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vecinos de aquella villa, y á los del condado, como á muy leales, porque siendo muerto el rey don Pedro, no teniendo señor, se dieron al rey, y se hicieron sus vasallos, y le sirvieron con gran lealtad: y al tiempo que el arzobispo de Zaragoza y don Ramon Alaman hicieron la tregua, ofrecieron a los vecinos de aquella villa, que por temor del rey don Enrique no osaban quedar en ella, que sí se viniesen á Aragon, el rey les

mente. Concluido lo de la paz, luego llevaron á la infanta doña Leonor á la ciudad de Soria, el arzobispo de Zaragoza y don Ramon Alaman de Cervellon, con grande acompañamiento de caballeros: y antes de su llegada, el infantè don Carlos, hijo del rey de Navarra, celebró sus bodas con la infanta doña Leonor, hija del rey don Enrique, un domingo á veinte y siete de mayo: y á diez y ocho de junio siguiente, se solemnizaron las del infante don Juan y de la infanta de Aragon. Habia vendido Beltran de Claquin al rey don Enrique la ciudad de Soria y Molina, y dióle por ellas gran suma de dinero, porque ya Beltran de Claquin tenia gran estado en su tierra, y era conde de Longavila y condestable de Francia, y por cuarenta mil francos que le restaba debiendo, el rey don Enrique le dio en rehenes á Juan Ramirez de Arellano, hijo de mo sen Juan Ramirez de Arellano, y á Pedro Gomez, hijo de Gomez García de Talamanca, y á doña Isabel de Villegas, hija de don Pedro Fernandez de Villegas: y porque estas rehenes se habían embargado por el duque de Girona, como gobernador general, y por sus oficiales, vino al rey un caballero que era camarero dej rey de Francia, y se decia Herveo de Maun, y señor de Torigniaco, y concertóse con él, que Pero Gomez y doña Isabel se entrégasen al vizconde de Roda, con condicion que si el rey de Aragon pagaba dentro de seis semanas veinte y un mit francos, se le entregasen aquellas dos rehenes, y no pagándose, el vizconde de Roda las entregase á Beltran de Claquin : y por el hijo de mosen Juan Ramirez de Arellano, se obligó el rey á pagar quince mil francos. En principio deste año de mil y trescientos y setenta y cinco hubo en estos reinos tanta falta y carestía de trigo, por la seca y esterilidad del año pasado, que en muchos lugares de Aragon, á' donde se comia par de trigo, era del que traian de reino de Fez, y de otros reinos de Berbería.

rey don Enrique del rey, cuando entró en Castilla. Restituia con esto el rey la villa y castillo de Molina, y habíanse de pagar al rey por los gastos que habia hecho en las guerras pasadas, ciento y ochenta mil florines en ciertos términos: y no se hallando tan gran cantidad de florines, se habian de dar doblas casteHanas, que no fuesen alfonsies, contando cada una dellas á razón de treinta y cinco maravedís, y el florin á veinte y si en doblas marronines se hiciesen las padaria heredamientos con que pudiesen vivir honradagas, se habia de contar cada dobla por treinta maravedís y este dinero se aseguraba sobre las villas y fortalezas de Requena, Otiel y Moya, que se habian de entregar al arzobispo de Zaragoza, y á don Ramon Alaman de Cervellon. Esta concordia se juró por el rey y el infante su hijo en el castillo real de Lérida, á diez de mayo deste año: y por el rey de Castilla juraron los prelados y ciudades principales de sus reinos, y estos ricos hombres, don Alonso de Aragon, marqués de Villena y conde de Denia, don Juan Sanchez Manuel, el conde de Carrion, el bastardo de Bearne, conde de Medinaceli, Pero Fernandez de Velasco, Pero GonzaJez de Mendoza y Juan Hurtado de Mendoza, Pero Manrique, adelantado mayor de Castilla, don Pedro, conde de Trastamara, Ramiro Nuñez de Guzman, Alvar Perez de Osorio, Pero Suarez de Quiñones, adelantado mayor de Leon, Fernan Perez de Andrada. Pero Ruiz Sarmiento, adelantado mayor de Galicia, el conde de Niebla, Martin Fernandez de Guzman', Fernán Sanchez de Tovar, almirante mayor de Castilla, v Gonzalo Fernandez, alcalde mayor de Córdoba, Men Rodriguez de Benavides, caudillo mayor del obispado de Jaen. Del reino de Aragon, juraron esta paz el arzobispo de Zaragoza, y el obispo de Tarazona, el infante don Martin, don Juan Jimenez de Urrea, don Pedro Fernandez, señor de Ijar, don Blasco de Alagon, don Lope Jimenez de Urrea, y los procuradores de las ciudades de Zaragoza, Calatayud, Daroca, Huesca, Teruel y Tarazona. Los del reino de Valencia que jura ron fueron, los obispos de Valencia y Segorbe, y ricos hombres, don' Pedro de Centellas, don Jimen Perez de Arenos, don Berenguer de Vilaragut, don Alonso de Proxita, gobernador del reino, y los síndicos de Valencia, Játiva, Algecira, Morella, Orihuela, y de Castellon de Burriana. Por el principado de Cataluña, juraron esta capitulacion los obispos de Barcelona y Lérida, los condes de Ampurias, Urgel y Prades, y el vizconde de Cardona, y don Ramon Alaman de Cervellon, y los procuradores de Barcelona, Tarragona, Lérida, Girona y Perpiñan: y habfase de jurar en las primeras córtes que el rey tuviese. El mismo dia se ceJebró el desposorio por el infante don Juan de Castilla, y por don Ramon Alaman de Cervellon, como procurador de la infanta doña Leonor. Vino el rey en la conclusion deste matrimonio con gran apremio y descontento, y condescendió en él casi forzado de la necesidad en que se esperaba ver por las compañías de gente de armas que se ponian en orden en Francia, para entrar á hacer la guerra en su reino: y ordenábalo nuestro Señor, no solo para que el mayor de sus nietos fuese rey de Castilla, pero para que tambien el menor, fuese rey de Aragon. Estaba en esta sazon en Molina por gobernador y capitan, Francés de Sanclemente, mayordomo del infante don Juan, que fué prøveido en lugar de Diego García de Vera, porque los de aquella villa estaban muy mal con él, y tenia Diego García el castillo, y el rey mandó que se entregase al rey de Castilla, y dió por libre y quito al concejo y

