperio libre de servidumbre, si se esperaba más insufrible y cruel de los catalanes, en cuya mano estaba puesta la libertad comun: que en vano la habia recuperado su abuelo Miguel Paleólogo, echando à los latinos del imperio, si segunda vez se les habia de entregar vofuntariamente: que esto estaba muy cerca de suceder si no se atajaba su insolencia: que les quedaban aun fuerzas á los griegos si sus trazas saliesen vanas, para que de cualquier manera se oprimiese à los catalanes: que la obligacion en que le habian puesto con librar sus provincias de los turcos, ya su arrogancia y mala correspondencia lo babia borrado, y sus victorias merecian nombre de agravios, nó de servicios, pues en vez de establecer sus armas en una segura paz el imperio, hacian nueva guerra á los pueblos amigos con intolerables contribuciones y malos tratamientos.

Andronico apretado de la persuasion del hijo y de sus privados, que continuamente con quejas y sentimientos lloraban la miseria de los griegos en tanto deshonor suyo, mostró luego contra los catalanes el efecto de sus pláticas, respondiendo à Roger y à Berenguer, que le pedian dinero para la guerra, que no les queria pag ar hasti que hubiesen pasado á la Asia, y diesen principio á la guerra: lenguaje nunca antes usado de Andrónico, que hasta entonces fué mas largo en hacerles merced, y darles dinero, que solícitos ellos en pedirle. La respuesta de Andrónico llegó á los oidos de los de Galipoli, y fué tan grande el alboroto y motin que causó en todo el campo, que forzaron a los capitanes á tomar las armas para acometer los lugares del imperio y apoderarse de algunas fuerzas y presidios. En tanto que Andrónico dilataba el darles satisfaccion, mostraron gran sentimiento de sus dos capitanes Roger y Berenguer, por parecerles que con su peligro y sangre se querian engrandecer, y que por no disgustar al emperador, de quien esperaban sus mayores acrecentamientos, no le apretaban como debieran, para que se les diese á ellos pagas tan bien merecidas. Estas sospechas llegaron á tanto, que resolvieron de enviar embajadores al emperador, pidiendo que les pagasen, y que continuarian su servicio con mucha fidelidad, castigando los excesos de los que se atreviesen å ofender y maltratar los pueblos amigos. Esta embajada tan cortés, dice Pachimerio que fué por el miedo que tuvieron del ejército de Miguel Paleólogo, que se habia juntado para reprimir su atrevimiento y osadía, Recibida del emperador esta embajada, luego le pareció imposible el satisfacer por las grandes pagas que le pedian, pero por no llegar á rompimiento, y a una guerra declarada, les remitió á Berenguer de Enienza, para que por su medio se aquietasen con darles parte del dinero que le pedian. Contentáronse por entonces con el dinero que se les dió, y con él se fuéron á Galipoli, donde ya habia llegado Roger con su mujer, suegra y cuñado, que quisieron acompañarle, y tambien, á lo que yo sospecho, por tener Roger cerca de si à Irene su suegra y hermana del emperador, como en rehenes, por si acaso contra él se quisiese proceder como rebelde, cuando el alboroto y motin pasara mas adelante.

CAP. XXII.-Págase la gente de guerra por órden de Andránico con moneda corta, de donde nacieron nuevos alborotos.

Andrónico, forzado de la necesidad, con astucia y fraude griega, mandó librar la moneda de plata que se dió á los embajadores para hacer el pagamento, muy menoscabada, y falta en mas del tercio de su antiguo valor, y quiso que la recibiesen los soldados como si fuera muy

