Imágenes de página
PDF
ePub

y muy digna de memoria en nuestros anales, pues | era fortísimo, por estar en un muy alto monte, y ser sucedieron las cosas, ordenandolo la Providencia divina, de manera que don Juan vino á suceder en el reino de Castilla, y casó con la misma infanta doña Leonor: y faltaron las sucesiones por línea de varon de ambos los reyes, que con tanta furia y porfia persistian en esta guerra; y sucedió en el reino de Aragon el hijo deste don Juan, que fué el infante don Fernando, y despues vinieron á recaer ambos reyes en tiempo de nuestros padres en el biznieto, hasta el cual se contiDuó aquella linea y descendencia en varones: y es á mi ver gran ejemplo de la mudanza y variedad de las cosas humanas. En este mismo año estando el rey en Barcelona á cuatro del mes de setiembre, se desposó la infanta doña Isabel, sobrina del rey, é hija del rey de Mallorca, con Juan marqués de Monferrat: y le dió el rey en todo cincuenta mil florines, y ella renunció todo el derecho que le pertenecia en el reino de MaHlorca, y en los condados de Rosellon y Cerdania, y en el señorío de Mompeller, y lo cedió al rey. Vinieron | para acompañarla Juan conde de Coconato, y Bonifacio | de Coconato, y Juan de Cereseto, y el rey envió para que la acompañase y entregase al marqués su marido, á Francés de Perellós.

muy bien murado y de grande y muy extendida poblacion, y que era capaz de mucha gente, y fue la principal fuerza de todas aquellas fronteras, por estar en la entrada y pasó para el reino de Toledo. Mas como en él hubiese muy buena gente de guarnicion, y la comarca fuese muy montañosa y estéril, y por esta causa el ejército padeciese mucha necesidad de bastimentos, fuéle forzado al rey volverse. Con esto, como entendió que el rey de Castilla hacia grandes aparejos de armada, y que amenazaba de hacer la guerra por las costas de Valencia y Cataluña, y contra la isla de Mallorca, determinó de acudir á Barcelona para poner en órden la suya, en defensa de sus reinos: y proveyo que el infante don Fernando su hermano se fuése al reino de Valencia, y fortificase los lugares de Alicante y Guardamar: y dejó á don Lope Fernandez de Luna arzobispo de Zaragoza, y á don Juan Martinez de Luna, por capitanes en las fronteras de Daroca, Monreal y Cubel, y al conde don Enrique, y á don Tello su hermano, en las comarcas de Calatayud, Hariza, Aranda y Cetina, y en los lugares de aquella frontera: y don Pedro Muñiz, que se llamaba maestre de Calatrava, y á quien dieron la obediencia los caballeros de aquella órden, que residia en Aragon, y don

CAP. XX.-De la entrada que el rey hizo con su ejército Pedro de Ejérica, quedaron por capitanes en la ciu en Castilla.

Partió el rey de Barcelona como dicho es, en fin del mes de octubre para acudir con su ejército á las fronteras que tenia en Aragon, contra el rey de Castilla, y residia la mayor parte de sus gentes en los lugares de Cariñena, Muel, Daroca y Calatayud, y en Borja, Magallon y Mallen: y los capitanes que estaban en frontera contra Tarazona, fuéron á poner cerco sobre Alcalá de Veruela, que se habia ganado por los castellanos, y fué el rey á juntarse con ellos. Pero el invierno estaba adelante, y fué tan áspero, y en aquel año hubo tantas nieves, que el rey se hubo de levantar con su real, y se pasó al lugar de la Almunia, á donde tuvo la fiesta de Navidad del año de nuestro Señor de mil y trescientos y cincuenta y nueve. Estaba en aquella sazon el rey de Castilla en la ciudad de Sevilla, esperando que se juntase una muy gruesa armada, para venir por mar á continuar la guerra en las costas del¦ reino de Valencia, y el rey mandó apercibir sus gentes para entrar por Castilla, y partió de la Almunia á veinte y dos de enero, y detúvose algunos dias en CaJatayud, recogiendo sus huestes, y con ellas se pasó al lugar de Terrer. Movió el rey de allí con su ejército, y llegó al lugar de Moros à quince del mes de marzo, y el día siguiente entró por la frontera de Castilla por el campo Alavés, que está entre Cigüela, Villalunga y Deza: y otro dia atravesando el campo se puso sobre un castillo que decian de Haro, y estando sobre él | llegó el infante don Ramon Berenguer con mucha gente y muy buena para servir en esta entrada. Ganóse en aquella entrada aquel lugar y castillo de Haro, y mandole el rey quemar, y de allí pasó á otro, que se dice Escobar, á donde se detuvo algunos dias, sin hallar en aquella frontera ninguna fuerza de gente que resistie se la entrada, y determinó de ir con todas sus huestes á combatir el lugar, que en lenguaje morisco se dijo Medina Celin, y corrompido el nombre, ahora se llama Medina Celi: en el cual hoy parecen tales ruinas que señalan haber sido gran poblacion en tiempo de romanos, en los corfines de los pueblos celtiberos, carpetanos y arevacos. Su sitio para en aquellos tiempos

