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quinientos hombres de armas, y quinientos ballesteros y otros tantos con paveses. El repartimiento de los reinos de Castilla se remitia al obispo de Lérida, y al conde de Armeñaque: y tratóse, que la infanta doña Leonor, hija del rey, casase con el hijo mayor del | príncipe de Gales. Pero en todo esto, entonces no se tomó resolucion ninguna, mas de concertarse tregua entre el rey de Aragon y el rey don Pedro de Castilla, y con su consentimiento la remitieron al príncipe de | Gales; y estando en la abadía de Fitero á trece del mes de agosto deste año, puso entre ellos tregua hasta la pascua de Resurreccion siguiente, y se obligó de ser contra el que la quebrantase: y fué aceptada por los obispos de Burgos y Sigüenza, y por Lope Fernandez Gaitan, embajadores del rey don Pedro de Castilla. Como no se pudieron concordar, prorogóse aquel tratado por los embajadores, hasta quince dias despues de la fiesta de san Miguel de setiembre, para que se juntasen en los mismos lugares de Moros y Deza, si el príncipe estuviese en España y si se hubiese pasado á Gascuña, se juntasen en los límites de Bigorra y del val de Broto. En este medio el rey don Pedro de Castilla se concertó con el príncipe de Gales, y le mandó entregar el señorío de Vizcaya, y á Castro de Ordiales, aunque los vizcainos no quisieron obedecer sus mandamientos. Tratándose destos medios, sucedió, que el rey de Navarra, despues de la batalla de Nájara, estando detenidos en el castillo de Borja, tuvo tales tratos con Oliver de Manni, en cuyo poder estaba; que le sacó del castillo, dejando en rehenes al

hiciese con él buena paz, pues no habia razon ni causa, porque hubiese entre ellos discordia. Tambien se proponia que las diferencias entre los reyes de Castilla y Aragon, se determinasen: y pedia el rey que quedase á la determinacion del príncipe, para que fuese contra el que no cumpliese lo que se acordase. Platicóse entre ellos, que el rey por honor y contemplacion del príncipe de Gales, diese algun estado en estos reinos al infante de Mallorca. En esta plática intervenian don Romeo obispo de Lérida, que era muy privado del rey, y el conde de Urgel, y el vizconde de Cardona, y don Juan Fernandez de Heredia, castellan de Amposta y prior de San Gil, en el reino de Francia, que tambien se llamaba prior de Castilla y Leon: y ci conde de Urgel y el vizconde, eran del bando contrario del rey don Enrique, porque siguieron siempre la parcialidad del infante don Fernando, que fué muerto por trato del rey don Enrique, y procuraban que el rey se concertase con el rey don Pedro, y sobre ello enviaron al rey de Castilla, el obispo y estos ricos hombres, un caballero que se decia Sancho Gonzalez de Heredia y se trató que los principales del consejo del rey, y del príncipe de Gales, se juntasen en algun lugar de la frontera para que la paz se capitulase. Con esta resolucion volvieron aquellos dos caballeros de Burgos, y el príncipe envió al conde de Armeñaque: y fuéron por el rey, el obispo de Lérida, el conde de Urgel, el vizconde de Cardona, el castellan de Amposta, don Lope de Gurrea, y Jaime de Ezfar, al lugar de Moros, y los del príncipe estuvieron en Deza. Pretendia el príncipe ante todas cosas, que el rey hi-infante don Pedro su hijo, y le llevó á Tudela, porque ciese liga con él, y no queria venir en ella, sino exceptuando al papa y al rey de Francia y aunque diversas veces platicaron sobre los medios de la paz, no se pudo resolver cosa alguna, y se pasaron los embajadores del rey á Tarazona, y los del príncipe á otro lugar de aquella comarca. Allí se concordaron que hubiese paz y amistad entre el rey y el príncipe de Gales, y que no se diese favor ni ayuda destos reinos al conde de Trastamara, y se le defendiese el paso á él y á sus gentes, si volviese á hacer guerra contra el rey de Castilla. Tratóse que en caso que el rey don Pedro no diese la posesion de Vizcaya y de la villa de Castro de Ordiales al príncipe, y no le pagase el sueldo que le debia de la gente de guerra, hasta la fiesta de la pascua de Resurreccion, pasado aquel término, el príncipe hiciese guerra contra él y sus reinos y dera, sin ayuda del rey de Aragon, enviaba á pedir að la misma manera, si no se satisfaciese al rey de Ara- rey, que no se les diese favor, ni se ofendiese, si él gon, en los daños y gastos que por causa de la última fuése á cercar á Borja por cobrar á su hijo: y porque guerra habia recibido del rey don Pedro y de sus rei- se decia que lo querian pasar á Francia por Aragon, nos, y en las penas en que estaba condenado, por ha- rogaba que no se les diese favor por su tierra y con ber quebrantado la paz y sino se cumpliese dentro esta nueva ocasion, movió tambien plática de nueva del mismo término, el rey le moviese la guerra, y amistad con el rey, y que casase el infante don Carlos ambos se valiesen contra él. Habia de procurar el rey su hijo primogénito con la infanta doña Leonor. Prode Aragon, que el rey de Portugal, en aquel caso hi-veyó luego el rey, por tener al rey de Navarra propiciese guerra contra el rey de Castilla, y el príncipe de Gales tomaba á su cargo que el rey de Navarra tambien romperia contra él, y que todos estuviesen unidos entre sí, para conquistar los reinos y señoríos de Castilla y Leon. En esta empresa se trató que el príncipe de Gales tuviese á su sueldo dos mil hombres de armas, con glavios, y dos mil arqueros y el rey de Aragon ochocientos hombres de armas, que llevasen consigo otros tantos de á pié, y mas doscientos ginetes, y quinientos ballesteros, y otros tantos empavesados y el rey de Portugal habia de traer otra tanta gente como el rey de Aragon : y el rey de Navarra con