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CAP. XX.-Dela nueva pretension que siguió Luis, duque de Anjous, por el derecho del reino de Mallorca: y de las cortes generales que el rey mandò convocar á los aragoneses, valencianos y catalanes, para la villa de Monzon.

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No se acabó con la muerte del infante de Mallorca la pretension que se tenia contra el rey de Aragon, sobré aquel reino y sobre los condados de Rosellon y Cerdania y Valespir y Colibre: antes, como murió el infante sin hacer testamento, su hermana la infanta doña Isabel, no teniendo cuenta con que aquel feudo habia recaido en la corona real y que había renunciado su derecho al rey, al tiempo que casó con el marqués de Monferrat y lo confirmó, estando con su marido, hizo nueva cesion de todo lo que le podia perte necer á Luis, duque de Anjous, hermano del rey de Francia: y entró en esta querella tan de veras, que se confederó con el rey don Fernando de Portugal en muy estrecha liga, para que juntos hiciesen la guerra al rey de Aragon, y el rey de Portugal se obligaba á proseguirla, ayudando al duque de Anjous con

su ar

y que las aljamas de los judíos y moros eran los que solian dar dineros al rey y al infante su hijo, y que se trataria entre ellos de la órden que se tendria en la defensa de la tierra, y así se hizo. En estas cortes se detuvo el rey. lo mas deste año, porque tambien se trató en ellas de la defensa de la isla de Cerdeña. Los que estaban en el castillo de Caller, que era la principal fuerza de aquel reino, padecian grande hambre y se les habian muerto todos los caballos y bueyes y no podian bastecer los otros castillos que se tenían por el rey en aquella comarca, que eran San Miguel, Quirra, Aguafreda¡y Joyosaguarda, y los enemigos eran señores de lo mejor de la isla, y estuvo deliberado el gobernador que residia en Caller, de quemar el castillo, si la hambre los necesitase, y enviar á suplicar al rey, que en tal caso, los diese por leales. Andaba discurriendo por todas las costas de la isla, con algunas galeras un hijo del juez de Arborea, que se llamaba Ugo de Arborea, é hizo mucho daño en diversos navíos de ca

