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CAP. XXXIII. Que el rey don Juan de Castilla y la reina doña Catalina su madre declararon á los parlamentos, que el derecho de la sucesion destos reinos competia al infante don Fernando, porque no se tuviese por competidor en ella el rey de Castilla, y de lo que se respondió por el parlamento del principado á la posesion que se pidió de los reinos en virtud de la aceptacion.

yan santo paraíso, onde yo vengo, ovieron á ellos, é en como el rey don Martin mi muy caro é muy amado tio, que Dios perdone, se pasó desta presente vida abintestado, et en como el infante don Fernando mi tio, é mi tutor, é regidor de mis reinos, sea el pariente mas propinco varon al dicho rey mi tio, é el que mas claro, é mayor derecho há á la sucesion dellos, segun ya del negocio sois bien certificados: por ende, confiando en la vuestra gran nobleza, é que sois tales personas, que guardaredes justicia, é verdad á aquel que la tiene, guardando vuestras conciencias é lealtad como siempre fecistes, acordé de vos escribir sobre ello. Porque vos ruego cuanto puedo, que querades dar acucia, porque la congregacion general, é determinacion desos dichos reinos, se faga en breve, é sin acatar luenga, oviedes á los estorbadores, que han voluntad que la dicha determinacion non aya efeto, é se aluengue de cada dia, é.querades guardar la justicia, é derecho al dicho infante mi tio, pues que lo el tiene claro á la dicha sucesion desos dichos reinos, como yo creo que sabedes, en lo cual faredes lo que debedes, parando mientes al buen deudo, é naturaleza que el di

Desde que el infante don Fernando de Castilla se declaró competidor en la sucesion destos reinos, aun en vida del rey don Martin su tio, siempre se favoreció de la reina doña Catalina, madre del rey don Juan de Castilla su sobrino, con quien tenia el regimiento de aquellos reinos; no solo por valerse y servirse de las fuerzas y riqueza de Castilla, para su autoridad y casa, pero para que la reina y los grandes del reino reconociesen que á él pertenecia el derecho de la sucesion por justicia; y que en ella debia ser preferido al rey don Juan su sobrino, como mas propincuo del rey don Martin. Con este intento, en todas las embajadas venian principalmente personas muy señaladas por embajadores del rey de Castilla, para recomendar en su nombre á los estados destos reinos el derecho y jus-cho infante mi tio tiene en esos dichos reinos, é teticia del infante su tio. Era esto con gran consejo y con mucha consideracion : tanto, que sucedieron tiempos que el rey de Castilla se sintió bien de la declaracion que se hizo por los letrados de aquellos remos, que la justicia era del infante y no suya. Habia el infante dado órden desde Medina del Campo á los embajadores del rey de Castilla y suyos, que eran don Diego Gomez de Fuensalida abad de Valladolid, Fernan Gutierrez de Vega, Pedro Diaz de Quesada, el doctor Juan Gonzalez de Azevedo, y Lope Guillen de Olmedo, que presentasen en forma pública á los parlamentos la aceptacion, y la que llamaba adicion de heredad de la sucesion destos reinos, que tuvo el rey don Martin su tio, que él hizo con solemnidad en el real sobre la villa de Antequera, como se ha referido, la cual habia confirmado en Medina del Campo, y la tornó á hacer de nuevo, como si en aquello estuviera la seguridad de la sucesion, prosiguiéndose por términos de justicia, y nó por las armas, como ordinariamente suele ser. Hizose aquel auto entonces con mas solemnidad, hallándose a él presentes don Alonso obispo de Leon, canciller mayor de don Alonso de Castilla, hijo del infante y de don Diego Lopez de Estúñiga, justicia mayor del rey de Castilla, y de don Alonso Enriquez almirante mayor del rey de Castilla, y de don Gutierre Gomez de Toledo, arcediano de Guadalajara. Esto fué á catorce del mes de mayo, y para mas satisfaccion de los parlamentos procuró que el rey de Castilla y la reina su madre por escrito les declarasen que tenian por muy notoria y cierta su justicia y la sucesion: porque en estos reinos no se tuviese en ella por competidor el rey de Castilla, como biznieto del rey don Pedro de Aragon. Desto se despacharon cartas para los parlamentos que eran deste tenor. «A los reverendos padres arzobispos, obispos, é á los condes, é ricos homes, é nobles mis bien amados, el gobernador é justicia de Aragon, é caballeros del reino de Aragon. Yo el rey de * Castilla, é Leon, vos envio mucho saludar, como aquellos que mucho amo, é precio, é para quien mucha honra é buena ventura querria. Sabed que yo, considerando la gran lealtanza, é nobleza, é fidelidad que los vuestros, é los desos reinos de la corona de Aragon, siempre acataron é guardaron en las sucesiones que los reyes pasados desos reinos, que ha