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allí le habia de dar letras para que le entregasen una villa y castillo en Normandía, que le habia ofrecido con tres mil francos de renta. Tero cuando el rey de Navarra estuvo en Tudela, mandó prender a Oliver de Manni, y fué muerto un su hermano, que saltó por los tejados por salvarse, y con ser vencido el rey don Enrique, los alcaides que estaban en los castillos de Sanvicente y de la Guardia, los desampararon y volviólos á cobrar el rey de Navarra, y de Tudela envió un prior que se decia Garci Sanchez al rey, para que le mandase dar al infante don Pedro, pues estaba en el castillo de Borja, que era en su reino y porque los bretones que estaban en Borja y Magallon, amenazaban de hacer guerra contra él, por la prision de Oliver de Manni, y aquellos no eran poderosos para hacer daño en Navar

cio en esta alianza, que se trataba que los bretones que tenian ei castillo de Borja, entregasen al infante poniendo en libertad el rey de Navarra á Oliver de Manni, y así se hizo y no quiso dar lugar á la plática de las alianzas y matrimonio, hasta que se resolviese lo del tratado que tenia con el príncipe de Gales, en el cual no queria que fuese comprehendido el rey de Navarra, hasta que se le restituyesen Salvatierra y la Real de Ruesta, que estaban en poder de na

varros.