TOMO IV.

dad de Teruel y Albarrazin, y sus fronteras: y don Pedro de Luna, y don Juan Jimenez de Urrea, eran capitanes de la frontera de Borja y de su rio y de Magallon, desde el lugar de Novillas hasta Talamantes. Mas porque se tuvo mayor sospecha, que el rey de Castilla acudiese por mar y por tierra con todo su poder contra el reino de Valencia, mandó el rey que el maestre de Calatrava y don Pedro de Ejérica con todas sus compañías, fuésen á juntarse con el infante don Fernando y de la gente que el conde de Trastamara tenia en las guarniciones de su frontera, enviase al infante trescientos de cabaflo, y el arzobispo de Zaragoza y don Juan Martinez de Luna ciento: y porque se habian juntado en Molina y sus comarcas dos mil de caballo, y se temió que querian entrar por tierra de Teruel y Daroca, se proveyó que los ganados de la ciudad de Teruel y sus aldeas, se pasasen al campo de Montagudo, y los de Daroca y su tierra bajasen á la sierra de Vadenas, y quedó á cargo del conde de Trastamara y de don Tello, que proveyesen los castillos de aquellas comarcas de gente de caballo y de pié. Entró el rey en Zaragoza á veinte y ocho del mes de marzo: y detúvose en esta ciudad, proveyendo á lo necesario de la defensa del reino, y dejó poder bastante para ordenar y disponer en todo lo que tocaba á la guerra, al arzobispo de Zaragoza, que fué un notable varon, gran prelado; y á don Juan Fernandez de Heredia, que era castellan de Amposta, y fué prior de San Juan en los reinos de Castilla y Leon, y prior de San Gil en el reino de Francia, y despues fué maestre, señaladísimo varon en aquellos tiempos: y á los condes de Luna y Trastamara, y a don Pedro de Ejérica y a don Pedro de Luna: y porque los infanzones, que llamaban hermunios, segun fuero del reino, no eran obligados à seguir al rey en la guerra, sino en caso que fuése á dar batalla campal ó en cerco de castillo, y con pan de tres dias, reconoció entonces el rey á los vecinos de Zaragoza, que le sirvieron en aquella entrada, que les guardaria sus privilegios: y que aquello en lo venidero no les causaria perjuicio.

89

[ocr errors][merged small]
[ocr errors]

