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hacer fuerte con la gente de armas que tenia, quedóse entonces en Monzon, y despues á nueve de diciembre salió con su caballería, y tomó el camino de Huesca, en seguimiento de los enemigos. Llevaba el conde de Fox su camino por la ladera de la sierra, hácia las comarcas de la montaña, y pasó por Montaragon por la parte de arriba, y no se detuvieron en Huesca ni en sus términos, é hicieron jornada á Bolea : y de allí un sábado por la mañana se entraron en Ayerve. Estaba en el castillo de aquella villa don Pedro Jordan de Urries, que era señor della, con algunas compañías de gente de caballo y de pié y aunque llevaba el conde propósito de apoderarse de algunas fuerzas en aquellas

cuerpo del ejército se alojaron en el arrabal. Fué en este trance de mucho valor, el esfuerzo y valentía de los caballeros y vecinos de aquella ciudad, que se pusieron á resistir al poder del conde de Fox, siendo una parte del lugar entrada por los enemigos: y estando la ciudad en mediana defensa, se pusieron con gran ánimo á todo peligro para resistir á los enemigos, que con gran furia deliberaron de combatirlos, por ser la mas principal cosa que habian emprendido, y la primera del reino de Aragon, porque entendian, que consistia en ello conservarse lo restante del invierno hasta que les llegase nuevo socorro, y que seria gran reputacion para lo que se habia emprendido. Para esto fué de gran efecto que un caballero aragonés que se decia Juan Abar-fronteras, y esperaba gente de Francia, que se apodeca, despues que se ganó el arrabal, se entró dentro con rase del puerto de Jaca, no tentaron de combatir el hasta doscientos ballesteros montañeses, y que el con- castillo, porque el conde de Urgel iba siguiendo el misde de Urgel, que vino en seguimiento del conde de Fox, mo camino, y reparó en Huesca y el arzobispo de Zay se puso en Monzon, mandó entrar dentro á fray Ala- ragoza y don Alonso Fernandez de Ijar, con sus comman de Foxa, comendador de Monzon, que fué un muy pañías de gente de armas, se fuéron á poner en Ejea, valeroso caballero, con otros caballeros catalanes que porque se decia que el conde de Fox tomaria el camieran hasta treinta bacinetes. Estos se entraron un no de Ejea y Biel : aunque por mas cierto se tuvo que viernes despues de media noche, que era el primero de seguirian la via de Navarra, por entrarse en algunas diciembre, en la fuerza de Barbastro sin recibir daño plazas fuertes, hasta que les viniese gente de refresco ninguno, aunque con grande fatiga: y luego se estrechó del conde de Illa, y de otros capitanes que aguardaban el cerco, y se tomaron los pasos y caminos, y comen- señaladamente al señor de Lusa, con algunas compazaron las compañías de gente de armas á correr el cam- ñías de vascos. El dia que aquel ejército llegó á la villa po, de suerte que no les pudo entrar otro socorro, y el de Ayerve, por hacer el tiempo muy tempestuoso, se conde de Fox pasó con su caballería hasta la puente de estuvieron quedos y el dia siguiente salieron hasta Monzon, creyendo que saldrian los del conde de Urgel, dos mil de caballo para hacer su provision, y dividié– y corrian toda aquella comarca, y ponian en órden to- ronse en tres partes, y corrieron y estragaron toda la da su artillería para combatir la fuerza de Barbastro: comarca, que llamaban el Honor de Marcuello. Estaba mas como allí hallaron tal resistencia, comenzaron à en esta sazon el gobernador de Aragon en la villa de publicar que queria el conde invernar en las riberas Gurrea, y salió á once de diciembre en la noche, con del Ebro, y que en la primavera tendría tales compañías las compañías de gente do armas que tenia: y pasó de gente de armas, que darian la batalla 6 esperarian con ellas á Gallego, para repartirlas en Ejea, Luna y á ver quién segaria los trigos. Pusieron en tanto estre- Erla, y por los otros lugares que estaban en defensa: y cho á los de la fuerza, que no les dejaban coger agua, de toda la mayor parte de la gente del reino cargó hácia la cual tenian gran falta: y un dia que fué á cuatro de aquella comarca, y el conde de Urgel, con la gente de diciembre hubo entre ellos sobre tomar el agua una Cataluña, fué en seguimiento de los enemigos. Pero brava escaramuza, y salieron de una parte y otra mu- desde que el conde de Fox se desalojó de Ayerve y de chos heridos de los peones y de los pilarts: y aquel dia aquella comarca, siguió muy apresuradamente el casaliendo á las barreras de una parte de la ciudad, se mino de Luesia, y de allí se encontró en la vigilia de mezcló una muy recia pelea, y acudieron de la gente la fiesta de navidad en Caparroso, que es del reino de del conde de Fox mas de mil combatientes entre la gen- Navarra, para entrarse en Bearne: y fue siempre rete de caballo y de pié, y fué tan trabada y reñida que cibiendo daño de las gentes de la tierra, y perdiendo se recibió mucho daño de ambas partes: y hubo bien mucha gente y fuése recogiendo con gran priesa, porque hacer en recogerse los de dentro á la fuerza: y fué que no le acudieron las compañías de Francia que esallí herido y preso un caballero catalan que se decia peraba, que eran el conde de Illa, el vizconde de CaBernardo de Corbera, hermano de Riambau de Corbera, ramain, el señor de Leonach, Arnaldo Guillen de la peleando muy valerosamente. La gente de armas y las Barca, y las compañías del señor de Fontinells, que otras compañías de caballo del reino se fuéron á poner estaban en las fronteras de Pallás y del val de Aran. en los lugares mas oportunos para el socorro, y el arzo- Estos eran hasta trescientos hombres de armas, y con bispo de Zaragoza con su compañía se puso en Sariñe algunas compañías de gente de pié eran hasta mil y na, y con esto la gente del conde de Fox no se pudo doscientos combatientes: é intentaron de entrar por desmandar, y comenzaron á padecer gran detrimento Pallás: pero el conde de Pallás y Roger Bernardo de por la falta de bastimentos: y como los de la fuerza de Pallás, su hijo, Arnaldo Guillen de Bellera, don FranBarbastro la defendian con gran esfuerzo, desalojose el cés de Eril, el obispo de Urgel y Guerau de Guimerá conde del arrabal con toda su gente á cinco del mes de estaban con todas sus compañías de gente de caballo, diciembre, y tomaron el camino de Huesca, y con con- tan en orden y á punto, que no osaron entrar, aunque fianza que se podian detener algunos dias en el arrabal siempre amenazaban. Siu estas compañías del conde de aquella ciudad. Cuando el conde de Urgel, que es- de Illa, y de aquellos capitanes, otro capitan que se taba en Monzon, tuvo aviso desto, envió delante para decia Guillen de Vila, habia recibido sueldo del conque se entrasen en Huesca algunas compañías de gente de de Fox para cuatrocientos hombres de armas: y de armas que eran hasta doscientas cincuenta lanzas, y otro, que era un Guallart de la Mota, para otros cienporque él notenía tanta gente, que pudiese dar la bata- to y como estos habian de entrar por Capsir, ó por lla al conde de Fox, ni para esperarle en el campo, y no el puerto de Pimorent, 6 por los valles de Andorra, habia fuerza en el camino de Huesca, a dondese pudieseĮ fue muy fácil de tomarles los pasos, y resistir á sa

