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cedió á la misma sazon que el rey trataba de aliarse con el rey de Inglaterra y con el príncipe de Gales su hijo, que algunas compañías de gente de guerra de Francia en principio del mes de febrero deste año, entraron por el val de Aran y robaron y quemaron muchos lugares de aquella comarca, y hubo sospecha, que fué con órden del rey de Francia, por hacer torcer y divertir de aquel camino al rey. Mas el rey, que siempre tuvo gran cuenta con conservar la amistad con la casa de Francia, envió al vizconde de Roda y á Jaime de Ezfar al duque de Anjous, y al rey de Francia para pedirle cien mil florines, que se le debian de la venta de Mompeller: y para requerirle que mandase satisfacer los daños que aquella gente habia hecho, porque se decia que venian á sueldo del rey de Francia, y que el senescal de Tolosa les envió una paga al mismo tiempo que entraban. A esta embajada respondió el rey de Francia, que aquella entrada no se hizo por sus gentes, sino por algunas compañías que andaban desmandadas en su reino haciendo mucho daño en él: y que el papa Urbano, á su instancia, habia promulgado cierta decretal contra ellos: y concordóse entonces nueva amistad entre él y el rey de Aragon, y que el rey de Francia valiese al rey contra el rey don Pedro, y contra el juez de Arborea, y contra el rey don Enrique, en caso que no quisiese comprometer la diferencia que con él tenia, sobre la donacion del reino de Murcia en poder del rey de Francia. Por este tiempo el rey Carlos de Francia hi→ zo almirante de su reino á Francés de Perellós, vizconde de Roda, que fué uno de los señalados caballeros de su tiempo. Íbase ya apoderando el rey don Enrique de la tierra, y ganando las ciudades y villas que tenian la voz de su adversario, y lo primero fué ir á asegurarse del reino de Leon, porque en aquella ciudad y tierra

que no tenian que vestir. Pero detúvose la armada hasta en principio del mes de mayo: y el rey envió al conde de Ribagorza y Denia á Rosas, para que diese órden en su partida, porque el conde fué entregado por Ricardo Henri, que fué el que le prendió en la batalla de Nájara, á Juan Chandos, condestable de Guiana, á quien renunció su derecho, y concertóse con él su rescate en ciento y cincuenta mil doblas del cuño de Castilla: y para dar órden en pagar el rescate, era ya venido a Cataluña, y dejó dos hijos suyos en rehenes, á don Alonso, que fué conde de Denia, y á don Pedro: y quedó el uno en poder del príncipe de Gales, y el otro con el conde de Fox. Fué con esta armada un caballero principal de Castilla que se decia Juan Ruiz de Villegas, y llevaba á su cargo ciertas compañías de gente de caballo, é iban con compañías de soldados dos hermanos sardos que se decian Lorenzo y Juan Sanna, del lugar de Figolinas, de la baronía de Osolo, que habian servido en las guerras de Cerdeña en tiempo de Riambao de Corbera, y despues con gran fidelidad. Habiendo arribado esta armada á Cerdeña, fué don Pedro con su gente, y con las compañías de don Berenguer Carroz, conde de Quirra, y con los otros capitanes de la isla, en busca del juez de Arborea; y aunque tenia mucha mas gente no le osó esperar en el campo de batalla, y recogióse dentro la ciudad de Oristan, y fué allí cercado por los nuestros. Sucedió que la gente del ejército se esparció por aquella comarca, y un dia, sabiendo el juez de Arborea que habia poca guarda en el real, y que es-. taban muy descuidados, y que les faltaba mucha gente, salió con los que tenia en Oristan, que no eran menos que los nuestros: y dió tan de rebato en el real, que los rompió y desbarató, y fueron allí muertos don Pedro de Luna, y don Felipe de Luna su hermano, y otros muchos caballeros, y todos los mas quedaron prisione-los caballeros é hijosdalgo seguian al rey don Pedro; ros. Fué este un gran destrozo, y que puso las cosas de aquella isla en último peligro, por no quedar persona que fuese tan principal que pudiese resistir á los enemigos: porque el conde de Quirra, por mandado de rey, era venido en Barcelona, y para que se proveyese luego de socorro Olfo de Proxita que estaba allá con su armada, y era gobernador de Mallorca, se vino á Cataluña y dejó en Cerdeña con dos galeras, al vicealmirante Francés de Averso. Luego que el rey supo esta nueva, se publicó que queria pasar con su armada á aquella isla y residir en ella, hasta reducirla á su obediencia: y proveyó que Alberto Zatrilla, gobernador de Caller, enviase al Alguer hasta cien sardos que tenia en su poder en rehenes, porque se diesen en cambio de los prisioneros que estaban en poder del juez de Arborea; y que don Berenguer Carroz se fuése á poner en Sacer, porque aquella ciudad y castillo estaban á gran peligro: y entendiendo que los del Alguer tenian mucha falta de trigo, Olfo de Proxita y Francés de Averso dieron órden que todos los navíos que se hallasen en las mares de Cerdeña fuésen á descargar al Alguer.