hermanos, y á los otros caballeros de Castilla, que se habian recogido á Aragon, respondió el rey que el infante era su hermano, y llamado á la sucesion destos reinos, y no hallaba causa porque le debiese desterrar dellos; pero que al conde don Enrique y á sus hermanos y á todos los otros caballeros de Castilla, que eran venidos à servirle en esta guerra á su sueldo, haciéndose la paz, él les mandaria satisfacer de lo que se les debia, y los enviaria fuera de su reino. A la nueva demanda que el rey de Castilla inter puso de las villas castillos que decia ser del reino de Castilla, se escusó, diciendo, que no podria enagenar ninguna cosa de la corona real, pues el rey don Jaime su abuelo, y el rey don Alonso su padre, le dejaron en pacifica posesion de aquellas villas, y en su presencia micer Francés Roma, su vicceanciller, informó largamente al legado de la manera que fueron adjudicados al rey don Jaime, por la sentencia que el rey don Dionis de Portugal, y el infante don Juan, y don Jimeno de Luna, obispo de Zaragoza, dieron en las diferencias que hubo entre el rey don Jaime de Aragon, y el rey don Fernando de Castilla, por el reino de Murcia, como se ha referido en estos anales y el rey era contento de dejar esta diferencia á la determinacion del papa. Para mas justificarse el rey y declarar que se inclinaba á desear la paz, ofreció que en caso que fuesen amigos, y el rey de Castilla hubiese guerra, ó la quisiese mover al rey de Granada ó á los moros de allende, le ayudaria cada año á su costa, con diez galeras armadas por tiempo de cuatro meses: y si el rey de Benamarin, 6 otros reyes moros de África quisiesen pasar á España para hacerle guerra, le ayudaria con todo su poder, y se hallaria con él en persona, para les dar la batalla: y el rey se fué á Calatayud, por respeto del cardenal, por dar mas lugar á la plática desta concordia. Procuraba el legado, que se pusiese alguna tregua, porque hubiese tiempo para persuadirlos á que depusiesen las armas. Mas el rey de Castilla no quiso permitirlo, escusándose que tenia ya en órden muy grande armada, y estaba pagada para el verano venidero, y por final resolucion decia que porque se entendiese que no rehusaba de venir á la paz con el rey de Aragon, partiria la mano de todas las otras cosas, con que el rey de Aragon le diese aquellas villas y castillos, que decia haberse perdido en tiempo de los tutores del rey don Fernando su abuelo, diciendo que lo de la sentencia, que el rey de Aragon alegaba haberse dado por el rey de Portugal, y por los otros jueces árbitros, quien no sabia que sucedió siendo su abuelo menor de edad, y en grandes alteraciones de sus reinos, llamándose el infante don Juan, que era uno de los jueces, rey de Leon, y don Alonso, hijo del infante don Fernando rey de Castilla y que se creia que los privados del rey don Fernando habian sido sobornados por parte del rey de Aragon sobre esta querella: y así pedia que el rey de Aragon los restituyese con las rentas que habian corrido; pues el rey don Sancho su bisabuelo los habia poseido pacíficamente: y que el rey de Aragon echase de sus reinos al conde don Enrique, y á don Tello, y don Sancho sus hermanos, y los otros caballeros que estaban con ellos. Con esto volvió el le

