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conocimiento de la justicia de la sucesion se debia ha- | dole en medio cercado por la parte de Castilla, Cata

luña y Francia, tres príncipes competidores del reino, de lo que estaba mas libre el reino de Valencia y el principado de Cataluña. Muchos estaban ya muy determinados que querian ântes, en duda de la sucesion, vencer con el infante de Castilla, que sujetarse entrando en el reino pacíficamente el conde de Urgel, y sufrir debajo de su sujecion la gente perdida que le seguia. Estos eran los barones y caballeros de la casa de Urrea, que eran tanta parte en el reino, y los del linaje de Heredia con los de su opinion y bando: que no se podian persuadir del reino y gobierno del infante, sino

cer por algunas personas que fuesen elegidas por todos los reinos: y que era muy peligroso que los par lamentos se juntasen, porque estaba en la mano que se habian de seguir grandes dilaciones é inconvenientes: y que estas tales personas fuesen muy notables y señaladas y de santa vida. No contento con esto aun, se declaró mas, que el declarar que se habia de proceder❘ en aquella causa por este medio se debía ordenar, notificándolo á los príncipes que competian por la sucesion en forma muy honesta y cortés, y nó por via de citacion, ni amonestacion, que representase alguna jurisdiccion, mas por via de una notificacion cortés: sig-que habia de ser muy sincero y justo: y que procuranificándoles que los parlamentos entendian en el conocimiento y averiguacion de la justicia de la sucesion: y que les plugiuese dar por escrito su derecho y razon sin señalarles término alguno. En esta plática tan breve y de tan pocas palabras, se les propuso y declaró la cierta y verdadera resolucion de negocio tan perplejo y peligroso, en el cual se oponian tantas sombras de medios y dificultades: y con resolucion tan prudente y cierta, se fueron encaminando las cosas á la buena y breve determinacion que convenia seguir en los medios de la declaracion de la justicia. Ofrecióse alguna dificultad entre los de la congregacion de Alcañiz en nombrar las doce personas, á quien de su parte se habia de dar la misma comision que se dió al arzobispo de Tarragona y á sus compañeros por el parlamento de Tortosa; á cuya deliberacion estaba remitido, que dispusiesen y ordenasen los medios y prevenciones que convenia para llegar á nombrar las personas que ha bian de declarar el legitimo sucesor: y aunque se hizo eleccion dellas, como unos estaban ausentes, y otros no satisfacian tanto, hubo sobre ello alguna alteracion y contienda, hasta que algunos dias despues se nombraron en mucha conformidad de su congregacion, Por la indisposicion de Guillen de Valseca, que era de anciana edad, fué nombrado en su lugar por las veinte y cuatro personas, á quien la congregacion de Tortosa lo habia remitido, un baron de aquel principado que se decia don Berenguer Arnaldo de Cervellon.

CAP. LVIII.-Que el papa Benedicto fué á Trahiguera por concertar los barones y caballeros que alli se habian congregado con los que asistian en el parlamento de Vinalaroz, y de la órden que se daba para que se juntasen en su congregacion del estado militar.

Habian llegado el gobernador y justicia de Aragon y Berenguer de Bardaxí á poner las cosas de este reino en tal esperanza, que ó se reducirian á medios de justicia, ó si se viniese á rompimiento de guerra y formados ejércitos, se defenderia el reino, si no con tanta dignidad por haberse favorecido y valido de la gente de guerra de Castilla, y mostrado tanta flaqueza en las fuerzas y poder del reino, á lo menos seria echando dél al conde de Urgel su enemigo. Mas con todo esto sentíase ya el daño de la dilacion, y conocian que el reino estaba muy vejado y afligido, y parecia que no se podian restaurar tantos males y detrimentos, sino con otros mayores y con muy cruel y perniciosa guerra civil: y en el trabajo echaban de ver el descuido y temeridad del tiempo presente, y en cuánto peligro estaban las cosas públicas, pues se comenzó a poner tan cruelmente la espada en persona tan sagrada: y que si por justicia no se declaraba el sucesor, habia de durar mucho tiempo aquella competencia por las armas: y este reino estaba espuesto a mayores peligros, tenién