entera. Los capitanes, poco advertidos del engaño, facilmente se dejaron persuadir, y solicitados de los soldados que casi amotinados pedian sus pagas, tomaron el dinero y le trajeron á Galipoli, donde se tomó muestra, y repartió con quejas y sentimientos; pero al fin con solo el nombre de que los pagaban, aunque conocieron la falta, se sosegaron. Diferentemente lo hicieron los genoveses poco despues, que concertados con el emperador por cierta cantidad de dinero de enviar su armada contra los catalanes, pagandoles con esta misma moneda se la volvieron a enviar, y deshicieron la armada. Cuando los aragoneses y catalanes contentos con el dinero de las pagas quisieron pagar los huéspedes griegos, y darles entera satisfaccion, rehusaron recibir la moneda al precio que se les daba, y como la comida y sustento necesario no sufre dilaciones, forzaban á los griegos á que se las diesen, y recibiesen la moneda. Con esto se fueron alterando los griegos, y los catalanes à buscar la comida con las armas, con que todos los pueblos de aquella comarca quedaban desiertos. Andrónico, con intinitas quejas de los desórdenes y demasías de los soldados, se inclinó à seguir el parecer de su hijo, y poner remedio eficaz y viofento à tantos daños. Pudiéranse atajar, si la diversidad de cabezas que habia en nuestro ejército tuvieran entera autoridad con los súbditos, y ellos estuvieran unidos; porque siempre, que un principe usa de trazas tan indignas de su obligacion, como fué dar á los catalanes moneda tan falta por su antiguo precio, y no mandar con universal edicto que la recibiesen todos los súbditos de su imperio al mismo precio, es dar ocasion cierta de venir á rompimiento el pueblo y la milicia. Tiénese por cierto que este medio fué trazado por entiambos emperadores Andiónico y Miguel, para que los catalanes maltratasen á los griegos, y ellos ofendidos tomasen las armas para su Venganza, con que les pareció que los catalanes quedarian perdidos, y ellos libres de su obligacion. Salió bien Ja traza, porque los nuestros, faltos de dinero, se entraban por las aldeas y pueblos grandes, y se hacian contribuir, y en hallando resistencia, con la acostumbrada licencia militar maltrataban de manos y de lengua á quien se les oponia. Nicéforo, autor griego, como de la parte ofendida, cuenta largamente los excesos de aquella milicia, y mucho mas Jorge Pachimerio, que dando lugar á su pasion, muerde con mayor malignidad; pero Montaner niega que los catalanes se mostrasen implacables y crueles con los griegos; antos dice que les ayudaban y socorrian, porque con la furia de los turcos, los fieles de las provincias de la Asia, huyendo de tan cruel servidumbre, se recogian à Constantinopla, y perecian en los muladares de hambre y de miseria, sin que á los griegos les moviese á á timala desdicha de losque tenian por compañeros y amigos; y que los catalanes con mucha liberalidad y largueza socorrian á muchos que padecian en este coimun trabajo. El credito que se debe dar á estos historiadores el que leyere esta relacion puede fàcilmente ser juez, precediendo primero la noticia de sus calidades. Nicéforo y Pachimerio, griegos, y en muchas partes poco cuidadosos de escribir la verdad, ofendidos por comunes y particulares agravios de los nuestros, lejos de las ocasiones. Montaner español, testigo de vista de todos estos sucesos, y que la llaneza de su estilo, y del tiempo que escribió parece que aseguran la verdad de los acontecimientos que refiere.

El emperador Andrónico, temiendo que Roger descubiertamente no tomase las armas contra él, y siguiese la voluntad de los catalanes, ofendidos del engaño que hubo en las monedas de sus pagas, quiso que el príncipe Marulli, general de los romeos que militaban con Roger en el Orien le, fuése de su parte à traerle á Constantinopla, y le asegurase de su voluntad, que siempre habia sido de hacerle merced, y engrandecerle; y justamente le ordenó que dijese á su hermana Irene que se viniese con él, por parecerle que tendria autoridad para persuadirle lo que importase. Llegó con esta embajada Marulli á Galipoli, y Roger claramente le respondió que no pensaba salir de Galipoli sin hacerse mas sospechoso à los suyos con asistir en Constantinopla. Irene tambien se excusó por la falta de salud, que no le daba lugar de ponerse en camino. Con esto Marulli volvió á Constantinopla, y desengañó al emperador, que si no pagaba el ejército por entero no habia tratar de conciertos. Con todo este desengaño porfió segunda vez, por medio de su hermana, á persuadirle que pasase al Oriente con algun socorro que le enviaria, porque Philadelphia estaba en mayor aprieto que el año antes, y que la necesidad que padecian no perdonaba aun á los muertos. Bien quisiera Roger obedecer al emperador, pero los soldados estaban mas irritados que nunca, y si Roger eutonces mo-trara gusto de darsele al emperador, peligrara su autoridad y su vida.