comarca de Jaca, se encontró en los prados de la Sambuca con toda la gente del conde junto à un castillo, que dicen la Mofarda, que está cerca de Partana, y vinieron á batalla aplazada, y quedó en ella vencedor don Pedro, y toda aquella gente fué destrozada y mu→→ rió la mayor parte della. Despues otro caballero catalan, que se decia don Juan de Cruillas, rompió ciertas compañías de caballo, que estaban en San Felipe de Argiran, y fueron á correr la comarca de Lentin, y volvian con gran presa, y fué allí preso el conde de San Felipe. Tambien Girart de Mauleon, y Augerat de Lercha, con algunas compañías de gente de armas, se en

entrada. Este fin tuvo la empresa del conde de Fox: el cual se movió tan lijeramente en un hecho tan grande, como era tomar la posesion destos reinos por las armas, que mostró bien tener mas confianza en su derecho que en la fuerza y poder de sus gentes: pues con tan pequeño ejército, y tan arrebatadamente, y en tiempo y terreno que le eran tan contrarios, se atrevió a llevar su querella adelante, sin mas fundamento del que tenia el conde de Armeñaque, y aquellas sus compañías de gente de armas, cuando la necesidad los constreñia á hacer sus entradas por Rosellon, para que se entretuviesen de lo que robaban : y así se conformó bien la salida que hizo del reino con la entrada. Encontraron con don Fadrique de Aragon, y con Francés este año á diez y ocho de diciembre, hubo grandes terremotos en todo el reino de Valencia, y en las comarcas que confinan con Castilla, y en la Serranía hasta Tortosa y desde hora de tercia, hasta la hora de completas, tembló la tierra tres veces y en el reino de Valencia se hundieron diversas torres é iglesias, y el monasterio de Valdigna y segun escribe Martin de Alpartil, en la obra que compuso de la cisma, que fué familiar del papa Benedicto, en la villa de Algezira del reino de Valencia, dos fuentes manaron agua muy hedionda y de color de ceniza, y se vieron otras señales muy prodigiosas en la region del aire. A treinta del mes de mayo del mismo año falleció don Jaime de Aragon, cardenal de Santa Sabina, y administrador del obispado de Valencia, y fué sepultado en la capilla mayor de su iglesia.