CAP. II. Que el rey de Francia se interpuso en concordar al rey de Aragon y al rey don Enrique.

Comenzó en este año á renovarse la discordia y enemistad antigua que habia entre las casas de Francia é Inglaterra, y la causa fué que los de Guiana, sintiendo mucho la graveza de los tributos que se imponian por fos ingleses, se pusieron en armas, y el conde de Armeñaque y otros nobles de Gascuña, tuvieron recurso al rey de Francia y al parlamento de París. Con esta novedad se tuvo por rompida entre ellos la guerra: y su

de

y fué puesto cerco á la ciudad, la cual se le rindió, y se redujeron entonces las montañas de Asturias y de Oviedo á su obediencia: y el rey don Enrique se vino con su real á poner sobre Tordehumos, y en un combate fué allí muerto el conde de Osona: y de allí se vino al reino de Toledo, y puso cerco á aquella ciudad por la una y por la otra parte del rio. Estando en aquel cerco, los embajadores que el rey de Francia allí tenia, trataron con el rey don Enrique que comprometiese todas las diferencias que habia entre él y el rey de Aragon, para que se determinasen por él dentro de cierto término, y esto juró el rey don Enrique en su tienda á veinte del mes de noviembre deste año, en presencia del infante don Pedro de Aragon, y del arzobispo de Toledo, y de Pero Fernandez de Velasco, su camarero mayor, y don Fernan Perez de Ayala, y de don Diego Gomez de Toledo, y de Gonzalo Mejía de la Puente, y de don Pedro Tenorio, arcediano de Coria, que fué despues arzobispo de Toledo. Por el mes de diciembre siguiente, aquellas compañías de la gente de guerra que andaban desmandadas por el reino de Francia, entraron por condado de Pallás y combatieron á Tremp, y le tomaron por fuerza de armas, y le saquearon é hicieron grande daño en su comarca, y el rey, en fin del año se vino á Cervera para enviar de allí sus huestes á echarlos de la tierra, y el infante don Juan se vino para Aragon, para juntar la gente de caballo y de pié que ha bia, y acudir allá: y las compañías francesas despues de muchos dias que estuvieron en lo de Pallás, se volvieron á Gascuña.

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CAP. III.-De la concordia que en el mismo tiempo se trató con el rey de Inglaterra sobre la conquista de los reinos de Castilla.

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hasta en fin de julio, é intervino en ello con los embajadores del rey de Castilla Garci Lopez de Sese, que regia el oficio de la gobernacion del reino.

CAP. IV.-Que la ciudad de Sacer se entregó al juez de
Arborea.