En este tiempo Berenguer de Entenza, viendo que todo estaba lleno de sospechas y miedos, y que los griegos le Inirahan como catalan, y los catalanes entraban en desconfianza de su fe, porque estaba cabe el emperador en Jugar tan supremo, y que aquello no podia ser sino estando de su parte, aprobando lo mal que el emperador to

hacia con ellos; finalmente estando ya las cosas de los catalanes, y Andrónico, en términos que no se podia estar neutral, ni ser medianero entre estas diferencias sin gran riesgo de perderlos á todos, Berenguer se resolvio de acudir a su primera obligacion, y preferir á su particular acrecentamiento el público honor y estimacion de la nacion, que estaba cerca de perderse. Pidió licencia à Andrónico para volverse á Galipoli, y aunque el emperador con ruegos y dádivas le procuró detener, nu dejo de embarcarse en dos galeras que tenia al puerto de Blanquernas por la puerta del emperador, y dice Pachimerio, que se embarcó con el semblante triste, y que mostraba el combate de pensamientos que llevaba. De la galera volvió a enviar al emperador treinta vasos de oro y plata que le habia dado, y añade el mismo autor, que las insignias de la dignidad de megaduque las arrojó en el mar, mostrando que desde entonces renunciaba la amistad del imperio. Esta acción que en los griegos se condena por muy infame y vil, fué la mas digna de alabanza que este gran caballero hizo en el Oriente, porque ni las honras ni los cargos no le pudieron apartar de lo justo: ejemplo grande para los que quieren introducirse con daño del bien público y reputacion de la patria, como ȧ muchos acontece, que olvidados de lo que deben a su sangre y á su naturaleza, la dejan maltratar por pequeños intereses, que las mas veces de ellos no les queda sino solo la infamia por premio de su ruindad.

Estando ya para partirse Berenguer, el emperador le envió a llamar muchas veces, sin que pudiese creer que Berenguer le dejaria. Ofreciéronte al emperador ciertos hombres de Malvasia de acometer las dos galeras de Berenguer, y vengar la poca estimacion que hacia de su amistad, y juntamente cobrar ellos una galera, que tenian a partido en servicio de Berenguer; pero el emperador no permitió que se ejecutase, porque pensó reducirle. Aquella noche Berenguer se hizo á la vela, y se vino a Galipoli, donde halló todas las cosas llenas de mil sospechas y recelos.

CAP. XXIII.-Da el emperador Andrónico en feudo á los catalanes y aragoneses las provincias del Asia.

El emperador deseaba dividir los catalanes entre si. para despues poderles castigar mas a'su salvo. Volvió á persuadir à Roger lo que antes por medio de Canavurio, familiar ministro de Irene su suegra, el cual despues de ir y venir muchas veces de Constantinopla à Galipoli, concertó el mayor negocio para los catalanes, que se pudo desear para su grandeza y aumento, si como se les ofreció se les cumpliera; pero la insolencia de los soldados, ia envidia de los griegos, la instancia del hijo trocó el amor y aficion que Andrónico tenia á nuestras cosas en mortal aborrecimiento; y así se determinó entre el emperador y su hijo dar aparente y honrosa satisfaccion a los catalanes, y ocultamente trazar su perdicion y ruina; y aunque esto no lo dicen los historiadores, déjase fácilmente entender por lo que despues se hizo. Andrónico, por medio de este Canavurio, y forzado del temor de las armas de los catalanes, y del socorro que la fama habia publicado que venia de Sicilia, y que con tan largas pagas estaba el fisco y cámara imperial destruida, y que las rentas del imperio no eran suficientes para los gastos ordinarios y forzosos, y que como á príncipe le tocaba prevenir el remedio, y ellos como capitanes obligados y amigos debian ayudarle á poner en jecucion lo que à todos les importaba igualmente. Al fin se concertó entre el emperador y Roger, despues de largas y pesadas consultas, lo siguiente: Que desde luego diese Andrónico las provincias de la Asia en feudo á los ricos hombres, y caballeros catalanes y aragoneses, con obligacion que siempre que fuesen llamados y requeridos por él, ó por sus sucesores, acudiesen á servirle á su costa, y que el emperador no estuviese obligado á dar despues de la conclusion de este trato sueldo à la gente de guerra: solo les habia de socorrer cada un año con treinta mil escudos, y con ciento veinte mil modios de trigo, dándoles el dinero de las pagas corridas hasta el dia de este concierto. Con este trato quedaron nuestras cosas, al parecer, en suma grandeza: por que los catalanes se vieron señores de todas las provincias de Asia, asi por dárselas el emperador en paga de sus servicios, como porque las ganaron con las armas, y libraron de la servidumbre de los turcos; títulos que cualquiera de ellos era bastante á darles el derecho señorio de todas ellas. Esta fué una de las cosas mas seña ladas de esta expedicion, y que mas puede ilustrar la nacion catalana y aragonesa; pues cuando los romanos, vencido Mitridates, ganaron el Asia, alcanzaron una de sus mayores glorias, y lo que el valor de tantos famosos capitanes y ejércitos conquistó en muchos años, lo adquirieron los nuestros en menos de dos, y si con engaños y traiciones no les atajaran su fortuna, quedaran absolutos señores y principes de la Asia, y quizá si se conservaran, detuvieran los turcos en sus principios, y no les dieran lugar à dilatar ni engrandecer los limites in Lensos del imperio que hoy poseen.