CAP. LXII.-Que el rey don Martin despues de haber reducido la isla de Sicilia á la obediencia del rey su hijo, se embarcó y vino á la ciudad de Aviñon.

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Húbose en todo la reina doña María muy valerosamente, y no solo se proveyó con gran cuidado á la defensa de Cataluña y del reino de Aragon, pero en enviar ordinario socorro de gentes para la conquista de la isla de Sicilia: y en vida del rey don Juan tuvo forma por medio de mosen Francés de Aranda, que era un caballero de gran bondad y prudencia, que tuvo mucha parte en el consejo y privanza del rey don❘ Juan, que el reino de Valencia enviase á don Gilabert de Centellas con muy buenas compañías de gente de armas, y el reino de Aragon envió postreramente á don Pedro Galcerán de Castro con buena armada y gente de guerra: y fué tal el servicio que entonces se hizo al infante por este reino, que con él se acabó de asegurar aquella isla, y se pudo reducir á la obediencia del rey y la reina de Sicilia, y fuéron con don Pedro de Castro don Sancho Ruiz de Lihori, hijo del gobernador de Aragon, y otros caballeros catalanes y aragoneses. Esta armada arribó á la ciudad de Trapana en tal coyuntura, que estaba en punto de perderse, y con este socorro no solo se defendió de los rebeldes, pero el duque se puso á continuar la guerra con tanta furia, y se hubo en ella tan valerosamente, que se ganaron por fuerza de armas Lentin, Calatagiron, Chaza y Castrojuan y el conde Nicolás de Peralta, que fué hijo del conde Guillelmo de Peralta, y de la infanta doña Leonor hija del infante don Juan, duque de Atenas y Neopatria, se redujo á la obediencia del rey de Sicilia y estando el duque en Catania á doce del mes de febrero, se le restituyeron los condados de Calatabelota, Esclafana y Calatafimia, que era un muy principal estado. La principal causa de reducirse el conde Nicolás de Peralta, fué que don Pedro de Queralt con algunas compañías de gente de armas, corriendo la

de Veintemilla, que habian juntado en Nicosia hasta
doscientos de caballo y mil y quinientos soldados, con
fin de correr la comarca de Traina, y hubo entre ellos
una brava batalla, en la cual fueron los sicilianos ven-
cidos y quedó prisionero Francés de Veintemilla. Pasó
por el mismo tiempo à Butera Ugo de Santapau, con
seiscientos de caballo, y fué estrechando de manera la.
guerra, que los rebeldes iban desamparando el campo
y se recogian á los castillos y lugares fuertes, y se fué
el duque apoderando de todas las fuerzas y lugares
mas importantes y don Artal de Alagon se salió de la
isla, y andaba con dos galeras por las costas, aguar-
dando ocasion de sacar del castillo de Yachi, que esta-
ba cercado por la gente del duque, á su mujer y un
hijo que estaban en él, y andaban por las marinas de
Cabopasaro, y el castillo se fué combatiendo por mar
y por tierra, y las cavas y minas pasaron tan adelante,
que les quitaron las cisternas, y se rindieron los que
estaban dentro á partido y don Artal se redujo á la
obediencia del rey por algunos dias y le dieron en-
tónces el condado de Malta, pero no se quiso contentar
con esto, y él y aquella casa se perdieron, que fué tan
principal en aquel reino, y la que mayores servicios
hizo en su primera conquista, siendo tantos y tan po-
derosos, y tan ilustres, que tenian su origen en este
reino en una de las casas mas principales dél y fué
cosa de gran consideracion, acabarse aquel linaje y sus
estados, de manera que apenas quedase memoria de-
llos, sucediendo de quien tanta honra y servicio hizo en
la conquista de aquel reino á la corona de Aragon. Eran
de los mas poderosos entre los rebeldes don Bartolomé
de Aragon y don Fadrique su hermano, que eran hi-
jos de Vinchiguerra de Aragon, y trataba de reducir
al servicio del rey á don Bartolomé, un caballero que
sirvió al duque en esta guerra, que se decia Guillen
de Veintemilla, que era señor de Chimina: pero don
Bartolomé y su hermano perseveraron en su rebelion,
y perdieron el condado de Camarasa y muchos luga-
res que tenian en aquel reino. Entre los que se señala-
ron mucho en esta guerra, fué un caballero catalan
que se llamaba Galcerán de Senmenat, á quien el rey
y la reina de Sicilia hicieron merced del lugar de Pela-
gonia y llegando las cosas á tal estado, que los re-
beldes iban perdiendo la confianza de poderse defen-
der, sin nuevo socorro, llegó la nueva de la muer-
te del rey don Juan, y acabó de asegurar la empresa
de aquella conquista: porque entendiendo los sicilia-
nos que el duque era llamado á la sucesion del reino
de Aragon, y le requerian que viniese á tomar la po- *
sesion dél, perdieron del todo la esperanza de poder
defenderse, y fuéronse recogiendo á sus fortalezas, y
atendia cada uno á hacer su partido lo mejor que pu❤
diese : y el duque que luego tomó título de rey, dejan-
do proveidas las cosas de la isla, mandó poner en ór-

