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jese á su obediencia : y que procuraria, que se conservase en la fidelidad de la reina y de sus herederos y sucesores. Aseguraba tambien don Berenguer otra cosa, que no era ménos importante, que el duque iba á Sicilia, debajo de la religion y obediencia de la santa romana Iglesia, y del papa Bonifacio nono, como de pastor universal. Con esto, hizo Manfredo juramento y pleito homenaje, que luego que la reina llegase á Sicilia, entregaria al duque de Momblanch, como

todos y revocaban cualquiera concordia que se hubiese hecho con el rey de Aragon, ó. con el duque 6 duquesa de Momblanch, y que no recogerian á ningun príncipe ó señor, 6 gente que emprendiese ocupar el señorío de aquel reino: declarando, que era fama pública, que el duque de Momblanch habia deliberado de ir con la reina á aquel reino con poderosa armada, con color de poner en posesion à la reina: y jurarou, que no recibirian al duque, ui á sus gentes, sino fuesen todos en ello concordes y de un ánimo, y le resis-á legítimo administrador, y padre del infante don tiesen de suerte, que ni él ni sus gentes pudiesen salir con su propósito: si el rey de Aragon, ó el duque tuviesen por bien de enviar á la reina, ó les permitiesen venir por ella, la recibiesen como fieles vasallos debian recibir a su reina y señora natural: y si por ventura les restituyesen la reina y se cobrase, estuviese debajo del gobierno de los cuatro vicarios del reino. Esto juraron con graves penas, declarando, que el que lo contrario hiciese, fuese habido por traidor, y comenzaron á ponerse en órden para resistir al duque de Momblanch. Habia otra gran repugnancia en este hecho, que hacia mas difícil la empresa de parte del duque, que no solamente pretendian, que la reina se restituyese en su reino, pero entendian, que juntamente se trataba de su libertad y de la religion: porque estando aquella isla debajo de la obediencia del papa Bonifacio, y teniendo por cismático á Clemente, juzgaban, que no se pudo dispensar en lo del matrimonio de la reina: y que si el duque saliese con su intento, ellos volverian á ser gobernados por catalanes, y se reduciria aquel reino en lo espiritual á la obediencia de Clemente, que lo tenian por intruso en la sede apostólica y en esto estaban todos los barones y pue- | blos muy constantes y conformes. Teniendo aviso desto el duque de Momblanch, estando en Sitges el primero del mes de diciembre deste año, dando órden en apresurar su pasaje, envió á Sicilia dos barones muy principales, que eran de su casa y camareros suyos, para que tratasen con los vicarios y barones del reino, que se redujesen á la obediencia de la reina, pues era su señora natural, y del rey su marido y llevaban grandes poderes, para que en su nombre les ofreciesen la confirmacion de sus estados y otras mercedes. Estos eran don Berenguer de Cruillas y don Guerau de Queralt: y llevaban poder de lugartenientes de la reina, para juntar los barones y pueblos de su obediencia : : y llegaron á Sicilia en principio del año del nacimiento de nuestro Señor de mil y trescientos y noventa y dos. Lo primero que procuraron, fué asegurar Manfredo de Alagon, y toda aquella casa y linaje, que era de grandes señores, porque con ella creian, que tendrian tambien granjeada la de Claramonte: pues estas dos casas comprendian la mayor parte del reino y lo restante se reduciria muy fácilmente. Vióse don Berenguer con Manfredo de Alagon en Torvorbina á ocho del mes de febrero: y con él fuéron otros barones y caballeros principales, que eran Felipe de Veintemilla, Juan de Filinguer, don Mateo y don Blasco de Alagon, Roger y Nicolás de Lauria, Bartolomé, de Invenio maestre racional del reino, Juan de Taranto protonotario, Roberto de Bonfilis tesorero, y Bartolomé Ruso de Venecia. En presencia destos caballeros ofreció Manfredo, que estaba aparejado de prestar el juramento de fidelidad á don Berenguer en nombre de la reina: y don Berenguer juró, que la reina jria luego á su reino, y que el duque de Momblanch la acompañaría, hasta que toda la isla se redu

