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bajadores al abad Asinense, y un noble ciudadano romano su primo, y otros, para que con su autoridad tratasen del desposorio y señalasen la donacion por contemplacion del matrimonio, y la renta que se habia de consignar á la reina segun su dignidad, en caso que fuese con su hija, y á esto añadió el papa, que en llegando le entregaria al infante, y el palacio imperial si se pudiese sacar del poder de Marchoaldo, porque ya en este tiempo la emperatriz doña Costanza era muerta, y Marchoaldo estaba apoderado de la persona del rey, y de todas las fuerzas del reino. Mas en caso que no se pudiese sacar la persona del rey de su poder, decia el papa, que convenia, que la reina fuese con tal armada, que pudiese librar al rey y su tierra de cualquier fuerza y opresion de los adversarios, y daba orden que concertado esto con sus embajadores, volviesen con los que habia enviado el reino de Sicilia sobre el mismo matrimonio, para que el papa lo confirmase como señor y tutor del rey y del reino. Esto se acabó con el papa, y estando el rey en Zaragoza el año de mil doscientos ocho con la reina su madre y hermana, vinieron los embajadores del rey Federico, y acabose de concluir con la autoridad é intervencion del sumo pon- | tifice el matrimonio. Por el mes de noviembre deste año falleció la reina doña Sancha su madre, que se habia ya recogido en el monasterio de Jijena, que ella y el rey su marido habian fundado, y era monja profesa en él, y era de religiosas de la órden del Hospital de San Juan de Jerusalen, y le dejaron dotado de grandes posesiones y rentas. Fundóse tambien por este tiempo, por orden de la reina, un monasterio de religiosas de la regla de

en el lugar de Peramon,

legrino, que ahora dicen Pelagriño, Rocafort, Calasanz, Gavasa, Purroy, Pilzan, Caserras, pero este matrimonio no se debió efectuar, y el conde dejó á su hija heredera en sus tierras y condado, declarando que si muriese sin hijos, sucediese doña Miraglo, que era hermana del conde, y casó con el vizconde don Ponce de Cabrera, de quien se ha hecho mencion. A su hermana sustituyó el conde Armengol á don Guillen de Cardona su primo, y dejó á la hija debajo de la tutela de la condesa su madre, hasta que fuese de edad, y fueron testamentarios juntamente con la condesa don Guillen vizconde de Cardona, don Guillen de Cervera, don Guillen de Peralta, y el abad de Poblete. Dejaba el conde en su testamento al papa Inocencio la mitad de la villa de Valladolid en el reino de Castilla que era de juro y heredad suya, y le pertenecia como herencia del conde don Peranzures, y de la madre del conde Armengol su abuelo, y dejaba aquella parte al papa, porque mandase cumplir su testamento, y la otra mitad á sus herederos, con que la tuviesen en nombre de la sede apostólica. Muerto el conde de Urgel, la condesa doña Elvira temiendo no fuese desposeida de aquel estado violentamente por el vizconde don Guerao de Cabrera, hijo del vizconde don Ponce y de doña Miraglo hermana del conde de Urgel, pretendiendo que le pertenecia, hizo donacion dél al rey don Pedro, y él la recibió en su amparo, y despues se casó con don Guillen de Cervera señor de Juneda, y luego comenzó á mover guerra contra ellos el vizconde don Guerao, pretendiendo que siendo el baron nieto del conde de Urgel, habia de ser preferido á su prima, y con los de su bando y parentela, mano armada, entró por el condado de Urgel, y apoderóse de Balaguer y de otros muchos lugares y castillos. Por esta novedad no queriendo el vizconde estar á derecho con la condesa doña Elvira, en nombre de su hija, el rey fué con ejército contra Balaguer, y tomó la ciudad y de allí puso cerco al castillo de Lorenz á donde se habia acogido don Guerao, y rindióse con su mujer y hijos, y mandólos el rey poner en prision en el reino de Aragon en el castillo de Loharre, y en la ciudad de Jaca, en poder de Felipe de Bescos. Era la mujer deste vizconde don Guerao de Cabrera doña Elo, hermana de don Pedro Fernandez de Castro, que llamaron el Castellano, y en aquella casa tuvieron mucho deudo los

junto á las riberas de Jalon. El rey se detuvo en Zaragoza, hasta en fin deste año, y partió para Cataluña, y fuéron con él el infante don Fernando su hermano, don Gaston vizconde de Bearne, que era muy mancebo, don Pedro Cornel, don García Romeu, don Jimeno de Foces, Pedro de Senmenat, y Rui Jimenez de Luesia. En este año por el mes de mayo, segun parece en anales de Castilla, en que se hace memoria de las batallas y reencuentros señalados que hubo con moros y cristianos, se pone por cosa notable, que murió don Berenguer de Entenza, y dos meses despues García Ortiz, y haciéndose desto mencion en memorias de aquel reino, segun yo conjeturo, debieron ser muertos por los moros, en la guerra que el rey de Castilla tenia con mi-condes de Urgel y los vizcondes de Cabrera, desde el ramamolin.