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ria la utilidad y beneficio público; y de parte del conde todo les parecia amenazas y temores, y venganza de las injurias recibidas de los que le habían echado de la gobernacion y lugartenencia general en vida del rey don Martin, que fué sacarle el cetro real de las manos: cuya victoria por esta causa no podia dejar de ser muy cruel y terrible. Era muy dificultoso concertar las voluntades y fines de cada uno de los estados del reino, que eran cuatro: señaladamente del estado de los caballeros é infanzones, que con concurrir tantos y de diversas parcialidades, parece ayuntamiento lleno de turbacion y confusion: y despues desto con mayor fatiga se venian á conformar los unos estados con los otros, y sobre todo se habian de reducir á unas deliberaciones y pareceres los de Aragon y Cataluña. Mas todas estas dificultades sobrepujaba sin ninguna comparacion el trabajo y pesadumbre que los unos y los otros tenian en concertar los bandos y diferencias de los barones y caballeros del reino de Valencia, que se habian dividido en dos partes; y cada una dellas pretendia tener por sí la autoridad y poder de todo aquel reino: y cuando se iba procediendo en tanta concordia entre catalanes y aragoneses para allegar al tér→ mino deseado de la declaracion de la justicia, y se esperaba que el parlamento de Valencia enviase sus embajadores á la villa de Alcañiz, para que en conformidad de todos se hiciesen las deliberaciones que conve➡ nia, estaban en tanta disension y rompimiento, que fué necesario que el papa fuése á Trahiguera para persuadirlos é inducirlos à la concordia. Presidia en la congregacion de Trahiguera don Olfo de Proxita: y á quince del mes de diciembre se resolvieron, que se fuésen à juntar con los que estaban en Vinalaroz, para que todos hiciesen un cuerpo que representase con los otros dos estados parlamento general de aquel reino: y en esto intervinieron dos famosos letrados, que eran Pedro Catalan y Jaime Pelegrin de parte de los de Vinalaroz: y por los de Trahiguera, concurrieron otras dos personas de muchas letras y grande autoridad, que eran mosen Domingo Masco y micer Juan Mercader. Con éstos intervinieron de por medio, en nombre de la congregacion de Cataluña, el arzobispo de Tarragona y el vizconde de Illa: y para mayor seguridad de las partes, se proponian estas condiciones: que don Olfo de Proxita por los de Trahiguera, y don Ramon de Vilaragut por la congregacion de Vinalaroz, se fuésen á un lugar que estuviese entre Trahiguera y Vinalaroz con igual compañía de gente, y el uno al otro se hiciesen homenaje por sí, y por los que hubiesen de ir á la congregacion. Daban órden que despues destos, los de Trahiguera y los de su opinion, que estaban ausentes por la guerra que en el mismo tiempo se hacian el gobernador de Valencia con la hueste de aquella ciudad de una parte, y don Bernardo de Centellas y los de su