nia con el dicho rey mi muy caro y muy amado tio, que Dios perdone, é á la gran buena voluntad que le habia, é guardaredes vuestras conciencias, é daredes manera, é via, como estos mis reinos, é otrosi esos de la corona de Aragon, sean siempre como una cosa, é dure siempre entre ellos buena hermandad, como está en deudo é en razon. Lo que si así no ficiésedes, por fallecer la justicia, por aventura podria ser otra cosa. E por cuanto á mí es fecho entender, que avedes señalado lugar, donde se faga la dicha congregacion, ruego vos que me enviedes decir el lugar é tiempo, é cuando se ha de facer el ayuntamiento general sobre la dicha sucesion, porque yo pueda enviar allá mis embajadores con tiempo, bien informados sobre el dicho negocio. E en esto faredes vuestro deber, é yo gradecer vos lo he mucho, para en lo que à vuestras honras cumpla: é sobre esto vos ruego, que haya luego vuestra respuesta, porque yo sea certificado de vuestras voluntades. Dada en la villa de Valladolid, diez é nueve dias de mayo. Yo Sancho Romero la fis escribir por mandado de los señores reina, é infante, tutores de nuestro señor el rey é regidores de los sus reinos.» Mas como los embajadores del infante hallaron las cosas tan turbadas en Aragon, que comenzaron todos à ponerse en armas, Fernan Gutierrez de Vega y Juan Gonzalez de Azevedo presentaron sus letras en el parlamento de Cataluña a ocho del mes de junio, y el instrumento de la aceptacion que hizo el infante de la heredad de la sucesion del rey de Aragon su tio: y esplicaron públicamente su embajada, que en suma era esta. «Que maguer, considerada la naturaleza de los reinos, é dignidades reales, creian que no fuese necesario ningun misterio de adiciou é aceptacion de herencia al muy gran triunfador el infante don Fernando de Castilla, en la sucesion de los reinos é dignidades reales, é señoríos, é tierras que se tenian é posejan por el muy alto é muy poderoso príncipe de muy inclita, é muy gloriosa memoria del rey don Martin, tio del infante, por cuanto los dichos reinos é dignidades reales, é señoríos, é tierras eran debidas, é pertenecian al infante por su propio derecho, por derecho de sangre de linaje, por ser pariente mas propinco é mas acostado al rey don Martin que otro alguno, en ser varon é nacido de legitimo

mente pudiera ser vista la salida y la conclusion de tan soberano y grande negocio como era este de la sucesion, porque solamente se hubiera de entender en la ejecucion y averiguacion de su derecho: mas como los competidores, segun era notorio, eran tantos, necesariamente la averiguacion del derecho y justicia habia de ser mas difícil. En lo demás ofrecian muy largamente de asistir, para que con toda brevedad se determinase lo que convenia á la declaracion: representando, que de la dilacion que hubiese en tan grande y grave negocio, no se debian maravillar los competidores.

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CAP. XXXIV.-Que por parte de don Antonio de Luna se tuvo recurso al parlamento de Cataluña, creyendo ser favorecido contra sus enemigos.

