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y todos estaban muy heredados en los reinos de Cas-
tilla y Aragon, y don Fernando tuvo el señorío de
Calatayud y Daroca en honor, y fué padre de don
Pedro Fernandez de Azagra señor de Albarracin.
CAP. XLII. Del reconocimiento que Gaston vizconde de
Bearne hizo al rey, por aquel estado.

con los reyes de Castilla y Leon, y aquello era difícil
de conquistarse en contradiccion de tan poderosos
príncipes y de los infieles. Mas como su ánimo no se
podia encerrar dentro de aquellos límites, emprendió
de apoderarse de la ciudad de Badajoz, que era de mo-
ros y de la conquista del rey don Fernando de Leon,
pero el rey de Leon juntó un buen ejército, y fué con-
tra el rey de Portugal, y hubieron una batalla en la
cual fue el rey don Alonso vencido y preso; y en la
concordia que asentó con el rey de Leon, porque pu-
siese su persona en libertad, fuéle forzado dejar
dajoz y toda la tierra que tenia debajo de su señorío
desde Miño al castillo de Lisboa.

CAP. XLI.-Que don Pedro Ruiz de Azagra defendió el
señorio de Albarracin, sin reconocer vasallaje á los
reyes de Castilla y Aragon.

Estando el rey de Aragon en Huesca, en el prin→ cipio de febrero de mil ciento ochenta y siete, vino á su corte Gaston vizconde de Bearne, y le hizo recoBa-nocimiento por aquel señorío, como la vizcondesa doña María su madre, y le prestó homenaje como vasallo por sí y por sus sucesores, por toda la tierra de Bearne y Gascuña, exceptuando algunos lugares que tenia Ricardo conde de Putiers hijo del rey de Inglaterra, y prometió de le valer y servir con su persona y vasallos, contra cualesquiera príncipes sus enemigos, no siendo entre ellos Ricardo, que sucedió en el reino de Inglaterra poco despues desto, por la muerte del rey Enrique su padre. Por este tiempo Saladino, que habia entrado en el reino de Jerusalen con gran multitud de alárabes, hizo grau estrago en la tierra, y puso cerco contra la ciudad de Tiberiade, y venció á los cristianos en batalla, y prendió á Guido de Lusiñano rey de Jerusalen y al maestre del Temple, y cercó la ciudad de Jerusalen y se le rindió á dos dias del mes de octubre deste año; y fué ocupada por los infieles, ochenta y nueve años despues que la cobraron los cristianos en la primera conquista. Salieron de la ciudad por partido y concierto de los latinos, y la reina de Jerusalen, y quedaron en ella todos los cristianos de las naciones de Grecia, Siria y Armenia, y de las sectas de los jacobitas, georgianos y nestorianos; y fué cosa notable y advertida por hombres curiosos de semejantes acaecimientos, que habiendo sido el emperador Eraclio, el que en tiempo del papa Urbano segundo, ganó la cruz en que nuestro Salvador padeció muerte, se perdió en este tiempo, siendo patriarca del mismo nombre Eraclio, y Urbano tercero sumo pontifice.

Don Pedro Ruiz de Azagra en este tiempo andaba mas de lo que solia alborozado con gente de guerra y con los mas de sus deudos y vasallos, se hizo fuerte en Albarracin, porque se temia del rey de Castilla. Era tan valeroso y ayudábale en tanta manera el sitio y fortaleza de aquel lugar, que podia con sus amigos y vasallos defenderse si alguno de los reyes de Aragon 6 Castilla dejaba de valerle, sin que hiciese reconocimiento como vasallo á ninguno dellos. Sucedió que pretendiendo cada uno de los reyes, que era su vasallo y natural, dejaba de serlo de entrambos, diciendo que no debia naturaleza ni vasallaje á ningun príncipe del mundo, y que estaba fuera de su señorío, nombrándose vasallo de Santa María y señor de Albarracin como lo acostumbraron sus sucesores. Cuando los reyes estaban entre sí discordes, que era lo mas ordinario, don Pedro tenia su partido bien seguro, porque cada uno le codiciaba para sí por ser tan oportuno y cómodo aquel lugar para ofender con su ayuda á su contrario. Tenia en Castilla, Aragon y Navarra, muchos parientes y amigos; y si acaecia que los reyes estaban en gran amistad y conformidad, él se acogia á su tierra y á aquella ciudad, como á muy cierta y segura guarida. Era tan prudente y astuto, que mas se guardaba en el tiempo de la paz que en la guerra, y con esto nunca el rey de Aragon, ni el de Castilla, siendo tan poderosos reyes, habiéndose confederado contra él para destruirle y echarle de la tierra, y apoderarse della como está dicho, pudieron ser parte para acabarlo; lo que no sé si es mayor hazaña que de caballero español haya quedado en la memoria de los nuestros. Muchas veces deliberaron entrambos reyes por esta causa de perseguirle hasta echarle de sus señoríos; mas como se trataba junta mente del derecho de aquella ciudad, y el que tenia el rey de Aragon, era muy notorio por ser de su conquista, como ya estaba reconocido, queria mas el rey de Castilla que estuviese Albarracin en poder de don Pedro, á que se entregase en manos del rey de Aragon, y por otra parte reputaba á injuria su desobediencia y soberbia, y deseaba su daño, y no se ofrecia ocasion como emprenderlo de manera que no se siguiesen mayores inconvenientes. Viéronse en Agreda por esta causa los reyes, por el mes de enero de mil ciento ochenta y seis y allí se determinaron que no recibiesen de allí adelante, ni acogiesen en sus reinos á don Pedro ni á ninguno de sus hermanos ni gentes, excepto á don Gonzalo Ruiz de Azagra, vasallo del rey de Castilla. Fueron los hermanos de don Pedro, don García, don Martin, don Gonzalo, don Rodrido y don Fernando;