bando de la otra, se fuésen con don Olfo de Proxita su presidente á Vinalaroz, y entrasen por la puerta que se concertase entre aquellos dos caballeros, y aquella quedase debajo de la guarda y defensa del mismo don Olfo: y todos á la entrada entregasen las armas ofensivas à don Olfo de Proxita: Venfase en que al mismo tiempo todos los que estuviesen juntos, en Vinalaroz y los de su bando entregasen tambien las armas ofensi vas á don Ramon de Vilaragut, y el uno tuviese la una puerta del lugar, y el otro la otra con igual número de gente de armas: y todos habian de hacer homenaje en poder destos caballeros, de no dar lugar que se hiciese maltrato ó mal y daño alguno. Por esta forma se daba orden que todos los barones y caballeros de las dos partes se juntasen entre si en una congregacion y cuerpo, para que pudiesen proveer en nombrar persona que viniesen á la villa de Alcañiz, y tratasen con los que estaban nombrados por aquella congregacion, y y por la de Tortosa, en las prevenciones que se habian de hacer, para la declaracion de la sucesion del reino; pero ellos estaban en tanta disension y rompimiento, que aunque estaba bien ordenado, nunca se aseguraron para que se pudiese poner en ejecucion. Por esto se puede bien entender el estado en que se hallaban las cosas de aquel reino, y cuán estragados estaban los ánimos inficionados en parcialidad y bandø, de donde resultó gran turbacion en todo aquel reino, y guerra civil en las entrañas dél, estando dívidido y puesto en armas, y convocando y solicitando cada una de las partés gente de guerra extranjera que fuésen en su socorro: y esto fué con tanto furor, que en ninguna de las provincias tuvo el conde de Urgel tanta parte, y adonde mas se temiese su atrevimiento y confianza, y ménos pudiesen los que deseaban el beneficio público, con el poder y fuerzas de dentro de casa: la parte y bando de los Centellas estaba tan en orden con las compañías de gente de guerra que les acudian de Castilla que cuando no tuviesen la victoria cierta, no parecia que podían ser vencidos ni echados de sus estados y de los lugares de la corona real que seguian su opinion. CAP. LIX.—Que algunas compañias de gente de guerra -francesa del vizconde de Castelbó se apoderaron del castillo de Castelvi de Rosanes; y don Pedro Jimenez de Urrea, con algunas compañías de gente de armas, se fue á poner delante de la, ciudad de Huesca, que estaba indiferente.

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Cuando las cosas del principado de Cataluña estaban con mucha paz y sosiego, y se trataba de ordenar los medios para venir á la determinacion de un negocio tan grande, que era tan deseado por todas gentes, sucedió, que habiendo entrado algunas compañías de gente de guerra de Francia, se tomó por Arnaldo' de Santa Coloma, que era de la casa de Juan de Fox, vizconde de Catelbó, y venia con aquella gente, el lugar y castillo de Castelví de Rosanes. Causó esto gran turbacion en el estado en que se hallaban las cosas, por ser aquello como á las puertas de Barcelona, é insulto cometido con favor de gento extranjera, y por un señor tan poderoso dentro del principado, y tan vecino por el estado del conde de Fox su padre, cuyo sucesor él era. Este acometimiento fué, porque en esta turbacion de tiempos pensaron Archimbau conde de Fox, y Juan de Fox, vizconde de Castelbó su hijo, apoderarse de Castelví de Rosanes y de Martorell, con toda su baronía, que habian sido gran tiempo de los condes de Fox y vizcondes de Bearne, desde don Guillon