matrimonio, é descendiente de aquella misma estirpe, é ser de la misma línea donde descendia é era el rey don Martin postreramente defunto, á la persona del cual debia ser avido, respecto en el cuento de la propinquidad é proximidad de la consanguinidad é parentela. Pero á mayor abundamiento é cautela, el infante fizo adicion é aceptacion de los dichos reinos, é dignidades reales, é señoríos, segun que se tenian é poseian por el rey don Martin en su vida, declarando su voluntad por palabras espresas en diversos tiempos, que quiso é queria la dicha sucesion, é ser sucesor del rey don Martin, pues que la dicha sucesion le pertenecia por derecho. Que ellos protestaban estas adiciones y aceptaciones, y declaraciones, así como embajadores del infante é sus procuradores, especialmente constituidos para ello, é ordenados, é las notificaban ante el parlamento; suplicándoles con aquella instancia que pertenecia, que reconociendo é guardando la justicia del infante, segun lo tenian á cargo, les pluguiese de le dar posesion civil,é natural, é corporal destos reinos é señoríos, cuanto en ellos fuese, é ir pudiese, recibiendo por rey é por natural señor al infante, é haciéndole las fidelidades é homenajes que se acostumbraron facer á los reyes é señores destos reinos. Ca él era presto para venir personalmente á recibir la dicha posesion, é fidelidades, é homenajes, é naturalezas, é facer á los reinos, é naturales dellos todas aquellas cosas que facer se deben. E si para esto eran necesarios algunos instrumentos, rogaban al notario que estaba presente, que lo hiciese por conservacion del derecho del infante.» A esta embajada se respondió por el parlamento muy grave y prudentemente, porque dijeron, que aquella congregacion creia, que considerada la disposicion del derecho comun, y la naturaleza de los reinos y dignidades reales, no era necesario misterio de adicion y aceptacion de herencia, al que por derecho, justicia y razon le pertenecia: y que el señor infante podia haber declarado de palabra su voluntad, que era, de haber querido y querer aceptar la sucesion de los reinos y señoríos desta corona, en los cuales pretendia haber derecho. Mas viniendo á la suplicacion hecha por los embajadores, y á las reques-to tas que se hacian por parte del infante, respondia el parlamento con todo honor y reverencia, que él no podia ver ni reconocer en alguna manera que le fuese lícito ó permitido dar al señor infante, ni á otro competidor, posesion alguna destos reinos, ni hacer fidelidades ni homenajes al señor infante ni á otro alguno, hasta que fuese visto y deliberado por justicia por los reinos y tierras de la corona real de Aragon, á quién pertenecia el derecho de la sucesion. Que esta deliberacion no la podia hacer por apartadamente aquel principado, sin los otros reinos y señoríos, ni era espediente, y así no podrian reconocer su derecho, ni pasará darle posesion alguna, pues por buena razon, y por órden y derecho, primero se debia discutir á quién pertenecia la justicia de la sucesion, lo que aquel principado no habia hecho por algunas dificultades que se habian seguido en hacerse el ayuntamiento general de los reinos, y por otras justas razones, y mucho mas porque no le tocaba, sin los otros reinos, entremeterse en aquello. Tambien dijeron, que segun la grandeza del señor infante, y la prudencia y consideracion de sus embajadores, bien debian saber que los competido- | res que pretendian tener derecho en la sucesion eran muchos, y podia ser manifiesto á cada uno, que si la demanda del señor infante fuera sola, mas fácil-tillos reales, y así lo iba ejecutando sin algun temor

Despues de un hecho tan enorme y terrible, como fué la crueldad que se ejecutó en la persona del arzobispo de Zaragoza, que era de tan gran dignidad, y tan generoso, y tanta parte en el estado del reino, no pudo ser cosa mas vergonzosa y deshonesta, que representar en el parlamento general de Cataluña don Pedro de Moncada, sobrino de don Antonio de Luna, las causas de su muerte, como si se hubiera ejecutado en una persona muy facinerosa, y que era perturbador de la paz pública del reino. Tenia don Antonio en aquel principado grandes amigos y valedores, no solo por ser tan propia cosa del conde de Urgel, y haberse hecho caudillo de sus aliados y servidores, y defensor público de su derecho y justicia; pero por el deudo que tenia con las casas de Cardona y Moncada, que eran tanta parte en aquel principado, siendo sus sobrinos el conde de Cardona y don Guillen Ramon de Moncada y dou Pedro de Moncada. Mas los que presidian en las deliberaciones del parlamento general de Aragon, que eran el gobernador y justicia de Aragon, sus declarados y perpétuos enemigos, aunque despues de la muerte del arzobispo, estando don Antonio de Luna en su lugar de Almonacir, siempre le iban acudiendo sus valedores; y era de temer, que desta tan grande novedad se habian de seguir mayores movimientos y rompimiende guerra, á que no se pudiese poner remedio, considerada la mucha fuerza y poder de las partes: el go-. bernador y el justicia de Aragon y Berenguer de Bardaxí, estando don Antonio tan cerca, asistieron en Calatayud, esforzando y persuadiendo que se entendiese en dar fin á lo comenzado: y no desampararon su presidencia, aunque los embajadores de Cataluña y del reino de Valencia se fuéron para Alcañiz, adonde estaba acordado entre ellos que se juntase el parlamento de Aragon: y don Guillen Ramon de Moncada, como dicho es, se fué á Pina, y despues se envió en su lugar don Pedro de Moncada su hermano. Detuviéronse en Calatayud el gobernador y justicia de Aragon hasta quince de junio: y del caso sucedido en la muerte dei arzobispo, se hizo tal relacion à los de la congregacion del principado, que se afirmaba por cartas de don Antonio, de manera, como si se hubiera hecbo un muy señalado servicio á estos reinos en quitar de medio ei que era causa de la disension general de todos ellos, afirmando ser hombre de mala vida, y que por todo su poder habia desviado con falsos y deshonestos tratos la prosecucion de los medios de justicia y la declaracion de la sucesion; en tanto grado, que continuamente entendia, despues de la muerte del rey don Martin, en apoderarse de las ciudades y villas y cas