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fortalezas y castillos, y tomaron la voz del rey don CAP. LXX,-De la vuelta del rey don Enrique á España Enrique y en muy breves días se tornó á levantar y que entró poderosamente por el reino de Castilla. gran parte del reino contra el rey don Pedro, y la Aunque el rey trataba de concordarse con el rey don ciudad y alcázar de Segovia, Ávila, Valladolid y PaPedro de Castilla, y con el príncipe de Gales, quedan lencia, y las provincias de Guipúzcoa y Vizcaya, y do vencedores, no por eso dejó de tener sus inteligen- los castillos de Peñafiel, Atienza, Curiel y Gormaz y cias con el rey don Enrique, porque aquel príncipe, otros muchos se levantaron, y las ciudades de Sevicon grande valor, no se dejó caer en la adversidad, ni lla y Córdoba, y la mayor parte de la Andalucia se fué nada remiso y luego se puso en órden para vol- | pusieron en armas para hacer lo mismo, señalandover á su empresa, con favor del rey de Francia y del se en ello con gran esfuerzo y valor don Gonzalo Meduque de Anjous su hermano. Andaba el rey muy jia maestre de Santiago, que sustentó la guerra conatento, procurando de sacar de cada uno destos prín-tra el rey don Pedro, habiéndose hecho fuerte en la cipes el mejor partido que pudiese, para en caso que villa de Llerena, y juntó tal poder de gente de cabaquedase cualquiera dellos con el reino, y tenia gran-llo y de pié, que era señor de toda aquella provindes pretensiones contra entrambos, y pensaba sacar buena parte desta competencia. Allende desto los mas principales de su consejo estaban muy divisos, porque unos trataban que el rey se concertase con el rey don Pedro, teniendo su causa por mas honesta, que eran la reina de Aragon, don Pedro, conde de Urgel, el vizconde de Cardona, y otros que siguieron la parcialidad del infante don Fernando, que no eran amigos del rey don Enrique: y otra parte había, que aconsejaban al rey que no desamparasen al rey don Enrique de quien habia recibido grandes y muy señalados servicios, y de quien se tenia mas esperanza, que cumpliria lo que prometiese porque su adversario, ni guardaba fé ni verdad. Estos eran el infante don Pedro, tio del rey, don Juan, conde de Ampurias, hijo del infante don Ramon Berenguer, don Lope Fernandez de Luna, arzobispo de Zaragoza, y don Francés de Perellós, vizconde de Roda y procuraron que la reina doña Juana se pasase á Francia, y fuése al rey su marido, con los infantes sus hijos, porque mejor se hiciesen sus negocios. Lo primero que el rey don Enrique hizo siendo en Francia, fué verse con el duque de Anjous, y fue muy bien recibido dél y del rey de Francia y se le dió un estado en Lenguadoque, y una villa y castillo muy fuerte á los confines de Rosellon, que se dice Pera pertusa, en que estuviesen la reina su mujer y sus hijos, y le ofrecieron gente y dinero, con que pudiese volver á hacer la guerra á su enemigo. Con esto el rey don Enrique que era muy bien quisto de la nacion francesa, con una increible celeridad se dispuso á rehacerse y ponerse en órden para volver á su empresa sin entretener el tiempo, con entender que el rey don Pedro su adversario estaba muy desavenido del príncipe de Gales, y que con tan malas mañas y medio, volvia á cobrar su reino como lo habia perdido, y que era tan aborrecido generalmente de todos, como de antes, porque no dió ninguna señal de clemencia, ántes usaba de toda crueldad y rigor como primero: y habia mandado matar en Sevilla á doña Urraca Osorio, madre de don Juan Alonso de Guzman, que fué despues conde de Niebla, y á Martin Yañez, su tesorero, de quien habia recibido muy señalados servicios en paz y guerra. Tuvo el rey don Enri-y lo tercero por venirse vos en mientes, cuantas obras que con esto, gran cuidado de hacer rescatar los mas principales caballeros castellanos que fueron presos en la batalla de Nájara, que estaban en poder de ingleses, señaladamente á Pedro Manrique adelantado mayor de Castilla, y á Pedro Fernandez de Velasco y á Rui Diaz de Rojas, que se concertaron por su rescate en quince mil florines, y diólos por el rey don Enrique el castellan de Amposta. Estos caballeros y los que estaban ya libres, que eran muchos, volvieron á sus

cia. Entendiendo esto el rey don Enrique, y que los ingleses se salian de Castilla, y que el príncipe de Gales no tenia pensamiento de quedar en España, ni valer mas á su adversario, apresuraba el negocio, y concertóse con el conde de Auserta y con el señor de Beujo, y con el señor de Vinay, para que con dos mil lanzas y con quinientos arqueros, hiciesen guerra en el ducado de Guiana hasta nuestra Señora de setiembre: é hizo su capitan general en Guiana al conde Auserta, y junto grandes compañías de gente de armas para traer consigo y como estaba seguro que el rey de Aragon le valiese ni diese paso por su reino, por ser ya público que se trataba de paz y liga entre él y el rey don Pedro y el príncipe de Gales con prendas de matrimonios, hizo que el rey de Francia y el duque su hermano, enviasen con un caballero á certificarle, que él volveria luego tan poderoso como antes para proseguir la guerra contra su comun enemigo. Fué enviado á esto un caballero del consejo del rey de Francia que se decia Davani de Balieul, y el rey don Enrique escribió al rey una carta con él de muy poca sumision, como si no tratara de su negocio, haciéndole propio del rey: y por ella mostraba bien la confianza que tenia de echar á su enemigo del reino, y era deste tenor. «Rey de Aragon: nos el rey de Castilla, vos enviamos mucho saludar como aquel que tenemos en lugar de padre. Facemos saber que el rey de Francia y el duque de Anjous su hermano, é todos los otros señores del reino de Francia son de gran voluntad de ayudarnos é à vos con todo su poder: é sobre esta razon bien creemos que vos envian sus cartas é sus mensajeros. Porque rey amigo rogamos vos, que pues tan gran ayuda vos'recrece é vos sabedes que todos los corazones de cuantos hay en Castilla son prestos para nos servir, que vos nos queredes ayudar: que la vuestra ayuda á nos es muy cumplidera; é tenemos que esto lo debedes facer por tres cosas. Lo primero porque vos recrecen grandes ayudas é muy buenas con que lo podedes facer à vuestra honra: é lo segundo por venirse vos en miente cuantos males é cuantas mentiras vos ha fecho aquel traidor que se llama rey de Castilla agora, é cuanto faria cada que logar hubiese:

de nos habedes recibido; é nos fiamos en la merced de Dios, que vos queriendo nos ayudar bien en estos fechos, que el príncipe de Gales é aquel traidor con toda aquella compañía que allá son, auran mal acaecimiento mucho ayna : donde el rey de Francia, é vos é nos, habremos gran honra. Porque rey amigo vos rogamos que hayamos de vos vuestra respuesta: porque sepamos vuestra voluntad de lo que queredes facer en estos fechos: é todavía se vos venga en miente

don Pedro, porque lo de Andorra tiene muy dificultosa la entrada, por ser la montaña de lo mas encumbrado y áspero de los Pirineos: y tenia el condado de Urgel y el de Pallás en frontera, por donde habia de atravesar, que eran del señorío del rey, puesto que por el condado de Castelbó tenia paso mas seguro para el condado de Ribagorza: porque en lo de Andorra y Castelbó no habia tanta resistencia por respeto del conde de Fox y del vizconde de Castelbó, que eran muy propincuos parientes de la condesa de Osona.

las montañas de Aragon, para sus gentes fueron muy trabajosas, porque las sierras son muy grandes, y llegó con harta fatiga á una villa de Ribagorza que se dice Aren, á donde se detuvo dos dias para que descansase la gente, y de allí se vino á Benavarre que es la cabeza de aquel condado, por verse con el in

el aristanza que habedes con nusco. Otrosí rey hermano, sabed que sin todas las ayudas que el rey de Francia é el duque de Anjous vos farán, nos leva remos con nusco tres mil lanzas de muy buena compañía, é si algunas cosas por vuestra honra podemos facer, nos las faremos de buenamente. É por cuanto no es aquí el nuestro sello, escribimos en esta carta nuestro nombre. Fecha en Servian á veinte y cuatro dias de mayo. Nos el rey.» Tenia el rey en Francia para entender lo que allá pasaba, á don Francés de Perellós, y para que tratase con el rey don En-No embargante que tuvo estas y otras entradas por rique las seguridades que le daria en caso que él volviese á la posesion de su reino, porque ya le faltó | á lo que estaba entre ellos tratado: y estaban las cosas como en balanza, teniéndose por tan enemigo del uno como del otro, hasta que de entrambos se asegurase: y como el rey don Enrique no satisfaciese á lo que le pedia, envióle á decir con el gober-fante don Pedro, y de allí continuó su camino y se nador de Rosellon que no pasase por su reino, porque estaba en tregua con el rey don Pedro y con el prín- | cipe de Gales, y no podia sino defender el paso. A este requerimiento respondió el rey don Enrique, segun don Pedro Lopez de Ayala escribe, que él nunca habia faltado al rey de Aragon en sus guerras y que se debia acordar que por su entrada en Castilla le hizo cobrar ciento y veinte villas y castillos que el rey don Pedro le habia ganado, que él no podia dejar de hacer su entrada por Aragon, y defenderse de quien se la quisiese resistir, y que el infante don Pedro le envió un caballero de su casa que le guiase por el condado de Ribagorza. Traia el rey don Enrique en su servicio al conde de Osona y al vizconde de Illa, y al bastardo de Bearne, que llamaban Bernardo de Bearne, y al vizconde de Vilamur, con trescientas lanzas muy buenas, sin la otra gente de Francia. Estuvo el conde de Osona preso en Bayona en poder del príncipe de Gales, y el rey don Pedro hizo muchas instancias por haberle, diciendo que era su prisionero, y el príncipe le envió á don Bernardino de Cabrera su hijo, y fué puesto el conde en su libertad, y se concertó con el rey don Enrique, aunque fué el principal que persiguió á su padre, y tenia grandes valedores en Cataluña, señaladamente á los vizcondes de Rocaberti y de Illa, y á don Guillen Galcerán de Rocaberti, señor de Cabrenz, y á don Pedro Galcerán de Pinós, y los de Gurb, y otros muy prin- | cipales barones, y el rey procedió contra ellos hasta asegurarse que no darian favor al conde, y fué don Berenguer de Abella con algunas compañías de gente de caballo, y con las huestes de Rosellon y Cerdania contra Castellon y contra los lugares de don Guillen de Galcerán, y estuvo tan obstinado en no querer enviar un caballero para asegurar al rey, que dejaba perder su estado, hasta que estando en San Feliu de Pallarols, á instancia de la vizcondesa madre del conde, y de los vizcondes de Rocaberti y de Illa, y del mismo conde y condesa de Osona que estaban en Francia hizo lo que el rey le mandaba. En la historia del rey don Pedro de Aragon, se dice que entró el rey don Enrique por los puertos de Jaca, que es tan diferente de lo que don Lopez de Ayala escribe, aunque en esta obra está depravada la escritura, y en nos libros dice que entraron por el val de Andorra y en otros por el de Ampurias, lo que no pudo ser: y yo creo que el paso mas principal fué por el val de Aran, que tenia mas cerca la entrada para el condado de Ribagorza, que estaba á disposicion del infante