Martin, conde de Ejérica, marido de la reina, todas las ciudades y villas y castillos que tenia de la corona: y que entretanto los tendria en su nombre: y que el mismo homenaje harian don Artal y don Jaime de Alagon sus hijos: y que aquellos pueblos recibirian y obedecerian á la reina. Luego que esto se hubo asentado, se vino Manfredo de Alagon á Mecina en fin del mes de febrero, y allí se concertaron con él don Berenguer y don Guerau, y él y los barones que con él es| taban, ofrecieron de servir á la reina y al duque: yen su nombre, se obligaron los embajadores, que se confirmarian todos los privilegios de los reyes pasados à la ciudad de Catania y á los otros lugares, que estaban debajo de la gobernacion de Manfredo: y se ofreció la confirmacion del castillo de Yachi, que Manfredo te nia del santo padre, como miembro de la iglesia de Catania y de todas sus baronías y oficios y de los lugares y estado que eran de doña María de Alagon, hija del conde don Artal, con la confirmacion que Manfredo tenia de su tutoría, como se le encomendó por el conde don Artal: y tambien se ofreció remision à doña María, como heredera de su padre, de todo lo que habia recibido de las rentas reales. Intervino tambien promesa de confirmar á Antonio de Veintemilla sus baronías, y á Francisco de Valguarnera y á Juan de Filinguer, que eran yernos de Manfredo, las suyas y las de don Mateo y don Blasco y Artalucho y Juan de Alagon sus sobrinos, y otras baronías que eran de sus parientes y amigos, que fueron las de Abbo, Barresi, Roger y Nicolás de Lauria, Bartolomé de Invenio, y de los barones de la Rochela y de San Pedro, Luchila y Mazarino, y de otros muchos caballeros, á quien se confirmaron las baronías y feudos, para ellos y sus sucesores, y los oficios que tenian del reino y de la casa real. Desta manera comenzaron en la ciudad de Mecina, y por otras partes del reino, á ganar las voluntades de muchos barones, y se reducian á la obediencia de la reina, parte con esperanza de mejorar cada uno su partido, y otros con temor de la armada y poderoso ejército, que el duque tenia ya junto para esta empresa. Pero Manfredo de Alagon, y los de su linaje, y la mayor parte del reino, curando poco desto, se conformaron luego en ponerse en órden para resistir al duque de Momblanch, por sus particulares respetos, publicando, que la principal causa era, por no salir de la obediencia del papa Bonifacio. Con color destos tratos, el rey Ladislao, este año mismo, habiendo alcanzado dispensacion del papa Bonifacio, repudió á la reina Costanza de Claramonte, con quien babia sido casado: tomando por achaque, que su suegra estaba confederada con el duque de Momblanch, y para mayor afrenta suya, la casó con Andrés de Capua, conde de Alcavila: y él concertó matrimonio suyo con María.hermana del rey de Chipre, con quien estuvo casado poco tiempo, y por su muerte, casó con María, que habia sido casada con Ramon, hijo del conde de Nola, primer príncipe de Taranto, de los de aquella casa Ursina.

no, García de Latras y Gabriel de Faulo. Tambien pasó á esta guerra un señor muy principal deste reino, que era don Fernan Lopez de Luna tio del rey de

CAP. L.-Que el infante don Martin duque de Momblanch, pasó con muy poderosa armada á Sicilia, poner en la posesion de aquel reino al infante don Martin y á la Sicilia, hermano de su madre, señor de Villafeliz, reina dona Maria su mujer.