TOMO IV.

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á Dios; pero por escusar todos los males que se esperaban seguir, pedia al parlamento que proveyesen en ello, pues por la muerte de un tirano, no se debia turbar tan santa obra, como era la declaracion de su verdadero rey y señor. Todas estas cosas no solamente se oyeron públicamente en aquella congregacion, pero se pusieron las cartas en los actos del parlamento, co. mo para perpétua memoria: y se platicó del remedio, para que no se diese lugar que entrase en el reino gen

CAP. XXXV.-De la guerra que Juan Fernandez de Heredia comenzó de hacer, en venganza de la muerte del arzobispo de Zaragoza su tio.

de Dios ni respeto de las gentes. Que él había sido causa que se rompiesen de hecho todas las buenas deliberaciones y los asientos que en concordia se habian tomado con los embajadores de Cataluña y Valencia; y porque los hechos del todo viniesen á su intencion y propósito, y que en ninguna manera se pudiesen corregir y reformar por los estados deste reino algunas dudas y contiendas que habia entre los embajadores del principado de Cataluña y del reino de Valencia, especialmente sobre el hecho de la presidente de armas extranjera. cia y del lugar adonde se debia congregar el ayuntamiento general destos reinos, el arzobispo y los de su opinion dieron licencia que se despidiese el parlamento de Calatayud, habiendo tratado el arzobispo la muerte diversas veces á don Antonio de Luna: y con aquella intencion de ejecutarlo por su poder partió de Calatayud, tomando su camino la via de Zaragoza, adonde habia hecho grandes aparejos por tenerla ocupada por tiranía: y que llegó al lugar de la Almunia de dona Godina con gran número de gente de caballo armada, y desde allí él requirió á don. Antonio que se viesen. Afirmaba don Antonio, que él llegó muy cerca de las puertas del lugar antes del sol puesto, como quiera que habia sido avisado del falso trato que le habia movido el arzobispo: y que allí tuvieron algunas pláticas asaz estrechas, y en ellas le acusó el arzobispo de trato falso y desleal, sobre el cual se habian ordenado por él ciertos capítulos, y sobre ello rompieron los dos en tanto, que vinieron á las manos, y la pelea fué mezclada asaz grande y muy trabada, en la cual habia dejado atrás don Antonio toda su gente por gran distancia, y él se hallaba solo con uno de á caballo: y con el arzobispo habia hasta treinta de caballo y diez á pié, bien armados: y en aquel punto hizo don Antonio todo su poder por prender al arzobispo, y no hacerle otro daño hasta tanto que él fué herido de golpe de espada en la garganta. Que entonces, con los que acudieron á don Antonio se encendió la pelea: y por la gracia de nuestro Señor, el arzobispo fué puesto en vencida y los que con él eran, y jamás se quiso dar á prision, y quedó en el campo muerto con otros sus servidores cerca de las puertas del lugar. Ofrecia, que si alguna persona, señalado baron ó caballero su igual, quisiese defender lo contrario, aunque lo podia probar bastante y legitimamente, combatia su cuerpo al suyo y le haria otorgar ser todo esto verdad. Que como quiera que él con sus parientes y amigos y servidores pudiesen en esta sazon ocupar algunas ciudades, villas y castillos y lugares reales, como el arzobispo lo hacia; pero siguiendo las pisadas de sus antecesores, como aquel que pensaba descender en parte verdaderamente de la corona real de Aragon y de pura lealtad, que habian derramado su sangre en diversas conquistas, él, con sus parientes y amigos y servidores, se pensaba emplear por entender quién era su verd adero rey y señor, gobernándose por la forma y manera muy santa, que los del parlamento de Cataluña habian descubierto á los otros. Por otra parte certificaba, que tenia aviso de Guillen de Palafox y de Ramon de Palafox, que el infante de Castilla era solicitado con gran instancia, que viniese á este reino 6 enviase algunas compañías de gente de armas, que entrasen en Calatayud, ofreciéndole aquella ciudad y otras fuerzas, á requesta de Gil Ruiz de Lihori con otros de su bando: y que puesto que no creia que el infante se moviese sino de la manera que pertenecia á un príncipe tan justo y verdadero, como él era, y que amaba y temia