TOMO IV.

vino á Estadilla, que era de don Felipe de Castro su
cuñado, que fué llevado despues de la batalla de Nájara,
á donde fué preso al castillo de Burgos. Habia man-
dado el rey salir todas sus huestes á defender la en-
trada al rey don Enrique, porque no queria que pa-
sase por su reino á hacer guerra contra el rey de Cas-
tilla, y estando el rey teniendo córtes á los aragoneses
en Zaragoza por el mes de setiembre deste año, salió
el pendon real y toda la caballería para juntarse con
las huestes del reino y defender el paso al rey don En-
rique. Pero él y su ejército tuvieron tal órden, que
entraron en Barbastro pacíficamente, y de allí con-
tinuaron su camino por junto á Huesca para el reino
de Navarra. Estuvo el rey don Enrique á media le-
gua de Huesca viérnes á veinte y cuatro del mes de
setiembre, y llevaba tan cierta confianza de verse pa-
cífico rey de Castilla, que de allí escribió á don Pedro
Jordan de Urries, mayordomo del rey de Aragon, que
fué uno de los que mas se señalaron en este reino en
su servicio, y habia ofrecido que casaria á doña Jua-
na su hija natural, con su hijo mayor, que él se partia
luego de allí, é iba á jornadas contadas para sus rei-
nos, y que iba luego á Calahorra, y de allí pasaria
á Burgos y le rogaba que se fué se para él, y estu-
viese cierto, que alcanzaria galardon de todos los da-
ños que por él habia recibido, y de sus servicios.
Continuando de allí su camino á gran furia, pasó el
rio de Ebro por Azagra y llegó la vigilia de san Mi-
guel de setiembre á la ciudad de Calahorra, á donde
fué muy bien recogido, y de allí adelante se le fuéron
juntando grandes compañías de gente de armas de
los grandes y pueblos que tenian su voz: y fuése de-
recho camino á la ciudad de Burgos, y el alcaide que
estaba en el castillo se le rindió: y fue allí preso el
infante de Mallorca que se habia recogido al castillo, y
se puso en libertad don Felipe de Castro. Esto fué tan
en breve, que antes se apoderó el rey don Enrique de
la mayor parte de los reinos de Castilla y Leon, que
supiese el rey don Pedro su entrada, el cual estaba
en esta sazon en la ciudad de Sevilla en lo último de
sus reinos. En aquel tiempo se pudo bien entender,
cuan poca constancia y fé hay en los ánimos de la
gente baja y comun, á quien por la mayor parte siem-
pre desplace el gobierno y dominio presente, y cuel-
ga de toda novedad y de la esperanza de lo venide-
ro, y como se rige con liviandad, con ella acomete
cualquiera cosa por grave y deshonesta que sea.