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den las galeras que allá estaban, y con las que fuéron | politano que se decía Filipo Brancacio, que era herde Cataluña y Valencia, se hizo á la vela del puerto de Mecina á trece del mes de diciembre deste año, y por tener mas obligado á don Guillen Ramon de Moncada, conde de Agosta, en el servicio del rey su hijo, y por mostrar que hacia mayor confianza dél, le dejó encargado todo el gobierno de aquel reino, à quien se dió entonces la isla de Malta con título de marqués, y le encomendó al rey su hijo y dejó por principales en su consejo a don Pedro Serra, obispo de Catania, que despues fué creado cardenal por Benedicto, y á Francés Zagarriga y á Ugo de Santa pau, y otros caballeros catalanes y aragoneses. Vino el rey con su armada á la isla de Cerdeña, y estuvo algunos dias en el castillo de Caller: y de allí pasó al Alguer, á donde se detuvo hasta doce del mes de febrero, del año de la navidad de nuestro Señor de mil y trescientos y noventa y siete: y de allí pasó á la isla de Córcega, para dar favor á los que estaban en su obediencia en algunas fuerzas y .castillos, señaladamente á Vicentelo de Istria, conde de Cinerca, y á Juan de Istria su hermano, y á los de aquel bando, y de la Rocha, que fueron muy fieles y leales á los reyes de Aragon : y fuése á poner en un puerto de aquella isla, que se llama Allata, á donde estuvo hasta veinte del mes de febrero, y de allí se pasó á otro puerto que se decia Segon, á donde se detuvo hasta veinte y ciuco de aquel mes: y proveyóse el castillo de Longosardo en la isla de Cerdeña, que estaba continuamente cercado por los rebeldes, y dejó el rey por alcaide en él á Bernardo de Torrellas. De allí navegó la armada, y vino á entrar en el puerto de Marsella: y porque el papa le habia enviado á don Antonio de Luna que habia ido á Aviñon con gran compañía de caballeros destos reinos, y llegó por el mes de febrero estando los duques á media legua al cabo de la puente, y á Micer Beltran de Canellas, para avisarle del estado de las cosas de sus reinos, y le rogaba le viniese á ver á Aviñon, para que pudiesen los dos comunicar lo que tocaba á la union de la santa madre Iglesia, y entendió que habia gran discordia entre Benedicto y los cardenales de su obediencia, entró con su armada por el Rone hasta Arles, y subió con siete galeras el rio arriba, y llegó á Aviñon un sábado, que fué el último de marzo, á donde fué recibido con muy grande fiesta: y el primero de abril, que era dominica de la Rosa de aquel año, el papa la dió al rey: y aquel dia, segun la costumbre antigua, anduvo por la ciudad con ella con toda su córte. Tuvo el rey en Aviñon la pascua de Resurreccion : y en el mismo dia despues de celebrada la misa, estando el papa en la capilla mayor del palacio, le hizo el rey el juramento y homenaje por el reino de Cerdeña y Córcega. Entendióse luego con Benedicto sobre los negocios de la cisma, y de concordar en su obediencia los cardenales que estaban discordes, y tratóse de un nuevo camino que no era por via de renunciacion, el cual se tuvo secreto, hasta comunicarlo con Bonifacio y con el rey de Francia, y con los otros príncipes, y entonces envió el rey de Aviñon á Bonifacio á don Pedro de Queralt, y al abad de San Cugat, y al rey de Francia fué un caballero catalan que se decia Alberto Zatrilla. Eran muy ordinarias las embajadas sobre esta materia, y platicar se de diversos medios por las partes, y con dificultad se llegaba á la ejecucion de reducirse á buena concordia, padeciendo tanto detrimento la universal Iglesia, y en el año pasado fué enviado á Aviñon, para procurar la union en nombre de Bouifacio, un caballero na