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Habiéndose cometido un hecho tan cruel en la persona de un tan gran prelado y tan ilustre, se tuvo la guerra por cierta, creyendo haberse emprendido acordadamente, para sacar aquel negocio de los términos de disputa y averiguacion de justicia, y seguirle por las armas: y aunque pareció haber sido para poner espanto, porque no se osasen juntar, se temió que era con mayor apercibimiento y conspiracion de gentes, de lo que despues pareció. Hubo temor que el conde de Urgel esperaba algunas compañías de gente de Gascuña 6 de Lombardía de los señores que eran de la casa de los marqueses de Monferrat, de donde descendia la condesa doña Margarita su madre, socorro muy débil é incierto, y de léjos y por aquel camino se quitaba la esperanza de reducir las cosas á términos de justicia, y se habian de poner á todo riesgo y peligro, pues del concurso de ejércitos de gente extranjera y de vencimiento no se podian seguir sino grandes movimientos y males, y opresion de libertad con tiranía. Mas ello se cometió tan mala y temerariamente, que fué allanar la entrada de las gentes del rey de Castilla, que estaban á disposicion del infante, no teniendo el conde, que era el mas poderoso de los que competian por la sucesion dentro del reino, gente ninguna extranjera, y sucedió por esta via de fuerza lo peor que pudo ser, porque los parientes del arzobispo, que eran mucha parte en el reino, que se pensaba antes que estaban aficionados en procurar la sucesion del infante don Luis, hijo de la reina doña Violante de Sicilia, que fueron muy favorecidos de la reina doña Violante su abuela, mujer del rey don Juan de Aragon, que parecia convenir en gran manera, pues con aquella sucesion volvia la Proenza á la corona real, estando el rey Luis de Sicilia tan puesto en la empresa del reino de Nápoles, deliberaron de seguir, despues de la muerte del arzobispo, la parte del infante don Fernando, si aquello se habia de determinar por las armas, por valerse de su poder y de la gente del rey de Castilla, que se vino acercando á las fronteras. Esto fué ponerles las armas en las manos, para echar con ellas á sus enemigos, por asegurar y allanar la tierra; para que pacíficamente se siguiesen los medios de justicia, pues en el conde de Urgel, ni en los suyos, no se descubrian tantas fuerzas sino temerario furor y osadía. Así fué poco a poco per◄ diendo la estimacion y reputacion que le quedaba, como mas propincuo sucesor de la casa real, por linea legítima de varon: y como se creia que él fué causa de la muerte del arzobispo, por la contradiccion que se hacia en lo de la presidencia del parlamento de Cataluña en caso de la congregacion general de todos los reinos, comenzaron á menospreciarle y aborrecerle los mas, como á tirano, y desconfiar de la parte que se habia usurpado, y solamente le seguian en este reino