de Moncada vizconde de Bearné y de Castelbó: y par la guerra que hizo el conde Mateo de Fox en Cataluña, por la sucesion del reino, muerto el rey don Juan, el rey don Martin confiscó á la corona real el vízcondado y la baronfa de Martorell. Despues de la muertę del conde Mateo de Fox, sucediendo en aquel estado el conde Archimbaudo, el rey don ́ Martin, como se ha referido en estos anales, se concertó con él, y le dejó el vizcondado de Castelbo: y el rey se reservó á Castelví de Rosanes y a Martorell con toda su baronía; y pareció esta buena ocasion para cobrarlo todo. Como iba a la ciudad de Barcelona todo el sosiego de aquela comarca y su defensa, y entraban otras compañías de gascones en socorro de los que se apoderaron de aquel lugar y de su castillo, pusieron en esto los consejeros todas sus fuerzas para procurar el remedio: toego el regente, la veguería y Galcerán de Gualbes juntaron ciertas compañías de gente de armas, y se fuéron á poner en Martorell como en frontera, convocando la gente de la tierra por el apellido, que ellos llaman viafós de sacramento, para poner en defensa el lugar de Martorell, porque de allí se diese órden que no se fortificase el lugar que se habia entrado por la gente del vizconde, y se defendiesen los de aquella baronía. En esto se puso tan buena órden, y se hizo tan excesivo gasto en juntar todos los pueblos de aquellas comarcas por cobrar aquel castillo, que fué entrado por combate y sacado de poder de gente extranjera, y quedó en defensa de la ciudad de Barcelona. Por el mismo tiempo don Pedro Jimenez de Urrea, don Juan de Luna y don Juan Fernandez de ljar, con algunas compañías de gente de armas de Aragon y Castilla que eran hasta setecientos de caballo, pasaron el rio Ebro, y fuéron á la villa de Luna; y de allt corrieron por las comarcas de Huesca, y fueron á la villa de Almudévar, y pasaron con sus batallas ordenadas a ponerse delante de Huesca, estando los de aquella ciudad en diferencia, y no habiendo enviado sus procuradores á la congregacion de Alcañiz: en lo cual se señalaron solos, aventurando mucho contra el comun consentimiento de todas las ciudades y villas del reino, lo que se atribuia á mucha temeridad, siendo las fuerzas de don Autonio de Luna y de los ricos hombres que le seguian tan débiles, y estando su congregacion con tan poca reputacion. Mas aquellos ricos hombres no tuvieron fin, segun pareció, de proceder á auto ninguno de guerra contra los de Huesca, y mas faé su intencion mostrar su poder, para resistir contra cualquier entrada en el reino de gente extranjera, y sin hacer daño ninguno se volvieron la misma neche, que fué á veinte y tres de diciembre, á Almudévar; y los del parlamento de Alcañiz decian que eran de los parientes del arzobispo de Zaragoza y sus valedores, que iban persiguiendo á los matadores, y á los que ponían turbacion en la paz y justicia del reino, y contra los que los recogian y les daban favor y ayuda.

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baba de sustentar aquella isla, y defenderse de los rebeldes, en tal sazon, que dentro destos reinos, para la defensa dellos, habia tanta necesidad de gente y dinero, cosa jamás vista desde el tiempo que se comenzó la conquista de aquel reino, que para la defensa dél viniese de allá dinero para la paga de la gente de guerra que se habia de enviar de Cataluña. Vino ester dinero á Barcelona en una galera del principado, cuyo capitan era Nicolao de Balboa de la casa de Nicoloso de Oria, y con las pagas dél se habia de poner aquella gente en el Alguer, pagada por cuatro meses. Por otra parte, temiendo el vizconde que fuése de acá este socorro, envió sus mensajeros a Cataluña, y ofre cia de comprometer las diferencias que tenia con Niloso, que él llamaba el bastardo de Oria, las cuales parecia á muchos que era bien sustentarlas hasta que se hiciese la declaracion de la sucesion, pues con ellas la nacion catalana tenia de su parte aquella parcialidad de Nicoloso de Oria, y no faltaba quién favoreciese al vizconde en el parlamento de Cataluña, ballándose en él el vizconde de Illa y Cañete.

CAP. LXI.-De la guerra que el gobernador del reino de

Valencia

don Bernardo de Centellas se hacian con los de su bando: y que el gobernador cobró la villa de Elche, que se habia entrado por don Pedro de Maza de Lizana...