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CAP. XLIII. De la concordia que se trató entre el rey don Alonso de Aragon y don Sancho rey de Navarra. Celebró el rey cortes á los aragoneses en el año de mil ciento ochenta y ocho en principio dél en la ciudad de Huesca, y volviendo á Zaragoza con la reina doña Sancha su mujer, estando en su corte don Ramon de Castellezuelo, obispo de Zaragoza, don Ricardo obispo de Huesca, don Juan obispo de Tarazona, don Berenguer de Entenza, don Fernando Ruiz de Azagra, hermano de don Pedro Ruiz de Azagra, señor de Albarracin, don Garci Ortiz, Sancho Duerta mayordomo del rey, don Artal de Alagon, don Pedro Cornel, Aznar Pardo, Jaime de Vergua, Pedro Sese justicia de Aragon, y otros muchos ricos hombres y caballeros del reino; vinieron al rey embajadores de don Sancho rey de Portugal, para confirmar de nuevo las paces y confederaciones que tenian; y porque el rey don Alonso queria que se comprendiese en ellas el rey don Alonso de Leon y de Galicia, hijo del rey don Fernando y de doña Urraca, hermana deste rey de Portugal, y se concordasen con él, envióle á requerir sobre ello por sus embajadores, y con esto por entonces no se tomó con el rey de Portugal nuevo asiento, hasta que ambos estuviesen unidos; y procuró de traer á esta liga al rey de Navarra, por la sinrazon que le habia hecho el rey de Cas

voluntad y consentimiento de todos. No se declara por los autores mas antiguos, si fué en este tiempo, cuando el rey de Aragon entró con muy poderoso y gran ejército por el reino de Castilla, haciendo cruel guerra y estrago por los lugares de las fronteras; y saliendo el rey de Castilla contra él por la parte de Agreda, entró en Aragon, destruyendo y talando todos los lugares por donde pasaba; y sabido por el rey de Aragon, movió contra aquella frontera muy apresuradamente, y dió batalla al rey de Castilla, en la cual quedó vencedor, y siguió el alcance y victoria;

migos murieron en aquella batalla, fueron presos cuatro mil personas, y cobróse el despojo y presa que llevaba, que era muy grande.

CAP. XLV. - Como redujo el rey á su obediencia á Armengol conde de Urgel; y que dió el condado de Bigorra al vizconde de Bearne, en dole con la hija del conde de Comenje.