Estando el rey en Zaragoza para partirse á Cataluña, entró en Castilla un cardenal legado de la sede apostólica, que fué enviado por el papa Inocencio, para tratar de la paz entre los reyes, que se llamaba Guido de Boloña, y fué obispo portuense, y persona de grande autoridad y del linaje real de la casa de Francia. Envió el papa este legado, porque el rey de Castilla tuvo por muy parcial y sospechoso al legado que primero vino á tratar desta paz, y el papa deseaba sumamente que se concertasen; porque toda España estaba muy alterada por esta guerra, y tenian los príncipes convertidas las armas contra estos reinos, muy olvidados de emplearlas contra los infieles. Envió el legado desde Almazan, á donde estaban los principales capitanes de la gente de Castilla, para consultar con el rey que estaba en Sevilla, si tenia por bien que fuése allá, y fué á esto un abad de San Benito, que era abad de Fiscamps, que fué despues cardenal de Mians, y encontró al rey de Castilla en Villareal, que se venia á la frontera para dar favor á sus gentes, por Ja entrada que el rey de Aragon hizo en su reino: y dióle por respuesta que el legado le aguardase en Almazan. Hace don Pedro Lopez de Ayala en su historia, una larga relacion de las demandas y respuestas que pasaron entre los reyes y el legado sobre las causas de la guerra: y finalmente se resolvió el rey de Castilla en venir á la paz con estas condiciones. Que el rey de Aragon, ante todas cosas, le mandase entregar la persona de Francés de Perellós para que se hiciese dél justicia en sus reinos, por lo que habia escedido contra su persona real: y que echase destos reinos al infante don Fernando y al conde de Trastamara, y á don Tello y don Sancho sus hermanos, y á los otros caballeros castellanos que estaban al sueldo del rey en esta guerra; que el rey le restituyese las villas y castillos de Orihuela, y Alicante, y Guardamar, y Elche, y Crevillen, y la Val de Elda, que decía haber sido del reino de Castilla, y que se perdieron en tiempo del rey don Fernando su abuelo, estando debajo del gobierno de tutores, afirmando que el rey don Jaime de Aragon habia cobrado estas villas y castillos sin pertenecerle y contra razon y derecho. Pedia mas el rey de Castilla, que el rey le diese por los gastos que habia hecho en esta guerra, diez cuentos de la moneda de Castilla, 6 | quinientos mil florines de Aragon. Escusábase el rey de Aragon, segun en esta historia se relata, con grande justificacion, que no embargante que el rey de Castilla pedia una cosa muy fuera de razon, que él mandase entregar aquel caballero, para hacer dél justicia por lo que habia delinquido en reino estraño, pues no ora cosa usada entre príncipes, permitir que otro hiciese justicia de sus vasallos: pero por dar lugar á la paz, mandaria prender aquel caballero, y que el rey de Castilla enviase quien le acusase de sus culpas, y que el rey haria juramento de no defenderlo, sino en caso que fuese dado por libre: y si pareciese ser culpado, mandaria que públicamente se hiciese justicia dék: y aun en este caso ofrecia, que si fuese condena-gado al rey, é hizo gran instancia para persuadirle á do á muerte, le entregaria al rey de Castilla, para que la ejecucion de la justicia se hiciese en su reino. Cuanto a lo que pedia que mandase salir destos reinos al infante don Fernando y al conde don Enrique y á sus

[ocr errors]

:

la paz, representándole que considerase que tenia guerra con un rey muy poderoso y tan determinado: y tratándolo el rey con los de su consejo, finalmente se resolvieron que el rey no debia dar cosa alguna de

ja corona real, y que el rey de Castilla se debia contentar con la respuesta que se le habia dado cuanto à esta parte, que era poner aquella diferencia en poder del papa y cuanto á echar el conde y á sus herma nos de sus reinos, puesto que segun lo que con ellos ❘ estaba tratado, no lo podia hacer, pero habria lugar de tratarlo, como ellos lo tuviesen por bien, y el rey les satisfaciese sus servicios. Esta fué la última respuesta que el rey dió al legado, y añadióse mas que si el rey de Castilla tuviese por bien de dar algun sobreseimiento en la guerra, y nombrase por su parte á Juan Fernandez de Hinestrosa su camarero mayor; y gran privado, él nombraria á don Bernardo de Cabrera, para que atajasen todas sus diferencias, de lo cual se indignó mucho el rey de Castilla, creyendo que era artificio para entretenerle, porque no se aprove→ chase de la armada que iba ajuntando, y se consumiese el tiempo en que podia hacer la guerra con ella: y con gran ira y enojo que tuvo desto, sin mas deliberarlo, hizo una cosa que fué en mucho daño sayo, que antes que partiese de Almazan, en presencia de toda su córte, y de sus gentes, dió sentencia en que condenó por traidores al infante don Fernando, y al conde don Enrique y á sus hermanos, y á todos los otros caballeros castellanos que estaban en Aragon: y fué en sazon segun don Pedro Lopez de Ayala afirma, que los mas dellos traian sus pláticas para reducirse á su servicio: y de allí adelante los perdió para siempre sin quedarles esperanza de ser perdonados ni vol. ver á su obediencia. Mas era su naturaleza tan inclinada á severidad y rigor, y segun entonces pareció tan fiera y cruel, que no se contentando con esto, mandó Juego matar á la reina de Aragon su tia, madre del infante don Fernando que estaba presa en el castillo de Castro Jeriz, y á doña Juana de Lara, mujer de don Tello, y despues segun se creyó, fué muerta por su mandado con veneno, doña Isabel de Lara, hermana desta doña Juana, que era mujer del infante don Juan hermano del rey de Aragon, hijas de don Juan Nuñez de Lara, lo cual excedió á toda inhumanidad. Dejó entonces en Gomara y en aquella comarca á Juan Fernandez de Hinestrosa con mil y quinientos de caballo, y en Almazan á don Fernando de Castro con quinientos, y en Serón á don Diego García de Padilla, maestre de Calatrava con otros quinientos, y en Molina á Gutierre Fernandez de Toledo con cuatrocientos, y en Agreda á Juan Alonso de Benavides, y á Diego Perez Sarmiento, adelantado mayor de Castilla, y otros caballeros que eran hasta quinientos de caballo con mucha gente de pié, y gran ballestería: y partió de Almazan para Sevilla á gran furia, para dar priesa á su armada, porque tenia determinado de ir en persona en ella, y se ponian en órden las armadas del rey de Portugal, y del rey de Granada, para juntarse con la suya para hacer la guerra en los señoríos del rey de Aragon.