aunque no se nombra en esta primera expedicion. Eran hasta dos mil hombres de armas y muy lucidas compañías de gente de pié, y estuvo la armada en órden en Portfangós por el mes de febrero deste año de mil trescientos noventa y dos: y entre galeras y naves y otros navíos de armada, llegaban á cien velas: y salieron de aquel puerto en principio del mes de marzo: y con muy próspero tiempo pasaron al castillo de Caller, y de allí navegaron la via de Trapana y arribaron á la isla de la Faviñana la víspera de nuestra Señora y otro dia desembarcaron el rey, y la reina y el infante con toda su caballería en el puerto de Trapana, y fueron recibidos con gran fiesta de los barones y caballeros que estaban en su obediencia. Estaban mucho tiempo antes apoderados de la ciudad de Palermo los del linaje de Claramonte: y tenian el gobierno y cargo della y de aquella parte de la isla, Andrés de Claramonte, conde de Módica, y con él se puso á defender aquella ciudad y resistir á la entrada de los reyes Manfredo de Alagon: y como era la primera ciudad que les venia al encuentro y la cabeza del reino, pareció que se debia primero emprender: y pasó el duque con su ejército para cercarla: y los de dentro se pusieron en buena órden para resistir y defenderse, y salieron á dar algunos rebatos al ejército, y hubo entre ellos diversas escaramuzas y reencuentros, aunque no se escribe haber sucedido, en ellos cosa mas señalada, que ser muerto en uno dellos don Guerau de Cervellon, señor de la Laguna, que fue muy buen caballero. Hubo diversos tratos y pláticas entre aquellos capitanes y don Bernardo de Cabrera, para que se entregase la ciudad al duque: y finalmente la rindieron, segun parece en algunos anales, á diez y ocho del mes de mayo: y fueron presos Andrés de Claramonte, y Manfredo de Alagon, y don Jaime su hijo, y los mas principales de aquella casa de Claramonte. Con este suceso de haber perdido los dos mas principales señores de la isla, que eran la fuerza principal de los que resistian la entrada destos príncipes, pareció que se vencia la mayor parte de los rebeldes: y el primero del mes de junio siguiente degollaron á Andrés de Claramonte en una plaza delante de su casa por traidor y rebelde: y fue su estado confiscado á la corona real. En otras memorias parece que estuvo cercada aquella ciudad hasta, diez y ocho del mes de junio, y que aquel dia hicieron merced el rey y la reina, y el duque, á Ugo de Santapau del feudo de Lalia y de todo el estado que Manfredo de Alagon tuvo en Bicini, Licudia y Butera, y se le dieron todos los heredamientos de los que seguian á Manfredo, para él y sus descendientes, y por su muer te sucedió en aquel estado Galcerán de Santapau su hermano, de quien sucedieron los señores de aquella casa que es muy principal en Sicilia. Dentro de dos dias entraron los reyes en la ciudad y fueron en ella recibidos como vencedores: y aquel dia que fué á veinte del mes de junio, el infante como coadyutor de la reina y como padre y legítimo administrador del rey su hijo, hizo merced á don Bernardo de Cabrera del condado de Módica, que es un gran estado en aquel reino, porque. fué el que mas se señaló en esta jornada, y se hubo con gran valor en la acelerada expedi

La armada que se mandó juntar por el duque de Momblanch, para pasar con ella á Sicilia con el rey don Martin su hijo, y con la reina doña María, fué cual se requeria para una tal empresa como era sacar aquel reino de la sujecion de los tiranos y poner en pacífica posesion dél á sus señores naturales. Juntóse la mayor parte de la nobleza y caballería de Cataluña para servir al in fante en esta jornada, y muchos barones y caballéros de los reinos de Aragon y Valencia pero los que entre todos mas se señalaron y sirvieron con mas gente, fueron don Felipe Dalmao vizconde de Rocaberti, que murió en los principios de la guerra, y sucedió en su estado don Jofre su hijo, don Bernardo de Cabrera que fué el almirante y capitan general de toda la armada, y el principal autor y promovedor desta empresa, don Ramon de Perellós vizconde de Roda, mosen Guerau de Queralt, don Bernardo de Pinós, don Luis Cornel, don Berenguer de Vilaragut, don Ramon de Moncada conde de Agosta, don Roger de Moncada, mosen Ramon de Bages que era un muy principal caballero de Cataluña, mosen Ferrer de Abella, don Guerau de Cervellon, don Pedro de Fenollet vizconde de Illa: y las figuras destos caballeros parecen aun en el monasterio de nuestra Señora de Monserrat, que se dibujaron juntamente con los retratos del duque y del rey de Sicilia, como muy favorecidos y privados suyos y como señalados en aquella empresa. Pedro Tomic, que no solo concurrió en aquellos tiempos, pero intervino en los hechos, nombra la mayor parte de la caballería de Cataluña, que sirvieron en esta guerra: y entre los mas señalados son don Pedro y don Jaime hijos del conde de Prades, que eran de la casa real, don Antonio y don Pedro de Moncada, hermanos del conde de Agosta, y dos hijos suyos, que eran don Mateo y don Juan, don Bartolomé de Aragon, á quien se habia hecho merced de los lugares de Ficara y Galata, y del castillo de Brolio con Racudia y Librici, que eran de Conrado Lanza, que seguia á los rebeldes, don Ot de Moncada, y don Guillen Ramon, y don Pedro sus hijos, don Guerau de Rocaberti, y don Guillen Ugo de Rocaberti su hermano, don Berenguer de Cruillas y don Bernardo y don Juan sus hijos, Ugo de Santapau, don Guerau de Cervellon y don Berenguer Arnaldo de Cervellon su hermano, don Pedro de Queralt, don Guerau Alamaa de Cervellon, don Luis de Mur, don Guerau de Anglesola, don Ugo hijo del conde de Pallás, Nicolás de Abella, y Francés y Juan de Abella, don Guerau de Cervia, Francés y Jorge de Caramain. Del reino de Valencia escribe el mismo, que fueron don Gilabert de Centellas, y don Pedro y dou Jaime de Centellas, Olfo de Proxita y don Tomás y don Gilabert de Proxita, don Ramon y don Berenguer de Vilaragut, el vizconde de Manzanera y un hermano suyo, Pedro Pardo y Roch Pardo, don Bernardo de Riusec y don Galcerán de Riusec. Del reino de Aragon nombra el mismo Tomic á don Antonio de Luna y don Juan Martinez de Luna, don Lope de Gurrea, Martiu de Pomar y Pedro de Pomar, mosen Miguel Jimenez de Embun, Juan de Arbea y Pedro de Arbea su hermna-cion della, y fue gran parte para que aquella ciudad