Arriba se ha hecho mencion que Francés de Sanclemente y Berenguer Dezprats fueron enviados por el rey á Inglaterra para resolver el tratado que tanto tiempo Por proveer el rey á las cosas de Cerdeña, residió lo habia se movió para concordar á los reyes de Aragon é mas del invierno en Cataluña: y tuvo el año nuevo en Inglaterra, y que se aliase con ellos el rey de Navarra, Barcelona, de dónde á diez y siete del mes de enero de por las pretensiones que tenian contra los reyes don mil y trescientos y sesenta y nueve, proveyó por capiPedro y don Enrique. Estos embajadores trataron ante tan general á don Berenguer Carroz, conde de Quirra: todas cosas de confederacion y liga entre los reyes de y estaba con las galeras y armada del rey en Cerdeña Aragon é Inglaterra: y concertaban que juntamente pi- Francés de Averso, y el juez de Arborea hacia muy diesen al rey don Pedro y al rey don Enrique lo que de cruel guerra á los lugares y castillos que se tenian por cada uno de ellos esperaba haber, y se juntasen para el rey, y fué con su ejército á combatir el castillo de esto con los reyes de Portugal y Navarra. Platicóse que Aguafreda, que está en el cabo de Çaller, en el cual reen caso que no quisiesen cumplir lo que se les pedia, se sidia un caballero de Aragon que se decia Berenguer de procediese á la conquista de los reinos de Castilla, y Entenza: y le defendieron él y los suyos valerosísimaque al rey de Aragon le señalasen la ciudad y reino de mente. En esta sazon, Brancaleon de Oria, que habia Murcia, la villa de Alcaraz con sus aldeas, y toda la tier-seguido al juez de Arborea en la revolucion de aquella ra que fué de don Juan Manuel, y Uclés, Requena, Mo- | isla, trató de reducirse á la obediencia del rey, y dióse ya, Cañete, Cuenca, Huete y Zorita de los Çanes, Beteta, Valdolivas, Salmeron, Pareja, Alcocer, Peñalver y Peñalen, Hita, Guadalajara, Brihuega, las Peñas de Viana, Cifuentes, Sigüenza, Molina, Medinaceli, Atienza, Berlanga, Santistevan, Gormaz, Aillon, Caracena, Maderuelo, Áranda de Duero, Osma, con todos los lugares de su obispado, Almazan, Benalmazan, Seron, Moron, Montagudo, Deza, Cihuela, Gomara, el castillo y lugar del Alcazar, Soria, Cabrejas, San Leonardo, Agreda, Cervera, Arnedo y Cornago. Al príncipe de Gales, se señalaba todo lo restante de los reinos, esceptuando las partes que se darian á los reyes de Portugal | y Navarra si se concertasen de entrar en la empresa. Pero estaban las cosas en tales términos, que ni el príncipe de Gales se podia embarazar en nueva empresa de España, porque la guerra se movió muy encendida, y con grande furor entre los reyes de Inglaterra y Francia, ni tampoco al rey le convenia, teniendo la isla de Cerdeña en tanto peligro y trabajo, ni buenamente se podia ocupar ni entender en otra cosa: y parecióle que valia mas no comenzar la empresa de Castilla, que dar mal cobro en ella: y tambien por medio del rey de Francia pensaba concordarse con el rey don Enrique, y traia esto en plática el castellan de Amposta, y de concordarlos á entrambos con el príncipe de Gales, y que cumpliese el rey don Enrique con el rey lo que le habia prometido en la concordia, que entre ellos se hizo en Zaragoza cuando hizo su primera entrada en Castilla, y pagase al príncipe de Gales todo el dinero que le debia el rey don Pedro, y se le diese el señorío de Vizcaya con Castro de Ordiales. Esto se trataba que asegurase el rey don Enrique con rehenes de personas principales y de castillos, y con obligaciones de prela-talanes que allá estaban, eran pocos y mal avenidos, y dos y grandes, y ciudades de su reino, y así se iba entreteniendo el negocio, porque ni el rey queria confederarse contra el rey don Enrique, ni le podia hacer justa guerra, si se cumplía lo que entre ellos estaba concordado, ni el príncipe de Gales se queria declarar contra el rey don Pedro por la misma causa. A veinte y dos de junio deste año de mil y trescientos y sesenta y ocho el rey dió á la villa de Besalú título de condado, é hizo merced dél al infante don Martin su hijo: y estando en Barcelona á veinte y uno de julio, se prorogaron por todo el mes de agosto las treguas que se habian concertado entre el rey y el rey don Pedro de Castilla

comision á Dalmao Jardin, gobernador del cabo de Lugodor, para que le prometiese en nombre del rey, remision de todas las culpas pasadas, y confirmóle el rey los lugares y feudos que tenia en la isla: y despues, en señal de gran amistad y confianza, el rey le envió su divisa que en aquel tiempo se llamaba empresa, y era una áncora. Tornóse á publicar en el mismo tiempo que queria el rey pasar á Cerdeña con grande armada: y púsose el lúnes de pascua de Resurreccion el estandarte real en la ciudad de Barcelona: y diéronse los seguros que llamaban guiajes á los que estaban encartados y condenados por diversos delitos y prorogacion de deudas y sobreseimiento de pleitos, á todos los que quisiesen pasar á esta guerra, como era costumbre, cuando se hacian muy gruesas armadas para ir con ellas en alguna expedicion muy notable. Pero la ida del rey se publicó mas para dar ánimo á los suyos, que para ponerla por obra en este año, y entretanto el juez de Arborea se iba apoderando de la isla, y la ciudad de Sacer se le entregó, y los caballeros y gente principal y fiel al rey se recogieron al castillo, y con ellos el veguer de Sacer que se llamaba Jordan Tolar. Era alcaide del castillo de Sacer Berenguer Carroz, y estaba con él un caballero de Aragon que se decia Sancho Jimenez de Ayerve, nieto de Sancho Jimenez de Ayerve, que fué justicia de Aragon, y púsosele cerco en principio del mes de febrero, y padecieron grande fatiga los que estaban en el castillo, porque fué muy a menudo combatido, y morian muchos de dolencia, y entre ellos murió Sancho Jimenez de Ayerve. Entonces estuvo aquella isla á punto de perderse del todo; porque allende de la rebelion de los sardos, los aragoneses y ca