madas de mar: por la querella que tenia del rey de Aragon, de habérsele quedado con doscientas y cincuenta mil doblas del dinero que llevó á Barcelona el conde de Barcelós, para el sueldo de las mil y quinientas lanzas, que estaba acordado se juntasen para hacer la guerra al rey don Enrique, cuando se hicieron los desposorios entre el rey de Portugal y la infanta doña Leonor de Aragon. Tras esta confederacion, que no pudo ser mas vana, ni de mas liviano fundamento, el duque de Anjous luego envió á desafiar al rey y se puso á punto para hacerle guerra. De manera, que apenas se habian dejado las armas, por la paz que habia con Castilla, y ya amenazaba otro nuevo enemigo tan vecino y no menos poderoso, por la gran parte que tenia en el reino de Francia, porque no tuviese este príncipe un momento de reposo. Hallándose en Bar. celona por el mes de octubre deste año, entendiendo que el duque de Anjous se a parejaba para proseguir la empresa comenzada, mandó convocar cortes generales á los aragoneses, valencianos, mallorquines y catala-talanes, que llevaban provision á la isla, pero despues nes y roselloneses, para que se congregasen en la villa de Monzon, á veinte y cinco del mes de noviembre. Pero el rey se detuvo en Barcelona todo lo que restaba deste año, y las cortes se prorogaron: y á cuatro del mes de diciembre en aquella ciudad, dió título de conde de Cardona á don Ugo, que fué el primero que dejó el título de vizconde, que tantos siglos habian tenido en aquella casa sus predecesores. Entró el rey en Monzon un Júnes á diez y siete del mes de marzo del año mil y trescientos y setenta y seis, para celebrar las cortes, que habia llamado á todos los súbditos destos reinos: y en el castillo de Monzon, estando juntos, propuso, que el duque de Anjous, con vano título del derecho que se usurpaba del reino de Mallorca y de los condados de Rosellon y Cerdania, se aparejaba con grandes compañías de gente de guerra,de invadir sus reinos, por mar y por tierra y que no solamente el duque, pero todos sus comarcaños, amenazaban de hacerle guerra, lo cual era grande mengua y vituperio de su corona y de sus súbditos, y pedir que le diesen consejo y ayuda como pudiese resistir á sus adversarios. Nombró el rey por su parte, para que tratasen con las personas que se señalasen por las córtes, para tratar y deliberar en esto, & Domingo Cerdan, justicia de Aragon, y á Manuel de Entenza, y á Domingo Lopez Sarnes, baile general de Aragon, con dos letrados. Estaban estos reinos tan consumidos y vejados de las guerras pasadas, que tanto tiempo habian durado dentro dellos, que apenas se hallaba forma de sacar dinero, con que pagar la gente de guerra necesaria para resistir á los enemigos, porque era público, que el duque tenia cuatro mil. Janzas para entrar por Rosellon, y mas cuarenta galeras, que se habian armado contra las costas de Cataluña, y que no aguardaba sino que la paz entre Francia é Inglaterra se firmase y aunque el rey habia enviado á Francia sus embajadores sobre esta razon, que eran, don. Berenguer de Cruillas y micer Bernardo Dezpont, no se tomó otra resolucion, sino que el duque enviaria sus embajadores á Aviñon, y si allí no se concertasen por todo el mes de abril, que él proseguiria su empresa por tierra y por mar. Túvose por cosa muy nueva en estas córtes, que por parte del rey se pidiese dinero para pagar miblanzas, con las cuales el infante don Juan queria entrar en Rosellon: y respondieron al rey que en los tiempos pasados, siempre acostumbraban servir en cualesquier guerras con sus propias personas,

fueron tomadas aquellas galeras por Francés de Averso, vicealmirante del rey. En esta sazon murió Mariano juez de Arborea, y sucedióle en aquel estado este su hijo, que era muy mozo; pero en la rebelion y tiranía y en todo género de crueldad, fué muy peor que su padre y de muy fiera y bárbara naturaleza, Habia tenido Mariano en prision à Juan de Arborea su bermano y á Pedro de Arborea su sobrino, hijo de Juan de Arborea, en la cual estuvieron muchos años, y despues de la muerte del juez, su hijo con gran crueldad, los mandó poner en mas dura prision, porque feneciesen sus dias miserablemente. Quedó una hija de Juan de Arborea y de doña Sibila de Moncada, que se llamó doña Benedicta de Arborea, que casó con don Juan Carroz, á la cual hizo el rey merced de la ciudad de Bosa, que fué de su padre, para ella y sus descendientes: y sus hijos pretendieron tambien suceder en el condado de Quirra, por muerte de don Berenguer Carroz. En algunos anales de las cosas del reino de Sicilia, se escribe, que en este año, don Juan Fernandez de Heredia, gran maestre de la órden y caballería de Rodas, pasó por la ciudad de Nápoles y fueron con él muchos caballeros de aquel reino, y encontrándose aquella armada con los turcos, fué el maestre preso con la mayor parte de los suyos: y fué esta una de las grandes angustias y tribulaciones que padeció aquella órden, en las guerras que tuvieron con los enemigos de la fé, mayormente siendo el maestre uno de los grandes y señalados caballeros que hubo en sus tiempos: y así con toda brevedad, se dió órden por todos los príncipes cristianos, que fuese rescatado.