Estos conciertos se juntarou delante de la imágen de la

Virgen, costumbre antigua de aquel imperio. En esta do- 1 Miguel lo que Roger públicamente dijo; y ofendidos nacion concuerdan Pachimerio y Montaner, solo el griego didere en una circunstancia, porque dice que Andrónico exceptó algunas ciudades, que no quiso que se incluyesen en la donacion.

CAP. XXIV. La gente de guerra con mayor furia que antes se alborota, porque tiene alguna desconfianza de Roger.

El emperador Andrónico para cumplimiento del juramento hecho, envió á Teodoro Chuno que llevase à Roger los conciertos firmados y sellados con sellos de oro, y treinta mil escudos, y las insignias de césar, y que el trigo estaba ya recogido para entregarle a quien Roger ordenase. Caminaba la vuelta de Ripi Teodoro, y como cuerdo y plático junto à Ripi se detuvo, porque supo que las cosas de Galipoli y de los catalanes se iban empeo rando. Resolvió de no pasar adelante hasta saber de cierto el estado de las cosas, á mas de que temia à Roger por estar ofendido de un hermano suyo que estaba en Cancilio, de donde muchas veces habia salido con gente armada en su daño. Así parece que por cierta providencia envió á Canavurio que fuese antes à la hermana del emperador, para que primero à ella le diese aviso de lo que pasaba, y juntamente volviese à significarle la disposicion y estado del nuevo motin, porque su persona y el dinero no lo queria aventurar sin mas seguridad de la que tenia. Pasó adelante, caminando siempre muy despacio, paradar liempo á Canavurio que se pudiese informar, y volverle á encontrar antes del peligro. Junto á Brachialio tuvo nuevas llenas de sospechas, porque tuvo aviso que Roger no recibiera las insignias de césar por no hacerse mas sospechoso à los suyos, de quien ya comenzaban á tener alguna desconfianza, por verle rico y honrado, y ellos defraudados de su sueldo. Temió Teodoro, y resolvió de asegurarse, retirándose al fuerte de Ripi, donde estuvo algunos dias. Como vió que no se sosegaba Ja gente, temió que si los catalanes entendieran que fél estaba en Ripi con treinta mil escudos, no le acometiesen para quitarle el dinero; y así una noche con gran secreto con todos los recaudos que traja se fué à Constantinopla, y dió razon al emperador de lo que habia detenido y forzado á volver atrás sin ejecutar su órden. Roger juzgó que convenia para su reputacion y seguridad satisfacer al ejército de las sospechas viles de su fé, y así ordenó á las principales cabezas del ejército que se viniese á Galipoli, dejando aseguradas las plazas que tenian á su cargo. Juntos todos les dijo, que los trabajos y peligros que habia padecido por el aumento y bien de la nacion aragonesa no merecian tan mala correspondencia como tener duda de su fidelidad: que él habia probado su intencion on la guerra de Sicilia, sirviendo al rey, y gobernando siempre gente catalana, y con ser aquellos tiempos tan sospechosos, nadie se atrevió á ofenderle: que en las guerras del Asia habia acudido á la obligacion que fuéllamado, y que el emperador, aunque le habia hecho müchas honras, no las tenia el por igualesá sus servicios, y cuando lo fueran, que él no era hombre que por corresponder à ellas olvidara las obligaciones que tenia en primer lugar: que el emperador le queria hacer césar, y que él no queria mas recibir honras sin que à ellos se les diese entera satisfaccion, y que por solo venirles a socorrer y animar habia salido de Constantinopla, y dejado al emperador que le queria detener y acrecentar: que el estaba resueito de correr la fortuna que ellos, y que si el emperador con su ejército les acometiere, procuraria por el juramento hecho, ceder si pudiese à su rigor, pero que cuando conviniese, forzosamente habian de venir á las armas, y las suyas siempre se habian de emplear en la defensa comun contra los griegos. Con esta plática Roger aseguró su crédito, y los catalanes satisfechos de sus sospechas, y así con el reconocimiento que siempre, le dieron disculpa de los recelos mal fundados de algunos.