habia grande discordia entre el conde de Quirra, que era capitan general de la gente de guerra, y el gobernador de Caller, y por esta causa, no pudiendo el rey pasar este año á Cerdeña, como lo habia publicado en su consejo, defirió el pasaje hasta el verano siguiente, y túvose muy secreto, porque no perdiesen el ánimo los que tenian toda su confianza en el socorro: y envió el rey allá para que diese órden en proveer á lo mas necesario, à Jaspert de Camplonc su tesorero.

CAP. V.-De la batalla que hubo entre los reyes don Pedro y don Enrique, en la cual el rey don Pedro fue vencido, y de su muerte, y que los castillos de Molina, Requena, y Cañete y otros, se dieron al rey de Aragon.

como si no se pudiera determinar aquella porfía, ni quedar segura la sucesion del reino, sino al que habia de teñir sus manos con la sangre del hermano vencido y muerto. Segun se afirma por diversos autores, derribó debajo el rey don Pedro á don Enrique, y hubiérale quitado la vida si tuviera arma con que poderlo ejecutar, y él fué muerto á manos de su hermano, y de los suyos á puñaladas. El mismo autor catalan afirma, que viendo que el rey don Enrique estaba debajo, el vizconde de Rocaberti dió un golpe de daga al rey don Pedro, y le trastornó de la otra parte, y entonces el rey don Enrique se puso sobre él, y le mató, y cortó la cabeza con sus manos: y echáronla en la calle, y el cuerpo se puso en el castillo entre dos tablas sobre las almenas. Desta suerte murió aquel príncipe, siendo de edad de treinta y tres años, permitiendo nuestro Señor, que así acabase el que tuvo un ánimo tan riguroso y fiero contra su misma sangre, y contra los mas principales súbditos y vasallos de sus reinos. Mas escedió á todo género de crueldad, haber dado la muerte á don Juan y don Pedro sus hermanos, mozos inocentes. Afirma el conde don Pedro de Portugal una cosa muy digna de considerar, que la principal causa de la perdicion deste príncipe, fué por dejarse gobernar, y rendirse en poder de personas muy viles, y de baja suerte, por quien él seguia y ordenaba sus cosas. Fué su muerte nueve dias despues de la batalla, y luego se rindió otro dia el castillo y los caballeros que en él estaban al rey don Enrique. Con la nueva de la muerte del rey don Pedro, los del concejo de Molina enviaron al rey, que fué entónces á Valencia, á suplicarle los recibiese por sus vasallos, y sus procuradores hicieron pleito homenaje como á su rey y señor, y de serle leales: y el rey les ofreció de incorporar á aquella villa que era de mucha importancia, en su corona real, y concedióles que fuesen francos en todos sus reinos y señoríos, como lo eran los vecinos de la ciudad de Daroca. Encargó el rey el castillo y fortalezas de aquella villa á García de Vera, que era alcaide y alcalde de Molina cuando se entregó al rey, é hízole merced por juro de heredad, de ciertos lugares que eran aldeas de aquella villa, que eran, Castelnuevo, Chequa, Tolorega y Valfermoso, con la jurisdiccion civil: y allende desto, le dió para él y un hijo legítimo, las salinas de aquella villa y su término. Dió entonces este caballero al rey, por rehenes de aquellas fortalezas, á Juan de Vera su hermano, y á Elvira Ruiz, y á María Garcez, y á Cata