CAP. XXI-De la muerte del rey don Fadrique de Sicilin, y de las guerras que hubo entre los barones de aquel reino.

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Aunque entre el rey don Fadrique y la reina Juana, mediante la sede apostólica, se concluyó la paz, no la tuvo el rey de Sicilia con los suyos: y el conde Enrico Ruso, se apoderó de la ciudad de Mecina, por el mes de enero del año de mil y trescientos y setenta y cuatro. Sabiendo el rey de Sicilia esta novedad, estando en el val de Mazara; vino con dos galeras y dos galeotas con la reina su mujer al puerto de Mecina, pensando reducir á su obediencia al conde, pero aunque iba en son de paz, no le dejaron entrar en la ciudad y la tenian puesta en armas y el rey se hubo de pasar á Calabria, á donde el conde le envió a ofrecer de entre

y de doña Beatriz de Anglesola, hlja de don Guillen de Anglesola, señor de Belpuig, casó con doña Juana de Aragon, hija del marqués de Villena y conde de Ribagorza, y era heredero del condado de Cardona y del honor de Tora, que fué de don Ramon de Cardona. Tambien en este año fué enviado al soldan de Babilonia un caballero catalan, que se decia Bonanat Zapera, para procurar la libertad del rey y reina de Armenia y'de sus hijos, que habian sido presos por el soldan su predecesor, cuando se apoderó de aquel reino de, Armenia la menor, y los tenían en Jerusalen en prision: y señaladamente se procuró, que pusiese en libertad á la reina vieja de Armenia, que se llamaba la reina María, que tenia mucho deudo con los reyes de Sicilia.

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CAP. XXII. De la cisma que se suscitó en la Iglesia, por la muerte del papa Gregorio undécimo, en la cual el rey estuvo indiferente, sin, declararse por ninguno de los que fueron elegidos. 19", da sem

garle aquella ciudad con ciertas condiciones, y respondiendo á ellas el rey benignamente, estando la noche siguiente muy descuidado, salió el conde con una galera y otros bavíos, y fué à embestir las galeras del rey, que estaban en la marina de Rijoles, y pelearon con la galera á donde estaba la reina con toda su familia, y la sacaron desnuda á tierra, desmayada y sin sentido, de la alteracion que habia recibido, y otro dia fué herida de una landre y murió al tercer dia, y el rey con una galera se escapó huyendo y se pasó á Catania. No tuvo desta mujer el rey hijo ninguno: y despues! se trató matrimonio suyo con una hija de Barnabon, vicario imperial de Lombardía y señor de Milan', que se llamó Antonia, y se concertó entre ellos y fueron enviados á Sicilia por embajadores para concluirlo, Arahon Espinola de Luculo, conde Palatino, y Balzar de Pusterlla: y por el mes de febrero del año del nacimiento de nuestro Señor de mil y trescientos y setenta y siete, se obligaron por el dole, que fueron ciento y veinte mil florines. Pero antes que el matrimonio se consumase, ni se llevase la reina á Sicilia, murió el rey don Fadrique en Mecina', un lúnes á veinte y siete del mes de julio deste año. Dejó heredera universal en el reino de Sicilia y en los ducados de Atenas y Neopatria, á la infanta doña María su hija, y en las islas adyacentes, excepto en las islas de Malta y del Gozo, ❘ que las dejó á don Guillen de Aragon, hijo suyo natu4 ral, declarando, que si la infantà su hija, muriese sin dejar sucesores de su matrimonio, que fuesen legíti mos, en tal caso sucediese en aquel reino aquel su hijo natural: y no teniendo éste hijos legítimos, dispuso, que volviese aquel reino á los hijos del rey de Aragon y de la reina doña Leonor su hermana, que era ya en este tiempo muerta, como dicho es, y parece por el testamento del mismo rey don Fadrique: en lo cual'se recibe mucho engaño en lo que se escribe en la historia del rey don Pedro, señalando ser viva la reina doña Leonor, cuando murió el rey don Fadrique. Á estos sustituia los hijos de don Guillen de Peralta, conde de Calatabelota, y de doña Leonor su mujer, que fué hi-do de elegir de los del mismo colegio, y estando el