tilla, en no le guardar los capítulos y convenciones que ↑ daron aliados de no hacer paz ni tregua, sino de entre ellos hubo, sobre la pretension del reino de Navarra y su conquista; en la cual habia sobreseido el rey de Castilla, despues que cobró á Logroño, Navarrete y Briviesca, y otros lugares que tenia el rey don Sancho, y fué esto fácil de acabar con el rey de Navarra, porque se tenia por muy agravia- | do en haber perdido aquellas villas que pretendia | pertenecerle, con toda la tierra hasta los montes de Oca. Concertaron de verse el rey de Aragon y Navarra, sobre esta razon en Borja, á donde vino el rey don Sancho á siete de setiembre de mil ciento noventa, y allí se confederaron de se valer y ayudar contra ely allende el grande número de gente que de los enerey de Castilla, y defender y amparar cada uno el reino y tierras del otro; y para mayor seguridad, puso el rey de Aragon en manos y poder de don Fer- | nan Ruiz de Azagra, que tenia los honores de Daroca y Calatayud, los castillos de Borja, Malon, Sos, Ruesta y Pitillas; y el rey de Navarra, otros cinco castillos, que fueron Santa María de Uxue, Valtierra. Ablitas, Montagudo y Castellon de Sangüesa, y se entregaron primero á los porteros reales, y despues se pusieron en poder de don Fernan Ruiz, para que los de Navarra los tuviesen por el rey de Aragon, y los de Aragon por el rey de Navarra; y en caso que no se guardasen las posturas, y quebrantasen las convenciones que tenian asentadas, se rindiesen por don Fernan Ruiz los diez castillos al rey por quien no quedase de cumplirlo; y cuando don Fernan Ruiz no quisiese tener estos castillos, fué concertado, que los del rey de Aragon se entregasen con las mismas condicio nes á uno de cuatro ricos hombres de Aragon, á quien el rey de Navarra los quisiese entregar por mano de sus porteros, que fueron don Artal de Alagon, Sancho Duerta, Aznar Pardo, Miguel de Santa Cruz. Por la misma suerte, los del rey de Navarra se habian de entregar á uno de cuatro ricos hombres que el rey de Aragon eligiese de aquel reino, y fueron nombrados, Pedro de Cascante, Bartolomé de Rada, Lope de Valtierra, y Almoravid; y así lo juraron el rey don Alonso y el infante don Pedro su hijo, y el rey de Navarra y su hijo el infante don Sancho, y ambos reyes hicieron pleito homenaje á don Fernan Ruiz. En el mismo mes estando el rey en Daroca, se tornaron á confirmar estos capítulos, y los ricos hombres lo juraron de hacer guardar y cumplir; y en caso que se quebrantasen, dejarian al rey y reino, éirian á servir al otro rey. Los de Aragon fueron don Artal de Alagon, don Pedro Cornel y don Jimeno Cornel, Miguel de Balmazan, Aznar Pardo, Sancho Duerta, don Lope Ferrench de Luna, Pedro de Estada, Pedro Sese, que fué justicia de Aragon, y gran privado del rey. Del reino de Navarra, Iñigo de Oriz, Almoravid, Miguel de Lerat, Pedro de Cascante, Bartolomé de Rada, Lope de Valtierra mayordomo del rey, Pedro Ladron. En este mismo año parece por memorias de aquellos tiempos, que el rey subió al condado de Ribagorza, y tuvo cercado el castillo de Montañana.

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Despues desto, en el año siguiente de mil ciento noventa y dos estando el rey en Tarragona, por el mes de abril, confirmó á Armengol conde de Urgel, la donacion que el príncipe de Aragon su padre hizo al padre del conde, de la ciudad de Lérida en feudo, y de las villas y castillos de Aitona y Albesa; y en recompensa de la quinta parte de Lérida, que el príncipe de Aragon habia dado á la órden del Temple, dió el rey al conde de Urgel, los castillos y villas de Gebut y Mequinenza, y así parece, que redujo el conde á su servicio, y dejó de dar favor á Ponce de Cabrera su adversario. Tambien en este mismo año por el mes de setiembre, dió el rey á Gaston vizconde de Bearne, todo el condado y tierra de Bigorra con la hija de Bernardo conde de Comenje, nieta de Centullo conde de Bigorra, que era su prima, y aquel estado en defecto de varon, pertenecia al rey por razon del feudo. Diósele con esta condicion, que en caso que muriese sin dejar hijos varones legítimos de la condesa, que era menor de edad, volviese el condado de Bigorra al rey y á sus sucesores, dejándole el estado durante la vida del vizconde, ó dándole cincuenta y cinco mil sueldos morlaneses, como al rey bien visto fuese; y reservóse el rey todo el Val de Aran con sus términos, y que se hiciese á los reyes de Aragon homenaje por el castillo de Lorda, y por todos los castillos y fortalezas del condado, y se entregasen por los vizcondes de Bearne, airados ó pagados, segun la costumbre de España. Dió el rey por este mismo tiempo á la órden del hospital de Jerusalen, y al maestre, que llamaban entonces de Amposta, y se decia Armengol de Aspa, la villa de Caspe, que está junto á las riberas de Ebro en los confines de los edetanos, ilergetes é ilergaones, en una region muy abundosay fértil, y fué en su tiempo esta orden muy heredada en este reino. Esto fué estando el rey en Huesca, en el mes de marzo del año de la Natividad de mil ciento noventa y tres. En el año de mil ciento noventa y cuatro á diez y seis del mes de febrero fué muerto por don Guillen Ramon de Moncada, segun parece en antiguas memorias, don Berenguer arzobispo de Tarragona, que era del linaje de Vilademuls, que fué muy noble en el principado de Cataluña; y en el mes de junio siguiente murió don Sancho rey de Navarra, que llamaron el Sabio, y fue muy valeroso príncipe. Este dejó de la reina su mujer, hija del emperador don Alonso