mano del cardenal Brancacio, que estaba en la obediencia de Bonifacio, y éste requirió á Benedicto, y le rogó en su nombre que quisiese elegir y admitir los medios y caminos, por donde brevemente se pudiese conseguir la union de la Iglesia, y entonces Benedicto envió á don Fernan Perez Calvillo obispo de Tarazona, que fué despues cardenal, con dos galeras á Roma, y el obispo desembarcó en Terracina, que estaba debajo de la obediencia de Benedicto, y era sujeta al conde de Fundi, y pasando el obispo á Fundi, fué acompañado de la gente de armas del conde hasta Castromarino, y de allí envió al cardenal Brancacio, para que se le enviase salvoconducto, y entró en Roma, y fué aposentado en el palacio de San Pedro, y con él micer Domingo Masco, y micer Tomás de Colibre, que iban para asistir en aquella embajada, y trató el obispo con Bonífacio, y despues con los cardenales que se nombraron de su parte, que eran el de Florencia, Monopoli y Bolonia, y el camarero de Bonifacio, y propusiéronse de ambas partes algunos medios razonables y justos, para procurar la union de la Iglesia. Pero como se vino á tratar del medio de la renunciacion, ó que se juntasen en cierto lugar los que contendian por el pontificado, ó que se declarase por términos de justicia, eligiéndose ciertas personas por cada una de las partes que conociesen de su derecho, no se resolvieron en ninguno destos caminos. Entonces el obispo se volvió á Terracina, y de allí se vino con sus galeras á Civitavechia, y allí se trató con el prefecto de Roma, que se llamaba Juan de Vico, que entregaria al obispo el castillo de Civitavechia, si le prestasen doce mil florines; porque con esto seria Benedicto señor de aquel puerto, siempre que quisiese pasar á Roma, y muchos de los principales romanos, y gran parte del pueblo trataban por medio del conde de Fundi, de reducirse á su obediencia, y estaba esto tan adelante, que Benedicto fuera recibido por los romanos, y le diera mayor favor el conde de Fundi, y los de aquella parcialidad, si algunos de su colegio no le embarazaran la ida, co mo despues sucedió, y porque Benedicto tardó de enviar la gente y dinero para una galera, en que fué por capitan un caballero que se decia Gonzalo Forcen de Bornales, cuando llegaron no quiso el prefecto entregar el castillo, y se escusó, diciendo que no lo entregaria, sino en caso que el papa fuése en persona. Pero el rey de Francia á la embajada que el rey le envió no dió otra respuesta, sino que se habia de seguir el medio de la resignacion de los que contendían por el pontificado, y sobre ello tornaron sus embajadores á requerir à Benedicto, y le señalaron término dentro del cual cediese su derecho. Estaba el rey de romanos y de Bohemia en la obediencia de Benedicto, y vióse con élel año pasado el rey de Francia en los confines de Alemania, para persuadirle que se concertase con él en el medio de la resignacion, y no se quiso conformar con él, y entonces Benedicto envió á Alemania por sus nuncios á micer Bernardo Gilabert, y á micer Bartolomé Lopez, que eran auditores del sacro palacio, y vista la dificultad que habia en concordarse en un negocio tan árduo como este, el rey se despidió de Benedicto, y el papa con consentimiento de su colegio dió al rey una buena parte de la cruz en que nuestro Salvador padeció la muerte, y otras grandes reliquias, y salió de la ciudad de Aviñon un sábado á once de mayo deste año, y vino á desembarcar á la playa de Barcelona y fuése al lugar de Badalona.

CAP. LXIII.-De la embajada que los de la congregacion de los cuatro brazos del reino enviaron al rey, suplicándole viniese á jurar los fueros y privilegios, y el estatuto que ordenó el rey don Jaime el segundo, sobre la union de los señorios de la corona.