ja del infante don Juan, duque de Atenas. Instituyó por vicario general del reino, á don Artal de Alagon, conde de Mistreta: y mandó, que tuviese en su guar da á la infanta su hija, hasta que fuese casada ó tuviese diez y ocho años: y por muerte del conde don Artal, nombró al conde don Guillen de Peralta. Dejó el gobierno de la isla repartido entre diversos barones, y quedó la ciudad de Mecina y todo el val de Noto, de bajo del gobierno de don Guillen de Aragon su hijo y nombróle por su heredero en las ciudades y tierras de Alemania, que le pertenecian por la reina su madre. Por esta institucion y por la concordia que se tomó con la sede apostólica, la sucesion de aquel reino fué de vuelta en mujer, y en aquella isla se comenzaron á mover nuevas alteraciones y guerras, por los bandos que habia entre los barones, y tornóse á renovar la antigua discordia que habia entre el conde don Artal y los de su parcialidad de una parte, y de la otra Manfredo de Claramonte. Á don Artal seguian sus hermanos, que eran muchos y muy heredados: y el conde don Guillen de Peralta y otros barones, y á Manfredo, el conde Francisco de Veintemilla y sus hermanos, y el conde Enrico Ruso y don Guillen Ramon de Monca da, y cada uno dellos fué ocupando lo que pudo de la corona real y todo el reino ardia en discordia y guerra civil. Por el mes de julio deste año, don Juan de Cardona, hijo mayor de don Ugo, conde de Cardona

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Ántes desto, el papa Gregorio, considerando en cuanta sujecion estaba la sede apostólica en el reino de Francia, y que por su ausencia de Italia, se habia seguido grande disminucion al estado eclesiástico, y se padecian infinitos males y escándalos, y todo lo mas del patrimonio de la Iglesia se habia usurpado por di→ versos tiranos, aunque él era francés de nacion, de terminó con muy santo celo de pasar la curia romana, y la silla de san Pedro á su propia patria, y salió con la mayor parte del colegio por el mes de setiembre del año pasado con algunas galeras de la ciudad de Aviñon, y por el rio abajo prosiguió su camino y llegó á Roma por el mes de enero deste año, pasados setenta años después que el papa Clemente quinto habia mudado la sede apostólica á Francia: pero no vivió mu→ chos dias, y murió por el mes de marzo del año de mil trescientos setenta y ocho en el palacio de San Pedro. Habiéndose encerrado los cardenales para enten der en la eleccion del sumo pontifice, no se concordan

pueblo muy altérado y puesto en armas, procedieron
á eleccion del arzobispo de Bari, que era napolitano,
y se llamaba Bartolomé Butillo, que estaba en aquella
sazon en Roma, y fué otro dia adorado por todos
ellos, y'entronizado, y llamóse Urbano sexto. Eran los
cardenales de diversas naciones de Francia, Limoges,
Bretaña y de Aragon, y de Roma, Milan y Florencia,
y Urbano fué muy diferente del nombre que habia to-
mado, porque era muy áspero é intratable, y muy aje
no de toda benevolencia y familiaridad, demasiada
mente severo y riguroso, y publicaron luego, que por
opresion y violencia del pueblo romano que se habia
alborotado contra ellos, tomando las armas mas de
diez y seis mil hombres, temiendo que no podian es
capar de la muerte le habian elegido, porque los ro-
manos, con grande alboroto y movimiento, afirma-
ban que no admitirian á ninguno por pontifice si no
fuese comano, ó á lo menos italiano. En esto estuvieron
conformes todos los cardenales, y tenian por constan
te que la eleccion era de ningun efecto, porque cual-
quiera eleccion que se hace con miedo, aunque no sea
tal, que pueda caer en constante varon, es deprava-
da y viciosa. Pero por parte del papa Urbano se ale-
gaba, que aunque aquello fuera verdad, se habia cor-
roborado su eleccion por los autos que se siguieron,
como fué en haberle entronizado y coronado por sumo
pontifice y asistido á algunos consistorios, y que con

esto se habia aprobado y se ratificaba. Mas esto, de- | sentimiento, fué acordado que aquella publicacion no