á don Sancho que le sucedió en el reino, y al in-
fante don Fernando, que le arrastró un caballo, y
murió sin dejar hijos. Tuvo tres hijas, la primera lla-
maron Berenguela, que casó con Ricardo rey de In-
glaterra, y murió sin dejar sucesion, doña Teresa que
murió doncella, y doña Blanca, que casó con Tibal-
do conde de Champaña, padre de Tibaldo que suce-
dió despues en el reino de Navarra.

CAP. XLVI.-De la batalla en que fué vencido el rey don
Alonso de Castilla por los moros, junto à la villa de
Alarcos.

Como en España cada dia iban perdiendo tierra los infieles, el miramamolin de África, que era el señor universal de los moros de poniente, llamado Jucef Mahozemut, enviaba continuamente gente de guerra, para defender los reinos y señoríos que en ella poseía; y en este tiempo pasó gran poder y número de moros. Este Jucef era nieto de Abdelmon, principal caudillo de los moros, que se llamaron almohades, que se levantaron contra los almoravides en tiempo del emperador don Alonso rey de Castilla, y los echaron del señorío de África, siendo reyes y señores de toda la tierra. Fué vencido y muerto su rey Abohali, y quedaron apoderados en el señorío de toda África, y pusieron la silla de su imperio en Marruecos; y en el tiempo del mismo rey de Castilla pasaron á España y quedaron pacíficos señores de todos los reinos y señoríos que los almoravides en ella poseian, sin hacer entónces otro daño en tierra de cristianos. Estos almohades con su miramamolin Jucef, llegaron á Sevilla con gran ejército, y la ocuparon, y de allí movieron por la campiña de Córdoba, y pasaron adelante hasta llegar á la sierra, de la cual se enseñorearon, ganando los mejores lugares y castillos que por ella habia. Era tan grande el poder del miramamolin, que quedaron debajo de su señorío los reinos de Tremecen, Marruecos, y Tunez, y toda la Andalucía, y nunca pasaba á España, segun el rey don Alonso el diez escribe, con menos de cien mil de caballo, y en esta sazon tenia muy grande disposicion de hacer mucho daño en la conquista contra los reyes de España; señaladamente por tener el rey de Castilla guerra con los reinos de Leon, Portugal y Navarra, y algunas veces con el de Aragon, y era tan grande la miseria de aquellos tiempos, que segun el mismo rey don Alonso el diez escribe, pasaban con el miramamolin, y se juntaban con él unas veces ricos hombres, y otras el infante don Pedro de Portugal, y el rey de Navarra; y esto no nos causa tanta admiracion, como cuando oimos, que el conde Julian trajo los moros á España, porque fué causa de su perdicion, y si bien lo considerásemos, no es ménos de maravillar, pues estuvo en este tiempo tan cerca de perderse, porque el rey don Alonso no era mas de rey de Castilla y de Toledo. Pero él fué de tanto valor, y en la necesidad sus ricos hombres le sirvieron con tanta lealtad, que pudo resistir á la mayor pujanza de la morisma de aquellos tiempos, aunque se vió en tanta tribulacion y peligro. Cuando supo que los moros venian con propósito de pasar adelante por estorbar el grande daño y estrago que en la tierra hacian, ayuntó toda la gente que pudo, y movió contra ellos por les dar batalla, caminando muy apresuradamente á les tomar el paso, por donde pensó que habian de entrar, y llegó hasta la villa de Alarcos con demasiado ánimo, no queriendo esperar á sus gentes que le iban á servir en aquella guerra, y hubo batalla entre ellos; la cuál fué muy

cruel y sangrienta, y en ella quedó vencido el rey don Alonso, y los suyos. Fué esta batalla á diez y ocho del mes de julio, del año mil y ciento y noventa y cinco, de la cual sacaron al rey los suyos casi por fuerza, y le pusieron en salvo, habiendo determinado de morir en el campo peleando.