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ñor, y se apartasen de aquella tan loca empresa, en su ausencia, y que ellos le tenian por su rey y sesuplicaban que les otorgase, que luego que habria jule rado, les daria sus provisiones reales, para que aque➡ llo no causase perjuicio al reino en lo venidero, ni en general ni en particular. Lo mismo se pidió en nombre de la ciudad de Zaragoza, y que viniese luego á coronarse y recibir la órden de caballería, como era costumbre; y como el rey se escusase de venir tan presto á este reino, porque el conde de Fox amenazaba de entrar con mayor poder por Cataluña, y le convenia resistir en persona á su entrada, los mensajeros de Zaragoza le hicieron el mismo dia en Badalona su requerimiento, con instrumento público, en presencia de algunos varones y caballeros, que eran don Bernardo Galcerán de Pinós, don Berenguer de Cruillas, don Guerau Alaman de Cervellon, Ponce de Roda, Ugue. to de Santapau, que eran sus camarlengos, y mosen Francés de Aranda, y otro dia ante los mismos y en presencia de don Ugo obispo de Tortosa, dió el rey su respuesta, diciendo, que por lo que se habia hecho no entendia perjudicar en cosa alguna á los fueros y privilegios del reino, y que habiendo reposado en BarceJona algunos dias de la fatiga de la mar, vendria á Zaragoza para cumplir todo aquello que acostumbraron sus predecesores. Aquel dia entró el rey en Barcelona, adonde fue recibido con muy grande fiesta, y fuése á aposentar en el palacio nuevo, y otro dia los mensajeros de Zaragoza le tornaron á requerir sobre lo mismo, y el rey les dió muy buena respuesta, y ofreció que en proveyendo como convenia á la defensa de Catalua, se vendria á esta ciudad á celebrar su coronacion y cumplir todo aquello que era obligado. Mas la principal causa porque el rey se detuvo, fué porque se concluyese el proceso que se hizo contra el conde de Fox, como contra vasallo y rebelde, y contra la infanta su mujer, y el rey estando en su solio real, á veinte y ocho del mes de junio deste año, dió públicamente sentencia contra él, como súbdito y vasallo, y le declaró por rebelde y haber cometido crímen de lesa magestad, y se confiscaron á la corona real el vizcondado de Castelbó, y todas las villas y lugares que tenia en Cataluña.

Estuvo en Zaragoza la congregacion que se juntó del reino, para proveer en las cosas necesarias á la defensa dél, hasta el mes de setiembre deste año, y pagose el sueldo á los quinientos hombres de armas y á los quinientos pilarts por todo este tiempo, porque el conde de Fox siempre publicaba que habia de volver con mayor poder a proseguir su empresa. Los de la misma congregacion acordaron por el mes de febrero pasado, de enviar una muy principal embajada á Cataluña, para que cuando el rey llegase, le suplicasen en nombre del reino se viniese luego á Zaragoza, sin divertirse á otras partes, ni á negocios que tocasen al reino, y fueron nombrados por embajadores el arzobispo de Zaragoza, don Pedro Fernandez de ljar comendador de Montalvan, don Lope Jimenez de Urrea, don Fernan Lopez de Luna, Garci Lopez de Sese, Juan Fernandez de Heredia y Jaime del Hospital y Estévan Pentinat ciudadanos de Zaragoza. Estos iban por todo el reino, y la ciudad de Zaragoza envió por su parte sus mensajeros, que fueron Sancho Aznarez de Garden, Juan Martinez de Alfocea y Juan Dartos que eran jurados, y tres ciudadanos que eran Pedro Cerdan, Pedro Jimenez de Ambel y Francisco de Palomar. Todos estos embajadores se fuéron á Badalona, á donde el rey estaba, y á veinte y cinco del mes de mayo explicaron su credencia y le suplicaron les asignase hora para decir en secreto lo mas importante que tocaba en general al reino. Estando los embajadores con él otro día, el arzobispo dijo entre otras cosas, que todos los deste reino se habian consolado y regocijado, que ya que nuestro Señor fué servido de llevar al rey don Juan su señor, les quedaba rey sábio y virtuoso, y por esta causa los enviaron para hacerle reverencia así como á su rey y señor, y legítimo sucesor destos reino3. Por esta causa, atendido que por los fueros y costumbres del reino, cualquier que nuevamente sucedía en él, antes que fuese jurado por señor, ni coronado en rey era obligado á jurar en la ciudad de Zaragoza, en presencia del justicia de Aragon, á los deste reino y á los del reino de Valencia, que estaban poblados á fuero de Aragon, los fueros, usos y costumbres, y sus privilegios y libertades, y á los de Teruel y Albarracin sus fueros, tuviese por bien ante todas cosas venir á esta ciudad, para hacer el juramento, y tambien para jurar las uniones de los reinos y tierras de su corona, segun estaba ordenado y esta-gio y la universidad de Paris, renunciase el derecho