En este mismo tiempo sucedió para mayor descrédito de nuestras armas, que los turcos acometieron la isla del Xio, que estaba á cargo de Roger y los suyos, y casi toda ella la tomaron, sino fueron algunos que se pudieyon retirar á la fortaleza en cuarenta barcos que pudieron juntar, y estos tambien se perdieron lastimosamente rotos y deshechos de una furiosa tormenta junto à la isla de Sciro. Con esta pérdida los ánimos de los unos y de los otros se fueron irritando. Los griegos, porque les pareció que los catalanes, ya que les molestaban tanto con las ordinarias contribuciones, no fuesen bastantes para defenderies del rigor y sujecion de los infieles; los catalanes tambien atribuyeron esta pérdida à la dilacion de Andrónico, en no cumplirles lo que tantas veces se les habia ofrecido, y que si se les pagara con tiempo, pudieran ellos acudir á su obligacion', y defender lo que estaba á su cargo; la falta de dinero les obligó a que con mayor desórden le fuesen á buscar por todos los lugares de Tracia. CAP. XXV.-Conclúyese el trato de pasar al Oriente, y Roger recibe las insignias de césar, y dinero.

Llegó á los oidos de los emperadores Andrónico y

gravemente, quisieron con el ejército que tenian junto en Andrinópoli acometer el de los catalanes; pero Andrónico, á persuasion de Azan, cuñado de Roger, à quien poco antes habia dado la dignidad de panipersebastor, mandó á su hijo que no lo ejecutase, esperando siempre por medio de su sobrino reducir á Roger, à quien Azan escribió la justa indignacion del emperador, y que la mayor disculpa que podria dar seria pasar el ejército en Asia, y comenzar la guerra. Respondió Roger a su cuñado, y al emperador en la misma conformidad escribió: que la necesidad le habia obligado a dar de palabra satisfaccion á todo el ejército, porque si no lo hiciera, se acabaran de confirmar en sus sospechas, y que sin duda le mataran : que él siempre seria fiel y reconocido á las muchas honras y mercedes que de su mano habia recibido, y que si de lengua le habia ofendido fué porqua los catalanes no le ofendieran con efecto, tomando por cabeza otro capitan que libremente les dejara ejecutar su impetu: que se sirviese de socorrerles con algo, porque de otra manera no se atrevía á reducirlos, porqué él apenas tenia mil hombres que le obedeciesen. Con esta carta el emperador volvió a mandar a su hijo que no les ofendiese, pero que impidiese sus correrias.

Azan, que deseaba conservar á su cuñado Roger, persuadió al emperador que le volviese à enviar lo que Teodoro Chuno poco antes le llevaba, y que con esto pasaria à la Asia; y asi el emperador le envió las insignias de césar, y el dia de la resurreccion de Lázaro fué vestido y aclamado por césar, y se le dieron treinta y tres mil escudos, y cien mil modios de trigo; pero resueltamente le mandó el emperador que despidiese toda la gente, y solo se quedase con mil liombres, Roger mostró con aparentes demostraciones que obedecia, pero con secreto disponia sus consejos para cualquier acontecimiento. Envió à Berenger de Entenza parte de su gente, que ya estaba declarado por rebelde y enemigo del imperio; la otra envió á Čizico Metellin, donde habia ya guarnicion de catalanes. Recogió, á mas del trigo que el emperador le daba, otra mayor cantidad de la que los catalanes recogieron de las contribuciones.

CAP. XXVI.-Pártese Roger á verse con Miguel Paleólogo, contradicelo Maria su mujer, y los demás capitanes.