96

CAP. LXXI.—De lo que se trató por los embajadores del rey de Aragon y del principe de Gales que se juntaron en la ciudad de Tarba.

de Vizcaya y con Castro de Ordiales, dió el rey comision á sus embajadores, que pudiesen tratar de dos matrimonios, el uno del infante don Juan duque de Girona su hijo, con la hija mayor del rey don Pedro, que era la infanta doña Costanza, con que se le diesen en dote el reino de Murcia con Requena y sus aldeas, y quedase separado de la corona real de Castilla. El segundo matrimonio, era de la infanta doña Juana su hija con el rey don Pedro, y se le diesen en dote doscientos mil florines de Aragon, por los daños en que el

Detúvose el rey en las cortes de Zaragoza hasta veinte y dos del mes de setiembre, y allí partió para Lérida, de donde se continuaron los tratos entre él y el príncipe de Gales y entre el rey de Navarra, porque estos príncipes trataron de concordarse entre sí de valer al uno de los reyes que competian por el reino de Castilla, de quien pudiesen sacar mejor par-rey don Pedro era obligado al rey, por el rompimiento tido, pareciéndoles que estaba en su mano dar el rei no ó quitarlo á quien quisiesen: y pensaba cada uno sacar antemano todo lo que los reyes don Pedro y don Enrique en su mas adversa fortuna les habian ofrecido y mucho mas. Estaba el príncipe en Guiana antes de la entrada del rey don Enrique en Castilla, y concertóse que sus embajadores y de los reyes de Aragon y Navarra se juntasen en la ciudad de Tarba, que es en Gascuña, para tomar cierta resolucion de lo que debía hacer. Fueron enviados de Lérida para este negocio don Romeo, obispo de Lérida, don Juan Fernandez de Heredia, castellan de Amposta, don Pedro conde de Urgel, don Ugo vizconde de Cardona, don Lope de Gurrea y Jaime de Ezfar, canciller del infante don Juan, y por el de Navarra fuéron fray Montolino de Laya prior de San Juan en el reino de Navarra, don Martin Enriquez de Navarra, señor de la Carra, y y el doctor Juan Cruzate, dean de Tudela, y Simon de Escociaco, prior de Nuestra Señora de Falces y por el príncipe de Gales, un su canciller que era obispo bothoniense, y el conde de Armeñaque y Juan Chandos, condestable de Guiana, y otros caballeros, que se decian Pedro de Casetone, señor de Gordonia, y Guillen de Ciris. Estos embajadores se juntaron en Tarba, con los que allí tenia el rey don Pedro de Castilla, por el mes de noviembre deste año: y se concordaron, que en caso que el rey don Pedro les diese ciertas tierras y castillos y dineros que le pedian, le valiesen contra su enemigo, á los gajes del rey don Pedro, lo cual se deliberó, que se enviase á notificar, porque de otra manera ellos entendian proveer como mas conviniese á sus pretensiones. Lo mismo se concertó de tratar con el rey don Enrique, solamente en nombre de los reyes de Aragon y Navarra: y en caso que no lo quisiese luego cumplir, se le pidiesen en rehenes su hijo primogénito y la infanta doña Leonor su hija, y dos hijos del maestre don Fadrique su hermano, y el conde don Tello. Con esto se enviaron embajadores á ambos reyes, para requerirles que respondiesen dentro de quince dias. Tratóse que se hiciese liga entre el rey y el príncipe, y lo que mas deseaba el rey de Aragon, por no confiar que se le habia de cumplir cosa que se le prometiese de parte del rey don Pedro, era que se concertasen él y el príncipe de Gales, con el rey don Enrique, para tomar la empresa de conquistar los reinos de Castilla y Leon, con condicion que a él le quedase el reino de Murcia con las otras tierras y estados, de que el rey don Enrique siendo conde de Trastamara, le habia hecho donacion y en este caso da ban á la infanta doña Leonor hija del rey de Aragon, por mujer al primogénito del príncipe de Gales, ó al del rey don Enrique, como mas quisiese el prín cipe. Pero porque se creia, que el príncipe holgaria mas de confederarse con el rey don Pedro, para echar de Castilla á su adversario, cumpliendo con él en las pagas del dinero que le debian, y quedando con el señorío