Valencia en tanta contienda y disension: y fué gran | que con este socorro, si se ftiese con tiempo, se acamaravilla que pudiese tanto en aquella turbacion de tiempos la voz de justicia, y la causa de la república, que prevaleciese hasta ver el fin tan deseado por todos. Como en lo de casa tenian tan presente el peligro, uo se proveia en lo de fuera, que importaba tanto a la corona como convenia: y así volvieron á preyalecer en Cerdeña los rebeldes, y teníase del vizcoude de Narbona la sospecha, que de un enemigo que estaba en tregua con nuestros capitanes y gobernadores; y era cierto, que el vizconde no podia tratar ni obrar cosa alguna, sino con consejo y voluntad de los de Sacer, que no podian tener peor intencion, y publicaban que, estaban determinados de entregarse ántes á moros, que à la corona real. Con esto la na→ cion sardesca tenia gran amor y aficion al vizconde, porque los defendia que no viniesen á la sujeción del rey de Aragon; y por consejo de los de Sacer, puso el vizconde en libertad á Nicosio de Oria, señor del castillo de Monteleon, que tenia en su poder preso, y pagó treinta y tres mil florines por su rescate, y se hizo vasallo del conde con el estado, que tenia en aquella isla. Todos los lugares y tierras que se habian rebela do, y despues se habian reducido á la-corona real por fuerza de armas, por las nuevas que publicaba et vizconde, certificando que estos reinos estaban en gran division, y que no querian declarar quién era el legítimo sucesor, y que los catalanes no podian permanecer en aquella isla, se volvian á la obediencia del vizconde: y por esta causa, despues de la muerte de Pedro de Torrellas capitan general, se quedó en Cerde ña: y la gente de armas que estaba en la defensa de los castillos y fuerzas, no tenian de qué ser socorridos; ni las guarniciones que se pusieron en los castillos de Monreal, Marmila, San Luri y Villadeiglesias: y tenian tanta falta de gente de la nacion catalana, que no hallaban á quién poner en los castillos, ni aun en las velas y guardas ordinarias del castillo de Caller, y de la villa de la Pola. Toda la gente de guerra ó la mayor parte estaba en el Alguer, entendiendo que los enemigos se iban juntando en gran número por acomemeter las comarcas de Caller: y entonces tomaron los de Caller por su capitan general á don Berenguer Carroz conde de Quirra, por la guarda y defensa de aquel cabo de Gallura; y estaba en el gobierno del cabo de Lugodor un caballero catalan llamado Ramon CarteIla. Siguióse tras esto, que el vizconde, que se llamaba juez de Arborea, se confederó con Casano de Oria de Génova, el cual con su parcialidad se apoderó del Castillo de Longosardo, y comenzó á hacer guerra contra Nicoloso de Oria, y así se tornó á romper la guerra en la isla contra los que la tenian en defensa por el servicio del rey: y Nicoioso de Oria se junto con el conde de Quirra, y se hizo vasallo de la corona real de Aragon, y conlederóse con Vicentelo de Istria conde de Cinerca, y con Juan de Istria su hermano, que eran poderosos en la isla de Córcega, y muy fieles á la corona de Aragon. Habia venido por este tiempo Juan de Istria a Cataluña, para llevar algunas compañías de gente de guerra en favor de NicoJoso de Oria: y para levantar esta gente, envió Nicoloso al parlamento general de Cataluña treinta mil florines de Aragon en moneda de Florencia, y en ducados de oro, contando quince sueldos barceloneses por cada florin, y con este dinero se le habian de enviar trescientos hombres á caballo, que con sus pajes eran sciscientos, y trescientos ballesteros. Era cierto

Tenian el gobernador del reino de Valencia y los del' bando contrario, que eran los Centellas, en él principio del año de mil cuatrocientos doce muy apercibi→ da su gente y los Centellas y Miralles, y otros que estaban desterrados de Castellon de Burriana, Comenzaron á correr la comarca de Villareal por cobrar á Castelloa.:: y el gobernador de aquel reino, que era demasiadamente guerrero, y la ciudad de Valencia enviaron algunas compañías de gente de armas y ballesteros, para que defendiesen á Castellon, y fué por capitan de los ballesteros Lorenzo Strayn. En esta sazon, que fué el postrero del mes de diciembre, un baron de los mas poderosos de aquel reino, que era el baudo de los Centellas, y se decia don Pedro de Maza de Lizana, escaló la villa de Elche: y teniendo la nueva dello el gobernador, con una celeridad increible juntó mil de caballo y diez mil de pié, y fué contra él, y á poner cerco sobre aquella villa: pero don Pedro de Maza, visto que no tenia gente con que defenderse del gobernador y de los de la villa, hubo de salir della, y cobróse por el gobernador. Tras este buen suceso del gobernador, los de Castellon que seguían su bando con la gente que pudieron juntar fuéron sobre Almazora, adonde se decia que estaban algunas compañías de los Centellas, é hicieron mucho daño en la vega, y mataron algunos que hallaron en el campo. Desta suerte se iba cada dia mas encendiendo la guerra entre las partes en aquel reino, sin que se pudiesen poner en tregua, ni persuadirse á ella con la autoridad del papa, que estaba como á la vista de sus peleas, ni por el honor y respe to de sus congregaciones, que residian en Vinalaroz y Trabiguera.