se rindiese y no tentasen los rebeldes la postrera for→ tuna, y diósele aquel estado para él y sus descendientes. Ganada aquella ciudad pareció que se acaba ba la conquista de todo el reino, con poderosa mano, y haberse librado de aquella servidumbre que padeció estando en poder de tiranos tanto tiempo. En este medio don Artal de Alagon, hijo de Manfredo, se entró en Catania en la vigilia de san Juan Bautista, y se hizo en ella fuerte, no embargante que muchas ciudades y fuerzas principales se iban cada dia entregando, y se reducian los barones á la obediencia de los reyes, y anduvieron por la isla apoderándose de las plazas mas importantes, hacia la costa de mediodía. Estuvieron á veinte y ocho del mes de setiembre en Lentin y de allí pasaron á Castrojuan, que era una de las principales fuerzas, y mas importantes de aquella isla y encomendó el duque la defensa della á un caballero principal deste reino que se decia Ponce de Alcalá y de Entenza, que era su mayordomo: é hízole merced de la baronía de Palazolo en el val de Noto, con el feudo de Bibini, que habia sido de Mateo de Alagon, y sucedieron en él Maciota Blasco y Juan de Alagon sus hijos, que seguian á don Artal. No hubo lugar ni castillo que no se rindiese á los reyes ni quedaba ciudad principal, que no les diese la obediencia: y don Artal de Alagon reconociendo que estaba su persona á gran peligro, y la de sus sobrinos y valedores que eran muchos barones muy principales, no osó esperar en Catania, fuése á recoger al castillo de Yachi, y tenia sus tratos é inteligencias con la señoría de Génova y con el señor de Milan, para que le socorriesen con su armada y con algunas compañías de gente de armas: y los reyes se fuéron á aquella ciudad y residieron en ella algun tiempo, y comenzaron á poner en órden el estado de la isla.

CAP. LI.-De la armada que el rey don Juan mandó juntar con publicacion que queria pasar con ella á Cerdeña.

Estaban en el mismo tiempo las cosas de Cerdeña en gran peligro, y el rey habia enviado algunas compañías de soldados para socorrer los castillos que se tenian por él, y fué con ellas un caballero que sirvió al rey don Pedro su padre en las guerras que hubo en aquella isla, que se decia Jordan de Tolon. También Jorge de Planella, baile general de la isla, por mandado del rey dió sueldo á cuatrocientos soldados que llamaban sirvientes: y pasó á Córcega Asberto Zatrilla, para animar al conde Arrigo de la Rocha, y á los de su bando que persistiesen en la obediencia del rey contra Branca de Oria y Mariano juez de Arborea y porque parecia que el duque de Momblanch habia acabado su empresa, creyó el rey valerse de aquella armada para las cosas de Cerdeña, y pasó á Sicilia Estévan Salvador, camarero del rey, para dar sueldo á algunas galeras que estuviesen en la guarda de Cerdeña, y se diese todo socorro á los del Alguer y Longosardo: y el rey tenia sus inteligencias con las señorías de Venecia, Génova y Pisa, para que no diesen favor á los rebeldes. Deliberaba el rey pasar por su persona á esta empresa para la primavera siguiente con muy poderosa armada, y publicóse el pasaje por el mes de junio deste año y se puso el estandarte real en la ciudad de Barcelona con gran solemnidad como era costumbre cuando los reyes iban en semejantes expediciones y envió el rey por esta causa á mosen Ramon de Abella y á Galcerán Marquet, á las seño