de la guerra, conforme á las declaraciones y sentencias de los legados apostólicos. No queriendo dar el rey don Pedro el reino de Murcia en dote á su hija, le pedia el rey un millon de doblas de cinco reales la dobla, con que no pudiendo pagarse entonces, se le entregase en empeño el reino de Murcia y Requena, y dentro de diez años se desempeñase: y en caso que el dote que se habia de dar al infante don Juan se restituyese, se retuviese el rey ochocientas mil doblas por los daños que habian recibido sus reinos en las guerras pasadas: y queria que el infante don Juan fuese jurado por el rey de Castilla, para despues de la vida del rey don Pedro, en caso que muriese sin dejar hijos varones legitimos: tambien se movió otra plática, que el rey y el príncipe fuesen contra ambos los reyes de Castilla, y acogiesen en la conquista á los reyes de Navarra y Portugal. Concertáronse los embajadores, que de Tarba se pasasen á Oloron, y allí se enviasen á las ratificaciones de los reyes de Aragon y Navarra, y del príncipe, de lo que se habia tratado en Tarba. Allí trataron los embajadores del rey don Pedro de Castilla, estando en Tarba con el vizconde de Cardona, que se concertasen las dife rencias que habia entre su príncipe y el rey de Aragon, y venia el vizconde en que la concordia se hiciese entre ellos desta manera. Lo primero, que se hiciese el matrimonio de la infanta doña Costanza, hija mayor del rey don Pedro con el infante don Juan, y para ello se hubiese el consentimiento del príncipe de Gales, en cuyo poder estaba la infanta, y se le diese en dote el reino de Murcia y cien mil doblas de oro, y se pusiese en rehenes hasta cumplirlo en poder del rey, Reque na, Alarcon, Moya, Cuenca, Betera, Molina, Carlage na, Lorca, Villena, Montagudo, Mula y Cañete: y que fuese jurada la infanta doña Costanza por legitima sucesora de los reinos de Castilla y Leon. Mas como no se podia allí tomar resolucion en negocios de tan gran importancia, como se pretendia por cada uno de aquelos príncipes, los reyes de Aragon y Navarra querian enviar sus embajadores á Castilla á hacer sus requeri mientos á ambos reyes, como estaba tratado en Tarba. y lo que pedia al rey don Pedro el rey de Aragon, en caso que se confederase con él contra el rey don Enrique, era el reino de Murcia y la tierra que fué de don Juan Manuel, exceptuando las villas de Peñafiel y Curiel: y allende desto, las ciudades y villas de Alcaraz, Requena, Otiel, Moya, Cañete, Cuenca, Betera, Molina, Medina Celin, Moron, Montagudo, Seron, Deza, Cihuela, Cifuentes, Brihuega, las Peñas de San Pedro, Valdolivas, Salmeron, Alcocer, Pareja, Huete y Corita de los Canes con sus aldeas: y quedasen los ricos hombres y caballeros que estaban heredados en estas tierras y estados en sus mayorazgos y casas comoántes, con que no fuesen hijos ó hermanos de los reyes don Pedro y don Enrique. Pedíase al rey don Enrique en caso que se concertase de valerle, á echar al rey don Pedro su adversario de Castilla, el reino de Mur

cía y las ciudades y villas de que le habia hecho donacion antes de su entrada en Castilla con todas sus aldeas. Tambien el rey de Navarra se contentaba con poco y trataba con entrambos los reyes: y pedia á Guipuzcoa, con las villas y castillos de Tolosa, Segura, Mondragon y Oyarzo, Fuenterabia, San Sebastian, Guetaria, Motrico, con todas las otras villas y lugares y puertos de aquella provincia, con sus mares y con los derechos que le pertenecia en los mares de España. Pedia asimismo, las villas de Victoria y Salvatierra, y todas las otras villas y castillos de Alava con sus aldeas, y las villas de Alfaro, Fitero, Tudugen y la ciudad de Calahorra, y las villas de Logroño y Navarrete, con sus castillos y lugares y términos, y á Treviño, Nájara, Briones, Haro y la Bastida, y todo lo que él decia que antiguamente fué del rey de Navarra, exceptuando á Rioja y Burueba. Mas el príncipe de Gales, con grande maña, entretenia el negocio dudando si se enviaria la embajada á los dos, ó á cual dellos se habia de enviar, hasta acabar de asegurarse del rey don Pedro, de lo que estaba entre ellos concertado, que era la paga del dinero que se le debia del sueldo de sus gentes y sobre la posesion del señorío de Vizcaya y de Castro de Ordiales. De Lérida se fué el rey á Barcelona, y considerando que la ciudad de Albarracin, era de las muy señaladas de sus reinos, y estaba en tal sitio, que importaba mucho á la corona real y al bien público, que ni aquella ciudad ni sus aldeas se dividiesen de la corona, por los inconvenientes que dello ha❤ bian resultado en los tiempos pasados, habiendo vuelto á su servicio, por la muerte deLinfante don Fernan