CAP. XLVII.-De la muerte del rey don Alonso de Aragon, y como dispuso de sus señorios.

Por el mes de marzo del año siguiente, estando el rey de Aragon en Zaragoza, se procuró de reducir á su obediencia á don Pedro Jimenez de Urrea, que se tenia por agraviado dél, por le haber quitado el honor de algunos lugares que tuvo su padre, en los cuales pretendia suceder, y se concordó con él, por medio de don Artal de Alagon, alférez del rey, y de Jimen de Artusella, á quien habia hecho merced el rey del puerto de Salou y de otros heredamientos en el campo de Tarragona, que era muy favorido y privado suyo, y de Galindo de Antillon, Guillen de Agramonte, Jordan de Pina y de otros ricos hombres, y fué á su servicio. De allí partió para la ciudad de Lérida, á donde vinieron el maestre de la caballería del Temple, en las provincias de ultramar, que se decia fray Gilberto Horal, y Ponce de Rigaldo, maestre en el reino de Francia, y Arnaldo de Claramonte, que era maestre de la misma órden en la Proenza, y en algunas provincias de España; y ante ellos y en presencia de Pedro de Colonge comendador de Tortosa, y de Bernardo de Soron comendador de Garden y de Ramon de Garob, y Ponce Menescal, comendadores de Monzon, y de Ramon Ferradella comendador de Corbins, y de fray Folch comendador de Azcon, dió el rey á su órden las villas y castillos de Alhambra y Orrios, y la Peña de Ruy Diaz, que se dijo tambien la Peña del Cid. Esto fué por el mes de abril, de allí partió el rey para Barcelona, y pasó á Perpiñan, á donde fué agravado de una larga dolencia, de la cual falleció, á veinte y cinco de abril del mismo año, teniendo sus reinos y señoríos en grande paz, no solamente los desta parte de los montes Pirineos, pero el condado de la Proenza, y los otros estados de Francia, reconociéndole como á señor soberano en todo Bearne, Cascuña, Bigorra, Comenge, Carcasona, Beses, y Mompeller. Tuvo de la reina doña Sancha tres hijos, al infante don Pedro, que quedó sucesor en el reino de Aragon, y en el principado de Cataluña, y en los condados de Rosellon y Pallás, y en todo el derecho que le pertenecia desde la ciudad de Beses, hasta los puertos de Aspa; y al infante don Alonso, que fué instituido heredero en el condado de la Proenza, Aimillan, Gavaldan y Redon, y en el derecho que le competia sobre Mompeller, de que el señor de aquella villa le habia hecho reconocimiento. Al tercero hijo, que llamaban Fernando, dedicó para que fuese monge de la órden de Cister en el monasterio de Poblete, que él habia dotado de grandes rentas, y se comenzó á fundar en tiempo del príncipe don Ramon su padre, á donde el rey don Alonso se mandó enterrar; y fué de allí adelante dedicado para las sepulturas de los reyes de Aragon, como antes lo habia sido el monasterio de San Juan de la Peña. Dejó al infante don Pedro debajo del poder y tutela de la reina doña Sancha su madre, ordenando que ella gobernase y poseyese sus estados y reino, hasta que fuese de edad de veinte años. Tuvo cuatro hijas, de que en su testamento no hace mencion: la primera doña Costanza, que estaba casada con Emercio rey de Ungría, que des

pues casó con el emperador Federico rey de Sicilia, y doña Leonor, y doña Sancha, que casaron con padre, é hijo, ambos condes de la ciudad de Tolosa, y doña Dulce, que fué monja del monasterio de Jijena, de la órden de San Juan, que es una muy insigne y real casa que él y la reina doña Sancha su mujer, fundaron cerca de Sariñena, junto á las riberas del rio Alcanadre, de religiosas, hijas de ricos hombres y caballeros principales. Por enmendar el rigor del testamento de la reina doña Petronila su madre, que en la sucesion del reino de Aragon excluyó las hijas, admitió las suyas, en caso que muriesen sus hijos sin dejar herederos varones, y las llamó á la sucesion del reino. Fué príncipe muy piadoso y caritativo, y dejó grandes rentas á los monasterios y órdenes de su reino, principalmente á los del Temple y San Juan, y era tan honesto en su vida y costumbres, que mereció sobrenombre de Casto. En el mismo año que falleció el rey don Alonso hubo gran hambre y pestilencia en el principado de Cataluña.