Tuvo el rey don Pedro de Castilla recurso al rey de Granada, como último remedio, para valerse dél contra su adversario, y entró en la Andalucía el rey de Granada con cinco mil ginetes y treinta mil ballesteros, y fueron sobre Córdoba, que se tenia por el rey don Enrique: y habia gran caballería dentro. Pero defendiéronse muy bien, y de allí se retiraron los moros y volvieron á hacer otra entrada, y destruyeron gran parte de la Andalucía. Despues determinó el rey don Pedro de venir á socorrer á Toledo, y juntó toda la mas gente que pudo: y vínose por el campo de Calatrava, y asentó su real en un lugar que se dice Montiel y traia consigo hasta tres mil de caballo, entre hombres de armas y de la lijera, que á los unos decian en aquel tiempo en Castilla castellanos, y á los otros ginetes. Entonces el rey don Enrique entendió que todo su bien consistia en apresurar el negocio, y dar la batalla á su enemigo, y tuvo por cierto, que cuanto mas se entretuviese la guerra, iria el rey don Pedro ganando mas reputacion, y tendria mas parte en el reino. Con esta resolucion, habiendo llegado de Francia Beltran de Claquin con quinientas lanzas, determinó de salir al encuentro á su adversario, y dejando cercada la ciudad de Toledo, él salió con hasta tres mil lanzas, y con toda furia caminó de manera, que llegó ántes á vista de los enemigos, que supiesen de su partida. Tenia el rey don Pedro esparcida su gente por algunos lugares de aquella comarca, y viéndose acoineter tan de rebato, ordenó sus batallas como mejor pudo junto á Montiel, y luego que se comenzó de ambas partes á pelear, la gente del rey don Pedro fué desbaratada y vencida, y él apenas se pudo recoger al castillo de Montiel. Fué esta batalla, segun don Pedro Lopez de Ayala escribe, un miércoles á catorce del mes de marzo deste año: y teniendo el rey don Enrique encerrado en aquel castillo á su enemigo, mandó con gran diligencia cercar de una pared de piedra todo el lugar, y no hallando órden el rey don Pedro como poder defenderse ni escaparse, envió con un caballero que se decia Men Rodriguez de Senabria, á ofrecer á Beltran de Claquin, que si se le pusiese en libertad, le daria las villas de Soria, Almazan, Atienza, Montagudo, Deza, y Seron, y doscientas mil doblas, y│lina Gutierrez sus hermanas, y el concejo habia de esto se juró por Oliver, hermano de Beltran de Claquin, que intervino en este trato, segun afirma un autor catalan de aquellos tiempos. Siendo esto descubierto al rey don Enrique por el mismo Beltran de | Claquin, se tuvo forma que le asegurase, y salió el rey don Pedro del castillo una noche con aquel seguro, y salieron con él don Fernando de Castro, Fernan Alonso de Zamora, Gutier Fernandez de Villodre y otros caballeros, y lleváronle á entregar en las manos de su enemigo, que estaba armado y acompañado de su guarda en la posada de Beltran de Claquin, llevándole Oliver á la tienda de su hermano y segun aquel autor escribe, cuando el rey don Pedro vió que pasadas las barreras le llevaban por aquel camino, se tuvo por muerto. Este mismo autor catalan dice, que estando en aquella tienda, en un instante entró el rey don Enrique, y en viéndole, se abrazó con él con una daga en la mano, y fuéron á tierra los dos hermanos,

dar otras rehenes. Lo mismo hicieron otros lugares y castillos de aquellas fronteras, señaladamente el castillo de Requena, que se entregó al rey: y porque Pedro de Liñan tenia por Gutierre Diaz de Sandoval el castillo de Fuente del Salce, y Gonzalo Sanchez de Villel el castillo de Algor por sí mismo, y eran aldeas de Molina, y ellos naturales del rey de Aragon, se procuró que tuviesen los castillos por el rey y esto se trató por medio de Garci Lopez de Sese, gobernador de Aragon. Estaba por alcaide en el castillo de Cañete, Alvar Ruiz de Espejo, que lo tenia por el rey don Pedro de Castilla, y entendiendo que era muerto el rey don Pedro, envió a decir al rey, que no teniendo señor á quien se rindiese el castillo, por no haber dejado hijos legítimos, ni á quien pudiese en caso de necesidad pedir socorro, aunque el rey don Enrique le habia enviado á requerir y mandar que se lo rindiese, no lo habia querido hacer antes, doliéndose de la muerte

del rey don Pedro, que era su príncipe y señor natural, y el que le habia encomendado el castillo, y habiéndole muerto el rey don Enrique, que era su vasallo y natural dentro su reino, afirmaba que lo daria ántes a judíos ó moros, si estuviesen en aquella comarca y no hubiese otro príncipe ó rey cristiano á quien entregarlo, para que le defendiese: y que era obligado á hacer todo el servicio que pudiese al rey don Enrique, así como aquel que por esta causa le debia ser enemigo, y de todos los leales de Castilla, y con un hermano suyo, que se decia Rodrigo Alvarez de Espejo, envió á suplicar al rey que se encargase de la defensa de aquel castillo, y le recibiese como fiel servidor, y él se hizo vasallo del rey, y su natural, y hombre ligio suyo y de sus sucesores, y quedó por alcaide del castillo con buena gente de guarnicion, dejando una hija en rehenes en Aragon.