cian los cardenales que se hizo durante aquel miedo
y peligro: y entendiéndose que estaban muy alterados,
y recelando.no se saliesen de Roma para hacer otra
eleccion, el papa, y los gobernadores de Roma manda→
ron tomar todas las velas de los navíos y guardar las
puertas, y hubo mucho cuidado en que se recibiese la
obediencia de todas las ciudades y villas y castillos que
estaban al contorno de Roma. Estando las cosas en esta
turbacion, sucedió que el papa quitó á Honorato Gae-
tano, conde de Fundi, la gobernacion del condado de
Campania, la cual le habia dado el papa Gregorio, y
encomendó aquel cargo á Tomás de Sanseverino, que
era enemigo capital del conde de Fundi, y el conde y
toda su parcialidad se tuvierou por muy agraviados,
y con esta ocasion los cardenales, en gran secreto se
descubrieron al conde, y se confederaron con él que
era muy poderoso, y concertaron que los de Anania,
que eran de su bando, y es un lugar del condado de
Campania, recogiesen á los cardenales, y así se fuéron |
allá escondidamente, y comenzaron á tratar entre sí
de nueva eleccion: pero no se declararon hasta que
tuvieron algunas compañías de bretones, gascones y
navarros. Entonces publicaron que era ninguna la
eleccion que habian hecho, y enviaron sus letras al
papa Urbano, requiriéndole que dejase libre aquella
santa silla que habia ocupado violentamente, y depu- |
siese las insignias pontificales y se abstuviese de la
administracion de las cosas espirituales y temporales
de la Iglesia romana, porque de otra manera, ellos
con la Iglesia invocarian el auxilio Divino y de toda la
cristiandad, y usarian de los otros remedios que les
eran permitidos por las sanciones canónicas. Estuvo
en Roma el papa Urbano dos meses y medio despues
de su eleccion, y de allí se fué á Tíbuli: y en este me-
dio no quiso dar lugar, según decian los de la parte
contraria, á signatura ninguna, y estaba determinado
de no signar suplicacion alguna, porque queria ir á
Anania con la esperanza que le tornarian á elegir es-
tando el colegio en su libertad: pero estorbólo la
reina Juana que tuvo por enemigo á Urbano, y pro
curó que los cardenales procediesen á eleccion de otro
pontifice que fuese francés. De Anania se pasaron los
cardenales á Fundi, y allí en conformidad de todos,
fué elegido en sumo pontifice, Roberto de Gebena,
cardenal de los doce apóstoles, varon de gran uso de
negocios, y al parecer muy humilde y caritativo, y
fué coronado en el mismo lugar el postrero del mes
de octubre deste año, y llamóse Clemente séptimo.
Habiendo desamparado todos los cardenales á Urbano,
y viéndose solo, creó luego veinte y nueve cardena
jes de diversas naciones, personas muy eminentes en
religion y letras, y de grande autoridad, y promulgó
su sentencia declarando á Clemente por cismático y
hereje, y privó á los cardenales que estaban con él, de
todas sus dignidades del pontificado y oficios y benefi-
cios. Ántes desta segunda eleccion, los cardenales que
se juntaron en Fundi, habian hecho su proceso contra
el papa Urbano, declarando ser intruso en el pontifica-
do, y que su eleccion era de ningun momento, y algunos
cardenales que quedaron en la ciudad de Aviñon, en-
viaron á requerir al rey, que mandase publicar aquel
proceso en las iglesias de sus reinos, y siendo el ne-
gocio de tan grande importancia, el rey mandó jun-
tar una congregacion de grandes letrados, y de algu-
nos principales barones y caballeros de sus reinos, y
de otras personas notables, y por todos de comun con-

se hiciese, ni declarase el rey favorable á ninguna de las partes, hasta que entendiesen sus razones, y así se escribió á don Pedro, patriarca de Antioquía, administrador de la iglesia de Tarragona, y al arzobispo de Zaragoza, y á los otros prelados de sus reinos, que no permitiesen por alguna via que se divulgase en sus iglesias la justicia ó injusticia de alguno de los elegidos. En esto pareció que usaba el rey de gran prudencia, y fué habido por muy seguro consejo: aunque tenia causas de tener por sospechoso al papa Urbano, señaladamente por haberse mostrado parcial en las cosas de Gerdeña, y porque su abuelo era natural de Pisa, y así el rey fué siempre indiferente y neutral. Desta cisma que duró en la Iglesia de Dios mucho tiempo, resultaron grandes males y daños: mas porque en tiempo deste príncipe se siguió este camino que se tuvo por mas acertado, hasta que la misma Iglesia lo declarase, y los reyes don Juan y don Martin sus hijos, dieron la obediencia á Clemente, y despues á su sucesor, que fué Benedicto, y perseveró en ella el rey don Fernando, nieto del rey don Pedro, hasta que se declaró Benedicto por cismático en el concilio de Constancia, en esta obra, basta llegar a aquellos tiem→→ pos, los unos y los otros serán nombrados sumos pontífices. Envió el rey á entrambos sus embajadores, para exhortarlos á la union de la Iglesia católica, y para entender las pretensiones de cada una de las partes: y fue por esta causa enviado á Roma al papa Urbano, Mateo Clemente, doctor en leyes, que era de su audiencia real y muy famoso letrado, y de grande autoridad.