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rías de Génova y Pisa, y á Niza y á la Proenza. Estaba el Alguer en gran peligro de rendirse, por falta de bastimentos: y el rey estando en la ciudad de Tortosa, á diez del mes de noviembre nombró algunas personas que asistiesen en Barcelona en ordinario consejo para proveer en todo lo necesario á la breve expedicion de su armada, y estos fueron don Guerau obispo de Lérida, don Gilabert de Cruillas, Asberto Zatrilla, Bernardo Buzo, Galcerán Marquet, Guillen de Torrente, Juan de Gualbes y Ferrer de Gualbes, y Guerau de Palou, Bernardo Sarra, Guillen Pujades, Berenguer Simon y Arnaldo Brancha, que eran ciodadanos de Barcelona: y estos tenian consejo ordinario y labrábanse á gran furia galeras en Barcelona, Valencia y Mallorca y mandó el rey que fuesen en esta armada mil y quinientos hombres de armas y doscientos de caballo, que llamaban embarretados, que hacian en Valencia y en Barcelona, cuyos capitanes nombró el rey que fuesen Francés Zagarriga, Bernardo Margarit y otros dos caballeros del reino de Valencia, que eran Vidal de Blanes y mosen Ramon de Abella y el rey se fué á la ciudad de Valencia, porque en el mes de diciembre deste año se publicó que el rey de Granada con quien se habia rompido, juntaba sus gentes, para venir á poner cerco sobre Lorca y hacer guerra contra el rey de Castilla. Este año á veinte y cinco del mes de mayo, se solemnizaron con gran fiesta en la ciudad de Barcelona, los desposorios de la infanta doña Violante, hija del rey de Aragon y de la reina doña Violante, con los embajadores del rey de Sicilia: y á cuatro del mes de junio siguiente, se celebró el matrimonio entre la infanta doña Juana, que era la hija mayor del rey y de la infanta Matha de Armeñaque su primera mujer, y Mateo conde de Fox, que vino á Barcelona con muchos señores y caballeros de Francia.

CAP. LII.—Que el rey sobreseyó su pasaje á Cerdeña, y se envió socorro al duque de Momblanch, por la retelion de los barones de Sicilia.

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Detúvose el rey en la ciudad de Valencia, desde el mes de diciembre pasado, hasta en fin del mes de mayo: y antes desto á siete del mes de marzo, por causa de la guerra que se movia por el rey de Granada, prorogó su pasaje á la isla de Cerdeña, hasta el mes de octubre siguiente y envió por capitan de las galeras que estaban en la guarda de la isla un rico hombre que se decis Ponce de Ribellas y en este medio, se proveyó de gente de caballo el castillo de Caller, ) de soldados y tambien se enviaron algunas compañías al castillo de Aguafreda, y Longosardo: y envió el rey al Alguer á Rodrigo Ruiz de Corella con otras compañías de gente de caballo y de pié. Mas como los rebeldes hiciesen mucho daño en los lugares que estaban en la obediencia del rey, se deliberó que el rey se hiciese á la vela en Portfangós, el primero del mes de agosto. En este medio andaban algunos tratos de concordia entre el rey y Brancaleon de Oria, y Mariano, juez de Arborea su hijo: y envió el rey á la isla de Cerdeña por esta causa á Julian de Garrius, que era su tesorero y de su consejo: mas no embargante la plática que se movió de concordia, los rebeldes pusieron cerco sobre el castillo de Longosardo, y fué combatido por mar por algunas galeras de Bonifacio, y por tierra por Brancaleon de Oria, y le pusieron en grande estrecho. Por esta causa el rey se vino á Tortosa por el mes de junio para dar priesa en su pasaje, y nombró