aquellos que se habian ya declarado enemigos de la república, y sus aliados y valedores. Lo primero que se acometió en venganza de la muerte del arzobispo, fué procurar Juan Fernandez de Heredia de apoderarse de la ciudad de Albarracin, adonde tenia las dos partes del pueblo á su mano, y tener en su poder el castillo, como cosa tan importante, por estar aquella ciudad á los confines de los reinos de Castilla y Valencia, y ser plaza tan fuerte é importante. En el mismo instante se apoderó del castillo, por órden de don Antonio, Juan Ruiz de Moros, estando el castellan de Amposta en el castillo de Azcon, que era de las mas principales fuerzas de su órden: y el castellan de Amposta era el que daba gran favor á todas las empresas de don Antonio de Luna, y en ésta fué el mas declarado por aquella parte: y Juan Ruiz de Moros entró en el castillo de Albarracin con treinta de caballo y con vein. te ballesteros. Como supo Juan Fernandez de Heredia que el castillo de Albarracin estaba por sus enemigos, Juego dió la vuelta para Teruel, y de allí salió publicando que iba á una aldea de Teruel: y aquella noche con setenta de caballo y mil y cuatrocientos de pié emprendió de escalar el lugar de Villel, y entraron el arrabal y le pusieron á saco, y otro dia combatieron el lugar, y despues le dieron otro combate. Los del bando de Muñoz, que eran muy gran parte en Teruel y seguian la opinion del castellan de Amposta y de don Antonio de Luna, dieron aviso desto al castellan, pero él no era poderoso para resistir á los que habian tomado la voz de perseguir á los que cometieron el insulto de la muerte del arzobispo, porque Zaragoza cabeza del reino estaba en poder de los que siempre fuéron á la mano al conde de Urgel en su pretension, de querer usar de la gobernacion general: y los mismos, que eran el gobernador de Aragon y su parcialidad, tenian en esta sazon á Calatayud, Daroca y Teruel, y todas las aldeas de Tarazona, y no se osaba mudar el castellan de aquel castillo, que estaban en muy buena defensa, ni salir de aquella comarca, teniendo gran confederacion con el gobernador del reino de Valencia, que tenia mucha gente junta y hacia guerra contra los caballeros de la opinion contraria, que llamaban de fuera y don Juan de Vilaragut, que era de los principales que los perseguian, con órden del gobernador habia tomado un castillo junto de la villa de Morella, y lo iba fortificando y proveyendo de buena guarnicion de gente de guerra, para hacerla á los de Morella: y ponia todos los bastimentos en la aldea de Forcallo, | y sus gentes robaban toda aquella comarca. Fuése juntando mucha gente con Juan Fernandez de Heredia, así de Castilla como de Aragon, y perseveró en su propósito de tener á su mano la ciudad de Albarracin, y tuvo el castillo cercado muchos dias.

CAP. XXXVI.-Que los del parlamento de Cataluña le prorogaron para la ciudad de Tortosa.

Vistas las novedades que se seguian en este reino, despues de la muerte del arzobispo, y temiendo las que se esperaban seguir, los del parlamento de Cataluña deliberaron á diez y seis de junio mudar su congregacion á la ciudad de Tortosa, por ser tan vecina de los reinos de Aragon y Valencia. Para que el parlamento se pudiese mudar con toda seguridad y como convenia en tiempo de tanta turbacion, cometieron las provisiones dello al arzobispo de Tarragona y á los consejeros de Barcelona, y á los síndicos de Tortosa, Girona y Perpiñan que estaban en aquel