CAP. LXII. De las cartas que don Diego Gomez de Fuensalida, abad de Valladolsa, presentó al parlamento de Alcañiz, que se escribieron por el conde de Urgel á Juzef rey de Granada.

Desde el principio que se comenzó á juntar la congregacion de los aragoneses en Alcañiz, tuvo el infante

de Castilla en aquella villa á don Diego Gomez de Fuensalida abad de Valladolid, que asistia ordinariariamente informando de su derecho á la sucesion, á los presidentes y á las congregaciones de los cuatro estados del reino; y en esto entendian el abad y el doctor Juan Rodriguez de Salamanca general y particularmente, y los dos iban del papa á las congregaciones informando y procurando todo lo que convenia al servicio del infante: y como el conde de Urgel no esperaba que de ningun príncipe comarcano le pudiese venir socorro, procurábalo por todos los medios que podía del rey de Inglaterra, al cual envió á informar del derecho que tenia en la sucesion destos reinos. Tambien se habia confederado con este fin con Juzef rey de Granada: y desta confederacion pareció por ciertas cartas y capítulos firmados de la mano del conde que se tomaron á sus mensajeros en Castilla. Estando la congregacion junta á dos del mes de Enero deste año, don Diego Gomez leyó públicamente aque-é Inglaterra. Cometióse por el parlamento de Alcañiz

dar sueldo á mil bacinetes y mil pilarts por medio año, y que se hiciese guerra al infante de Castilla: y daba larga esperanza, que el conde por su parte la haria con todo su poder contra el estado y tierras del infante é intercedia por don Pedro de Vilaragut que pedia al rey de Granada que pusiese en libertad los | hijos de Pedro Marradas, y otro caballero que estaba cautivo, llamado Arnaldo de Romani. Tambien se entendió que el rey de Granada procuraba con don Roger de Moncada, gobernador de Mallorca, que siguiese la parte del conde. Mas aunque esta plática pudo indignar á los de la congregacion, por ser trato tan infame y deshonesto el que se llevaba con aquela nacion infiel, no se hizo menos caso desto de parte del infante, para que las gentes entendiesen la desesperacion y desconfianza del conde en su razon y justicia, y cuán vanas é inciertas eran sus esperanzas confiando de socorro de los reyes de Granada

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Hlas cartas y parecia por ellas, que en vida del rey don Martin, y despues del conde traia secreta plática y firmó su confederacion con Juzef rey de Granada, como legítimo sucesor de los reinos de la corona de, Aragon y sobre ello fueron á Granada diversos mensajeros y Juzef le hizo grandes ofrecimientos por medio de un moro su embajador, y despues con un caballero castellano, estando el conde en San Boy. Tras aquella oferta, fué otro caballero de parte del rey de Granada á Balaguer, y con él ofrecia largamente su tesoro y gente: y por parte del conde entre otros habia ido á Granada un caballero catalan llamado Francés Calonge: y con éste informaba muy de propósito del derecho y justicia que tenia á la sucesion de los reinos que fueron del rey don Martin. Con este enviaba á pedir al rey de Granada dinero para