En este tiempo que los catalanes andaban llenos de tantos temores y esperanzas, ya Andrónico y Miguel trazaban de qué manera podian hacer un castigo señalado en ellos, y castigar con sumo rigor su atrevimiento; que aunque esto claramente no lo dicen los historiadores griegos, el efecto lo publicó, y descubrió su alevosía. La desdichada suerte de Roger abrió el camino para que esto se ejectase, con gran seguridad de los griegos, y notable pérdida nuestra. Llegóse el tiempo de la partida de Grecia para proseguir la guerra, y Roger determinó de ir a verse con Miguel Paleólogo para darle razon de lo que se habia tratado con su padre en materia de la guerra, y pedirle dinero, como Niceforo dice. Pero María, mujer de Roger, y su madre y hermanos, que como fadrones de casa conocian bien la condicion de los suyos, sentian muy mal de esta ida, y Maria, como á quien mas le importaba, advirtió á su marido en secreto que no se fuése, ni se pusiese voluntariamente en las manos de Miguel, y qué no ofreciese la ocasion à quien con tanto cuidado la buscaba; que advirtise cuân huérfana quedaba ella, cuán desamparados los suyos si faltase su gobierno; que no se fiase tanto de su ánimo, que no diese crédito á sus palabras, nacidas no solo de su cuidado, pero de ciertas y seguras señales que tenía de que Miguel Paleólogo procuraba su ruina. Todas estas razones acompañadas con lágrimas y ruegos dijo María á su marido Roger, porque como griega, y persona tan intima de la casa del príncipe, aunque se recelaban de ella por-que no descubriese sus trazas, cou todo este recato llegaban á su noticia muchas, que como mujer cuerda y cuidadosa de la vida del marido pudo advertir, y descubrir algo de lo que se maquinaba contra él. Hizo poco caso Roger de sus consejos, y ella cuanto ménos recelo descubría en el marido, tanto mas crecia su cuidado y procuraba intentar algunos medios para persuadirle; y el que debiera ser mas eficaz, fué llamar a los capitanes mas principales del ejército, y descubrióles sus justas sospechas, para que pídiesen à Roger que suspendiese su ida de Andrinópoli para visitar à Miguel Paleólogo. Al fin todos los capitanes juntos á instancia de Maria, cuyas sospechas no les parecian vanas, fuéron á Roger, y le pidieron que dejase, ó siquiera difiriese la jornada hasta estar mas asegurado y satisfecho del ánimo de Miguel. Respondióles resueltamente que por ningun temor que le pusiesen delante dejaria de hacer su viaje, y cumplir con obligacion tan forzosa como visitar á Miguel, à quien debia el mismo respeto que al emperador su padre: que si antes de partir de Grecia para la jornada de Asia no se le daba razon de todos sus consejos y determinaciones, era darle ocasion de desavenirse con ellos, cosa de grande inconveniente para la conservacion de todos

ellos; que los recelos de María su mujer nacian de amor y temor de perderie, y que pues eran sin otro fundamento no era justo que le detuviesen.

Llamado Roger de su fatal destino, no advirtió su peligro, ni advertido lo temió. Muchas veces por mas avisos que un hombre tenga no puede escapar de la muerte y fines desastrados, y aunque Dios nos advierte con senales manifiestos y claros, puede tanto una loca conDanza, que nos quita el discurso para que no veamos Jos peligros donde está determinado nuestro fin y castigo. En este caso de Roger, ni su buen discurso, ni el conocimiento grande de la naturaleza de los griegos, ni Jos avisos de su mujer, ni los ruegos de los suyos, pudieron detenerle para que voluntariamente no se, entregase á la muerte. Resuelto ya de partirse, María su mujer con todos los de su casa no quiso quedarse en Galipoli, porque como tenia por cierta nuestra perdicion, no le pareció aventurarse, pues la obligacion de asistir en Galipoli faltaba con ausentarse su marido. Mandó Roger que Fernando Alones con cuatro galeras le llevase a Constantinopla, y él con trescientos caballos, y mil infantes, dejando en su lugar à Berenguer de Eutenza, caminó la vuelta de Andrinópoli, dicha por otro nombre Orestiade, ciudad principal de Tracia, y córte de muchos emperadores y reyes, y que entonces lo era de Miguel. Zurita quiere que Andrinópoli y Orestiade sean Jugares diversos, porque no llegó a su noticia que esta ciudad tenia entrambos nombres. Nicéforo la llanio Orestiade con el nombre mas antiguo, y Montaner Andrinópoli, que fué el mas moderno, y el que entonces le daban los griegos, y el que hoy conserva con poca diferencia.