blecido por el rey don Jaime de buena memoria y por sus sucesores. Que notoria cosa era segun el tenor de aquella union, que los del reino no eran obligados á responder en cosa alguna á lo que les enviase á mandar como rey cualquiera que sucediese en el reino, ántes que hubiese jurado aquella uniɔn, y de guardar las cosas en ella contenidas, ni eran tenidos de jurar por señor al tal sucesor, ántes que él les hiciese el juramento en Zaragoza, y atendido que él y la reina así como su lugarteniente habian dado sus letras y provisiones, intitulándose él rey y ella reina, y aquello se habia tolerado por su servicio, por dar mejor á entender al conde de Fox, y á la infanta su mujer, cuán vana é injustamente se fatigaban en hacer guerra por esta querella á este reino y al condado de Barcelona

CAP. LXIV.-Del medio que se propuso por los del consejo del rey de Castilla, para que se consiguiese la union de la Iglesia.

Detúvose tambien el rey en Barcelona, porque el rey de Francia instaba en que Benedicto, conforme à lo que estaba dispuesto en la cédula que se ordenó en el cónclave, y lo aconsejaban los cardenales de su cole

que pretendia en el pontificado, porque por aquel camino se obligaria Bonifacio á lo mismo, y se conseguiria la tranquilidad que se deseaba á la universal Iglesia. Estaba tan puesto el rey de Francia en esto, que amenazaba de apremiar á Benedicto á que siguiese este camino, y con gran cuidado trataba de persuadir lo mismo á los príncipes que estaban debajo de su obediencia, que se saliesen della, no queriendo admitir el medio de la renunciacion, y como entendió que el rey de Aragon tomaba á su cargo de amparar á Benedicto, para que no fuese apremiado á seguir este medio, que decia ser nuevo en la Iglesia, sin que primero se conformasen todos los príncipes de su obediencia que aquello se debia seguir, procuró que el rey de Castilla se conformase con él. Habia gran hermandad

y confederacion en aquellos tiempos entre los reyes de Castilla y Francia, y estaba muy confirmada del tiempo del rey don Enrique el viejo, y el rey de Castilla su nieto mandó juntar en la ciudad de Salamanca los prelados y personas de letras, y religiosos de vida muy ejemplar de sus reinos, para que se platicase de los medios que convendria proponer á los que contendian por el pontificado, y se extirpase aquel escándalo tan general que habia por esta division en la Iglesia de Dios, y los mas fueron de parecer, que el medio del compromiso no se debia admitir, porque seria remedio infructuoso y proceso infinito, y publicóse que el rey de Castilla se declararia luego y se conformaria con el rey de Francia. Desta novedad se agravió mucho el rey de Aragon, porque el rey de Castilla su sobrino sin consulta suya y sin concertarse primero entre sí, se pusiese tan adelante por respecto del rey de Francia, y envió por esta causa á Castilla un caballero de su casa que se decia Vidal de Blanes, y á micer Ramon de Francia, que era muy famoso letrado en los decretos, y en el derecho canónico. Estos embajadores hallaron al rey don Enrique en Salamanca por el mes de setiembre deste año, y en presencia de los de su consejo le dijeron que se maravillaba el rey su señor, que por complacer al rey de Francia, y por su respuesta se hubiese declarado su consejo, en que se debia admitir el camino de la cesion, sin haber precedido mayor deliberacion entre ellos. Entónces porque el rey de Francia queria precisamente que se siguiese el camino de la cesion de los que contendian por el pontificado, y Benedicto pedia el medio de la convencion entre ellos, ofreciendo, que cuando se juntasen con su adversario en lugar seguro, entónces descubriria medios de convencion, por los cuales se podría conseguir la union tan deseada en la Iglesia de Dios, y no convenia que los declarase hasta que se hubiesen primero concordado en admitirlos en aquella congregacion, pareció que se debian reducir aquellas opiniones á tal medio, que ante todas cosas se juntasen Benedicto y Bonifacio en un lugar seguro, y se revocasen los procesos que se habian hecho, y aprobasen las provisiones, y que de allí adelante se señalase un término dentro del cual Benedicto de su parte, y su adversario de la suya declarasen á su voluntad los medios por los cuales entendian que mas brevemente se podia conseguir el remedio de la cisma, y que dentro de aquel término diesen á toda la Iglesia católica un verdadero y único pastor y universal pontífice, y si no lo hiciesen, de allí adelante cedicsen entrambos, y renunciasen el derecho que pretendian al pontificado, y esto parecia conformarse con el tenor de la cédula que se ordenó en el cónclave, y con el parecer de los cardenales de la obediencia de Benedicto, que con santo celo mostraban desear la union de la santa madre Iglesia, porque cualquier dilacion era peligrosa en un negocio tan árduo como este, y convenia por esta causa señalar algun término, pues de otra manera podria padecer la Iglesia otros veinte años de cisma. Con esta resolucion que se tomó en aquella congregacion de Castilla, se despidieron los embajadores del rey, y el rey don Enrique envió á suplicar á Benedicto, que fuese servido de admitir aquel medio, pues conformaba tanio con su intencion, pero persistió en que convenia al bien de la union, que por via de convencion se disolviese la cisma. Antes desto, por el mes de agosto deste año la universidad de París envió tres procuradores á la córte de Aviñon, y afijaron una es