CAP. XLVIII. De las cortes que se convocaron en la villa de Daroca, á donde tomó el infante don Pedro la posesion del reino.

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cef, despues que supieron que era vencido en Alarcos se recogieron y comenzaron de hacerle guerra dentro en su reino; y entonces el rey Jucef pasó con muy poderoso ejército á poner cerco sobre Toledo, y llegó á cercar á Cuenca. Por esta entrada de los moros, el rey don Pedro mandó juntar toda la gente de guerra en Daroca, que era la principal fuerza de sus fronteras contra los moros y la mas importante. En el año siguiente en el reino de Aragon y principado de Cataluña, comenzaron algunas disensiones y discordias entre los ricos hombres que se partieron en dos bandos, por las diferencias que habia entonces entre Armengol conde de Urgel, y Ramon Roger conde de Fox ; el cual con los caballeros de su parcialidad entró hasta Urgel y tuvo la ciudad cercada, y la entró por fuerza de armas, y hizo mucho daño y estrago en aquellas comarcas, de que se siguieron grandes novedades y alteraciones en Cataluña.

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Á diez y seis de mayo deste mismo año, se cele- En este tiempo, siendo el rey de Aragon de edad braron en Zaragoza las honras y exequias del rey don para regir sus reinos, estando en Zaragoza vinieron á Alonso, y el mismo dia fueron por el infante don Pe- su corte el obispo don Ramon de Castellezuelo, fray dro su hijo, confirmados los fueros, usos, costum- Pedro de Montagudo, maestre del Temple, don Jimebres y privilegios del reino de Aragon, que el rey don no Cornel mayordomo del rey, don Miguel de Luesia Alonso el primero y el rey don Ramiro y el príncipe alférez, don Blasco Romeu, don Guillen de Castelledon Ramon Berenguer les habian concedido estando zuelo, don Bernardo de Benavente, Atorella, Pedro presentes don Ramon de Castellezuelo obispo de Zara- Sese, don Artal de Alagon, don Pedro Gutierrez, Asagoza, don García Frontin obispo de Tarazona, don lido de Gudal, Guillen de Tarba repostero del rey y Gombal obispo de Lérida, don Ricardo obispo de otros ricos hombres y mesnaderos, y comenzó por su Huesca, don Fernan Ruiz de Azagra, que sucedió en persona á entender en el gobierno y administracion el señorío de Albarracin á don Pedro Ruiz su hermano, de la justicia. Pero desde el principio de su reinado don Guillen de Castellezuelo, mayordomo de la corte nació gran disension y discordia entre él y la reina del rey, señor en Huesca, don Pedro Ladron alférez, doña Sancha su madre, de que se recrecieron granseñor en Teruel, don Artal de Alagon, don Pedro des alteraciones en el reino, y la reina estuvo con muCornel, don Jimeno Cornel, don Berenguer de Enten- cho temor y recelo de su hijo y no fué tan servida za señor en Calatayud, don Martin Perez de Villel ni acatada de sus privados y ministros, como fueseñor en Foces, don Garcia Ortiz señor en Aranda, ra razon; y no se fiaba de su hijo y se habia recodon Pedro Jimenez de Urrea señor en Urrea, García gido á los lugares fuertes, que eran suyos, que se hade Albero, Miguel de Santacruz, don Jimeno de Rada, bian alzado por ella, apartándose de la obediencia don Bernardo de Benavente, Ramon de Estada, y y señorío del rey. Por causa desta discordia se vieotros ricos hombres y caballeros del reino; y para el ros los reyes de Aragon y Castilla, y la reina doña mes de setiembre siguiente, fueron llamados á cortes Sancha en Hariza, el último dia del mes de setiembre en la villa de Daroca los prelados y ricos hombres, del año de mil y doscientos; y allí se concordaron, que mesnaderos y caballeros y procuradores de las ciuda- | la reina dejase los castillos y villas de Hariza, Embides y villas del reino; y fué á ellas la reina doña San- te y Epila, que por estar en la frontera de Castilla, cha, con el infante don Pedro su hijo. De voluntad y y ser importantes, eran ocasion de recelarse el rey de consentimiento de la reina y de la corte, tomó el in- Aragon de su madre, y harta parte de sus diferencias, fante la posesion del reino y se intituló rey, y tornó porque se conocía que la reina queria tener libre ená confirmar generalmente á todo el reino y á los par- trada y salida para las cosas de Castilla; y entonces ticulares dél sus fueros, costumbres y privilegios. la reina con voluntad del rey de Castilla su sobrino, Tomó entonces á su mano todos los honores y feudos alzó la mano de aquellas fuerzas, y por bien de paz de las ciudades y villas de la corona real que tenian y concordia, el rey le dió la villa de Azcon, y el castilos ricos hombres, para los repartir y confirmar, se- llo y ciudad de Tortosa, y otras villas y castillos de gun le pareciese, y confirmó á Fortuño Cabeza, maes- Cataluña, que el rey don Alonso le habia señalado por tre del Hospital en el reino de Aragon y aquella orden, contemplacion de su matrimonio. Estuvieron con el la concesion que su padre por su testamento les rey en estas vistas don Pedro Fernandez de Azagra hizo de la villa y castillo de Samper de Calanda. En señor de Albarrazin, que sucedió por este tiempo en el principio de su reinado, se puso toda la gente de aquel estado á don Fernan Ruiz su padre, don Guillen guerra en órden, porque el rey determinó de socorrer de Castellezuelo, don Jimeno Cornel, don Bernardo al rey don Alonso de Castilla, que tenía sus reinos en de Benavente, don Jimeno y don Miguel de Luesia, don el postrer peligro, al tiempo que el rey don Alonso de Jimeno de Rada, don Pedro Jimenez de Urrea, don Leon y el rey don Sancho de Navarra, que habían Pedro Ladron, don Lope de Valtierra, don Jordan de ofrecido de hallarse con él á dar la batalla al rey Ju-Peralta, y Asalido de Gudal. Quedaron entonces con