Supo el emperador Miguel á veinte y dos de abril co mo el césar Roger venia, porque Azan su cuñado se lo hizo saber. Alteróse extrañamente Miguel de esta venida, y con un caballero de su casa le envió a preguntar, una jornada antes que llegase, si el emperador su padre se lo habia mandado, ó él movido de su sola voluntad. Respondió el césar con palabras llenas de humildad, que solo iba para darle obediencia, y mostrar la servitud que le debia, y juntamente para conferir con él el viaje que habia de hacer al Oriente. Con esta respuesta se sosegó Miguel, y mostró que gustaba de su venida. Envió luego á recibirle con la benignidad y cortesía que convenia. Era miércoles de la segunda semana de la pascua que llaman de Santo Tomás. Vióse aquella misma noche con el emperador, de quien fue recibido y acariciado con grandes demostraciones de amor.

CAP. XXVII.-Malan á Roger con gran crueldad los alanos estando comiendo con los emperadores Miguel y María, y á todos los que fueron en su compañía.

Con el buen acogimiento que Miguel hizo á Roger y á los suyos, creyeron que las sospechas de Maria fueron sin fundamento, y vivian tan sin cuidado ni recelo de daño que tan vecino tenian, que divididos y sin armas discurrian por la ciudad como entre amigos y confederados. Estaban dentro de ella los alanos con George su general, cuyo hijo mataron en Asia los catalanes. Estaban tambien los turcoples, parte debajo del gobierno del búlgaro Basilà, la otra obedecia á Meleco. Los romeos estaban debajo del gran primicerio Casiano, y del duque y gran principe de compañías llamado etriarca. Todos estos tuvieron por sospechosa la venida de Roger, y que solo venía á reconocer las fuerzas de Miguel, con pretexto de darle la obediencia, y segun ellas disponer sus consejos. El que mas alteraba y movia los ánimos contra Roger y los catalanes, era George, cabeza de los alanos, que con deseo de tomar satisfaccion intentaba todos los medios que podía; finalmente, ó fuese por solo su motivo, ó con permision y órden del emperador Miguel, el dia antes de la partida de Roger, estando comiendo con el emperador Miguel y la emperatriz Maria, gozando de la houra que sus principes le hacian, entraron en la pieza donde se comia, George, alano, Meleco, turcople, con muchos de los suyos, y Gregorio: el primero cerró con Roger, y despues de muchas heridas con ayuda de los suyos le cortó la cabeza, y quedó despedazado entre Jas viandas y mesa del príncipe, que se presumia habia de ser prenda segurisima de amistad, y nó lugar donde se quitase la vida à un capitan amigo, y de tantos y tan señalados servicios, huésped suyo, pariente suyo, y como tal, honrado en su casa, en su mesa, y en presencia de su mujer y suya. No se pudieron juntar, á mi parecer, mayores circunstancias para acrecentar la infamia de este caso; becho por cierto indigno de lo que tiene nombre y obligaciones de príncipe, que las mas principales son las que mas se apartan de parecer ingrato y cruel, aunque es verdad que los príncipes raras veces se reconocen por obligados, cuando se tienen por Lales, aborrecen la persona de quien les tiene obligados; pero esto no llega á tanto que perdiendo de todo punto el miedo à la fama, descubiertamente le acaben y destruyan. Lo cierto es que comunmente puede mas en un príncipe un pequeño disgusto para castigar, que grandes y se

ñalados servicios para perdonar, ó disimular algunas ofensas de poca ó ninguna considéracion. ¿ Pero que maldad hay que no acometa un príncipe injusto si se le antoja que importa para su conservacion? Porque el juicio y castigo de Dios, á quien solo se sujetau y temen, le miran tan de lejos, que apenas le descubren, no acordandose por cuán flacos medios vienen á ser castigados, pues la mano de un hombre resuelto suele quitar reinos y vidas.