parlamento, y á Guillen de Valseca: y porque el mudar y continuar el parlamento pertenecia á la persona real y á su preeminencia, 6 al gobernador, concurrió el gobernador en su nombre en hacer la misma prorogacion, y prorogóse á diez y siete de junio para diez y seis del mes de agosto, con gran conformidad y concordia. Fué en estos negocios en aquel principado en gran manera estimada la prudencia y consejo de Guillen de Valseca; que era varon de mucha autoridad y de gran ciencia en la profesion del derecho civil, y fué de un ingenio muy singular aunque en anciana edad y de muy débil salud, en cuya persona todo el principado hizo tanta confianza que le tomaron por su consejero comun, como á persona de puro corazon y muy limpio en las manos, y de una grande bondad é integridad, y por esta causa dejó de aconsejar y abogar por cualquiera de los competidores. Los embajadores del parlamento de Cataluña que estaban en Calatayud, como se ha referido, en aquella tempestad y tormenta, se salieron de aquella ciudad como mejor pudieron, y fuéronse à Burbaguena, y de allí continuaron su camino para Alcañiz, donde se propuso que habia de ser la congregacion general de todos, aunque aquello no estaba acordado por los otros parlamentos: y entraron todos en Alcañiz á once del mes de junio, excepto don Guillen Ramon de Moncada que se vino á Pina con harto peligro de su persona y como dicho es, se envió en su lugar á don Pedro de Moncada su hermano. De aquella mudanza dieron los del principado de Cataluña aviso á los prelados y barones y caballeros y universidades del reino, particularmente y nó como parlamento, ántes de llegar á Tortosa, refiriendo que ellos deseando venir con mucha conformidad en el conocimiento de su verdadero rey y príncipe y señor, con el mayor cuidado que pudieron habian procurado que se hiciese una congregacion general de todos los reinos y tierras sujetas á la corona real de Aragon, para que juntos pudiesen saber y conocer quién era su comun rey y señor, por cuya proteccion y amparo fuesen todos preservados de muchas insolencias y ocasiones que se habian seguido, y se entendia que estaban aparejadas muy peores para adelante, si aquel conocimiento de su rey y señor se diferiese mucho tiempo. Decian que les semejaba ser muy dura cosa y llena de gran desolacion, que una nacion y gente que habia acostumbrado vivir con tanta felicidad y paz, debajo de la obediencia y regimiento de su rey y señor natural, hallarse sin él ó no conocerle, ni tener quién le gobernase. Que muy doloroso y triste dia fué aquel que perdieron su rey y señor, que los conocia y regia, y gobernaba á todos: pero que muy mas tristes y lastimeros dias eran aquellos, que crecian en aumento de divisiones y movimientos y guerras, no teniendo conocimiento del que legítimamente debia suceder. ¿Quién podia prevenir ni considerar los inconvenientes y daños y divisiones y peligros y males, que por estar tanto tiempo sin rey estaban dispuestos á todas gentes sujetas á esta corona ? Pues teniendo experiencia en tan breves dias de tanta parte de aquella adversidad y miseria, por medio de sus embajadores que se habian enviado á los reinos de Aragon y Valencia y Mallorca, habian trabajado que so juntase aquella congregacion general, y por la permision divina no se pudo aquello conseguir, hasta que habian sucedido tales inconvenientes en este rcino de lo que ellos se dolian grandemente, que creian que

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quien el conde tuvo por declarado enemigo ya en vida del rey don Martin, que era muy poderoso en el reino, y era cuñado del arzobispo, se envió á ofrecer al infante don Fernando de Castilla, con el doctor Juan Rodriguez de Salamanca con todos los de su linaje y valía, y á declararle el estado en que se ballaban las cosas del reino. Con éste envió á pedir que el infante mandase venir las compañías de gente de armas que estaban ya en órden en las fronteras: y el infante lo proveyó luego como entendió que le cumplía, si aquella causa se habia de proseguir por las armas, ó si se perseverase en querer declarar por justicia lo de la sucesion, porque con su mano y favor se allanase el reino y se persiguiesen los que turbasen el estado público dél. Estaba por el infante en este reino don Diego Gomez de Fuensalida, abad de Valladolid, procurando lo que tocaba á su servicio: y cometióle el infante que si al gobernador y á él pare

sería muy difícil y casi imposible poder en esta sazon congregar aquel parlamento general. Que considerada la grandeza destos hechos y lo que les importaba tener verdadero conocimiento de su rey y señor por justicia, y cuántos eran los provechos y honras y bienaventuranzas que se seguirian con la noticia de su príncipe, y cuántos serian los males que sin él se les podian seguir, teniendo memoria de sus antecesores, y como se hubieron virtuosa y valerosamente en los negocios árduos y grandes que se siguieron en sus dias, queriéndolos imitar en cuanto pudiesen, Confiando singularmente de la constancia y animosa lealtad deste reino, habian cobrado ánimo y esfuerzo en sus corazones, y deliberado de perseverar con estos reinos en su empresa de saber y ver por justicia quién era su rey y señor: y así habian prorogado su parlamento para la ciudad de Tortosa para diez y seis de agosto, por estar en los confines deste reino y del de Valencia, y mas fácilmente hacer sus deliberacio-ciese que se debia enviar mas gente, estuviesen apernes y asientos y les rogaban y requerian que tuviesen por bien de hallarse para aquel dia en el mas vecino Jugar de Tortosa que pudiesen, que estuviese dentro de Aragon, de suerte, que pues no se habian podido juntar en un lugar, á lo menos estando los unos vecinos de los otros pudiesen entender en la prosecucion destos tan grandes y tan necesarios negocios, y con su consejo, ayuda y favor, pudiesen llegar por los medios de justicia á su fin tan deseado. Entendieron sus embajadores en persuadir á los prelados y barones deste reino á este medio, el cual todo el parla mento de Cataluña declaraba haber sido propuesto por Berenguer de Bardaxí en Calatayud. Con esto por estar los negocios en tan diferente estado, deliberaron que de sus embajadores que estaban ya en Alcañiz por este tiempo, se fuése el abad de Monserrat, y don Pedro de Cervellon y don Pedro de Moncada á su parlamento. Habian enido para hallarse con el parlamento de Cataluña á las deliberaciones de la declaracion de la justicia por el reino de Mallorca, un caballero que se llamaba Berenguer de Tagamanent, micer Arnaldo de Mur y Jaime Albertin de la villa de Inca, que fueron escogidos por el consejo general de aquella isla.