CAP. VI. Que el rey envió al rey don Enrique, para que no rescatase la persona del infante de Mallorca.

Al tiempo que se dió la batalla entre los reyes don Pedro y don Enrique, estaba el rey en Barcelona, y como en aquella sazon se hallaban en Castilla el arzobisdo de Zaragoza, y don Juan Fernandez de Heredia, castellan de Amposta, entendió con mas calor, en que se asentase la concordia entre él y el rey don Enrique: y en su nombre el arzobispo de Zaragoza le pidió, que por ningun trato que se le moviese, no rescatase la persona del infante de Mallorca, que estaba en su poder, porque trataba el rey don Enrique de darle en lugar del conde don Sancho su hermano, y del conde de Ribagorza: y envió poder al arzobispo y al castellan, para que tratasen de concordar sus diferencias; pero como sucedió el entregarse Molina y los otros lugares al rey, las cosas se turbaron de manera, que estaba mas cierto el rompimiento entre ellos, que la concordia: y el infante de Mallorca fué rescatado por la reina Juana su mujer en sesenta mil doblas, y fuése por el reino de Navarra á Ortes, tierra del conde de Fox.

CAP. VII. De la guerra que se comenzó por las fronteras de Molina y Requena, entre el rey y el rey don Enrique.

Una de las causas mas principales porque el rey sobreseyó de ir en persona á la empresa de Cerdeña como lo habia publicado, fué, que en este tiempo andaban diversas compañías de gente de guerra extranjera en España, y las de Francia se iban cada dia mas desmandando, y representábase el peligro que corrian sus reinos, si él pasase á Cerdeña con su caballería, y dejase la tierra yerma de los caballeros y gente de guerra que habia de pasar con él. Era venido el rey á Lérida para asistir á la sepultura del cuerpo del rey su padre, que le mandó enterrar en el monasterio de los frailes menores de aquella ciudad, trayendo los huesos del monasterio de los frailes menores de Barcelona. Esto se hizo con gran solemnidad á diez y siete del mes de abril deste año: y el mismo dia envió á Castilla á Beltran de Claquin al vizconde de Rocaberti, porque ya se habia ofrecido que iria á Cerdeña en caso que el rey ó el infante no quisiesen ir á esta guerra: y dábale el rey sueldo para mil y doscientas lanzas, y trescientos arqueros: y mas le habia de dar el rey doscientos de caballo y mil ba→ llesteros, y para esto se habian de obligar diez capita

nes de sus compañías: pero á Beltran de Claquin se le ofreció dentro en Francia ocasion de mayor acrecentamiento, y vino á romper con el rey de Aragon por causa de Molina, que el rey don Enrique le dió, y esto se hizo con mucho artificio, por sacarla de poder del rey de Aragon, y quitarle un tal servidor, como Beltran de Claquin. Ello sucedió de manera, que luego que se hizo la donacion de Molina por el rey don Enrique á Beltran de Claquin, comenzó á publicar grandes amenazas de hacer guerra contra Aragon y Cataluña, y afirmaba, que se habia de satisfacer de los daños que había recibido en esta postrera entrada por el vizconde de Castelbó, pasando por el condado de Pallás. Entendiendo esto el rey, estando en Valencia á veinte y cinco del mes de junio deste año, mandó al infante don Juan que juntase toda la gente de guerra de Cataluña, y se viniese con ella á Lérida, y fortificáronse entonces Lérida, Cervera, Tárrega, Monblanc, Villafranca de Panadés y Manresa, y todos los otros lugares principales de Cataluña, como si estuvieran en frontera de los enemigos. Tenia en esta sazon el rey córtes á los valencianos, y mandó convocar á los aragoneses en el lugar de Rubielos para el primero del mes de julio, y apercibiéronse el conde de Urgel y los vizcondes de Cardona y Castelbó, á quien principalmente Beltran de Claquin amenazaba por el daño que habia recibido en su entrada de las tierras destos señores. Mas aunque las córtes se convocaron para Rubielos, ni el justicia de Aragon, ni Garci Lopez de Sese, que era regente el oficio de la gobernacion, ni otro alguno de los llamados no fuéron, y por no hallarse el justicia de Aragon presente, no se hizo la prorogacion que el rey proveia, y así fué necesario diferirlas hasta otro nuevo llamamiento, y pusiéronse en órden seiscientos de caballo de Aragon, para repartirlos en las fronteras de Molina, porque Beltran de Claquin habia enviado á requerir al rey que se la entregase: y aunque por mandado del rey don Enrique se partió destas fronteras para ir á las de Portugal, por la guerra que se movia entre el rey don Enrique y el rey don Fernando, en su partida amenazó de volver á la empresa de Molina, como á propia causa y querella suya, y el rey le envió al vizconde de Rocaberti, para desviarle de aquel propósito, y persuadirle que fuése á Cerdeña. Despues estando el rey en Valencia proveyendo á la defensa de los lugares de Molina y Requena, y de los otros castillos que se habian entregado en aquella frontera, proveyó por capitanes de gente de caballo, para que socorriesen á la mayor necesidad á don Pedro Galcerán de Pinós, y á don Pedro de Centellas, y a don Rodrigo Diaz, y don Juan, y don Berenguer de Vilaragut: y combatieron la villa de Requena, que se tenia por el rey don Enrique: y no la pudieron entrar,'y volvieron para Valencia. Por el mismo tiempo el rey don Enrique envió á Pero Gonzalez de Mendoza, y á Alvar García de Albornoz, para socorrer á Requena, y hallaron algunos desmandados por aquella comarca de los nuestros, y los prendieron y mataron, y pusieron cerco al castillo. Teniendo desto aviso los capitanes del rey que tenian cargo de aquella frontera, fuéron á socorrer á los del castillo de Requena, y presentaron la batalla á los capitanes del rey de Castilla, pero ellos se hicieron fuertes en la villa, y no quisieron salir á pelear. Entónces visto que no se podia mucho tiempo defender el castillo, se salieron los que estaban dentro con lo que tenian, y fuéronse con la gente del rey á Valencia. Estando las cosas en