critura en que apelaban de Benedicto para el futuro é indubitado pontifice. Por este mismo tiempo el rey don Martin envió á Aviñon á Francés de Fluviá ciudadano de Valencia, y suplicó en su nombre al papa, y por parte de aquel reino que concediese cruzada para armar contra los infieles de Africa, que hacian mucho daño en las costas de aquel reino, y habian tomado á Torralva y Orpesa, que eran dos lugares del obispado de Tortosa, y el papa la concedió por tres años con grande dificultad. Tambien en este mismo año Benedicto creó tres cardenales en la vigilia de san Mateo, y fueron don Fernan Perez Calvillo obispo de Tarazona, que era natural de aquella ciudad, y persona generosa y gran letrado, y fué cubiculario y referendario del papa, y don Pedro Serra obispo de Catania, y don Jofre de Boil naturales del reino de Valencia, y como hubiese gran pestilencia y mortandad desde Barcelona á Aviñon, y la mayor parte de su colegio se hubiese ausentado, se salió á la puente de Sorga, y en las cuatro témporas de santa Lucía creó otros tres cardenales, y publicó su creacion en aquel lugar á veinte del mes de diciembre, y fueron don Berenguer de Anglesola que era licenciado en decretos y obispo de Girona, y Luis de Bar hijo del duque de Bar, primo hermano del rey de Francia por parte de su madre, hermano de la reina doña Violante reina de Aragon, y el protonotario Bonifacio de Amanatis, que fue muy famoso letrado. Pero los cardenales que se ausentaron de Aviñon con color de la pestilencia, se apartaron entónces de la obediencia de Benedicto, porque no queria admitir el camino de la renunciacion, y recelando que el papa no se fuése á Marsella ó á Cataluña, por medio del vicario y síndicos de la ciudad de Aviñon le suplicaron que se volviese á aquella ciudad, diciendo que se perderia aquella tierra si se ausentase. Entónces, visto por Benedicto que habiendo sido llamados y requeridos los cardenales ausentes que fuésen á la puente de Sorga lo rehusaron, determinó de volverse á la ciudad de Aviñon. En este año creció de tal manera el rio de la Guerba, que arrasó buena parte del muro desta ciudad con la puerta que vulgarmente se llama la Puerta Quemada, y muchas torres; y las derribó por los cimientos, é hizo otros grandes daños, y en el mismo tiempo el rio Ebro trajo tan grande avenida, que se llevó la puente de Barcas de la ciudad, y una torre de piedra que se habia labrado en el medio del rio, y destruyó algunos lugares de sus riberas.

CAP. LXV.-De las cortes que el rey celebró en el principio de su reinado á los aragoneses en Zaragoza, y que fué jurado por sucesor en estos reinos el rey don Martin de Sicilia su hijo.

Por estas causas se detuvo el rey en Barcelona y por aquella comarca hasta en fin del mes de setiembre deste año, y tambien por proveer á las cosas de Cerdeña, que por tener los enemigos domésticos y tan vecinos estaba siempre en peligro, mayormente el castillo de Longosardo, que era muy combatido, en el cual estaba por alcaide Bernardo de Torrellas, y el cabo de Lugodor, y su comarca que era ordinariamente destruida y abrasada por los enemigos, y estaba en extrema necesidad. Entonces proveyó el rey por gobernador general de la isla á don Roger de Moncada su camarero, que fué uno de los muy valerosos caballeros de aquellos tiempos, para que pasase luego con algunas compañías de caballo y de pié en socorro de

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