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á Berenguer de Bardaxí, que respondiese en nombre de todo él á lo que se propuso por la embajada del rey de Castilla: que en suma fué en lo que tocaba al derecho que se decia que tenia á la sucesion el infante, como había otros príncipes que pretendian lo mismo, no habia por entonces á qué responder: y que la gente que habia entrado en Aragon de Castilla se habian, nó como extranjeros sino mejor que los naturales, y que ninguna queja se tenia dellos: concluyendo su respuesta con una muy determinada declaracion, que en caso que los otros parlamentos no quisiesen libremente entender en la causa de la sucesion, los del reino de Aragon y el parlamento dél usarían de su preeminencia y libertad, así como aquellos que eran cabeza de los otros reinos y tierras de la corona real.

FIN DEL TOMO CUARTO.

NOTA. Aunque aqui termina el tomo cuarto de las Glorias Nacionales, rogamos á nuestros suscriptores que no se lo hagan encuadernar hasta que les repartamos los apendicos al mismo, y los indices, que se imprimirán mas adelante.

APÉNDICE

AL TOMO CUARTO DE LAS GLORIAS NACIONALES.

EXPEDICION DE LOS CATALANES Y ARAGONESES CONTRA TURCOS Y GRIEGOS

ESCRITA POR DON FRANCISCO DE MONCADA.

DEDICATORIA Á DON JUAN DE MONCADA, ARZOBISPO DE TARRAGONA, PRIMADO DE LA España citerior, MI SEÑOR Y MI TIO.

Por obedecer á V. S. Ilma. he puesto en órden esta breve Historia, que la soledad de una aldea me la puso entre las manos con el deseo natural de conservar memorias casi muertas de la patria, que merecen eterna duracion. Recogí lo que pude de papeles antiguos de CataJuña, y ayudado de sus escritores y de los griegos he procurado sacar esta Expedicion que los nuestros hicieron á Levante, libre de dos terribles contrarios, descuido de los naturales y propios hijos, y malicia de los extranjeros, enemigos de nuestro nombre y gloria, que parece que andaban à porfia cuál de ellos seria el autor de su muerte. Halléme desocupado; y así reconocí por obligacion el salir á su defensa; si està ha sido bastante no lo puedo asegurar, porque las armas, que son las antiguas memorias y autores, con que me opuse, andan tan confusos y faltos que apenas me dieron el socorro necesario. Pero ya que no entera, ni como ella fué descrita á la posteridad, quedará por lo menos renovada con mas larga relacion de la que los antiguos catalanes nos dejaron; cuyo descuido nació de parecerles que los hechos tan esclarecidos la fama los conservará con mayor estimacion que la historia, y que el tiempo no los pudiera oscurecer. Guárdeme Dios à V. S. Ilma, muy largos años. -Barcelona 3 de noviembre de 1620.- El Conde de Osona.

PROEMIO.

Mi intento es escribir la memorable expedicion y jornada que los catalanes y aragoneses hicieron a las provincias de Levante, cuando su fortuna y valor andaban compitiendo en el aumento de su poder y estimacion, llamados por Andrónico Paleólogo, emperador de griegos, en socorro y defensa de su imperio y casa. Favorecidos y estimados en tanto que las armas de los turcos le tuvieron casi oprimido, y temió su perdicion y ruina: pero despues que por el esfuerzo de los nuestros quedó libre de ellas, mal tratados y perseguidos con gran cruel. dad y fiereza barbara, de que nació la obligacion natural de mirar por su defensa y conservacion, y la causa de volver sus fuerzas invencibles contra los mismos griegos, y su principe Andrónico: las cuales fueron tan formidables que causaren temor y asombro á los mayores principes de Asia y Europa, perdicion y total ruina á muchas naciones y provincias, y admiracion á todo el mundo. Obra será esta, aunque pequeña por el descuido de los antiguos, largos en hazañas, cortos en escribirlas, llena de varios y extraños casos, de guerras continuas en regiones remotas y apartadas con varios pueblos y gentes belicosas, de sangrientas batallas y victorias no esperadas, de peligrosas conquistas acabadas con dichoso fin por tan pocos y divididos catalanes y aragoneses, que al principio fueron burla de aquellas naciones, y despues instrumento de los grandes castigos que Dios hizo en ellas. Vencidos los turcos en el primer aumento de su grandeza otomana, desposeidos de grandes y ricas provincias de la Asia menor, y à viva fuerza y rigor de nuestras espadas encerrados en lo mas áspero y desierto