por capitan general de la armada á don Gilabert de Cruillas y mandó que se pusiese á punto para partirse á veinte y cinco del mes de agosto: y determinaba de embarcarse primero para pasar á la isla de Mallorca, y esperar allí á la reina doña Violante su mujer. Fueron apercibidos para ir con el rey deste reino, don Artal de Alagon y don Francés de Alagon, don Juan Jimenez de Urrea y de Atrosillo, que fué señor de Estercuel, y era tio de don Lope Jimenez de Urrea, don Alonso Fernandez de Ijar, don Antonio de Luna, Lope de Gurrea mayordomo del rey, Juan Perez Calvillo sobrino del obispo de Tarazona, y camarero del rey, Martin, Lope de Lanuza, y Pedro, y Ferrer de Lanuza, Galacian de Tarba, Arnaldo de Bardaxí, Berenguer de Bardaxí, Lope del Hospital, Arnaldo de Francia, Rodrigo Perez Abarca, Blasco de Azlor, Martin de Pomar, Gonzalo Perez de Pomar, Pedro Sanchez de Latras, Sancho Perez de Pomar, Ramon de Torrellas, Fernando de Galloz, Beltran Coscon, Pedro de Mur, Pedro de Caseda, y Juan Doñelfa, y otros muchos caballeros y ciudadanos de la ciudad de Zaragoza, y vinieron con buena compañía de gente don Ramon vizconde de Perellós y de Roda, y don Roger de Moncada gobernador del reino de Valencia, y don❘ Ramon de Rocafull, que era vasallo del rey de Castilla. Tratando el rey á gran furia de apresurar su pasaje, estando en Barcelona el primero del mes de setiembre, llegó á aquella ciudad mosen Berenguer de Cruillas, que fue enviado por el duque de Momblanch, para pedir socorro de gente, porque los barones de la isla de Sicilia se habian rebelado, y estaban todos en armas, y las cosas de aquel reino volvieron á tal estado, que se hallaban los reyes en gran peligro. Fueron los principales que se conjuraron contra el duque y contra los reyes sus hijos, estando en Catania, don Guillen de Peralta conde de Calatabelota, y Nicolás de Peralta su hijo, y estos se apoderaron de Castrojuan, Sutera, y del monte de San Julian: el conde Bartolomé de Invenio, Roger de Pasanito conde de Garsiliato, Manfredo de Alagon, Antonio de Esclafana, conde de Aderno. Esto fué por el estío deste año casi en un instante, y con ellos se rebelaron las mas ciudades y villas, y no perseveraron en la obediencia de los reyes, sino Mecina, Zaragoza, el castillo de Catania, á donde el duque y sus hijos se recogieron, el castillo de Agosta, la Licata, el castillo y villa de Termini, y castillo de Castrojuan, que es de los mas importantes y fuertes de toda la isla,, de donde se hacia la guerra con gran comodidad en diversas comarcas. Tras aquellos barones, se rebelaron despues don Guilien Ramon de Moncada, conde de Agosta, maestre justicier, y condestable de aquel reino, que tenia deudo con Manfredo de Alagon, por haber sido casado con doña Luebina de Moncada, que fué hija y heredera de don Pedro de Moncada, don Antonio de Veintemilla, conde de Golisano, y otros barones y caballeros muy principales, y al duque no le quedaba dentro en la isla, ni en sus gentes tal socorro, que pudiese prevalecer contra los rebeldes: y así se hubieron de recoger al castillo de Catania, y estuvieron cercados de los enemigos. Habiendo oido el rey á don Berenguer de Cruilias, entendiendo el estrecho en que estaban el duque su hermano, y los reyes sus sobrinos, respondió que él mandaria luego poner en órden su armada, y con ella deliberaba pasar á la isla de Cerdeña: y hallándose allí, proveeria de suerte que su hermano se tuviese por muy contento. Mas entendiendo don Berenguer

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que en aquello habia gran dilacion, y que no se podia el rey hacer á la vela tan presto como convenia socorrer á las cosas de Sicilia, suplicó al rey enviase á Sicilia ciertas galeras, que armaba el conde Arrigo para la guarda de las costas de Cerdeña y Córcega, y que fuese con ellas don Bernardo de Cabrera, que por esta causa vino luego á Barcelona, porque con ellas se daria gran socorro al duque y á todos los suyos: y el rey dijo que holgaba dello, pero entendia en esto con tanta remision y tan flojamente, que con depen➡ der del socorro la restauracion de las cosas de Sicilia, y de todo el estado de su hermano y de sus hijos, en ninguna cosa se resolvia, sino con el consejo de la reina: y en todas ellas se procedia con su consulta y parecer, estando ella ausente, de lo cual se seguia gran confusion en los negocios del estado y mucha turbacion: porque lo que un dia se determinaba, en otro se deshacia. Entónces comenzó á dar mayor priesa el rey en su partida: y publicó que seria en Portfangós para veinte de setiembre: pero ello se proveyó de suerte que el mes de noviembre estaba en Tortosa: y se hizo entonces una nueva publicacion de su pasaje, diciendo que iba á Sicilia y Cerdeña. Despues en Tortosa á doce del mes de diciembre se prorogó hasta el primero de abril. Visto por don Bernardo de Cabrera, cuán pesadamente se procedia en aquel negocio, y cuán remisamente lo trataba el rey siendo de tanta importancia, empeñó el estado que tenia en Cataluña, y recogió de diversos mercaderes hasta ciento y cincuenta mil florines, y dió sueldo á trescientos hombres de armas, y doscientos y cincuenta ballesteros á caballo, y con diversas compañías de catalanes, gascones y bretones, se puso en órden tan en breve, que dentro de pocos dias arribó á Palermo. Llevaba en su compañía muchos caballeros: y los principales que nombra Tomic, eran don Pedro de Cervellon, Roger de Orcau, y Arnaldo de Orcau su hermano, Berenguer de Vilamarin, Francés Zagarriga, Juan de Ezfar, Riambau, y Juan de Corbera, Alaman de Foxa, y sus hermanos Juan Fernandez de Heredia, Dalmau de Rocabruna, y otros muchos caballeros. Estaba la ciudad de Palermo rebelde, y de allí pasó la armada á Termini, que estaba en la obediencia del rey don Martin: y tenian cargo de su defensa, con algunas buenas compañías de gente de guerra, dos caballeros á quien el infante habia encomendado, que eran Gisbert de Talamanca y Ramon Riambau: y salió allí la gente á tierra: y don Bernardo de Cabrera emprendió una cosa de gran valor, que determinó de atravesar la isla con su gente, estando toda ella en poder de enemigos: y tomó, segun Tomic escribe, el camino de Castrojuan, que está en el medio de la isla, porque aquel castillo se tenia en la obediencia de los reyes, y pasó por la tierra adelante con tanto órden, como si estuviera pacífica, que fué una de las mas señaladas cosas que sucedió en aquella guerra: y fué atravesando la isla hasta llegar á socorrer al duque, que se habia recogido con sus hijos en el castillo de Catania, y púsose cerco contra la ciudad. En este medio el rey don Juan se detuvo en el castillo de Amposta y en Tortosa y Peñíscola el mes de noviembre, y parte de diciembre deste año: y estando en Peñíscola á veinte y uno del mes de diciembre, nombró por su lugar teniente general en las islas de Cerdeña y Córcega, al conde Arrigo de la Rocha y pasó allá con alguna gente para socorrer al Alguer, y hacíase gran ademan de querer el rey enviar con su armada