CAP. XXII.-De la venida del rey de Castilla con su armada á la costa del reino de Valencia.

[ocr errors]

en esta guerra. Tuvo órden aquel caballero del rey de Portugal, que no viniese al rey hasta que el infante fuese certificado, que holgaba el rey su hermano desto, y así se comenzó á tratar secretamente esta liga contra el rey de Castilla, la cual importaba mucho al rey, perque de ningun otro príncipe podia el rey de Castilla ser tan ofendido y danificado como del de Portugal. Entónces vino al servicio del rey de Aragon un caballero del reino de Castilla, que se decia Garci Jofre de Loaisa, hijo de Juan García de Loaisa, señor de un castillo que se decia Petrer, que se pretendia estaba, sujeto al dominio y jurisdiccion del rey de Aragon, é hizo pleito homenaje al infante don Fernando, que haria guerra de su castillo como vasallo y súbdito del rey, y que lo mismo haria un hermano suyo, que se decia Alvar Nuñez, que la habia de suceder no te→ niendo hijos, y el infante le hizo pleito homenaje, que no se le ocuparia el castillo, ántes seria ayudado á defenderle. Estando el infante para entrar á hacer su tala en la vega de Murcia, con todas las hucstes del reino de Valencia, de caballo y de pié, nueve galeras y un teño, y dos naos de la armada del rey de Castilla, entraron en el puerto de Cartagena: y sabiendo el infante porque algunos lugares de aquella costa estaban mal proveidos de gente, partió de Orihuela para la villa de Alicante; pero el viento que llevaban las galeras era tan próspero, que tan presto llegaron á ponerse delante de Alicante, como el infante, aunque apresuró su camino, y entendió en poner en órden aquella villa, para que se pudiese defender, y de allí salió para Villajoyosa, á donde llegó en fin de abril, para reconocer los castillos de aquella costa, y las fortalezas que se debian poner en defensa, y dejó capitanes de las fronteras en los lu gares que pareció que mas convenia, porque tuvo por cierto aviso, por las espías que tenia en el reino de Mur cia, que esperaban muchas compañías de gente de caballo del reino de Granada. Habia salido el rey de Cas→→ tilla con su armada mediado el mes de abril, porque propuso de hacer guerra al rey de Aragon por la mar con gran confianza, por dar á entender que aun én aquella guerra, en que tanto prevalecia su adversario. era poderoso para ofenderle en sus mismas costas; aunque á la verdad en los tiempos pasados nunca los reyes de Castilla fueron tan señores por la màr, qué por sí emprendiesen de hacer guerra sino á los moros, y esto con ayuda de los reyes de Aragon, y de genoveses, por la incomodidad grande que tenian de armar gale➡ ras, y por la falta de los puertos, y no tener comercio marítimo en nuestra mar desde Cartagena á Gibraltar, que era la costa del reino de Granada, que estaba en poder de los moros. Pero no embargante esto, el rey de Castilla propuso demostrar, que no era ménos poderoso en la mar que por tierra contra el rey de Aragon, y salió con veinte y ocho galeras suyas y cuatro leños, y con ochenta naos, y con diez galeras de Mahomad rey de Granada, y venian muy bien armadas, y traia muy principales capitanes consigo, cuyos nom¬ bres se declaran en su historia. Estuvo con esta arma da algunos dias en Algeciras, esperando las galeras que