TOMO IV."

de los montes de Armenia. Despues vueltas las armas contra los griegos, en cuyo favor pasaron, por librarse de una afrentosa muerte, y vengar agravios que no se pudieran disimular sin gran mengua de su estimacion, y afrenta de su nombre. Ganados por fuerza muchos pueblos y ciudades, desbaratados y rotos poderosos ejércitos, vencidos y muertos en campo reyes y principes, grandes provincias destruidas y desiertas, muertos, cautivos, ó desterrados sus moradores: venganzas merecidas mas que licitas. Tracia, Macedonia,Tesalia y Beocia penetradas y pisadas á pesar de todos los principes y fuerzas del Oriente, y últimamente muerto á sus manos el duque de Atenas con toda la nobleza de sus vasallos, y de los socorros de franceses y griegos ocupado su estado, y en él fundado un nuevo señorío. En todos estos sucesos no faltaron traiciones, crueldades, robos, violencias y sediciones, pestilencia comun, no solo de un ejército coJecticio y débil por el corto poder de la suprema cabeza, pero de grandes y poderosas monarquías. Si como vencieron los catalanes à sus enemigos, vencieran su ambicion y codicia, no excediendo los limites de lo justo, y se conservaran unidos, dilataran sus armas hasta los últimos fines del Oriente, y viera Palestina y Jerusalen segunda vez las banderas cruzadas. Porque su valor y disciplina militar, su coustancia en las adversidades, sufrimiento en los trabajos, seguridad en los peligros, presteza en las ejecuciones, y otras virtudes militares las tuvieron en sumo grado, en tanto que la ira no las pervirtió, Pero el mismo poder que Dios les entregó para castigar y oprimir tantas naciones quiso que fuese el instrumento de su propio castigo. Con la soberbia de los buenos sucesos, desvanecidos con su prosperidad, llegaron á dividirse en la competencia del gobierno: divididos à matarse, con que se encendió una guerra civil, tan terrible y cruel, que causó sin comparacion mayores daños y muertes que las que tuvieron con los estraños. CAP. I.-Estado de los reinos y reyes de la casa de Aragon por este tiempo.

Antes de dar principio á nuestra historia, importa para su entera noticia decir el estado en que se hallaban las provincias y reyes de Aragon, sus ejércitos y armadas, sus amigos y enemigos: principios necesarios para conocer dónde se funda la principal causa de esta expedicion. El rey don Pedro de Aragon, à quien la grandeza de sus hechos dió renombre de Grande, hijo de don Jaime el Conquistador, fué casado con Constanza, hija de Manfredo, rey de Sicilia, à quien Carlos de Aujou, con ayuda del pontifice romano, enemigo de la sangre de Federico emperador, quitó el reino y la vida. Quedó Carlos con su muerte príncipe y rey de las dos Sicilias, y mas despues que el infeliz Coradino, último rey de la casa de Suevia, roto y deshecho, vino preso á sus manos, y por su órden y sentencia, se le cortó la cabeza en público cadalso, para eterna memoria de una vil venganza, y ejemplo grande de la variedad humana. Don Pedro, rey de Aragon, no se hallaba entonces con fuerzas para poder tomar satisfaccion de la muerte de Manfredo y Coradino, ni despues de ser rey le dieron lugar las guerras civiles, porque los moros de Valencia andaban levantados, y los barones y ricos hombres de Cataluña estaban

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