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Cuando los catalanes hicieron mudanza en mucha conformidad, de aquella congregacion que celebraban en Barcelona para la ciudad de Tortosa, y habia cesado aquella gran diferencia que hubo entre los barones sobre la presidencia de su parlamento, para en caso que los reinos se juntasen en un lugar, estaban en este reino las cosas en tanta turbacion y rompimiento, que se siguió una tan cruda guerra entre las partes, que parecia haberse del todo desistido de los medios de la justicia y llegado al juicio de las armas, que son las que suelen poner los reyes en su trono real y sacarlos dél. Era así que no solo por la venganza de un hecho tan feo como fué la muerte del arzobispo que se cometió por un hombre tan poderoso, pero con temor de otra fuerza mayor, creyendo que aquello se habia ejecutado para encaminar el negocio por aquella via, y que era con gran conspiracion y ayuntamiento de los que seguian la opinion del conde de Urgel, Gil Ruiz de Lihori gobernador de Aragon, á

cibidas otras compañías, cuyos capitanes eran Pero Gonzalez de Mendoza, Diego Perez Sarmiento, Iñigo Lopez de Mendoza y Pero Lopez de Padilla, y que tuviese ciertas lanzas para que partiesen luego que el abad se lo enviase á mandar de parte del infante: Esto fué hallándose el infante en Valladolid á diez de junio, pocos dias despues de la muerte del arzobispo: y tan dispuestas y ordenadas estaban las cosas para en cualquier suceso, y dello tuvo aviso don Antonio de Luna, estando en Almonazir á siete del mismo por certificacion de Guillen de Palafox y Ramon de Palafox su hijo, que tenian mucho deudo con don Antonio, y estaban en su villa de Hariza, los primeros opuestos á cualquier rompimiento de guerra: y como supo de la entrada de las compañías de gente de armas de Castilla, apercibió todas las suyas y las de sus parientes y valedores. Declarada ya la guerra entre las partes, lo que mas le importaba era apoderarse de la ciudad de Zaragoza como de la cabeza del reino, y de algunos castillos y plazas fuertes de la frontera, señaladamente de la ciudad de Albarracin y en esta sazon tenia Juan Fernandez de Heredia cercado el castillo de Albarracin adonde se entró, como dicho es, un caballero aragonés llamado Juan Ruiz de Moros. Lo primero que se procuró por el gobernador, con sus gentes y con la que venia entrando de Castilla, fué echar la gente del conde de Urgel que estaba repartida en los lugares de don Antonio de Luna: porque ninguna cosa se temia mas por los deste bando, que tener al conde por rey con victoria de los suyos, ó por la declaracion de la justicia asegurándose en su nombre la tierra; y á los de esta parte los sustentaba la esperanza de ser mas poderosa la del infante para oponerse con los que tenian el principal cargo de justicia por la defensa de la libertad. Recogió don Pedro Jimenez de Urrea toda su gente de armas y de sus parientes y amigos, y juntáronse con él en Epila el gobernador y justicia de Aragon, don Juan Martinez de Luna señor de Illueca, Berenguer de Bardaxí y Juan de Bardaxí su hijo, con deliberacion de entrarse en Zaragoza, porque no se apoderase della gente del conde, con ayuda de don Antonio de Luna y de los ricos hombres que le seguian, y de un caballero que tenia muchos parientes y amigos dentro, y parte del pueblo, que se llamaba Pedro Cerdan, que estaba muy declarado por el conde de Urgel. El gobernador y Berenguer de Bardaxí volvieron á Calatayud, y fuéron á Tarazona, Daroca y Teruel, para

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