do su hermano, hizo union de aquella ciudad y de sus aldeas con la corona real, para que quedase unida en ella perpetuamente: y públicamente hizo juramento de no enagenarla por ninguna via de donacion ó feudo, ni por otra causa: y la incorporó con toda su jurisdiccion en la corona real con sus aldeas: y obligó al duque de Girona su hijo primogénito, y á sus sucesores, que guardasen aquella union. Esto fué á treinta del mes de octubre deste año, en presencia del arzobispo de Caller y del obispo de Barcelona, y de los vizcondes de Cardona, Illa y Roda: y por el mes de diciembre deste año, como entendió que el príncipe de Gales estaba muy dudoso de tratar cosa ninguna, sin resolverse primero con el rey don Pedro, hacia grande instancia con él para que se declarase, y envió con mosen Francés de Sanclemente y micer Berenguer Dezprats, á requerirle que se firmasen los capítulos de su amistad y confederacion, y procurasen que se juntasen sus embajadores en el señorío del rey, en Jaca 6 en Aisa, ó en Oloron 6 en otro lugar del condado de Fox. Estos embajadores hallaron al príncipe en Burdeos, y concordaron que la confederacion se hiciese entre ellos, y que enviase el rey su embajada al rey de Inglaterra, y con ella fuéron despues los mismos Francés de Sanclemente y Berenguer Dezprats, con final resolucion que se confederasen las casas de Inglaterra y Aragon, conforme a lo tratado por el vizconde de Cardona, con los embajadores del rey don Pedro, y tratóse entonces de hacer liga juntamente con los reyes de Portugal y Navarra, por la conquista de los reinos de Castilla.

LIBRO X.

CAP. I.-Que el rey envió con su armada por capitan general a Cerdeña á don Pedro de Luna, contra el juez de Arborea, y fue don Pedro vencido y muerto en batalla.

Tenia en este tiempo Mariano, juez de Arborea, puesto en armas el reino de Cerdeña, y seguíanle casi todos los sardos, y parecia que no era pretension particular, sino que claramente aspiraba á hacerse rey y señor de toda la isla. Habia ganado diversas fuerzas y castillos, y postreramente se le rindieron el lugar de San Luri y Villadeiglesias, que era una de las cosas mas importantes de toda la isla, y lo restante estaba á grande peligro, señaladamente el cabo de Lugodor, en el cual residía por gobernador un caballero que se decia Pedro Alberit. Muchos dias antes tenia el rey nombrado por capitan general para enviar en socorro de aquella isla á don Pedro de Luna, señor de Almonecir y Pola, que era de los mas principales ricos hombres del reino, é hízose eleccion de su persona, por ser muy valeroso, y porque doña Elfa de Ejérica su mujer, tenia mucho deudo con el juez de Arborea, y parecia que seria muy gran ministro para la restauracion de aquel reino, hora se prosiguiese la guerra ó se

viniese á medios de concordia. Como en esta sazon se tenia ya por fenecida la guerra que habia tanto tiempo durado entre los reyes de Aragon y Castilla, habiendo en aquel reino dos reyes que competian por él, y estaban las cosas en término, que cualquiera dellos que quedase vencedor, tenia harta necesidad de conservarse en paz con sus vecinos, el rey estaba muy puesto en socorrer los lugares que se tenian por él en Cerdeña, que estaban á gran peligro: y muchos caballeros destos reinos, se ofrecieron de ir en su servicio con don Pedro de Luna. Habia de estar la armada en órden por todo el mes de noviembre deste mismo año en la playa de Barcelona, para hacerse á la vela: y llevaba don Pedro en ella quinientos de caballo y mil y quinientos soldados, de muy escogida gente, y otras muy buenas compañías de ballesteros; pero hubo mucha negligencia en su partida. Mediado el mes de febrero del año siguiente de mil trescientos y sesenta y ocho, mandó el rey que toda la gente de caballo y de pié que iban con don Pedro, hiciesen muestra delante de Barcelona, y que fuésen á recogerse al puerto de Rosas, y entonces tuvo aviso, que la mayor parte de la gente sardesca que seguian al juez de Arborea esperaban con deseo la armada, para reducirse á su obediencia por

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