toda la artillería de ingenios y lombardas que el con→ de de Ampurias tenia en su estado, que era mucha y muy buena para en aquellos tiempos. En este año, estando las cosas de Sicilia en harta necesidad, enviaron el duque de Momblanch, y el rey don Martin de Sicilia, en socorro del rey de Nápoles, cuatro galeras muy bien armadas, é iba por capitan dellas Pedro de Planell, vicealmirante del reino de Sicilia, y por general de la gente Guerau de Queralt. De Peñíscola se fué el rey á la ciudad de Valencia, á donde tuvo la fiesta del año nuevo de mil y trescientos y noventa y cuatro. Ántes desto, se habia ya el rey determinado de no pasar con su armada, y en➡ viarla á Cerdeña y Sicilia: y nombró por capitan general á don Pedro Maza de Lizana : pero ántes que se hiciese á la vela, el rey le mandó hacer juramento y pleito homenaje, á instancia de los concelleres de la ciudad de Barcelona, y á don Gilabert de Cruillas, que iba con parte de la armada, que no harian daño ni guerra á ningunas gentes que estuviesen en paz ó tregua con el rey, porque así se acostumbraba entonces, que los capitanes generales de las armadas del rey daban grandes seguridades de no hacer daño á sus aliados ó con quien tenian treguas. Despues de ser partida esta armada, don Roger de Moncada, que era camarero de la reina dona Violante, armó ciertos navíos para pasar con algunas compañías de gente de armas á su suel→ | do á Sicilia, para ir á servir al duque: y esto era en Valencia en fin del mes de febrero deste año, porque se tuvo aviso que el duque estaba en muy gran trabajo, y en el mismo tiempo Brancaleon de Oria tenia cercado el Alguer y los castillos de Caller, y Longosardo estaba en muy estrecha necesidad y en gran peligro. Era la armada que llevaba don Pedro Maza, segun Pe dro Tomic escribe, de veinte y cinco galeras, é iban en ella muchos caballeros principales del reino de Vadencia y Aragon, y los que aquel autor nombra por mas principales y señalados, eran, Ramon de Abella, Olfo de Proxita, y don Gilabert y don Tomás de Proxita sus hermanos, y los de Vilaragut, Pedro de Marradas, Pedro Andrés Castellá y Francés Castella su hermano, Pedro de Marcilla, y Mosen Garcia, de Sayas, Pedro de Lujan, Mosen Fernando Muñoz, Pedro de Ariño y Miguel de Ariño. Arribó esta armada en el puerto de Marsala, y fué combatido el lugar y entrado por fuerza de armas, porque era rebelde, y puesto á saco, y de allí discurrió la armada por la costa de me→ diodía, y fué á surgir á Catania, que estaba cercada por el duque de Momblanch y por el rey su hijo y las cosas estaban en tanta necesidad, que no la padecian menor los que tenian cercada aquella ciudad, porque al-mismo tiempo que llegó la armada, segun Tomic afirma, los de Mecina se llevaban al infante en una galera co que él se habia recogido. Lo que por otras memorias parece es, que el duque con dos galeras de Mecina, cuyos capitanes eran Nicolás Danso y Antonio Falco, y con otras dos de catalanes, cuyos capitanes erán Moles y Encases de Mallorca, con Ramon Jamar, se fué á Mecina: y la armada de don Pedro Maza, ilegó á Zaragoza, y el rey se fué á juntar con ella al puerto de Agosta, y juntos vinieron á poner el cerco sobre Catania. Anduvieron diversos tratos entre don Bernardo de Cabrera y el conde don Artal de Alagon, que fué hijo de Manfredo, hermano del conde Artal el viejo, que estaba en su defensa: y concedia el infante en nombre de los reyes, perdon general á todos los que estaban en Catania, y los dejaba en sus bienes, y el