tanto rompimiento entre el rey y el rey don Enrique, habiendo rompido la guerra con el rey de Portugal, al tiempo que apenas tenia asegurado su reino con la muerte de su adversario, tenia el rey en Castilla al arzobispo de Zaragoza, y al castellan de Amposta, que trataban de la concordia: y envió el rey á decir al rey don Enrique, que él tenia con harto mejor derecho el lugar de Molina, que Beltran de Claquin á Soria y Almazan, y los otros lugares que entonces le habia dado, que se comprehendian en la donacion que se habia hecho al rey, de la cual el mismo Beltran de Claquin, no podia pretender ignorancia, pues cuando se hizo estaba presente, en lo cual no hacia Beltran de Claquin obra de buen vasallo. Entonces se trató que se dejase esta diferencia en poder de algunas personas, y el rey nombraba de su parte un eclesiástico y un rico hombre y un caballero que eran el obispo de Lérida y el vizconde de Cardona, y mosen Ramon de Peguera, y por rico hombre á Arnaldo de Orcau, y por caballero á Ramon de Planella, en cuyo poder ponia el rey á Molina. Pero Beltran de Claquin no queria ningun partido, ántes con orgullo decia que él demandaria á Molina por otras vias. Instaba el rey don Enrique en que se cumpliese el matrimonio de su hijo con la infanta doña Leonor, y el rey no quiso dar lugar á ello, hasta que primero se le entregasen el reino de Murcia, y los lugares del concierto, conforme á las donaciones que habia hecho con sacramentos y homenajes, y fué sobre ello enviado á Castilla micer Bernardo Dezpont, que era del consejo del rey. Queria el rey don Enrique hacer liga y confederacion muy estrecha con el rey, y él la rehusaba, porque no queria entrar en nueva guerra con ningun príncipe, estando la isla de Cerdeña á tanto peligro; y por otra parte el rey don En. rique, por no enemistarse con los de su reino, enajenando tanta parte de la corona real, no osaba condescender á esta demanda, y aparejábase á defender sus fronteras, porque entendia que en esta sazon el rey de Aragon trataba de confederarse contra él con los reyes de Portugal, Granada y Benamarin, y con el principe de Gales. Como en esto no se tuvo buena respuesta del rey don Enrique, ni de Beltran de Claquin, Bernardo Dezpont requirió á todos los naturales destos reinos, que se saliesen de Castilla y se viniesen al servicio del rey, y con esto quedó declarado del todo el rompimiento.

CAP. VIII. De las alianzas que en este tiempo se trataban por parte del rey con los reyes de Portugal y Navarra, y con el principe de Gales y con los reyes de Granada y Benamarin.