Estaba el infante don Fernando en la villa de Oriel rey don Pedro de Portugal su tio le enviaba, y 'porhuela, mediado abril deste año, con las huestes del reino de Valencia, de caballo y de pié, para entrar á talar la vega de Murcia, y vino á él un caballero del rey don Pedro de Portugal su suegro, con quien el infante comenzó á tratar de confederarle con el rey de Aragon en nueva amistad, aunque su armada venia á juntarse con la del rey de Castilla su sobrino, y le valia

que se detuvieron, partióse para proseguir su viaje, v fuése al puerto de Cartagena. Desde allí salió á combatir á Guardamar, y puso su real contra el lugar y castillo, y por mar y por tierra fué combatido algnnos dias, y entrado por fuerza de armas, y de allí pa→ só con su armada á la playa de la ciudad de Valencia' y porque se creyó que sacaria su gente a tierra, y em

prendería de combatirla, el rey proveyó que el infante don Ramon Berenguer su tio se fuése á poner dentro con mucha caballería, y estuviese en su defensa; pero como la armada prosiguió su viaje la vuelta de levante y pasó á las costas de Cataluña, el infante sobreseyó en su partida, pareciendo al rey, que bastaba para la defensa de aquel reino el infante don Fernando con la gente que tenia. Estando el rey de Castilla con su armada á la boca del rio Ebro, salió á verse con él el legado que estaba en Tortosa, y habia ido por barcas el rio abajo, por tentar si podia poner alguna tregua entre los reyes, y aunque entró en la galera del rey de Castilla, y lo procuró con mucha instancia, no quiso condescender á ningun medio ni sobreseimiento de guerra: y allí llegó á juntarse con la armada del rey de Castilla Lanzarote Pezaña genovés, que era capitan de la armada de Portugal, con diez galeras, y una galeota, que enviaba el rey don Pedro de Portugal al rey de Castilla su sobrino.

CAP. XXIII.-Que el rey de Castilla llegó con toda su armada sobre Barcelona: y de la batalla que dió á la armada del rey de Aragon, que estaba en aquella playa Aunque el rey, desde el invierno pasado, entendió que el rey de Castilla hacia grande aparato de armada para proseguir la guerra, no quiso que sus galeras, que estaban en la isla de Cerdeña, ni otras que habia enviado en socorro del rey don Fadrique à la guerra de Sicilia, que estaban reservadas para llevar á la reina doña Costanza su hija al rey su marido, se le enviasen; porque Branca de Oria, de quien se ha hecho mencion' que sucedió en el estado de los Orias en la isla de Cerdeña, y habia dado á entender, que se reducia á la obediencia del rey, despues cometió diversos delitos, rebelándose contra él y haciendo guerra en la isla á sus gobernadores, con grande estrago y destruccion de la tierra, quemando y talando muchos lugares de los súbditos y fieles al rey, no embargante que el rey le habia perdonado todo lo pasado y le dió las villas y estado que Mateo de Oria su tio habia tenido en su vida. Pero por lo que importaba defender aquella isla, el rey lo tuvo por bien, y así se le otorgó de nuevo el feudo segun la costumbre de Cataluña, del lugar y castillo de Monteleon, Rocaforte y Claramonte, con las curadorías de Nurcar y de Capudalbaz, y la curadoría de Anglona, y la villa de Gisarclu y Castelgenovés: y como esto se dilató hasta este verano, fué necesario que el rey, para resistir al rey de Castilla, mandase armar en sus costas mas galeras de las ordinarias. Nombró por capitanes generales de esta armada al conde de Osona, y á Ugueto vizconde de Cardona, y ordenáronse diversas cosas para la expedicion della, y en reformacion de la disciplina militar, con grande severidad y rigor, con consejo de don Bernardo de Cabrera, y de Jaime Boscan, y Juan Lombarda, que tenian grande experiencia de las cosas de la mar, y eran los que tenian cargo de hacer la gente, que era mas diestra en esta guerra. Esta armada se juntó en los puertos y playas de Cataluña y del reino de Valencia, y hubo grande dificultad en ajuntarla, y ántes estuvo el rey de Castilla con la suya en las costas de Tarragona, que pudiesen los capitanes del rey de Aragon juntarse: y por esto siendo entrado ya el mes de junio, sabiendo el rey, que el lugar y castillo de Guardamar eran perdidos, y que el rey de Castilla con su armada continuaba su camino para CataJuña, mandó al conde de Osona, y á don Gilabert, y don Berenguer de Cruillas, Bernardo Margarit y Pedro