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mismo dia que don Bernardo y el conde de Artal hablaron sobre ello, el conde refirió en público á los de Catania lo que se ofrecia de parte del infante, y que dón Bernardo se pondría en rehenes hasta que se hubiese cumplido. Pero estaban los de Catania tan obstinados en su porfía, que respondieron al infante, que ellos no eran los que le defendian aquella ciudad y se la tenian, sino aquellos sus ciudadanos que estaban fuera, que él tenia en su real, que por sus malos tratos y medios se la habian hecho perder: y si no fuera por sus instigaciones le hubieran hecho tales servicios, que por ventura ninguno de sus pasados los hizo ma. yores a los reyes sus predecesores, y se dispusieran de obedecer al infante y á sus hijos, como á sus señores naturales. Decian que entonces ellos estaban determinados de comerse áutes los brazos, que permitir que ningun catalan entrase en su ciudad, así por los enormes escesos que habian cometido contra ellos, de los cualos diversas veces se habían querellado y lamenta do al infante, como porque el santo padre de Roma los tenia por públicos enemigos y rebeldes de la fé católica: como se podria, informar el infante de ciertas letras que le enviaban de un legado del papa. Amenazaban que en caso que el conde don Artal intentase alguna novedad, que ellos harian dentro y fuera de aquel reino, quien los amparase sin él: concluyendo, que si querian ser señores de Sicilia, se sirviesen de sicilianos: porque ellos estaban determinados de morir todos antes que verse despojados de sus bienes, y se diesen á personas estrañas, que ni eran vasallos, ni servidores de la corona de Sicilia: y que por ser esta su final intencion, no querian enviar al infante sus mensajeros como la pedia. Pero esta confianza nacia del socorro que estaban esperando cada dia, porque te❤ nian los barones de la isla junta toda su gente, y movian para ir á dar la batalla al infante: y como supieron que su gente habia desembarcado, no osaron pasar adelante, y luego se derramaron. Púsose el cerco contra Catania por todas partes, y comenzaronla á combatir bravamente, y rindióse al rey dentro de breves dias á partido, y el conde don Artal de Alagon, y don Fadrique de Aragon, que estaban dentro, y otros muchos barones, se fueron con algunas galeras á Génova, y de allí al conde de Virtud para procurar de llevar algun socorro á Sicilia. Estando entonces sobre Catania á tres del mes de junio, hizo merced el rey de Sicilia á don Fernan Lopez de Luna su tio del condado de Girachi, que había sido confiscado por la rebelion del conde Enrique de Veintemilla, y diósele en recompensa de los lugares de Mistreta, Pelineo y de la Mota, y de otros lugares; pero estas donaciones duraban poco, porque ó se concedian ó se revocaban con la misma facilidad que aquellos barones se rebelaban 6 se reducian. Sucedió tambien, estando aquela ciudad cercada, que don Antonio de Veintemilla, conde de Golisano, que sucedió en aquel estado al conde Francisco de Veintemilla su padre, fué à cercar & don Berenguer Arnal de Cervellon, que estaba en el castillo de Nicoxia, y el infante envió á don Guerau Alaman de Cervellon, y á Ramon de Bages con sus compañías de hombres de armas en su socorro, y ha biéndole socorrido, pasando al castillo de Castrojuan, que se tenia por el rey don Martin, salióles el condeal encuentro, y hubo entre ellos una muy reñida batalla, y quedó el conde con la victoria, y fueron aquellos barones presos. Pero no pasaron muchos dias ántes que se rindiese Catania, que Ugo de Santapau fue

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