Entendiendo el rey que las cosas se encaminaban al rompimiento, y que el rey don Enrique no solo no queria cumplir con él lo que estaba tratado, pero habia hecho donacion á otro de lo que le habia dado primero, y que allende desto decia algunas palabras, por las cuales descubria mas su ingratitud, considerando que le convenia tener ocupadas sus armas y la mayor parte de sus gentes en la guerra de Cerdeña, trataba de concordarse estrechamente con los reyes de Portugal y Navarra, y con el príncipe de Gales, y con los reyes de Granada y Benamarin. De Valencia fueron por este invierno enviados por embajadores al rey don Fernando de Portugal, don Juan de Vilaragut, y un letrado que se decia Bernardo de Miragle, y llevaban comision de tratar de matrimonio del infante don Juan duque de Giro

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na, con la infanta doña Beatriz, hermana del rey de Portugal, el cual ya habia movido la guerra contra el rey de Castilla, entrando poderosamente por Galicia, pretendiendo que le pertenecia la sucesion de aquellos reinos, como á biznieto del rey don Sancho, y nieto de la reina doña Beatriz su hija, que casó con el rey don Alonso de Portugal su abuelo. Hizo muy grande instancia, porque esta paz y nueva confederacion se asentase entre el rey de Aragon y el de Portugal, la infanta doña María hermana del rey de Portugal, mujer del infante don Fernando, marqués de Tortosa, que está en estos reinos. Con el rey de Navarra estaban las cosas ya encaminadas á buena amistad, y ántes desto, estando el rey en Tortosa en fin del mes de abril, fué à aquella ciudad Juan Cruzate, dean de Tudela, y asentó entre el rey de Navarra y don Carlos su hijo primogénito, y el rey y el duque de Girona, nueva liga: y ofreció que se restituirian al rey de Aragon, y en su nombre á Pedro Jimenez del Aztor, por todo el mes de mayo, los lugares y castillos de Salvatierra y de la Real con sus términos en el mismo estado que se tenian por el rey de Navarra : y el rey de Aragon habia de restituir al rey de Navarra, y á Juan Renalt, justicia de Tudela, en su nombre, el castillo de Herrera en Moncayo: aunque esto se defirió con voluntad de ambos reyes. Cometióse entonces á Domingo Lopez Sarnes, merino de Zaragoza, y á Martin Perez de Solchaga, alcalde de Tudela, que determinasen la diferencia que habia sobre los términos de la Real y Sangüesa, y señalasen sus límites segun estuvieron en los tiempos antiguos, que era diferencia que ponia mucha discordia entre los súbditos de ambos reyes, y habia sobre ello muy ordinarias contiendas. Tambien casi por el mismo tiempo que fuéron los embajadores á Portugal, envió el rey á Inglaterra un caballero de Aragon que se decia Juan Jimenez de Salanova, y á Pedro Zacalm, doctor en leyes, para concluir la confederacion y liga con el rey de Inglaterra, y y con el príncipe de Gales, y con los reyes de Portugal y Navarra. Esto era mas fácil en esta sazon por la mudanza que se habia seguido en todos los negocios, despues de la muerte del rey don Pedro: y entraron estos príncipes mas de veras en la plática de emprender la conquista de los reinos de Castilla, aunque hubo alguna diferencia entre el rey de Portugal y el príncipe de Gales, sobre la sucesion del reino de Castilla, y tratose entonces de matrimonio entre el duque de Alencastre, hermano del príncipe, y la infanta doña Juana, hija del rey de Aragon y sobrina del rey de Navarra. Los mismos don Juan de Vilaragut y Bernardo de Miragle pasaron por Granada para asentar paz y alianza con Mahomad, rey de Granada, y con Abaifer Abdelaziz, rey del Algarve y de Fez, y firmáronse las paces con aquellos reyes moros, estando el rey en Valencia por el mes de noviembre por cinco años. Ántes que se rompiese la guerra entre el rey y el rey don Enrique, cargando mucha gente de Castilla á las fronteras de Molina, á veinte y dos del mes de octubre deste año, los de la ciudad de Teruel y sus aldeas, recogieron sus ganados, y los sacaron de los términos de las fronteras, y se mudaron á otros lugares mas adentro, y se bastecieron los lugares que estaban en defensa que eran, Arcos, Sarrion, Alventosa, Ruvielos, Mosqueruela, el castillo de Cedrillos, Perales, Camarillas, Bueina y Celha: y lo mismo se proveyó en las ciudades de Daroca, Calatayud y Tarazona, y se fortificaron de nuevo todas las ciudades

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