Este desastrado fin tuvo Roger de Flor; de edad de treinta y siete años, hombre de gran valor y de mayor fortuna, dichoso con sus enemigos, y desdichado con sus amigos, porque los unos le hicieron señalado y fames) capitan, y los otros le quitaron la vida. Fué de semblabte áspero, de corazon ardiente, y diligentisimo en ejecutar lo que determinaba, magnifico, liberal, y esto le hizo general y cabeza de nuestra gente, pues con las dádivas granjeó amigos que le pusieron en este puesto, que fue uno de los mayores, fuera de ser emperador ó rey, que hubo en aquellos tiempos. Dejó a su mujer preñada, y despues parió un hijo que Montaner refiere que vivia en el tiempo que él comenzó su historia. Nicéforo solo dice que junto al palacio del emperador Miguel le mataron, sin decir por cuyo órden fué, ni quién lo hizo, pero Pachimerio concuerda con Montaner en lo mas esencial, porque refiere que saliendo el césar fuera de la cámara imperial, despues de haber comido con los emperadores, le embistieron los alanos de George, y que Roger viéndose acometido se retiró bácia donde estaba la emperatriz Augusta, y cayó muerto junto à ella, atravesado de una estocada por las espaldas, y que cuando lo llegó la nueva á Miguel, que estaba en otro cuarto de su palacio, del suceso de Roger, y que todo estaba aiborolado por las muertes que los alanos ejecutaban en los catalanes descuidados, perdió casi el sentido, y preguntó si la emperatriz habia recibido algun daño, y si estaba segura; pero luego supo la ocasion de la muerte de Roger, y mandó que George viniese a su presencia, y le preguntó la ocasión que habia tenido para hacer la muerte de Roger, y que le respondió, que porque el imperio tuviese un enemigo menos. Asi disculpa Pachimerio esta maldad; pero ya que Miguel expresamente no fué autor de esta muerte, por lo menos la consintió y dejó de castigarla, con que se hizo participante del delito.

No se satisfacieron los alanos con solo la muerte de Roger, porque al mismo tiempo acometieron todos los catalanes y aragoneses que estaban en su compañía, y con atroces muertes los despedazaron, y dice Pachimerio que Miguel mandó á su tio Teodoro que detuviese à los alanos y á las demás naciones, que encarnizadas con nuestra sangre salieron de Andrinópoli á degollar todos los que topasen de nuestra nacion, que habia muchos alojados por aquellas aldeas, y que esto lo hizo Miguel porque temió que los suyos no fuesen vencidos, y que su impetu no les perdiese. Con esto me parece que claramente se descubre el ánimo de Miguel, que fué sin duda de acabaries à todos. Toda la gente de à cabalio que estaba junta acometieron á todos los catalanes y aragoneses dentro la ciudad y fuera de ella; pero algunos heridos y maltratados tomaron las armas, y perdieron la vida que les quedaba con igual daño del enem igo. Escaparon solo tres caballeros de esta lastimosa tragedia, puesto que Nicéforo dice que escapó la mayor parte. El uno se llamaba Ramon Alquer, hijo de Gilabert Alquer, natural de Castellon de Ampurias; los otros dos eran Guillem de Tous y Berenguer de Roudor de Llobregat; los demás, aunque no murieron luego, fueron entonces puestos en hierros, y despues con mayor crueldad quemados, como despues se referirá por relacion de Pachimerio. Estos tres caballeros defendiéndose valerosísimamente ganaron una iglesia, y apretandoles mucho en ella, se hubieron de retirar á una torre de ella peleando con tanta desesperacion desde lo alto, que no fué posible, por mas que se procuró, matarles ni rendirles, Miguel, despues de haber ejecutado su crueldad, quiso ganar fama de piadoso y clemente, y así mandó que nadie les ofendiese, dióles salvo conducto para volver á Galipoli. Nicéforo difiere algo de Montaner en este hecho, porque dice que Roger fué con solos doscientos caballos á Andrinópoli, y no solo para verse con Miguel y darle cuenta de lo que se habia determinado en materia de la guerra, como Montaner escribe, sino para pedirle dinero, y cuando lo rebusase hacérselo dar por fuerza. Estas son palabras de Nicéforo, y a lo que vo puedo entender dichas con poco acuerdo de lo que antes habia referido, que Miguel estaba en Andrinópoli con un poderoso ejercito, y no parece que un capitan tan prudente como Roger, à quien los mismos griegos ilamen siempre que se ofrece ocasion, hombre de gran prudencia, hiciese tan gran desatino, como lo fuera ir con solos trescientos de á caballo á amenazar un emperador, que se hallaba dentro de una ciudad grande, y con un ejercia poderoso.

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