or

formes madre é hijo, y este mismo año casó la infan- | la Proenza, y én Aguasmuertas trató de reducirlos á ta doña Leonor hermana del rey, con don Ramon conde de Tolosa. Pero no pasó mucho que volvieron á la misma contienda, quebrando el rey el asiento y concordia que habian tomado, mas interpúsose todo el reino entre ellos para los poner en paz, y por medio de algunos ricos hombres que fueron don Berenguer de Entenza, don Guillen de Castellezuelo, don García Romeu, don Guillen de Cardona, Alberto de Castelvell, y Ramon de Vilademuls, se vieron en Daroca por el mes de noviembre de mil doscientos y uno, y quedaron concordes y bien avenidos. Estos ricos hombres hicieron pleito homenaje á la reina, que el rey su hijo la trataria de allí adelante con el acatamiento y reverencia que se le debia, y seria amparada en la posesion de las villas y castillos que le habia dejado el rey don Alonso su marido. Con esto la reina mandó á los alcaides, que en su nombre estaban en su estado, que hiciesen homenaje por ellos al rey. En esto tambien intervinieron don Ramon de Gurb, maestre de la caballería del Temple, y don Jimeno Lavata, que se llamaba maestre de Amposta, don Jimeno Cornel, don Garci Ortiz, don Artal de Alagon, Pedro Sese, don Miguel de Luesia, Arnaldo Paladin, y Arnaldo de Foya. Año de mil doscientos y dos, á diez y nueve de junio, hubo un reencuentro en el campo de Agramonte en Cataluña entre don Ramon de Cervera, y los vecinos de aquella villa de Agramonte y en él fué vencido don Ramon, teniendo consigo cuatro mil peones; y alguna gente de á caballo armados de lorigas, y fué desbaratado de solos ochocientos peones que tenian los de Agramonte. Este año el primero del mes de noviembre se mudaron los monjes de la órden de san Bernardo, que residian en el monasterio que se fundó en la casa de Junqueras como dicho es, y se pasaron al lugar de Rueda, que está sobre las riberas de Ebro junto al lugar de Escatron que les habia dado el rey don Alonso. En el año siguiente de mil doscientos y tres, Ramon Roger conde de Fox, y Arnal de Castelbó, y otros barones de Cataluña de su bando, fueron rotos y presos, siendo cincuenta de caballo, y quinientos de pié, por el conde de Urgel, y fué esta victoria á veinte y seis de febrero.

CAP. L. De la ida del rey de Aragon á la Proenza, por concordar al conde don Alonso su hermano, y al conde de Folcalquer, y de la concordia sobre lo limites deCastilla y Aragon, á la parte de Moncayo.