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GAP. XXIII. De la armada que el rey mandó hacer para socorrer á Cerdeña y pasar á Sicilia, por el derecho que tenia en la sucesion de aquel reino.'

Una de las principales causas porque el rey estuvo indiferente, y no se quiso declarar por ninguno de los elegidos, faé porque pensó con esta ocasion tener favorable á la Iglesia, y al que fuese en ella verdadero vicario, para la sucesión del reino de Sicilia, que le pertenecia por virtud del testamento del rey don Fa drique. Porque cierta cosa era, que muerto el rey don Pedro, hijo del rey don Fadrique, y despues de la muerte del rey don Luís, y del rey don Fadrique su hermano, que eran hijos del rey don Pedro, y murieron sin dejar hijos varones de legítimo matrimonio, y siendo muerto el rey' don Alonso de Aragon, que fué el primer sustituido en aquel testamento, y babiendo entrado en religion el infante don Pedro de Aragon, y por la muerte del infante don Ramon Berenguer era sustituido el rey y le pertenecia la sucesion: porque en virtud de aquel testamento, no podia suceder hembra en aquel reino. En esta pretension se declaró el rey al mismo tiempo que el papa Gregorio confirmó la paz entre el rey don Fadrique y la reina Juana, entendiendo, que en su perjuicio daba lugar la Iglesia á la sucesion de las hembras: y envió á la curia romana á dón' Ramon Alaman de Cervellon, para que en su nombre, y de la reina de Aragon, que era aun viva al tiempo de aquella concordia que se tomó con la reina Juana, protestase de aquel agravio ante el papa y colegio de cardenales: y públicamente dijo ante el consistorio, que el rey de Aragon en su caso y lugar, entendia entrar en la posesion del reino de Sicilia poderosamente, y defenderla con las armas, como lo hicieron los reyes pasados de la casa de Ara

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que, que se decia doña Leonor, que hubo en otra dueña que llamaron Leonór Alvarez, aunque este matrimonio no se efectuó. Pretendia el marqués de Villena suceder en el reino de Sicilia, y por esta causa envió un caballero de su casa y gran privado suyo, que se Hamaba Pedro March, á pedir al rey licencia para poder proseguir su derecho: mas el rey le respondió, que por el testamento del rey don Fadrique el viejo, era él el legítimo sucesor: y cuando aquello no hubiese lugar, era notorio que aquel reino pertenecia á la infanta doña María su nieta, hija del rey don Fadrique: y por razon de propincuidad, debian ser preferidos los infantes don Juan y don Martin sus hijos, que eran sobrinos del último rey de Sicilia, hormano de su madre.

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CAP. XXIV. Que el rey mandó secrestar los bienes de lu cámara apostólica, por causa de la cisma.

Siguieron la parte de Urbano, Italia, Alemania y Ungría, y la de Clemente la reina Juana, que fué la que dió favor al colegio, para que procediesen á elec→ cion de otro pontifice: por lo cual Urbano, por su sentencia la privó del reino, y dió la investidura dél á Carlos de Durazo, que fué hijo de Luis de Durazo', 'y casó con madama Margarita su prima, que fué 'hija' de Carlos, duque de Durazo, y de María, hermana de Carlos de Durazo, y la mayor parte de Italia se pu la reina Juana. Por esta causa el rey de Ungría, con sieron en armas, para favorecer á Urbano y seguir la empresa del reino: y Clemente se recogió á Gaeta, y luego el rey de Francia se declaró en su obediencia. Estando el rey en Barcelona en principio del año de mil y trescientos y setenta y nueve, supo que el rey de Francia habia hecho declarar en su reino, que el papa Clemente era verdadero y universal pastor, y vicario de la Iglesia católica: y porque algunos religiosos de las órdenes destos reinos, por mandado de sus su