CAP. LVII. - De la guerra que hubo entre el rey y el vizconde don Guerao de Cabrera, por la sucesion del condado de Urgel, y de la prision del vizconde.

Murió en este año Armengol conde de Urgel, que fué el último de los señores de aquella casa, que sucedieron por línea de varones de Borelo, conde de Barcelona y Urgel, que fueron muy grandes señores. Éste fué muy valeroso y casó con doña Elvira condesa de Subirats, y no tuvieron sino una hija que llamaron Aurembiax, que en el año mil doscientos tres se halla en antiguas memorias haberse desposado con don Alvaro hijo de don Pedro Fernandez, que a lo que yo conjeturo debió ser don Alvar Perez hijo de don Pedro Fernandez de Castro, que llamaron el Castellano, que fué granseñor en Galicia y descendia del conde don Pedro Fernandez de Trava. Quedaba sucesora en todo el estado del conde su padre, declarando que si el conde tuviese hijo varon, ella sucediese en el honor que tenia en Ribagorza, que eran estos nueve castillos, Albelda, Monmagastre, Pe

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tiempo del conde don Pedro Fernandez de Trava, que casó con doña Mayor la hija de Armengol conde de Urgel, hermana del conde Armengol que llamaron de Castilla. Entregó entonces el vizconde don Guerao por mandado del rey á Ugo de Tarroja, y á don Guillen Ramon de Moncada senescal de Cataluña, sus castillos de Monsoriu, Monmagastre, Ager, Patania y Fenestres, para en seguridad que cumpliria lo que el rey le mandase en aquella pretension, y en aquel caso se le habian de volver los castillos, y no queriendo pasar por lo que el rey ordenase, luego se habia de volver á la prision á la ciudad de Jaca, y ponerse en poder de Felipe de Bescos, dándole el rey salvo conducto desde Monzon hasta Jaca, y si no volviese á la prision, los castillos quedasen libremente al rey. Con estas condiciones fué puesto el vizconde en libertad, y apoderóse entonces el rey de todo lo demás del condado.

CAP. LVIII.-Que fue llevada à Sicilia la reina doña Constanza, hermana del rey de Aragon, por el conde de la Proenza, y de la muerte del conde.

En fin del año de mil doscientos y ocho, vino á la ciudad de Barcelona don Alonso conde de la Proenza, hermano del rey de Aragon, y llevó al reino de Sicilia á la reina doña Constanza, con grandes compañías de ricos hombres y caballeros aragoneses y catalanes y del condado de la Proenza, y llegaron á Sicilia por el mes de febrero del año mil doscientos y nueve, y cele-. bráronse las bodas y matrimonio, pero fueron muy desgraciadas y doloridas por la muerte del conde de la Proenza, y de muchos ricos hombres y varones de su compañía, que fallecieron en Palermo, por la contagion y mudanza del aire. Dejó el conde de la condesa su mujer nieta del conde de Folcalquer, un hijo que llamaron Berenguer, que sucedió siendo muy niño en el condado, y una hija que casó con el conde de Saboya.

CAP. LIX.-De la paz que entre si concordaron los reyes de Aragon y Navarra, y del nacimiento del infante don Jaime, hijo del rey don Pedro de Aragon.