Albert, que se em barcasen en las galeras que habian armado, para que estuviesen en órden para cualquiera ocasion que se ofreciese, y á todos los capitanes que armaron de la costa de Barcelona abajo, y que se viniesen á Barcelona; pero despues teniendo tan cerca la armada de los enemigos, que estaba ya en la costa de Tarragona, mandó que estos capitanes con sus galeras, y dos que el infante don Ramon Berenguer armaba en Castellon de Ampurias, se fuésen á recojer á Colibre, y estuviesen allí proveyendo de la gente necesaria, mandándoles que por gallardía ó demasiada confianza, no se pusiesen en peligro por llegar á Barcelona ni aventurasen las galeras. En este medio llegó el rey de Castilla con su armada á la playa de Barcelona á nueve del mes de junio á hora de vísperas: y eran segun el rey escribe en su historia, cuarenta naos entre grandes y pequeñas, y treinta galeras y algunos leños armados y estaban en la playa de Barcelona diez galeras del rey muy bien armadas, y algunas naos, y entre ellas una muy grande, y la gente que estaba en ella, que eran muy diestros en la mar, pusiéronla frontero del monasterio de los frailes menores dentro en las tascas, que son unos bajíos que impiden que no pueden acostarse á tierra las naves, sino por ciertos canales. Tambien se pusieron en órden las galeras mas allegadas á tierra en cierto trecho, que era desde aquel monasterio hasta en frente de la calle que llaman del Regomir, y armáronse cuatro máquinas, que llamaban brigolas de dos cajas, para defender desde la tierra las galeras y naos, y todas las barcas y navíos, á donde se puso mucha ballestería para resistir la armada de los enemigos. Púsose toda la ciudad en armas, y salió la gente del pueblo por oficios, cada uno con sus banderas, y entraron con muchas compañías de ballesteros del Vallés, algunos caballeros que el rey habia nombrado por capitanes, que eran Ramon de Pujol, y Ramon, y Bernardo de Planella, Bernardo de Pera pertusa, Ramon Berenguer de Vilafranca y Ombert de Bellestar. Cuanto la armada era mayor que las ordinarias de corsarios genoveses ó moros, que solian correr aquellas costas, y el rey de Castilla venia en ella con gran caballería, se tuvo por muy mayor aquella afrenta, porque la nacion catalana, que hasta entónces habia contendido por la mar con pisanos, venecianos y genoveses, era muy temida, y habia ganado mucha honra contra los extranjeros, con quien tnvieron grandes guerras en los tiempos antiguos, con gran renombre y honra de aquella ciudad: la cual no se sabia que fuese grandes tiempos antes invadida por la mar, con tanto poder, y ahora los ponia en mayor cuidado, que se descubria un nuevo adversario, y tan poderoso y vecino, que le hacia la guerra dentro en su atarazanal. Por esto pareció al rey de Castilla, que siendo esta nueva empresa suya, seria grande reputacion, si ganase las galeras que estaban en aquella playa, estando el rey de Aragon presente y otro dia teniendo muy en órden su armada, para combatir las galeras, se les dió la batalla, pasando las suyas con las naos dentro en las tascas. La batalla fué muy furiosa de ambas partes, porque los de la armada del rey de Castilla peleaban contra los nuestros animosísimamente, teniendo por cierta la presa de las galeras, y ellos las defendían con gran esfuerzo, con mayor miedo de la afrenta que del peligro, y duró gran espacio del dia el combate, y de ambas partes hubo muchos heridos de las saetas y pasadores: porque la gente que venia en la armada del rey de Casti

[graphic][merged small]
« AnteriorContinuar »