Por este tiempo se habia movido en la Proenza grande discordia, entre el conde don Alonso hermano del rey, y Guillermo conde de Folcalquer, que era tio de Garsenda, mujer del conde don Alonso. Este matrimonio se habia concertado con el conde Guillermo en vida del rey don Alonso, y concluido el desposorio, y muerto el rey, el conde de Folcalquer se alzó con algunos lugares y derechos del estado, y dote de su sobrina. Sucedió que teniendo á su mano la villa y castillo de Sistarico, que pertenecia à la condesa su sobrina, estando apoderado della los vecinos mataron á los que tenia en su guarda, y recibieron dentro la gente del conde de la Proenza, y juráronle por señor, 'de que se siguió gran disension y guerra entre ellos, ayudando al conde de Folcalquer, el conde don Sancho tio del rey de Aragon, á quien el rey dió el condado de Rosellon, Ugo de Baucio, Ramon de Baucio, Pedro de Nigela, y Ponce de Monlauro, que eran muy poderosos en aquella tierra y muchos señores del reino de Francia. Por causa desta guerra, el rey partió para

bdena concordia, porque el conde su hermano era
muy mozo y mal gobernado. Ambos tuvieron por
bien, hallándose el rey presente, que hubiese treguas,
y dejar su diferencia á lo que él determinase, con
consejo de los condes de Narbona y Tolosa, y de
ciertos prelados. Fué declarado, que el rey tomase á
su mano á aquella villa y castillo, y la tuviese por
ambos condes á costa del de la Proenza; y si él, ó
Garsenda su mujer muriesen sin dejar hijos, volviese
al conde Guillermo; adjudicó las salinas y puertos
de Tarascon al conde de la Proenza, y los demás has-
ta Lombardía, que hubiese en aquellos estados, que
fuesen comunes. El rey encomendó el castillo á Gue-
rao de Vilanova, para que lo tuviese en su nombre,
perdonó generalmente el conde de Folcalquer á los
de Sistarico, que se le habian rebelado, y con esto que-
daron conformes, y confederándose para servir al rey
de Aragon; y detúvose en Aguasmuertas; y en su co-
marca hasta el verano de mil doscientos y cuatro,
denando que se armasen algunas galeras para pasar
con ellas á Roma, como lo tenia deliberado. Parece por
memorias antiguas, que en este mismo año se vió el
rey con el rey de Castilla, en el campillo que llamaban
Susano entre Agreda y Tarazona, y que fueron estas
vistas para concertar las diferencias que tenian sus
súbditos, sobre la division de los términos de aquellas
fronteras, y nombráronse dos ricos hombres del reino
de Aragon, y otros del reino de Castilla, los que fue-
ron nombrados por Aragon, fueron don García Ro-
meu, y Pedro Sese, y fueron á ponerse en Verdejo, y
los que venian por el reino de Castilla se juntaron en
Sauquillo, y con ellos se hallaron diversas personas de
Tarazona y Agreda, y de los otros consejos de aque-
llas fronteras. Todos éstos se fueron á juntar por
mandado de los reyes en la Laguna Rota, que estaba
entre Verdejo y Sauquillo, y allí declararon en con-
formidad, que se incluia en el reino de Aragon todo
el monte de Moncayo, por las vertientes de las aguas
hácia Aragon, y como van á salir á la Laguna Negra, y
de allí á Peña Amarilla, y á las Peñas Royas, y al Cam-
pillo Susano, y á la Peña Melgrana, y Piedrahita, que
eran mojones que partian los límites entre los reinos
de Castilla y Aragon.

CAP. LI.-Que el rey fué con su armada à Roma, á don-
de le coronó el papa Inocencio y constituyó por esto su
reino censatario á la Iglesia.

Los reyes de Aragon no acostumbraban antiguamente recibir la corona del reino al principio de su reinado, con las ceremonias y pompa que despues se usaron, salvo armándose caballeros, cuando eran de edad de veinte años, ó al tiempo que se casaban. Desde entónces tomaban título de reyes, y comenzaban á entender en el regimiento de su reino en guerra y paz, con consejo y parecer de los ricos hombres de la tierra. Pareció al rey don Pedro, que convenia á la dignidad de su estado, coronarse con la solemnidad y fiesta que se requeria á príncipe que tiene el poder que representa supremo señorío, y ordenó de recibir la corona de mano del sumo pontífice, y que se diese tal concesion, que sus sucesores la pudiesen recibir del arzobispo de Tarragona, que era el metropolitano de su reino, como se usaba en otros reinos y señoríos de la cristiandad. Aficionóse á esto, por ser entonces pontifice Inocencio tercero, varon de gran religion y santidad, que en este mismo tiempo habia promulgado muchas de

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