Concordáronse los reyes de Aragon y Navarra, en todas sus diferencias, por la instancia que en ello hizo el rey de Castilla, porque con todo su poder y fuerzas estuviesen unidos para hacer la guerra contra los moros, y viéronse ambos reyes delante de Mallen en un campo, á cuatro del mes de junio del año de mil doscientos y nueve: iban con el rey de Aragon don Miguel de Luesia, don Lope Ferrench de Luna, y Aznar Pardo, y entonces el rey de Navarra prestó al rey veinte mil maravedis de oro, y se pusieron en prendas los castillos de Pina, Esco, Pitilla y Gallur, con sus villas, y se entregaron á don Jimeno de Rada, para que los tuviese hasta la fiesta de Navidad siguiente, con condicion que si para entonces no se pagase aquella suma de dinero, se pusiesen en poder del rey de Navarra, para que los tuviese libremente hasta ser pagado, y entonces se habian de volver al rey de Aragon, ó á cualquiera de sus hermanos que sucediese en el reino, que eran el infante don Alonso conde de la Proenza, y el infante don Fernando, y no se hace mencion del infante don Jaime hijo del rey, que era ya por este tiempo nacido. Estaba la reina lo mas del tiempo en la villa de Mompeller, y las veces que el rey iba allá, no hacia con ella vida de marido, y muy disolutamente se rendia á otras mujeres, porque era muy sujeto á aquel vicio. Sucedió que estando en Mirabal la reina, y el rey don Pedro en un lugar alli cerca junto à Mompeller, que se dice Lates, un rico hombre de Aragon, que se decia don Guillen de Alcalá, por grandes ruegos é instancia, llevó al rey á donde la reina estaba, ó con promesa, segun se escribe, que tenia recabado, que cumpliria su voluntad una dama, de quien era servidor, y en su lugar púsole en la cámara de la reina, y en aquella noche que tuvo participacion con ella, quedó preñada de un hijo el cual parió en Mompeller, en la casa de los de Tornamira, en la víspera de la Purificacion de nuestra Señora, del año mil doscientos siete. Mandó luego la reina llevar al infante á la iglesia de Santa María y al templo de San Fermin, para dar gracias a nuestro Señor, por haberle dado hijo tan impensadamente; y vuelto á Palacio, mandó encender doce velas de un mismo pe

que se

so y tamaño, y ponerles los nombres de los doce apóstoles, para que de aquella que mas durase tomase el nombre, y así fué llamado Jaime. Pero no bastó esto para que el rey hiciese vida con la reina, antes persistia en apartarse della y que fuesen separados por la sede apostólica; y sucedió un dia, lanzó por el sobrado una muy grande piedra, que dió en la cuna en que estaba el infante y la hizo pedazos, sin que él recibiese lesion alguna. Introdujo el rey la lite en Roma, y por el papa Inocencio tercero fué cometida la causa á ciertos prelados, que de terminasen si era legítimo el matrimonio, y todavía anduvo el rey apartado de la reina, sin que hiciesen vida juntos. En este tiempo murió don Sancho rey de Portugal, que fué muy valeroso príncipe, y fué llamado el Poblador, porque restauró y edificó muchas villas y castillos muy fuertes en su reino, y ganó á Silves, lugar muy principal en el Algarbe junto al Océano, el cual tuvo cercado mucho tiempo, y durante el cerco fué socorri de Filipo conde de Flandes su cuñado, que le envió veinte y siete naves con gente muy lucida, que fueron gran parte para que aquella ciudad se rindiese.

CAP. LX. De la guerra que el rey don Pedro hacia á los moros del reino de Valencia de los cuales se ganaron los castillos de Adamuz, Castelfabib y Sertella. Estuvo el rey en Monzon en fin de marzo del año de mil doscientos diez, y mandó allí juntar sus ejércitos, para hacer guerra á los moros del reino de Valencia; y estaban con él, don Ramon de Castellezuelo obispo de Zaragoza, don García obispo de Huesca, don García obispo de Tarazona, don Jimeno Cornel, don García Romeu, don Artal de Alagon, don Blasco Romeu, Pedro Sese, don Atho de Foces, don GuiHlen de Cervellon, don Guillen de Peralta, Arnaldo Palacin, Arnaldo de Alascon y Adan de Alascon, don Atorella, don Sancho de Antillon, don Guillen de Moncada y don Guillen Ramon de Moncada senescal de Cataluña. Desta entrada ganó por combate y fuerza de armas, tres castillos muy importantes en las fronteras del reino de Valencia, que fueron Adamuz, Castelfabib y Sertella, y por esta frontera á donde estaba con el mayor cuerpo de su ejército, continuaba la guerra con grande furia en la cual fue muy servido de don Pedro de Montagudo maestre del Temple y de los caballeros de aquella órden que se señalaron en el combate de aque llos castillos. Señalóse tambien en el combate de Castelfabib, don Atorella señor de Quinto, que era hijo de don Pedro Ortiz; y aquel dia en presencia del rey y del obispo de Zaragoza votó de entrar en la religion de los templarios, en manos del maestre del Temple. Entonces estando el rey en Villafeliz, á diez y nueve del mes de setiembre de mil doscientos diez, visto cuanto era nuestro Señor servido de aquella caballería del Temple y lo que se aumentaba en la conquista de los moros por su causa, y el grande valor que tenian en la guarda y defensa de lo que se les encomendaba y ponia debajo de su órden, el rey dió la ciudad de Tortosa á don Pedro de Montagudo, y á la caballería del Temple, con el Azuda y todas las fuerzas que en ella habia, sin retenerse sino el supremo dominio; y porque en este mismo año habia dado á Tortosa á don Guillen de Cervera y á Ramon de Cervera durante su vida, veyó que la tuviesen por la caballería del Temple é hiciensen al maestre los homenajes. Estaban con el

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