gon, suplicando que no se diese lugar que por fuerza de armas hubiese de adquirir su derecho. Despues desto, envió el rey al obispo de Segorbe, y á Andrés de Valtierra, su hermano, al papa, para que infor masen del derecho que tenia para continuar la posesion de aquel reino, porque teniéndolo el papa por bien, se ofrecia de recibir de su mano la investidura, y hacer el reconocimiento debido á la Iglesia, y concertarse con ella por lo que tocaba al censo. Pero no condescendió el papa á su suplicacion, escusándose en que aquel reino era feudo de la Iglesia, y que nunca los pontífices pasados admitieron en él al rey don Pedro de Aragon, ni lo concedieron la investidura, ni recibieron dél el sacramento de fidelidad y álegábase que en las investiduras antiguas, se daba lugar a la sucesion de las hembras, y que ya sucedió en aquel reino la reina Costanza, madre del emperador Fede rico, y torno á protestar Andrés de Valtierra ante el papa y colegio de cardenales. Muerto el papa Gregorio, Urbano sexto, en principio de su pontificado, no se mostró nada favorable al rey, ni en lo de Cerdeña, ni en lo de Sicilia, antes, como era de su condicion áspero y demasiadamente riguroso, dijo públicamente que el rey de Aragon habia sido privado del reino de Cerdeña y que él le mandaria denunciar como á tal, y que haria rey de Cerdeña al juez de Arborea: y que la isla de Sicilia era propio.fendo de la Iglesia, y que si el rey de Aragon se entremetia en ello, le privaria del reino de Aragón. Mas no embargante esto, el rey se determinó de tomar la empresa de Sicilia, y mandó hacer una gruesa armada para enviarla á Cerdeña, y que de allí pasase á Sicilia, y declaróse que queria ir él por su persona. Estaban los que el rey tenía en la defensa de los castillos de Cerdeña en estrema miseria y desesperacion, y no solamente ellos, pero aun los súbditos del juez de Arboréa, por su cruel y tiranico dominio, deseaban que la armada del rey llegase: y un caballero de gran linaje de aquella isla, que se lla-periores predicaban en estas partes, ser Clemente el maba Valor de Ligia, que era amigo y deudo del juez de Arborea, se pasó al servicio del rey, y él le hizo merced de la villa de Gocianó y de otros lugares y castillos que eran del juez, con título de baron. Conformóse en este tiempo la concordia que el rey tenia con la señoría de Génova por medio de Ramon de Vilanova, camarero del rey, y de Damian Cataneo, embajador de la señoría que vino á Barcelona, y el duque Nicolás de Goarcho, y el consejo de los doce ancianos de aquella señoría, tornaron á aprobar la paz que se hizo por el marqués de Monferrat, reservando lo que tocaba al Alguer: y ofrecieron el duque y la señoría, de no dar favor á los rebeldes de Cerdeña, y que los de Bonifacio y de otros lugares de Córcega que eran de la señoría, no llevarian provisiones ni mercaderías á las tierras que se tenian por el juez de Arborea. Estaba entonces parte de la isla de Córcega, puesta en armas contra los gobernadores de la señoría de Génova, y el principal que sustentaba esta parte, era el conde Arrigo de la Roca, á quien el rey mandó dar favor para que se defendiesen y mantuviesen en su obedien- Tenia el rey ajuntada una gran armada para pasar á cia los castillos que seguian esta voz. Este año don Cerdeña y Sicilia en este año, y estuvo determinado Alonso, marqués de Villena, y conde de Ribagorza, de llevar consigo al infante don Juan su hijo, y habia' casó á don Pedro su hijo con doña Juana, hija del rey nombrado por capitan general de las galeras á don Ber-' don Enrique, y de una dueña de los de Vega, que se nardo de Cabrera, hijo del conde de Osona, al cual decia doña Elvira Iñiguez: y don Alonso, que era el restituyó el vizcondado de Cabrera, con público recohijo mayor, y estaba en esta sazon en Francia en rehe-nocimiento de haber procedido con grande rigor, y nes, hasta que se acabase de pagar el rescate de su por inducimiento de malos consejeros, contra don padre, fué desposado con otra hija del rey don Enri- Bernardo de Cabrera su abuelo pero el rey sobreseyó

verdadero pontifice y que Urbano era intruso', prohi→ bió el rey que no se hiciesen semejantes declaraciones, hasta que se determinase lo que se debia seguir: y niandó congregar todos los prelados y personas nota bles de letras de sus reinos, y mandó secrestar todos los bienes y rentas que pertenecian á la cámara apostólica, y no se dió lugar que se obedeciesen ningunas bulas ni letras apostólicas, y el papa Clemente, este año se vino con algunas galeras á Francia, y fué recibido en la ciudad de Aviñon con gran fiesta, á donde entró á veinte del mes de junio deste año de mil y trescientos y setenta y nueve.

CAP. XXV. Que el rey sobreseyó en su pasaje a Sicilia, y fue desbaratada la armada del conde Juan Galeazo, que iba á casarse con la reina de Sicilia, por don Gilabert de Cruillas, y el conde don Guillen Ramon de Moncada sacó de Catania la reina doña Maria, y la llevó al castillo de Agosta: y de la muerte del rey don Enrique de Castilla.

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